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ASOIAF: Una Historia Alternativa

Una historia en la que Jon Nieve toma su destino con sus propias manos. Acompañemos a Jon Nieve en su camino de gloria, traición, tristeza, ira y amor. En un mundo despiadado donde el honor es lo único que ya no tiene valor alguno, donde los despreciables señores y damas de los Siete Reinos juegan el Juego de Tronos, ya sea por ambición, diversión, o simplemente para ver el mundo arder. Basado en las Novelas de George R.R. Martin, este Fanfiction de Canción de Hielo y Fuego se basa exclusivamente en información disponible en los libros y un poco de mi propia cosecha... Todas las teorías aquí están aunque sea ligeramente basadas en las novelas y material literario adicional escrito o autorizado por el Autor original. [Aportes bienvenidos aquí: patreon.com / IgnathiusNZX] [DESCARGO DE RESPONSABILIDAD] Personajes, Lugares, Nombres, etc. Son propiedad de George R R Martin, y pertenecen a su saga literaria Canción de Hielo y Fuego.

IgnathiusNZX · Livros e literatura
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46 Chs

Eddard -I

Eddard estaba meditando en el Bosque de Dioses de Invernalia como solía hacer cada vez que debía quitarle la vida a un hombre. El silencio del bosque de dioses le tranquilizaba. Permitía que su mente se calmara y le dejaba reflexionar sobre la justicia de sus actos al blandir su espada… Hielo, el mandoble ancestral de su Casa, siempre que se veía en la necesidad de usarlo sentía que su deber para con la hoja era mantenerla en perfecto estado.

Ned estaba limpiando la hoja con un trozo de tela engrasada, la espada de acero valyrio era antigua, solemne, letal y hermosa. El acero negro presentaba las características ondulaciones que su método de forja había dejado, allí donde el acero había sido plegado cientos de veces sobre si mismo hasta equilibrar a la perfección el metal.

Se decía que el acero valyrio era forjado tanto con martillos como con hechizos, y vaya que era cierto que solo los maestros armeros del Antiguo Feudo Franco eran capaces de crear tales armas. Después de que la Maldición descendiera sobre Valyria aquellas espadas que ya eran tesoros invaluables se habían vuelto aun mas preciados. Hielo era una de las únicas dos hojas que habían existido en el Norte. La espada llevaba cuatro siglos con la Casa Stark y su nombre era incluso más antiguo, pues hacía alusión a la espada del Invierno, una hoja forjada en bronce y grabada con runas que se había perdido durante la Larga Noche, hace ocho mil años, o al menos esos contaban las leyendas…

Leyendas, eso ocupaba la mente del Guardian del Norte desde que habían regresado de la ejecución del desertor, el hombre había estado loco, y tenia un temor tal que cualquiera diría que había visto a uno de los monstruos de las historias de la Vieja Tata.

Había mencionado a los Otros, repetía algo sobre ojos azules, y un muerto levantándose, todo ello le recordó a Lord Stark uno de los cuentos de la Vieja Tata, uno sobre la Larga Noche.

«Solo una coincidencia, el hombre estaba loco, seguro confundía la realidad con los viejos cuentos…» se trababa de convencer Ned.

«Historias, si, simplemente historias» El señor de Invernalia se repetía a si mismo… «Pero los Huargos que encontramos son reales…» le recordó acusadoramente su consciencia. «Huargos que se unieron a sus hijos en cuanto se encontraron… como en las viejas historias sobre los Stark…» Las mismas historias que explican porque el Lobo Huargo es el emblema de la familia…

Y estaba el destino de la Loba muerta… muerta a causa del Asta de un Venado…

«Robert no nos haría daño» se recordó Eddard «somos como hermanos»

«A nosotros no, no a mi ni a mis hijos… pero esta Jon» el pensamiento hizo que Ned sintiera un escalofrió subir por su espalda.

«Promételo, Ned» La voz de su difunta hermana resonó acusadoramente como un recuerdo. «Me lo prometiste, lo prometiste»

Inconscientemente Eddard continuaba puliendo la hoja que brillaba reflejando la tenue luz del bosque de Dioses, cuando una voz interrumpió sus pensamientos.

