Por la mañana, Angélica se cepillaba el pelo cuando notó algo extraño en su cuello. Se acercó más al espejo para inspeccionar y encontró algo que parecía un moretón. ¿Qué era eso? Lo tocó con un dedo. Le dolió un poco.
Ignorándolo, volvió a cepillarse el pelo. Se esforzó mucho por no recordar lo que había pasado la noche anterior, ya que se había comportado como una mujer enloquecida. ¿En qué estaba pensando cuando no lo detuvo? Sacudió la cabeza, pero aún así no podía evitar que sus pensamientos se dirigieran en esa dirección, especialmente cuando estaba donde todo había comenzado. Frente al espejo.
Tomando un respiro profundo para calmarse, guardó el peine y salió a buscar algo con lo que distraerse. Lo único que podía evitar que pensara en la noche acalorada era lo que había sucedido después. Los recuerdos que vio. Sabía que esas cosas no le habían pasado a ella, pero sentía como si así fuera. Su cuerpo reaccionó como si hubiese sentido ella misma el dolor.
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