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Placer junto al peligro

El plan es sencillo: esperar. Song se ha ofrecido a ser la primera en vigilar esta noche. Creo que está algo ansiosa por ayudar, debido a las limitaciones de su pierna. Y allí puede hacerlo perfectamente. Claro que eso también significa que es la primera, mientras Yi y Yu vigilan. Por lo menos una de las dos lo hace.

Su piel pecosa es tan adorable como el primer día. De hecho, más. Ahora está mucho más cuidada. Más suave. Sin arañazos. Sin suciedad. Sin quemarse por el sol. Sus ojos verdes son hipnóticos. Aunque no tanto como sus grandes y suaves pechos.

Estamos los dos en la cama que he traído. Abrazados. Yo sobre ella. Sus brazos y pies alrededor mío. Mis caderas moviéndose para penetrarla una y otra vez. Nuestros labios a ratos besándose. A ratos sonriéndonos, mientras nos miramos. O mientras respiramos. Mientras gemimos.

Su interior se ha ido apretando con el paso del tiempo. Sé que lo ha provocado ella misma. Es la que más ha experimentado con tratar su cuerpo. Por ahora no ha conseguido curar su pierna. Pero hay otros beneficios.

–Kong… Te quiero… ¡¡Aaaah!!

–Yo también te quiero, mi preciosidad de ojos verdes.

Quizás estamos más melosos de lo normal. Puede que sea por el peligro. O porque nadie puede oírnos. Tenemos una barrera alrededor. El resto están fuera o en la Residencia.

Ella vuelve a besarme. Aún más apasionadamente. Mi qi penetra en ella con suavidad.

–Me encanta esta piel pecosa– confieso mientras la acaricio.

Ella me sujeta con más fuerza. Su lengua penetra mi boca con voracidad. Hasta que se detiene de golpe. Toda ella. Temblando. Separo un momento nuestras bocas para mirarla a los ojos mientras tiene un orgasmo. Pero no dejo de moverme en ella.

–Ma… Malo…–protesta.

Cuando se recupera me muerde el cuello. Creo que ha dejado la marca de los dientes.

–Así aprenderás– se ríe.

Como respuesta, acelero. Embestidas cortas y rápidas. Nuestros labios y lenguas luchan sin tregua. Nuestras manos acaparan nuestras espaldas. Su vagina me aprieta aún más. El roce con su interior me llena de placer. Nos corremos juntos. Besándonos. Luego, nos quedamos abrazados un rato. Susurrándonos.

–Ya está bien, pesas mucho– se queja.

Pero su voz no es convincente. Y está algo colorada. La mando a descansar con un "Te quiero". Y ella me despide con un beso. Llamo a Yu. Dejamos a Yi vigilando. No creo que nos espíe. Es seria en estas situaciones. Antes de que reaccione, la pongo a cuatro patas.

–Sabes, antes, cuanto explorábamos, tu culo se veía muy sexy.

–Pervertido– me acusa, aunque mueve sus nalgas seductoramente.

Le beso esas nalgas. Subo por su espalda. Poco a poco. Una mano sube por su pierna. La otra acompaña a mis besos. Ella se estremece. Aparto su cabello para llegar a su cuello. Ataco el exterior de sus partes más privadas. Gira la cabeza para recibir mi beso. Gime cuando la penetro. Esconde su cabeza en la almohada. Ahoga los gemidos con ella.

–Mmmmm. ¡¡¡Mmmm!!! ¡Mmm! ¡¡¡¡MMMMMMmmmmm!!!!

Mi lengua juega con su oreja. Una mano con su pelo. La otra busca su pecho, apretado contra la cama. Su culo se mueve con mis embestidas. Me busca y se sincroniza con ellas. Está totalmente empapada.

–Sabes, eres monísima. Tan tímida y a la vez tan apasionada– la provoco.

No responde. Pero puedo ver el rojo de sus orejas. Al cabo de un rato, gira su cabeza, buscando mis besos. No la hago esperar.

–Eres realmente preciosa.

–Kong… ¡¡Aah!! ¡Tonto…! ¡¡¡AAAaaaahh!!!

Vuelve a esconderse en la almohada, avergonzada. Es adorable. Alargo su primer orgasmo. Y el segundo. Le doy la vuelta cuando aún está convulsionando. Llena de mí. Se tapa la cara. Me acerco. Acariciando sus pechos.

–Te quiero.

–Tonto…

Pero me besa. Con pasión.

A Yi también le pongo de cuatro patas. Pero es bastante más difícil de avergonzar.

–Así que nos estabas mirando antes– me acusa.

–Por eso movías tanto el culo– contraataco.

–Ji, ji. Vamos. Tómame.

