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Rodeados

Me doy cuenta tarde. En esta zona no hay árboles para esconderse. Algunos pequeños. O con ramas no suficientemente anchas. No podré refugiarme como la otra vez.

Sigo corriendo. En esta etapa puedo hacerlo durante horas a una velocidad media. Mucho menos tiempo a la máxima velocidad, muy superior a la de un humano normal. Pero no creo que sea suficiente para dejar atrás a las hienas.

Veo una al cabo de un rato. Aún está lejos, pero se va acercando. Y otras siluetas van apareciendo. Me estoy acercando a una colina. Con suerte, habrá algún sitio para escalar o esconderse. Quizás haya árboles en los que refugiarme. Mierda, cada vez hay más.

No tiene sentido que haya tantas solo para mí. Quizás creen que invado su territorio. O que soy una amenaza. Mi fuerza individual está por encima de la suya. ¿Quizás prefieren carne de etapas superiores? Mejor no pienso en ello. No es muy alentador.

Han reducido la distancia a la mitad. En unos minutos me alcanzarán. No veo árboles a los que trepar. Pero hay una cueva, a lo lejos. No me gusta mucho la idea. Estaría atrapado allí. Como lo estuvieron los estudiantes en el saliente.

De todas formas me acerco. Es una dirección tan buena como cualquier otra. Me meteré si no encuentro nada mejor. Ni siquiera sé si es profunda.

No dejo de mirar alrededor mientras corro con todas mis fuerzas. No encuentro nada más. He acelerado. Si no, ya me habrían alcanzado. Eso significa que no aguantaré mucho más. Al final, la cueva parece mi única opción. Al menos podremos defendernos.

Justo antes de entrar llamo a Ning. La he apartado hace un rato de Rong. Y ordenado que se quede quieta, preparada. También a Rui. Es una señal que acordamos. Más bien que impuse. Aparece en mis brazos. Su pelo cayendo sobre mí. Sus ojos mirándome confusos. Sus pechos temblando mientras corro hacia el interior. Su piel cálida y excitante.

–Escudo en la entrada en cuanto pasemos– le ordeno.

Mi tono es serio y autoritario. O eso pretendo. Ella me mira extrañada. Gira la cabeza hacia la cueva, a la que estamos a punto de entrar. Mira más allá, preguntándose de que estamos huyendo. Su cara de espanto me dice que las ha visto. Están cerca. Casi siento su aliento.

Se prepara, muy nerviosa. Está temblando. Evidentemente, no lo esperaba. Empieza a concentrar su energía. En cuanto cruzamos, empieza a mover las manos. Creando unas extrañas formas con ellas. Sellos de qi.

Tarda más de lo normal. No trabaja muy bien bajo presión. O simplemente está asustada y nerviosa. Finalmente, crea la barrera un par de metros dentro.

–Bien hecho. Puede que te vuelva a llamar. Estate preparada– la elogio, antes de devolverla.

Me giro un momento antes de decidir qué hacer. Para mi sorpresa, las hienas se han detenido fuera de la cueva. Están olisqueando alrededor. Invoco a las chicas, quiero saber su opinión.

–Seguramente hay algo dentro– sugiere Yi.

–¿Un animal más peligroso que ellas?– se teme Yu.

–Habrá que investigar– propone Song.

–Con suerte, habrá otra salida– añade Liang, bastante más optimista que el resto.

–Que te acompañen las gemelas. Suelen ser ruidosas, pero han aprendido a caminar en silencio. Aunque sea para atacarse a traición– las alaba Shi, a la vez que se burla de ellas.

Ellas la miran sin saber cómo reaccionar. Yi le saca la lengua. Las otras tres se quedan, observando la situación. Y preparando algunas trampas. O eso dicen.

Con las gemelas, avanzamos por el túnel. Ellas delante. Agachadas. Incluso vestidas, sus culos son muy sexys. No sé en qué estoy pensando. No es el momento.

El túnel se divide en dos. Uno es estrecho. El otro más ancho. Invoco a Rui.

–Inspecciona ese lado. No te adentres mucho. Ten cuidado, podría haber algo peligroso. Intenta no hacer ruido– le ordeno.

Ella asiente y obedece inmediatamente. No mira ni saluda a las gemelas. Ellas tampoco le dicen nada. No les gusta. Supongo que por lo que les han explicado las otras. Aunque no deberían tener nada muy personal contra ella.

Nosotros seguimos hacia delante. Despacio. En silencio. Finalmente, encontramos una zona amplia un poco más adelante. Miramos desde lejos. No podemos acercarnos más. Hay varios osos de bronce. Su nombre se debe tanto al color como a la dureza de su piel. Recuerdo que les recomendaban a los estudiantes no atacarlos y alejarse de ellos. Puede ser equivalentes a la etapa nueve. La séptima como mínimo. El cuerno en la frente parece peligroso.