—Ned — era Catelyn, su esposa.

—Catelyn — respondió alzando la vista hacia la mujer de la Casa Tully con la que se había casado— ¿Dónde están los niños?

—En la cocina, discutiendo sobre como van a llamar a los lobos — respondió ella mientras se quitaba la capa y la tendía en el mantillo de musgo del bosque de dioses y se sentaba con la espalda apoyada en el viejo Arciano — Arya adora la suya, y Sansa también esta encantada, aunque Rickon no parece entender que está pasando.

—¿Tiene miedo?

—Un poco, tal vez. Solo tiene tres años.

—Debe aprender a enfrentarse a sus miedos. No tendrá tres años eternamente, y se acerca el invierno.

Catelyn se estremeció visiblemente, como hacia siempre que escuchaba el lema de la Casa Stark, un lema que servía como recordatorio, como una advertencia a los Reyes del Invierno, y como una amenaza a aquellos lo bastante osados o estúpidos para provocarlos, así lo habían demostrado los Stark por más de ocho mil años.

—Es verdad —asintió Catelyn.

Hubo una pausa antes de que Ned cambiara el tema, recordando lo que había pasado ese día.

—He de reconocer que ese hombre murió bien —dijo Ned. Tenía en la mano un retal de cuero engrasado. Mientras hablaba, lo pasaba con suavidad por la hoja del mandoble, haciendo que el metal cobrara un brillo oscuro—. Me alegré por Bran. Habrías estado orgullosa de él.

—Siempre me enorgullezco de Bran —señaló Catelyn.

—Con el de hoy van cuatro este año —dijo Ned, sombrío—. El pobre estaba medio loco. Algo le inspiraba un miedo tan profundo que ni me entendía cuando le hablaba. —Suspiró—Ben me ha escrito, dice que la Guardia de la Noche tiene ahora menos de mil miembros. No son sólo las deserciones. Últimamente también están perdiendo hombres en las expediciones.

«Tal vez no estaba loco… talvez lo que conto era cierto… tal vez los Otros han vuelto» el mero pensamiento le hizo estremecer, pero sofoco la voz que lo hacía cuestionarse las cosas.

—¿Será por los salvajes?

—Estoy seguro. —Ned alzó a Hielo, y contempló la longitud del frío acero—. Y esto irá a peor. Puede que llegue el día en que no os quede más remedio que llamar a nuestros abanderados y cabalgar hacia el norte para encargarnos de una vez por todas de ese Rey-más-allá-del-Muro.

—¿Ir al otro lado del Muro? —Catelyn se estremeció al escucharlo.

—No tenemos nada que temer de Mance Rayder —dijo Ned, que había visto el temor dibujado en el rostro de su esposa.

—Más allá del Muro hay cosas aún peores.

—Pasas demasiado tiempo escuchando los cuentos de la Vieja Tata. —Ned sonrió con cariño—. Los Otros están tan muertos como los hijos del bosque, hace ocho mil años que desaparecieron. En opinión del maestre Luwin, no existieron nunca. Nadie los ha visto jamás.

«Eso es lo que quieres creer» oyó una vocecilla acusadora.

—Hasta esta mañana nadie había visto jamás un lobo Huargo —le recordó Catelyn.

«Ella tiene razón»

—No escarmiento, a estas alturas ya debería saber que no se puede discutir con una Tully — respondió con pesar. — No viniste aquí para contarme historias de miedo. Se que no te gusta este lugar. ¿Qué sucede, mi señora?

Catelyn titubeo un momento antes de responder.

—Hemos recibido noticias amargas desde el Sur.

—Alas negras, palabras negras. ¿De qué se trata?

—Lo lamento mucho, Ned. Jon Arryn ha muerto.

Esas palabras fueron como un cuchillo perforando en el corazón de Ned, Jon Arryn había sido mas un padre para el que su propio padre. Cuando fue enviado al Nido de Águilas como su pupilo, Ned aún era un niño y había sido Jon Arryn quien lo había criado. Allí, en el nido Eddard también había conocido a su mejor amigo, el actual Rey, Robert Baratheon.

