1 AÑO DESPUES
Era esa época del año, donde no podían evitar sentirse un tanto aprensivos, esa época del año en que simplemente desaparecían por el resto del día y ambos sabían que no debían buscarse, cada uno en su forma y lugar pasaban el día retraídos del resto de cosas que pasaban. En el caso de Travis llegaba a aquel acantilado donde tantas veces había llegado con un cargamento de dulces y comida chatarra para pasar el día a solas con sus pensamientos.
En el caso de Percy, desde la llegada de Eskol estos días se habían vuelto más ligeros, de hecho, aprovechaba para compartirlo con él y tener un día solo para ellos. Los recuerdos de Annabeth aún estaban en su mente, siempre salía una que otra historia en estas oportunidades, pero recién este año aquella co protagonista tenía un nombre y Eskol podía entender de que se trataba este día.
Un poco de entrenamiento para empezar a pulir sus habilidades, pero primero debía aprender los conceptos básicos, por lo que usaría un equipo de kendo para empezar. Si algo había descubierto de su hijo es que tenía mente para poder absorber cuanto conocimiento pusiera a su alcance con el estímulo adecuado, Paul había encontrado la forma y era infalible y su concentración hacía el resto. No sabían cuántas horas pasaron antes de que Eskol estaba empapado de sudor. Percy se negaba a usar sus poderes con Eskol solo en casos de extremo peligro, por lo que primero que quería que aprendiera es que los poder son un accesorio no su fuerza, la fuerza estaba en su espíritu, su entrenamiento y su corazón para cuidar a los que amaba.
Eskol por su parte sentía que estos momentos con su padre eran los mejores, ya estaba en edad de comprender que obviamente había un pasado que tendría que explorar en algún momento, pero se sentía cómo con la apertura cultural que sus abuelos y su padre le daban para que fuera él quien eligiera la influencia que iba a elegir finalmente, pero mientras ello le enseñaría todos los estilos de lucha que había aprendido en sus viajes. El tío Travis se encargaría de ello.
Se sentaron a mirar el atardecer que bañaba ese bosque virgen, donde a veces habían tenido que cuidarse de los lobos y osos, pero nunca habían optado por enfrentarse a ellos, solo ahuyentarles, se trataba de estar atento de su entorno. La charla era sobre muchas cosas triviales, pero que eran lo más importante para ellos.
—Tarde o temprano lo sabrás, asi que prefiero que lo sepas por mi —Percy quería contarle hace un tiempo sobre Artemisa, pero no era un apersona grata como para introducirla en su vida, aparte del hecho de que no debía conocer la existencia de Eskol porque ella sí que haría un revuelo.
—Te estabas tardando —le respondió mientras le arrojaba una nuez.
—De hecho, sí, no es algo que pueda decir que me muero porque todo el mundo sepa —Eskol sentía un poco de pena por su padre, cuando se había enterado había empezado a investigar de que se trataba esta diosa llamada Artemisa.
—Suena como algo vergonzoso —Percy le dio su mejor sonrisa para ocultar el hecho de que no le hacía feliz el matrimonio que tenía con ella, luego de 10 año era peor que tener mosquitos merodeando en la noche por sus orejas.
—En realidad es un tanto raro —Eskol estaba esperando pacientemente que se decidiera a decírselo. —Tu padre está casado con Artemisa la diosa de la caza —Percy esperaba alguna clase de reacción desagradable, pero no fue lo que obtuvo a cambio, con 10 años Eskol era un niño con una capacidad de pensamiento superior a la que el recordaba que tenía a su edad y ni que hablar del desarrollo físico, parecía algunos años mayor de lo que realmente tenía.