Parece haber un túnel al otro lado. Quizás una salida. Sería una buena noticia si no hubiera osos de por medio.

Las gemelas me miran y señalan hacia atrás. Para que salgamos de allí antes de que nos descubran. Eso hacemos. Es demasiado peligroso. Estamos entre dos fuegos.

Cuando llegamos de nuevo a la bifurcación, Bang Rui nos está esperando. Le indico que hable en voz baja.

–Es un túnel estrecho. Apenas cabe uno. No más de diez metros. Fácil de defender, pero sin escapatoria. Acaba en una gruta, no muy grande. Como la habitación de esclavos– informa Rui.

Asiento y la envío de vuelta. Me acercó de nuevo a la entrada. Las hienas siguen allí. Hay varios trozos de cerámica y cristales rotos esparcidos por el suelo. Parece que han roto un par de cosas del anillo. No les hará ninguna gracia a las hienas.

–Les hemos puesto algo de qi a las más afiladas. Les dolerá– sonríe Song, satisfecha.

–Hay una habitación con entrada estrecha un poco más allá. Podemos escondernos allí. En otro camino hay osos. Puede que haya una salida detrás– explica Yu.

–Podemos esperar en esa gruta. Tarde o temprano se irán. Tenemos comida de sobras– sugiere Liang.

–Quizás podamos hacer algo más divertido– añade misteriosamente Shi, sonriendo traviesa.

–No empieces otra vez… Di lo que tengas que decir de una vez– le exige Song.

—————

Hemos inspeccionado nuestro refugio. Yo paso justo. Una de esas hienas entraría con dificultad. Para un oso es imposible. Así que es fácil de defender. Pero también de bloquear desde fuera. Es un riesgo, pero tampoco tenemos mucho de donde elegir.

Shi ha ido hacia los osos, con una piedra explosiva. Se acumula qi en ella, se lanza, y explota en unos segundos. Su daño depende del qi que pueda acumular, tanto de la calidad como de la cantidad. Yo estoy con Ning y Liang en el otro lado. Las hienas siguen allí, indecisas. Contamos hasta veinte.

Ning quita el escudo, que no ha sido atacado. Liang dispara varias flechas. No logran penetrar las defensas de las hienas. Pero las irrita. Shi vuelve corriendo. Las envió a todas de vuelta mientras me escondo en el estrecho túnel. A lo lejos, suena una explosión.

Llamo a Ning para que ponga un escudo. Luego la follo, mientras Rui vigila. Está de pie. Una pierna en el suelo. La otra en vertical hacia al techo, por la que la agarro. Encorvada. Su pelo blanco tocando el suelo. Su rostro mirando hacia arriba. Sus manos apoyadas al suelo. Es una posición un tanto extraña. Encontré hace tiempo una lista en el almacén de la Residencia, con dibujos. La hago correrse una y otra vez. A ver cuanto aguanta. Sus piernas y manos tiemblan del esfuerzo. Sus pechos no dejan de moverse.

–¡Sí! ¡¡AAAamooo!! ¡¡AAAAaaaahhh!! ¡¡¡¡HHAAAAAAaaaaaaaaaAAH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAMOO!!!!!

Y ella lo está disfrutando. Rui está mojada, pero no deja de vigilar.

Finalmente no puede aguantar más y cede. La agarro antes de que caiga. La empujo contra al suelo. Cara a mí. Fuerzo sus piernas totalmente abiertas. Ligeramente inclinadas hacia arriba. Los pies en línea con su ombligo. Contra el suelo. Vuelvo a penetrarla. Ella apenas puede gemir. La boca muy abierta. Corriéndose de nuevo. Su vagina se vuelve a apretar y temblar. Me corro dentro de ella.

Llamo a Rong. La hago ponerse de rodillas y limpiarme el miembro. Sale y entra de su boca mientras se endurece. Yo estoy inclinado. Jugando con sus nalgas mientras ella me hace una felación. Le falta mucho para llegar al nivel de Rui. Las estrujo, las suelto, las acaricio, las pellizco. No se queja. Ha asumido bastante rápido que es mía. Aunque sin ninguna devoción. Puedo verlo. Y sentirlo.

La pongo sobre Ning, que sigue en el suelo. Alzo su culo. Y la penetro analmente. De momento solo un poco. Ella se tensa.

–Relájate. Y besa a Ning. Con lengua. Ning, tú también.

Ella duda. Pero cumple con la orden. Ning es más apasionada. Aunque esté cansada. No me muevo mucho. Tampoco quiero hacerle daño. Jugueteo con sus nalgas. Espero que se relaje para penetrarla un poco más. Vuelve a tensarse. Parece que es su primera vez. La golpeo en las nalgas.