Está mojada. Así que la penetro de golpe. Y le golpeo ligeramente el culo.

–¡¡AAaaaah!! No seas malo ¡¡HHHAAAAAHH!!

Pero sus gemidos dicen lo contrario. La hago medio levantarse. Está de rodillas. Dándome la espalda. Su cuerpo alzado. Siendo penetrada. Sus pechos agarrados por mis manos. Su cabeza girada hacia mí. Sus labios tomados por los míos. Sus manos en mi culo. Se mueve ella. Parece desesperada

Cuando se corre, deja caer su cuerpo hacia delante. La cojo de las muñecas. Empiezo a embestirla.

–¡¡Aaah!! ¡Rencoroso! ¡¡¡AAAAAAaaaahh!!! ¡¡Siiiiiií!! ¡Castígame! ¡¡¡Aaaaaah!!!

La penetro sin compasión. Como me está pidiendo. Es muy sensual. Provocativa. Colapsa en la cama cuando se vuelve a correr.

–¡Ah! ¡Ah! Has sido muy malo conmigo ¡Ah! ¡Ah!

–¿Y quién necesitaba una lección? Sabes, eres un poco pervertida– la acuso.

–¿Te molesta?– pregunta en un murmullo.

La beso en el cuello antes de responder.

–¿Cómo me va a molestar? Eres maravillosa.

–¿Crees que vas a conseguir algo con halagos?– protesta.

Pero no se gira. Puedo ver sus orejas sonrojadas. Es en parte diferente a Yu. Y en parte igual. Le doy una palmada en el culo. Se queja. Me tira la almohada. Reímos. Me besa y me despide.

A Liang la inmovilizo sobre la cama. Cogiéndola de las manos.

–Te has portado muy arrogante estos días.

–¿Y cómo piensas castigarme?– pregunta seductora, con una enorme sonrisa.

–No sé. ¿Qué debería hacer…?

–Quizás no deberías dejarme hablar– sugiere.

La beso. Me devuelve el beso con pasión. Jugueteo con su pelo negro. Cada día está más suave. Me separo y miro sus ojos marrones. Su nariz más bien ancha. Sus ojos un poco rasgados.

–¿Cómo debería seguir castigándote?

–¿Quizás manoseando mi cuerpo?– me mira sugerente.

Pellizco con suavidad y qi sus pezones. Masajeo sus pequeños pechos. La voy besando. A veces solo me acerco, tentándola. Otras tomo su boca. Bajo por su estómago. Por su ombligo. Por sus caderas. Por sus piernas. Acaricio su abertura. Su respiración se acelera. Mi miembro está duro. Llamando a su puerta.

–¿Y ahora?– le vuelvo a preguntar.

–Deberías penetrarme. Demostrar quien manda. Sin dejar de hacer el resto. Si no, no aprenderé la lección– responde, con una falsa sumisión.

Emite un gemido cuando le hago caso. Cuando la penetro. Y a cada embestida nos besamos. No dejo de acariciarla. De pellizcarla con suavidad. De insertar qi.

Acelero cuando se acerca el orgasmo. Para llevarla al clímax. Encorva y tensa la espalda. Tiembla

–Y bien, ¿has aprendido la lección?

–Ah… Creo que no es suficiente. Deberías ser más duro. Ah… Incluso azotarme– me provoca con una sonrisa tentadora.

–Ya veo. Has sido muy mala.

Grita por la sorpresa, pues le doy la vuelta de golpe. La dejo boca abajo. Le abro las piernas. La penetro. Azoto sus nalgas. Con más qi que fuerza. Ella gime al principio. Luego muerde las sábanas.Y las agarra con sus manos.

Estoy sobre ella, embistiendo. Con todo mi peso sobre ella. Con mis manos mordisqueando su cuello y orejas. Sin dejar de azotarla. Su culo ha tomado un color rojizo. Acaba temblando toda ella. Y me quedo un rato abrazándola.

–¿Has aprendido la lección?– le susurro en el oído.

Ella se gira y sonríe.

–Mmmm. Ya veremos.

–Oh. ¿Tendré que castigarte más?– la provoco.

–SI no dejas de consentir a la cría, quizás serás tu el castigado– me amenaza.

Desvío la mirada y se ríe.

–Eres demasiado blando con ella. Pero también me gusta esa parte de ti– me dice con dulzura.

Me giro sorprendido. Me encuentro con unos ojos y una sonrisa afectuosos. Nos besamos. Y hablamos un rato antes de devolverla. Y traer a Song, que ya está más descansada. Me besa y se va hacia Shi. A relevarla. Ella se acerca con un mueca provocativa.

–Te has divertido bastante– me acusa.