—Lo sé, a los abuelos se les escapó —suspiró con alivio, se sentía torpe por ello. —Debe ser duro ¿eh? —Percy sentía que estaba tomando unas copas con Travis para dejar salir las preocupaciones, pero era su hijo quien le estaba consolando. No se había amargado por todo esto, pero era algo que
—No tienes ni idea, esa es una de las razones por las que debes entrenar con todas tus fuerzas, para poder defenderte por ti mismo —sabía que tarde o temprano lo iba a averiguar y sentía que ese momento se acercaba por lo que debía ser capaz de evitar que ella lo dañase y Eskol debía ser capaz de defenderse a sí mismo.
Pasaron el resto del día en modo acampada, sin percatarse de que estaban siendo observados.
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Solo se escuchaba la respiración, un resoplo fuerte y lleno de energía. Con la mirada puesta en el objetivo que tenía al frente. Del otro lado Paul y Sally estaban mirando cona tención como su nieto se concentraba, era la ronda final y querían tanto que ganara un nuevo trofeo para ponerlo en la estantería de su habitación junto con los recuerdos de su padre. Percy querían tanto estar y no poder era doloroso para él, por lo que Sally había hecho una video llamada para que pudiera verlo. Eskol pudo verle antes de empezar su competencia y quería que su padre se sintiera orgulloso, le había prometido un nuevo arco al finalizar la competencia, por lo que quería colgar este arco que le había acompañado este tiempo con la medalla dorada.
En las gradas todo era silencio, todos sabían que esta era la clase de competiciones en la que los equipos de reclutamiento estaban a la caza de nuevos talentos para poder pulirlos y formar deportistas de élite. Era casi seguro que pondrían un ojo sobre Eskol por la forma en que había evolucionado su carrera, su padre siempre le había dicho que debía de vez en cuando fallar, no por menospreciara al resto de competidores, sino porque debía mantener su perfil dentro del promedio para que no fuera el foco de atención y pudiera tener una vida tranquila. Las primeras veces no lo había entendido del todo, pero cuando los primeros reclutadores habían llegado a incordiar a sus abuelos y las llamadas no los habían dejado en paz. Asi que después de ello, solamente fallaba uno que otro tiro que lo mantenía dentro del promedio y le permitía ganar las competencias. Sus abuelos no podían estar más orgullosos y siempre le animaban a participar de los torneos.
Afortunadamente, la flecha dio en la diana y la medalla estaba colgada ahora en su cuello. No podía contener la emoción al ver la mirada de orgullos en sus abuelos y su padre por la videollamada. Pero por un momento sintió un escalofrío que le recorrió y sus sentidos se pusieron alerta de tal manera que de manera instintiva a su carcaj.
—Un niño muy talentoso —escucharon la voz de un tipo vestido de entrenador con un cuaderno de anotaciones. —Deben estar muy orgullosos de su hijo —Paul y Sally se miraron por un instante dudaron. Pero fue Eskol quien dio el paso al frente. Para todo esto la videollamada se había terminado.
—Abuelos, es uno de los reclutadores —el hombre de apariencia adusta les dio una ligera reverencia.
—Ya veo, una disculpa —dijo Paul extendiendo la mano para saludar al hombre.
—Me llamo, Sally Blofis y él es mi esposo Paul —Sally podía sentir la ansiedad de Eskol, no podía dejar que también ellos estuvieran nerviosos. —Es nuestro nieto Eskol Jackson —el hombre se sorprendió al escuchar el nombre del niño y esto fue más que obvio para Paul y Sally. No tardaron en mirar alrededor para ver a Travis encondido entre la multitud negando ligeramente con la cabeza para que no hicieran nada inusual con la charla. Travis lo había percibido, una presencia divina.
—Interesante nombre, no comparten el mismo apellido —le pareció raro a Paul esa clase de cuestionamientos, por lo que avanzó hacia Eskol so pretexto de secarle un poco la transpiración de la frente y ponerse en modo protector.
—Es una larga historia —le respondió con una amplia sonrisa.
—Me gustaría que audiciones para mi academia —no se sentía como otros reclutadores que antes habían querido que Eskol cambiara de escuela para formar parte del equipo de arco.
