—Hola, hijo. Veo que ya despertaste —dijo Bruce, con un tono amable pero lleno de preocupación. La suavidad en su voz hizo que Xander se sintiera inquieto, preguntándose si realmente estaba en buenas manos.
—¿Sientes algún dolor en alguna parte? Puedo pedir al doctor que venga a revisarte ahora mismo si sientes algún tipo de molestia —añadió Bruce, lo que solo le valió una mirada cautelosa de Xander.
—¿Dónde estoy? —preguntó Xander—. ¿Está mi padre aquí? Dijiste que eres su amigo, entonces debe estar aquí, ¿verdad? —añadió.
Bruce sonrió, y Xander ya sabía la respuesta a su segunda pregunta.
No necesitaba preguntar a Bruce para saber que él era el que lo había salvado antes de que pudiera morir en medio de la nada.
—Dijiste que eres amigo de mi padre... —dejó la frase en el aire.
—Así es. No sé por qué te golpearon y te dejaron morir en medio de la calle, pero ¿tu padre sabe que saliste de la casa? —preguntó, a pesar de conocer la respuesta a esa pregunta.
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