Es sensual tener a las dos besándose mientras la penetro. Poco a poco se va acostumbrando. Sus gemidos son ahogados por la lengua de Ning. Sus pechos se restriegan contra los de ella a cada embestida. Absorbo su qi tras expandirla.

Ya no opone ninguna resistencia. Tras el segundo orgasmo, parece haberse quedado sin fuerzas. Ning la sigue besando. Cualquiera diría que se divierte. Finalmente la lleno. Llego hasta el fondo varias veces. En cada embestida eyaculo en ella.

Me separo de ellas. Pu Rong temblando. Aún convulsionando.

–Masturbaros la una a la otra– les ordeno.

Me dirijo hacia Rui. Me quedo vigilando el túnel mientras ella se mete el miembro en la boca. Consigue darme mucho placer. Si no fuera por lo que aprendí, por lo que decía el cuaderno, no podría contenerme. Aun así, me corro en su garganta un poco después. Ella no se detiene.

–Quédate vigilando.

–Sí, Amo.

Se pone de espaldas a mí. Inclinada. Sus manos contra las paredes. Su culo sobresaliendo hacia mí. Su vagina empapada. Esperándome. Su respiración ya está acelerada.

Mientras, se oyen gruñidos más allá. Y golpes. Parece que el plan ha tenido éxito. Por ahora. Osos y hienas se están enfrentando. Eso eliminará cualquier rastro de nosotros.

La penetro hasta el fondo de una vez. Espero unos segundos y me separado de ella poco a poco. Luego la vuelvo a penetrar hasta el fondo de golpe. No dejo de hacerlo así. Embestidas bruscas y tiempo entre ellas. A cada una, toda ella tiembla. Pero apenas hace ruido. Debe guardar silencio. Estamos fuera de la barrera que nos aislaría. Quiero seguir escuchando que sucede ahí fuera.

Mis manos sujetan sus pechos. Juguetean con sus pezones. A cada embestida los agarro con fuerza. Los estrujo. Inyecto qi. Cuando me separo, los acaricio con suavidad. Hago que se relaje un poco.

Tiene un pequeño orgasmo en una embestida. Se va recuperando cuando me separo. En la siguiente es más fuerte. En la tercera tiembla toda ella. En la cuarta me quedo dentro. Apretando sus pechos. Mordiendo su cuello. Cuando se recupera, vuelvo a empezar.

Miro un momento hacia atrás mientras juego con Rui. Mientras la domino. Mientras vuelvo a hacer su vagina mía. Obedecen mis órdenes. Aunque Rong es mucho menos entusiasta. Hago aparecer un consolador doble y se lo lanzo a Ning. No hace falta que les explique.

La vagina de Rui acepta cada embestida. Aunque no deja de estar apretada. Se envuelve alrededor de mi miembro. Acariciándolo. Excitándolo. Tentándolo. Su cuerpo se mueve al compás. Aceptándome. Pidiendo más. Quizás abrumado por el placer.

Suelto sus pechos y la agarro de sus dos trenzas azules. Las que le dije que se hiciera. Hago que su cabeza se levante. La estiro hacia atrás. Puedo ver que se muerde el labio.

Las otras dos están con sus piernas abiertas. La una contra la otra. Siendo penetradas a la vez.

–Rong, muévete más– le ordeno.

Es excitante verlas follarse. Dominar a la estudiante que días atrás nos mandaba a la muerte. Obligarla a acelerar. Mientras sigo penetrando a Rui.

Le suelto las trenzas y pongo las manos sobre sus caderas. Empujo con más fuerza. Su cuerpo se desplaza hacia delante en cada embestida. De nuevo empieza con un pequeño orgasmo. Luego sube de intensidad. Pero esta vez no me detengo a la cuarta. Sino que eyaculo en ella. Y en la quinta. Y en la sexta. Sus piernas ya no aguantan. La llevo al límite. La lleno de mí esencia. Creo que me he excitado demasiado. Ha acabado perdiendo el conocimiento.

Sin dejar de mirar a la entrada, voy hacia las otras dos. Acarició sus clítoris. No les permito detenerse. Ni cuando consigo que tengan un prolongado orgasmo. 

Al cabo de un rato las envío de vuelta. Quizás me he descontrolado un poco. Rong sigue igual. Su lealtad es muy débil. Me irrita. Pero no sé muy bien que hacer. Castigarla no tiene sentido cuando obedece. Supongo que ya mejorará. O se mantendrá así. Lo que está claro es que no puedo darle ninguna oportunidad de escapar.

Las chicas están reunidas, hablando. Así que traigo a la tigresa. Ella sí se alegra de verme. La acaricio. Le doy un poco de carne mientras vigilo el túnel. Está un poco nerviosa por los sonidos. Aunque no por ello deja de comer. Cuando Liang se entere, me pegará bronca. Dice que la malcrió. Quizás tiene razón pero… es tan adorable…