—De momento no estamos pensando en que se una alguna academia —le respondió Sally mientras no perdía de vista la posición de Travis quien iba avanzando lentamente hacia ellos.
—Es una pena, sería algo bueno para el niño —estaba a punto de poner su mano sobre la cabeza Eskol cuando alguien tomo la mano del hombre en modo saludo. El hombre se sorprendió inmediatamente cuando la figura femenina estrechaba su mano con determinación, vestida de traje como si viniera de una reunión de negocios. Travis se sorprendió de ver a Atenea presente en la competencia y pensó que tal vez esa era la presencia divina que había sentido, por lo que mantuvo su distancia.
—Creo que Eskol tiene otras cosas en mente —luego soltar su mano fue ella quien revolvió un poco su cabello bajo la atenta mirada de Sally y Paul quienes estaban un poco sorprendidos.
—Soy Sophie, amiga de la familia —Paul sonrió al ver como los dioses se camuflaban siempre en nombres que representaban un poco de su esencia.
—Bueno, cualquier cosa puede llamarme, este es mi número —le entregó a Sally una tarjeta que dictaba: academia de tiro con arco Nordik y solo un número sin nombre. Atenea tomo la tarjeta de la mano de Sally con educación e inmediatamente la disolvió. Miró alrededor y se topó con la mirada de Travis y con solo mirarlo supo que también había sentido lo mismo que ella.
—Será mejor que vayamos a un sitio seguro —no quería alarmarlos en vano, pero no era algo que podían pasar por alto. Tomo la mano de Eskol y este no presentó la mayor resistencia. Detrás de ellos iba Travis en modo sigilo cuidando sus espaldas.
—Si sabes quién soy ¿cierto? —Eskol le dio una mirada de dolor fingido porque estaba subestimando su percepción. Su padre le había dicho que podía ser el mismo en presencia de Atenea y Apolo porque eran de confianza, aunque a Apolo solo lo había visto un par de veces y no precisamente en las mejores condiciones.
—Claro que sí, Sophie… ¿es en serio? —Atenea le dio una sonrisa descarada, podía entender porque Percy había caído prendado de su hijo, tenía un espíritu fresco que rompía barreras con las personas que hablaba.
—Bueno, solo quería confirmar —aún podía sentir esa presencia extraña, no podía identificarla aún, pero no quería quedarse más del tiempo necesario. —¿Quieres dar un paseo? —Eskol asintió rápidamente, había estado en tensión por la competencia, por lo que tal vez sería bueno estirar un poco.
—¿Quieren que los acompañe? —la voz de Travis llamó la atención de Eskol quien chocó puños con el rápidamente.
—Mejor cuida de los padres de Percy, esa presencia no desaparece, yo cuidaré de Eskol —él asintió rápidamente y siguió su camino hacia donde estaban Paul y Sally.
Atenea se sentía en un estado de alerta, pero a la vez sentía que tenía una responsabilidad muy grande al tener a Eskol a su lado, ya que Percy no le perdonaría si algo le pasaba al niño, no era su intención dañarlo, solamente necesitaba pasar tiempo con él y poder hablar sobre las cosas. Sabía que el niño hiperactivo estaba lejos de ser un idiota y que tenía una capacidad mental superior a otros semidioses que bien podría ser hijo suyo. Un poco de helado y cargar su arco y su carcaj fueron suficientes para que el niño encontrara felicidad, sabía que estaba siendo entrenado por Travis, pero seguía siendo un niño y Percy no quería que se olvidara de eso y que disfrutara de jugar, hacer amigos y visitar nuevos lugares. Paul y Sally ya lo habían llevado a cuando museo, parque de atracciones y galería había en la ciudad por lo que pronto ya tendrían que ser viajes a otros estados. Con 10 años encima Atenea podía ver que estaba aflorando la genética nórdica sobre él por la estatura, el porte y el biotipo que estaba formando.
