Ian asintió, sus pensamientos claros pero calculadores. "Es porque les sorprendimos," respondió. "Si hubieran estado preparados, podría haber sido mucho más complicado."
Tarek, siempre atento a los detalles importantes, ya estaba de rodillas junto al líder caído, extrayendo con precisión el núcleo de nivel Núcleo Dorado del cuerpo del jefe enemigo. El núcleo era una piedra brillante de un tamaño considerable, irradiando energía concentrada. "Aquí está el núcleo de su líder, maestro," dijo Tarek, tendiéndole el objeto a Ian.
Ian lo examinó brevemente, sintiendo la potencia que contenía. "Esto será útil," murmuró para sí mismo, antes de guardarlo en su espacio de almacenamiento. El resto del grupo comenzó a recoger lo que quedaba de valor en los cuerpos de los hombres perro. Armaduras, armas, y cualquier cosa que pudiera venderse o usarse fueron rápidamente apartadas y catalogadas.
Ian, aún con su mente enfocada en asegurar cualquier ventaja, decidió probar suerte con las almas de los hombres perro caídos. Sabía que la habilidad de Control del Alma no siempre era confiable, pero intentarlo era mejor que dejar escapar una oportunidad.
Se acercó primero al líder, Cerrando los ojos y concentrando su energía, Ian extendió su voluntad para intentar esclavizar su alma. Sentía la resistencia, una fuerza que trataba de mantener el alma fuera de su alcance. Se concentró más, invocando todo su poder, pero después de unos segundos, sintió cómo la conexión se desvanecía por completo. El alma del líder se escapó, esfumándose en la nada antes de que pudiera capturarla.
Frustrado, pero sin rendirse, Ian se dirigió al siguiente cuerpo, otro de los hombres perro que había sido derrotado en la refriega. Esta vez, ajustó su enfoque, intentando aplicar menos fuerza en su control, pero el resultado fue el mismo. La resistencia del alma era demasiado fuerte, y también escapó de su alcance.
Uno tras otro, Ian intentó atrapar las almas de los hombres perro caídos, pero falló en todos los intentos. Era evidente que, aunque los aventureros no habían sido rivales tan poderosos en vida, sus almas tenían la fuerza suficiente para evitar ser esclavizadas. Con cada intento fallido, Ian sentía la frustración acumulándose, pero sabía que este era el riesgo de su habilidad.
Finalmente, se dio por vencido, aceptando que no podría agregar estas almas a su colección. "Parece que no estaban destinados a servirnos," pensó en voz alta, mientras guardaba la energía que había estado canalizando. Tarek y Eldra lo observaron desde la distancia, sin decir nada, entendiendo lo que había sucedido.
Ian suspiró, mirando los cuerpos inertes de los hombres perro por última vez antes de dar la orden final vamonos.
Con el campo despejado y el botín recogido, Ian se volvió hacia sus compañeros. "Es hora de salir de estas ruinas. Ya tenemos lo que vinimos a buscar, y más," dijo, señalando hacia la salida que ya no estaba lejos.
Mientras se adentraban en el camino hacia la salida, Ian pensaba en lo que Eldra había mencionado antes del combate. "Ladrones que se aprovechan de los que salen de las ruinas…" Era algo normal en este mundo, donde la fuerza lo era todo, pero Ian no podía evitar reflexionar sobre lo precaria que era la situación de cualquiera que no estuviera siempre preparado para pelear. Para aquellos aventureros hombres perro, este día había sido su último. Y si Ian no hubiera sido tan meticuloso, quizás habría sido él el que hubiera caído en esa trampa.
Ian continuó su camino por los pasillos oscuros y antiguos de las ruinas, hasta que finalmente llegó a la entrada principal. A medida que se acercaba, notó la cantidad de aventureros que seguían entrando, muchos de ellos con miradas hambrientas de tesoros y secretos. No quería levantar sospechas, por lo que, justo antes de cruzar al exterior, desinvocó a sus almas esclavas, asegurándose de que nadie pudiera verlas.
Una vez fuera, Ian no se detuvo a descansar ni a mirar atrás. Se alejó en silencio, manteniendo su postura relajada para no llamar la atención, aunque su mente ya planeaba los próximos pasos. Tras caminar lo suficiente como para alejarse de cualquier mirada curiosa, llegó a un lugar apartado y seguro. Allí, invocó el alma del Ave de Trueno.
Sin perder más tiempo,Ian se montó en el Ave de Trueno y despegó rápidamente. El aire era fresco y el cielo despejado mientras surcaban el firmamento. Voló durante casi una hora, atravesando vastas extensiones de terreno, buscando un lugar completamente aislado para detenerse y planear su próximo movimiento. Finalmente encontró un claro, rodeado de montañas y sin signos de vida alrededor.
Al aterrizar, Ian bajó del Ave de Trueno y lo desinvocó, dejando que desapareciera en el aire como una sombra disipándose con la luz. Llamó a Tarek, quien apareció casi de inmediato, su mirada fija en su maestro.
"Es hora de volver a la Tierra," dijo Ian con voz firme, pero tranquila. Había completado todo lo que se había propuesto en las ruinas, y ahora, con nuevos recursos y experiencias, era el momento de regresar a su mundo natal.
Tarek asintió, sabiendo que Ian nunca tomaba decisiones a la ligera.
Ian sabía que la siguiente fase de su plan requería precisión y adaptación. Lo primero que hizo fue entrar en la tienda del sistema. Allí, buscó entre las opciones hasta encontrar un ticket de regreso a la Tierra. Sin dudarlo, lo compró y lo utilizó de inmediato.
El viaje fue instantáneo, y en cuestión de segundos, Ian volvió a pisar su mundo natal. El familiar paisaje terrestre lo recibió, pero no había tiempo que perder. Su primer objetivo era visitar a sus padres, quienes también estaban entrenando duro en su cultivo. Se dirigió hacia la casa donde sabía que lo esperarían.
Al llegar, fue recibido con sonrisas. Después de intercambiar saludos cálidos, la conversación pronto giró hacia el cultivo. Sus padres, ambos con miradas determinadas, le contaron que habían alcanzado el segundo nivel de entrenamiento de ki y que estaban a punto de avanzar al tercero.
"Estamos mejorando, Ian," dijo su padre, su voz llena de orgullo pero también de expectación.
Ian sonrió. "Eso es excelente. El avance será difícil, pero sé que lo lograrán. Si necesitan ayuda, estaré aquí."
Después de un rato, la conversación se fue apagando y, tras un breve descanso con ellos, Ian se despidió para seguir con su propio trabajo. Regresó a su laboratorio, lejos de cualquier interrupción. El lugar seguía igual que siempre.