—¿Soy solo el hijo de mi madre? —preguntó Li Zecheng a Li Tingfeng de manera siniestra.
—Respóndeme. ¿Soy solo el hijo de mi madre?
Li Tingfeng vio que la expresión de Li Zecheng era un poco extraña. Temía que hiciera algo loco y no sabía cómo responder.
Li Zecheng apretó los dientes y dijo enojado, —Soy tu hijo. Mi madre me mimó con sus palabras, y tú me enseñaste con tus acciones. Lo que soy hoy es el resultado de ambos. ¿Qué derecho tienes de poner toda la responsabilidad en mi madre?
Li Tingfeng se quedó sin palabras.
—Hoy, solo tienes que decir la palabra. ¿Amas mucho a esta mujer? —dijo Li Zecheng.
Li Tingfeng asintió con cuidado. —Sí.
—Bien, vete sin nada. Deja la casa, el coche y la empresa a mi madre. Vete y encuentra a tu amor —dijo Li Zecheng.
—Zecheng, te estás pasando. Soy tu padre. ¿No puedes dejarme una salida? —dijo Li Tingfeng enojado.
—Lo diré una vez. Si no quieres que mate a unas cuantas personas, elige una —dijo Li Zecheng.
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