Había pensado largo y tendido sobre lo que Percy había dicho de que bien podría llamarla abuela, ella se había avergonzado tanto que había salido disparada del lugar dejando a Eskol un poco desilusionado porque pensaba que simplemente no le quería porque era adoptado. Cuando Percy le había contado eso a Atenea le había tocado las emociones que pensara de esa manera y había enviado un libro de historias nórdicas de su biblioteca personal con una nota de disculpas, no por Percy, sino porque sabía que era un niño especial y que estuviera ligado a Percy hacía que ella fuera un poco más puntillosa con su trato.
Le sorprendía que Eskol no le hubiera preguntado aún porque había salido huyendo de su último encuentro, tal vez lo haría pronto, pero mientras lo observaba más se convencía de que no necesitaba una abuela más en su vida, con Sally y Paul tenía más que suficiente. Tener una diosa como familia, aunque no sanguínea, pero sí de corazón tal vez solo aumentaría su sentido de ausencia por el tiempo que no podían pasar con él y no quería más de eso, tenía suficiente con sus hijos a los que no podía ver del todo y muy limitado. De un momento a otro el ambiente se tornó un tanto tranquilo, demasiado para su gusto y Eskol se quedó mirándola de tal forma que se sintió un poco avergonzada.
—Vienes a decir que no —la forma en como lo dijo le sorprendió tanto que no supo que decir por un momento. Sabía que aún no había sido formalmente adoptado por Percy, ya que en el momento que esto se diera por ley tendría que ir al campamento y la vida tal como la conocía dejaría de ser. Pero los ojos determinado de Eskol eran idénticos a los de Percy cuando se obstinaba con algo.
—¿Te doy esa impresión? —Eskol asintió mientras continuaba con su helado. De hecho, su padre le había dicho que la mejor forma de evitar que algo se volviera incomodo y molesto era hablando primero, asi que siempre había sido asi con los abuelos cuando algo le molestaba o renegaba por no poder ver a Percy, los abuelos se encargarían de explicarle los motivos y el mismo Percy también sería asi con él.
—Si vinieras a decir que si no me habrías comprado un helado —Atenea se quedó un poco colgada por el razonamiento del hijo de Percy.
—¿De dónde sacas esas ideas? —se rió un poco de la inocencia con la que juzgaba las cosa.
—De los libros, sabes siempre que alguien debe dar una mala noticia trata de compensarlo de alguna manera, es lo que estás haciendo, eres amable conmigo porque quieres compensar tu respuesta para que no me sienta rechazado —Atenea no la vio venir y le golpeo profundamente cada palabra que articuló. Trato de reponerse un poco antes de responderle, pero lo que había dicho era completamente cierto, seguramente lo había leído en algún buen libro de conducta humana.
—No, bueno, no es del todo cierto —quería justificarse de alguna manera, pero no era posible escapar del juicio de este niño. Sonrió un poco de pensar en que haría que muchos se avergonzaran con la clase de conceptos que manejaba. Percy no mentía cuando le había dicho que era muy bueno tratando de ser modesto cuando en realidad podía pasar por encima la educación que recibía.
—Si hubieras querido decir que si, te hubieras sentado con mis abuelos y habríamos ido a casa en lugar de mirar desde la tribuna más lejana y traerme aquí a solas —no podía creer cuan bueno se había vuelto con el entrenamiento de Travis y las clases de Paul, su mente y reflejos se habían desarrollado demasiado rápido.
—Me viste —el asintió haciéndole una seña con los dos dedos en los ojos.
—En realidad te percibí, sentí esa sensación de escalofrío que siento cuando papá llega de improvisto —eso la sorprendió, no era común que los semidioses tuvieran esa clase de señales de una presencia divina, pero más allá de eso ya nada podía sorprenderla con respecto a Eskol.
—¿No sentiste lo mismo cuando se acercó aquel entrenador? —el niño se quedó pensativo para luego negar rápidamente.