—Jon... —dijo él—. ¿Está confirmada la noticia?

—La carta llevaba el sello real, y era del puño y letra de Robert. Te la he guardado. Dice que la muerte de Lord Arryn fue muy rápida. Ni siquiera el maestre Pycelle pudo hacer nada, aparte de darle la leche de la amapola para que no sufriera.

—Algo es algo —suspiró. Ned sabía que el dolor por la pérdida de su segundo padre debía estar reflejándose en su rostro, pero aun así no pudo olvidarse de Catelyn—. ¿Y tu hermana? —preguntó—. ¿Y el hijo de Jon? ¿Qué sabemos de ellos?

—El mensaje decía sólo que se encontraban bien, y que habían vuelto al Nido de Águilas —dijo Catelyn—. Yo preferiría que hubieran ido a Aguasdulces. El Nido está tan arriba, es tan solitario... Además, fue siempre el hogar de Jon, no el de mi hermana. El recuerdo de su esposo estará en cada piedra. La conozco bien. Necesita el consuelo y el apoyo de su familia y amigos.

—Ve con ella —respondió Ned—. Llévate a los niños. Animen los salones con ruido, con gritos, con risas. Su hijo necesita la compañía de otros niños, y no podemos dejar sola a Lysa en estos momentos.

—Ojalá pudiera seguir tu consejo —dijo Catelyn—. La carta traía otras noticias. El Rey está de camino hacia Invernalia, viene a buscarte.

Ned no pudo evitar pensar en el lobo muerto por el asta de un venado al escucharla. Pero aparto el pensamiento tan pronto como apareció.

«No nos hará daño, el no lo sabe, y jamás lo sabrá»

—¿Robert viene hacia aquí?

Catelyn asintió, y el rostro de Eddard se iluminó con una sonrisa.

—Ya me imaginaba que te alegrarías —dijo—. Tenemos que avisar a tu hermano, que está en el Muro.

—Desde luego —asintió Ned—. Ben no se lo perdería por nada del mundo. Le diré al maestre Luwin que envíe su pájaro más veloz. —Ned se levantó y la ayudó a ponerse en pie—. Ese hijo de... ¿Cuántos años han pasado? ¿Y no se le ocurre avisarnos con más antelación? ¿Decía el mensaje cuántas personas venían en el grupo?

«No seas ingenuo Eddard, su Mano a muerto y solo ahora viene a verte, sabes lo que quiere» La mente de Ned no dejaba de recordarle que el amigo con el que había crecido ahora era el Rey y que ninguna visita suya podría ser motivada por la mera amistada y la nostalgia.

—Calculo que, como mínimo, cien caballeros, con todos sus criados, y por lo menos cincuenta jinetes libres. También vienen Cersei y los niños.

—Robert querrá que vayan cómodos, no forzará mucho la marcha —dijo él—. Mejor, así tendremos más tiempo para los preparativos.

—Con el grupo viajan también los hermanos de la reina.

Eddard no pudo evitar hacer una mueca al escucharla, no le agradaban los Lannister, durante la Rebelión se mantuvieron al margen, y no se movieron de Roca Casterly hasta que la victoria de un bando estuvo asegurada, aun sin haber hecho nada para lograr la victoria, se dieron un festín de depravación y abuso durante el saqueo de Desembarco del Rey. Y los niños del Príncipe Targaryen que fueron asesinados por ordenes de Twin Lannister. No, el no olvidaría lo que había ocurrido, no perdonaría a los leones de la Roca incluso si el Rey lo hacía, no se podía confiar en bestias que están dispuestas a saltar al cuello de un animal debilitado y moribundo.

—En fin, si por el placer de tener aquí a Robert tengo que pagar soportando una plaga de Lannisters, qué le vamos a hacer. Por lo visto Robert se trae a la mitad de su corte.

—Allá donde va el Rey, el reino lo sigue —señaló Catelyn.