Después de regresar a la seguridad de su cueva, Ian se sentó en la roca que usaba como mesa improvisada y se permitió un momento para reflexionar sobre todo lo que había logrado hasta ahora. Sabía que dominar la habilidad de "Control del Alma" sería esencial para su supervivencia y crecimiento. Decidido a entender mejor las capacidades de esta nueva habilidad, decidió invocar el alma del lobo que había esclavizado anteriormente.
Ian extendió su mano derecha y cerró los ojos, concentrándose en la conexión que había establecido con el alma del lobo gigante. Sintió una corriente fría atravesar su cuerpo, como si estuviera tocando algo más allá de este mundo. Un brillo azulado se manifestó frente a él, tomando forma hasta que el lobo gigante se materializó. Aunque era solo un espectro, el alma del lobo mantenía la imponente figura que había tenido en vida.
Los ojos del lobo espectral brillaban con una luz sobrenatural mientras se inclinaba hacia Ian, reconociéndolo como su amo. Ian se levantó lentamente, observando a la criatura frente a él. Era increíble ver cómo el lobo había sido traído de vuelta de la muerte para servirle. Sin embargo, sabía que necesitaría ver hasta dónde llegaban sus capacidades antes de sentirse realmente seguro de este nuevo poder.
Con un gesto, Ian ordenó al lobo que saliera de la cueva y lo siguiera. Ambos se adentraron en la densa oscuridad del bosque, buscando alguna presa que pudiera servir para probar las habilidades de su nueva alma esclava.
No tardaron mucho en encontrar un grupo de ciervos pastando en un claro del bosque. Eran criaturas rápidas y ágiles, perfectas para poner a prueba la capacidad de caza del lobo espectral. Ian señaló hacia los ciervos, dándole la orden de atacar.
El lobo se lanzó con una velocidad impresionante, sus movimientos tan fluidos como lo habían sido en vida. Aunque era un espectro, parecía tan tangible y feroz como un lobo real. Los ciervos, al ver la amenaza, intentaron huir, pero el lobo ya estaba sobre ellos. Con un salto ágil, el lobo espectral derribó al ciervo más cercano, hundiendo sus colmillos etéreos en la carne del animal. A pesar de no ser sólido, el alma del lobo podía interactuar con el mundo físico de maneras que Ian apenas comenzaba a comprender.
La caza fue rápida y eficiente. En cuestión de minutos, el lobo había abatido a tres ciervos, demostrando que incluso en la muerte, sus habilidades de caza seguían siendo letales. Ian se acercó al lobo mientras este se erguía sobre el cuerpo del último ciervo, su pelaje espectral ondeando suavemente en el aire nocturno.
Satisfecho con la demostración, Ian desvaneció al lobo de regreso a su estado espiritual. La criatura se disipó en el aire, dejando atrás solo el cadáver de su presa. Ian, sintiendo el poder que ahora estaba a su disposición, entendió que la habilidad de "Control del Alma" le daría una ventaja significativa en sus futuras batallas. Sin embargo, también sabía que tendría que ser cuidadoso al usarla; el alma del lobo era fuerte, pero no invulnerable.
Con esta prueba completada, Ian regresó a su cueva con una nueva comprensión de sus habilidades y una creciente confianza en su potencial. Los próximos días estarían dedicados a seguir explorando las limitaciones y posibilidades de su control sobre las almas, preparándose para los desafíos aún mayores que sabía que estaban por venir.
Al otro día, Ian se despertó sintiéndose más seguro de sí mismo y de sus habilidades. Sabía que si quería fortalecer su ejército de almas esclavas, tendría que aventurarse más allá de la periferia del bosque, hacia sus profundidades, donde las criaturas eran más fuertes y peligrosas. Después de un rápido desayuno y asegurarse de que tenía suficientes suministros, se preparó para una nueva cacería, listo para enfrentarse a cualquier amenaza que se cruzara en su camino.
A medida que se adentraba en el bosque, la vegetación se hacía más densa y el aire más pesado. El silencio era perturbador, pero Ian lo tomó como una señal de que estaba entrando en territorio donde los depredadores dominaban. No había señales de vida, ni siquiera el trino de un pájaro. Era como si el bosque estuviera conteniendo la respiración, esperando que algo terrible ocurriera.
De repente, un rugido ensordecedor rompió la quietud, resonando a través de los árboles como el estruendo de un trueno. Ian se giró rápidamente en la dirección del sonido, su cuerpo en alerta máxima. De entre las sombras emergió una imponente figura: un tigre de enormes proporciones, con un pelaje blanco rayado de negro que brillaba con un extraño resplandor azulado. Pero lo más aterrador eran sus ojos, que chisporroteaban con electricidad pura.
