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[Equilibrio]

Un leve viento soplaba en todas direcciones, concediendo caricias de alivio a las personas acaloradas. Las hojas volaban desperdiciandose sin dirección alguna, creando valor para desempleados al ocuparse a medio tiempo.

Era un día maravilloso donde el canto de los pájaros y las risas de los niños conformaban la quinta sinfonía natural y diaria.

Niños reían al divertirse, diferentes grupos de diferentes edades jugaban sin distinciones en una gran variedad de juegos.

Uno de los niños separado a los otros, se encontraba concentrado en mantener el equilibrio en su propio mundo imaginativo.

Sus expresiones faciales comunicaban gran dificultad. Pero disciplinado como un hombre mayor, lo logró con gran satisfacción.

Coronandose en su mundo, alteró el flujo del mundo real. Diferentes chicos se acercaron intentando realizar la misma hazaña, con inefectividad. A causa de su propia competitividad, al estorbarse entre sí.

"¡Oye, Herminn, deja el paso! ¡No estorbes!". Vociferó uno de los niños que intentaba completar la encrucijada tarea.

Pero al apuntar con su dedo al niño llamado Herminn, lastimosamente perdió el equilibrio cayendo sin retroceso a sus acciones.

Lo que provocó la risa de los otros niños, especialmente la de Herminn; un reconocido bueno para nada de veinticuatro años... En realidad no, sólo era su aspecto peculiar para su corta edad, siendo la principal razón su bigote prematuro.

"Retirate, que no sirves para esto". Comentó Herminn de forma condescendiente.

"¡¿Acaso quieres pelear?!". Dijo el niño que se levantó con rapidez, deshaciendo la suciedad que se impregnaba en sus prendas.

"Sólo estaba bromeando". Dijo Herminn con una sonrisa. Mientras le entregaba la mano para seguir jugando.

"Están equivocados, lo están haciendo mal. Mantener el equilibrio es simple... Simplemente mantienes los brazos así. ¡Miren!". Comentaba con una gran sonrisa el niño que había activado como un efecto domino el entusiasmo del juego.

El equilibrio comprendido desde distintas perspectivas, tenía innumerables versiones. Simplificadas o complejas.

La capacidad física del equilibrio, la cual era generalmente reconocida.

O el equilibrio necesario para la vida en un ecosistema.

Conocimientos que escapaban de la realidad de muchos, o atrapados en la mente de un intelectual.

Equilibrio causal o natural. Sin importar su complejidad, su presencia era rastreable desde lo más perdurable a lo efímero.

"¿Has escuchado? Hay un vocero caritativo bajo el nombre del Príncipe Federick". Comentaba un hombre borracho en una taberna, en un acto excesivo de resaltar al mantener su cerveza en alto mientras se balanceaba.

"Sí, lo he hecho. Según, regala dinero mientras tengas una pierna rota... ¿Te ayudo? ¡Jajaja!". Contestaba otro mientras se reía de su amigo.

"Eres bastante gracioso... Demasiado para mí gusto". Dijo el hombre borracho agitando su puño, en un acto de alarde que finalizó mal, al caerse de su silla al suelo.

Con esto, se levantó un ambiente festivo. Comentarios volaban y las risas eran estridentes.

"Saben, según el análisis de expertos, esto es a causa de emociones conflictivas en el joven Federick. Dicen que al experimentar el intento de envenenamiento, reflexionó en cuanto a Leonardo". Comentó el cantinero mientras limpiaba unos vasos.

"¿Quién es Leonardo?". Preguntó uno de los borrachos.

"En paz descanse". Comentó el cantinero en forma de reproche.

Hasta que el ambiente fue interrumpido debido a la entrada de otros. Para la consternación, se trataba de un niño.

"Papá, madre ha dicho que debes volver pronto". Comentó rápidamente mientras se retiraba al exterior nuevamente.

"¡Apresurate, Herminn!". Gritó un niño.

Ante el grito, Herminn se apresuró ante el grupo adelantado. Un grupo conformado por sus amigos, quienes estaban volviendo a sus hogares.

"Oigan, no me dejen detrás". Gritó Herminn mientras los alcanzaba.

"Je, eres demasiado lento". Comentó un niño con burla.

Los niños continuaron caminando mientras intercambiaban comentarios. Era una charla casual, combinada con risas ocasionales. No tenían emociones complejas, sólo vivían.

Lentamente, algunos se despidieron.

Poco a poco, sólo quedaba un grupo reducido de cinco.

"Hey, Herminn, a que no te atreves a tocar a las puertas de la iglesia". Comentó uno de los niños de manera traviesa.

Gradualmente, habían llegado frente a la iglesia. Una institución de gran renombre, con una gran construcción.

"¿Por qué debería hacerlo yo? No es que me no me atreva, ¿pero por qué?". Dijo Herminn mientras observaba la enorme iglesia frente a sus ojos.

"Si no te atreves, simplemente admítelo". Dijo otro burlonamente.

"No creo que sería correcto". Contesto Herminn dubitativo.

"O eres una gallina". Dijo quién instó primeramente.

Ante esto, la cólera se encendió en el manipulable Herminn. Quién empujando a su amigo, se dirigió rápidamente a las imponentes puertas de la iglesia.

Así, utilizando toda su fuerza, golpeó tres veces con tenacidad.

Como un interruptor, inmediatamente todos salieron corriendo desesperadamente.

E incluso un adulto quiso atraparlos, pero sus acciones no llegaron a un fin fructífero.

"Patitas para qué las quiero". Se escuchó a la lejanía.

Mientras los niños escapaban entre risas, las imponentes puertas fueron abiertas en un ruido atronador. El causante era un joven calvo con cara de estreñimiento.

Observó atentamente sus alrededores, intentando visualizar a los visitantes, sin éxito.

"Fueron niños. Se escaparon". Dijo el mismo hombre que intentó atraparlos entre grandes inhalaciones.

"Oh, señor Friedchz. Gracias". Comentó el joven calvo con un agradecimiento reseco, cerrando las puertas una vez más.

Apaciguó su ira, debido a que estaba en una importante tarea: Entregar té a dos figuras importantes.

Simplemente estaba de paso, por lo que se molestó en abrir las puertas. Ahora se dirigía por la encrucijada estructura de la iglesia, hasta finalmente dar con un jardín hermosamente decorado.

Donde dos figuras se encontraban conversando en una banqueta.

"Coincido en lo que usted dice, señor Auscht, el equilibrio es primordial. Especialmente referido en cuanto al bien y el mal. Valor tergiversado, tan presente en nuestra sociedad deconstruida".

Fue lo que escucho el joven calvo, al no tener peso en la cabeza.