—No podría decírtelo ya que tu estabas cerca todo el tiempo —la soltura con la que hablaba sin duda era algo llamativo de la forma de ser del hijo de Percy, su mayor atractivo, junto con su mente. —Lograste cambiar de tema —Atenea empezó a reír, esto parecía un juego de ajedrez y ella lo amaba. Este niño había logrado vencer su juego que tenía como propósito no lastimarlo.
—Me sorprende tu capacidad para contraatacar en una conversación —Eskol le dio una brillante sonrisa.
—Mi padre dijo que podía permitirme se un poco audaz contra un dios, sin ser irrespetuoso claro está —Atenea no podía creer que Percy le había hablado de respeto cuando él se saltaba esa línea.
—Tu padre te enseño bien, de joven, siendo un semidios solía ser muy audaz también —no quiso sonar como que Percy había sido a veces problemático.
—Mis abuelos me contaron muchas historias —Atenea tenía curiosidad de qué clase de historias le contaba Sally y el mismo Percy.
—¿Escuchaste el nombre de mi hija en sus historias? —Eskol pensó por un momento en todos los relatos que había escuchado y entendía porque nunca escuchó el nombre de Annabeth, era una herida en el corazón de su padre, una muy grande, tal vez por ello aún pasaban un día del año en aquel lugar en el bosque.
—No por nombre, pero siempre había alguien a su lado en sus aventuras y hay muchas fotos de ella en casa, pero luego de escuchar sobre ella las historias tienes un significado más personal —Atenea podía entender porque Sally y Percy tal vez no querían ahondar en ello, habían amado a su Annabeth tanto como ella.
—Tu padre y ella iban juntos en muchas misiones —Eskol le escuchaba con atención ya que la diosa de la sabiduría hablaba con ensoñación sobre ella. Sentía que iba a matar la conversación con su siguiente pregunta.
—¿Es por ella que no puedo llamarte abuela? —eso fue demasiado para las emociones de Atenea, en su momento seguro hubiera repudiado la idea, pero ahora que se llevaba bien con Percy seguramente hubiera querido tener un nieto.
—No exactamente, supongo que sabes que tu padre está casado con Artemisa —Eskol había escuchado solo un poco sobre Artemisa y a escondidas había investigado sobre sus antecedentes y viendo la televisión se veía como la madrastra malvada que lo usaría como servidumbre.
—Si, me lo contó, no parece ser la mejor de sus decisiones —Atenea le dio una mueca divertida a lo que Eskol respondió con una cara de desagrado, no le gustaba que su padre pasara los días adusto y sin emoción.
—Es un tema difícil, algún día te podrán contar la historia completa —Eskol no se moría por saber la historia, solo quería evitar ser tratado por ella. —El punto es que ella y yo estamos relacionadas por nuestro padre Zeus, eso me convierte en su hermana y no podría llegar a ser precisamente tu abuela sino más bien tu tía, si respetamos la estructura familiar —Eskol entendió el punto perfectamente, pero no terminaba de entender las verdaderas intenciones de la diosa.
—Pero ella no es mi madre y papa aún no me ha adoptado formalmente —Eskol estaba presionando cada lado que encontraba descubierto.
—Con mucha más razón no podría ser tu abuela —Atenea se mantenía firme, pero sabía que la curiosidad de Eskol terminaría explotando la conversación.
—¿Entonces que quieres ser? —sentía que el niño estaba llevándola donde él quería. Percy tuvo razón todo el tiempo, debía ser cautelosa.
—Qué te parece si hacemos esto, no le pondremos un nombre, pero podemos llegar a un acuerdo en cuanto a la naturaleza de nuestra relación —la cara de Eskol fue demasiado confusa como para que Atenea la entendiera.
—Suena como algo de 3 grados más adelantado de lo que voy —no pudo evitar reírse porque sabía que estaba mintiendo miserablemente, claro que entendía. Percy también le había contado sobre como exageraba de la modestia cuando en realidad tenía un IQ de genio.