Yo no respondo. Miro hacia otro lado. Ella se ríe. Me empuja sobre la cama.

–Ahora me ocupo yo.

Se quita la túnica. Se coloca sobre mí. Besándome todo el cuerpo. Una mano en miembro. Su boca y la otra mano explorando alrededor. Finalmente, llegan sus labios a los míos. Pasan unos minutos hasta que se da por satisfecha. Hasta que se coloca sobre mí y es penetrada.

Se mueve con suavidad. A veces me provoca. A veces me besa. Mis manos acarician sus nalgas. Las suyas juegan por mi pecho. Mi cara. Mi pelo. A veces se mueve de arriba a abajo. A veces en pequeños círculos.

Acelera cuando siente su orgasmo llegar. Y se corre con su cuerpo contra el mío. Con su cabeza junto a la mía. Luego se incorpora. Me besa. Y continúa moviéndose. 

–No sé que he hecho para tenerte, pero ha debido ser increíble– le confieso.

Ella sonríe. Es preciosa cuando lo hace así.

–No tanto como lo que he debido de hacer yo.

Creo que estoy rojo. Más incluso que ella. Se ríe. Su sonrisa es preciosa. Luego acelera. Fuerza su interior para apretarme. Sus manos son hábiles, buscando mis puntos más sensibles. Cada vez me conoce mejor. Si aprende a usar el qi, me tendrá a su merced. Aunque tampoco es algo que me preocupe. En parte, ya lo estoy.

Fuerzo el qi para hacerla correrse conmigo. Para que se desplome sobre mí. Para que nos quedemos un largo rato abrazados. Disfrutando de nuestra mutua calidez.

Luego llamo al resto. Hoy dormimos en la cama todos juntos. Ahora están Yi y Yu abrazándome. Serán las siguientes en el turno de guardia.

—————

Cuando me despierto, Song y Liang me están abrazando. Las gemelas están un poco más allá. Shi vigila. Es agradable despertarse con ellas. Con los ojos de Liang mirándome y sonriendo. Está despierta. Song aún duerme. Y las gemelas.

Song despierta en cuanto me muevo. Me exige un beso. Salimos de la cama despacio, para no despertar a las otras dos.

–No se oye nada desde que empecé la guardia. Al principio algún gruñido lejano. Luego nada. Quizás se han ido– explica Shi.

–En mi guardia, se oían gruñidos, golpes, aullidos de dolor. Se estaban peleando.

–Las gemelas me han dicho que también durante el principio de su guardia. Luego pararon– sigue Shi.

Liang es la única que no ha hecho guardia. Su nivel es bajo.

–¿Deberíamos esperar?– pregunto.

–Será lo mejor. Un poco de sexo y después nos vamos– se insinúa Song.

–Pero esta vez mandamos nosotras– me traiciona Liang.

Me cogen y me tiran a la cama. Las hermanas se despiertan sobresaltadas.

–¿¡Qué pasa!? ¿¡Nos atacan!?– pregunta Yu, asustada.

–No, esta vez atacamos nosotras. Ayer se le subieron demasiado los humos– ríe Song.

–Me parece bien– ratifica Yi.

Así que, esta vez, soy su juguete. Aunque eso no quiere decir que no pueda contraatacar. Con cosquillas y besos. Es un dura batalla. Muy divertida y erótica. Salgo terriblemente derrotado. Luego abuso de las otras tres. Los pies en el suelo. Su cara y cuerpo contra la cama. Las tres alineadas. Un bonito espectáculo.

Las penetro para mi placer. Aunque se corren un par de veces cada una. A Rui la castigo analmente y sacudiéndola. Ayer se desmayó. Aunque sea culpa mía. Tampoco es que se queje. Lo estaba deseando. Quizás con quien más disfruto es con el juguete nuevo.

–¿Quieres correrte? Suplícalo.

–Amo… Déjame correrme… Por favor…– pide tras un buen rato al límite.

Convulsiona bruscamente cuando la llevo al orgasmo. Aunque, una vez más, no hay ningún cambio. Al menos no me odia más. Me quedo mirando a las tres. Su cuerpo sobre la cama. Sus vaginas llenas de semen. O el culo, en el caso de Rui.

Me dejo llevar y penetro la vagina mojada de Rui. No se lo esperaba. Se lo hago bruscamente. Casi con desesperación.

–¡Ah! ¡Sí! ¡¡Aaaaah!! ¡Gracias Amo! ¡¡¡HHAAAaaaaAAH!!!

Cuando la lleno y la llevo al orgasmo, recupero la razón. Debo aprender a controlarme. Si no, podría ser peligroso en otras circunstancias. O de eso avisaba el cuaderno. Y no creo que mintiera. No tendría sentido.