Este no era un tigre ordinario. Mientras Ian lo observaba, el tigre levantó sus garras, y en un instante, la electricidad comenzó a correr por su cuerpo, creando arcos de energía que iluminaban el entorno con un resplandor peligroso. Cada paso del tigre hacia Ian hacía crujir la tierra bajo sus patas, mientras las chispas saltaban desde su pelaje al suelo.
Ian podía sentir la tensión en el aire. No solo se enfrentaba a una bestia física, sino a un ser que controlaba un poder elemental. La primera prueba real de su habilidad de "Control del Alma" estaba frente a él, y sabía que no podía subestimar a este formidable enemigo.
El tigre, con un rugido que sacudió las hojas de los árboles, se lanzó hacia Ian, con las garras extendidas y la electricidad crepitando a su alrededor. Ian esquivó por poco el ataque, rodando en el suelo antes de levantarse rápidamente. Sabía que un golpe directo de aquellas garras electrificadas podría ser fatal.
Sin perder tiempo, Ian invocó al alma del lobo gigante que había esclavizado el día anterior. El espectro del lobo apareció entre él y el tigre, interponiéndose entre ambos como un escudo viviente. El tigre no se detuvo, arremetiendo contra el lobo con un feroz zarpazo.
El lobo espectral recibió el impacto, pero su forma etérea le permitió amortiguar gran parte del daño. Sin embargo, la electricidad del tigre se dispersó a través del cuerpo del lobo, haciéndolo estremecerse. Ian sintió una punzada de dolor en su mente, la conexión con el alma del lobo debilitándose momentáneamente. Se dio cuenta de que la electricidad del tigre podía afectar a las almas, un peligro que no había anticipado.
Recuperando el control, Ian ordenó al lobo que contraatacara. El lobo espectral, a pesar del daño, se lanzó hacia el tigre, buscando morder su cuello. Los dos animales lucharon ferozmente, una batalla de fuerza bruta contra la ferocidad sobrenatural. El tigre era rápido y poderoso, pero el lobo, aunque debilitado, seguía siendo una fuerza a tener en cuenta.
Mientras los dos monstruos se enzarzaban en combate, Ian buscó una oportunidad para atacar. Sabía que no podía depender solo del lobo espectral para ganar esta batalla. Con un rápido movimiento, Ian desenvainó su espada y se lanzó hacia el tigre, buscando una abertura.
El tigre, centrado en el lobo, no vio venir a Ian hasta que fue demasiado tarde. Con un golpe preciso, Ian cortó profundamente en el flanco del tigre, haciendo que la bestia rugiera de dolor. La electricidad alrededor de su cuerpo chisporroteó erráticamente, perdiendo algo de su fuerza. Aprovechando la distracción, el lobo espectral se abalanzó y hundió sus colmillos en el cuello del tigre, inmovilizándolo.
El tigre luchó, sus ojos brillando con una furia salvaje, pero estaba claramente debilitado. Ian, viendo su oportunidad, canalizó su poder hacia la habilidad de "Control del Alma". Extendió su mano hacia el tigre, intentando arrancar su alma en el momento de su muerte.
El tigre emitió un último rugido, antes de caer al suelo con un estrépito final. Ian, con el corazón acelerado, extendió su mano hacia la bestia caída, canalizando su habilidad de "Control del Alma". El momento en que la vida se desvaneció del tigre, Ian intentó desesperadamente capturar su alma, pero algo salió mal.
La conexión que había establecido para esclavizar el alma del tigre fracasó. Ian sintió un profundo dolor en su mente, como si un campo de energía invisible hubiera repelido su intento. La posibilidad de capturar el alma de la bestia era solo del 10%, y en esta ocasión, el destino no estaba de su lado.
El tigre, aunque muerto, no había sido capturado como un alma esclava. Ian se desplomó brevemente, agotado por el esfuerzo fallido. El fallo en la esclavización le hizo sentir una mezcla de frustración y desilusión, pero sabía que no podía permitirse desanimarse. Cada intento fallido era una lección, una oportunidad para mejorar.
Con el tigre yaciendo sin vida a sus pies, Ian se dio cuenta de que el enfrentamiento había sido una dura prueba de sus habilidades. Aunque no pudo capturar el alma del tigre, el combate le había enseñado mucho sobre el uso de su nueva habilidad en situaciones de alta presión.
Respirando profundamente, Ian recogió los restos de la bestia, sabiendo que cada batalla lo acercaba más a dominar el "Control del Alma" y mejorar sus técnicas. Aunque el resultado no había sido el esperado, la experiencia ganada en el combate y la determinación de continuar perfeccionando sus habilidades eran valiosas. Con esto en mente, Ian se preparó para su siguiente desafío, decidido a no dejar que un fallo le detuviera en su camino hacia la maestría.