—Seguramente podrás con ello —Eskol negó rápidamente con fingida decepción.
—Entonces no somos algo en cuanto a relación parental, pero tenemos algo en cuanto a… —él seguía presionando y Atenea no se resistió más.
—A cariño, sabes que tengo una relación singular con tu padre —cuando Eskol escucho la palabra cariño sintió una calidez en su corazón similar a la que sentía cuando los abuelos preparaban todo para ver una película juntos o cuando Sally preparaba esas galletas que tanto amaba, pero sobre todo cuando escuchaba la voz de su padre diciendo que se sentía orgullosa. Pero luego se percató con que no estaba definida la relación.
—No me gustan las relaciones que no se definen, tengo a mis abuelos, al tío Travis, a papá —ella sabía que llegarían a esto porque era parte de las cosas que tal vez nunca toleraría en la vida.
—No sé si puedo llenar el vacío que crees tener —sonaba más duro de lo que pensaba, pero Eskol lo asimiló mejor de lo que esperaba, aunque la cara de incomodidad era más que clara.
—No deberíamos llenar el vacío de ausencia con otras personas, eso es cruel —el tampoco trató de sonar rudo, pero no se iba a dejar intimidas por las frases de Atenea.
—Eres demasiado profundo para la edad que tienes —Atenea se sintió más tranquila de saber que el niño no se dejaba avasallar.
—El abuelo me ha bombardeado con cuanto libro tenía —seguramente Paul le estaba dando todo el conocimiento que tenía a la mano.
—Entonces, hagamos lo siguiente: Seré tu familia, así como el tío Travis, pero sin un título establecido —Eskol estaba perdiendo el hilo de la conversación central, su concentración estaba llegando a su fin.
—¿Ni siquiera tía, por parte de Artemisa que es esposa de mi padre? —Atenea se rió un poco porque volvían al punto de la conversación de hace un momento.
—Esa es una relación complicada —Eskol odiaba las relaciones complicadas, eso era definitivo, deseaba nunca tener que tratar con ello otra vez.
—Complicas las cosas —susurró sin darse cuenta que ella pudo escucharlo, pero en su mente escuchó la voz de su padre diciéndole "nunca de retractes de lo que digas". Atenea al no ver que se arrepentía le sonrió.
—Si, me lo han dicho —Eskol supo que la audacia había valido la pena. —Lo que trato de decir es que no quiero una relación de formalidad familiar, sino que tal como Percy escogió ser tu padre, tú me elijas para ser tu familia —eso conmovió a Eskol, se sentía como Percy diciéndole que eran familia porque se habían escogido entre ellos. No pudo dejar pasar la oportunidad.
—Entonces ¿puedes ser mi madre? —cuando lo dijo vio la cara de Atenea explotar en una tos compulsiva tanto que tuvo que darle un par de golpecitos en la espalda.
—¡Que locuras dices! —Eskol empezó a reír de como ella se volvió loca con la idea.
—Era una broma, para amenizar —Atenea podía ver tanto de Percy en su hijo que sentía que esto podría ser algo bueno para ella.
—Tiene el mismo sentido del humor que tu padre —Eskol le guiño el ojo de manera divertida. Nadie nunca se había atrevido a ello antes. Ni siquiera sus propios hijos.
—Entonces somos familia ahora —ella asintió solo para toparse con los brazos de Eskol envolviéndola en un abrazo, no supo reaccionar y no movía los brazos para devolverle el abrazo, pero finalmente lo envolvió durante unos segundos hasta que abrió la boca para arruinar el momento. —¿Qué tal otro helado para celebrar? —ella lo empujó ligeramente y Eskol empezó a reír compulsivamente.
—Ni lo sueñes, tus abuelos deben estar preguntándose donde estas —luego tomó su mano para llevarlo de vuelta a casa, pero no dejó de sentir la presencia cerca de ellos, eso le preocupaba y hablaría con Percy sobre ello.