Una puerta que parecía aun ser funcional fue abierta forzosamente dejando salir a un pequeño grupo de personas, probablemente alrededor de unas quince aparecieron con una serie de heridas leves.
Aquel grupo comenzó a ver la zona de sus alrededores tratando de entender lo qué había pasado y en dónde estaban. No obstante, las noticias no eran nada esperanzadoras.
- ¡¿Q-Qué significa esto?!
- ¡¿En dónde estamos?!
- P-Parece ser que caímos en … ¿un cañón?
Otro de los integrantes dio un avistamiento en medio de la oscuridad.
- ¡Miren arriba! ¡Es el puente!
- Sí … pero … está destruido … ¿acaso ese ruido fue una …?
- Sí, lo más probable es que haya sido un ataque terrorista. - respondió un hombre mayor de contextura delgada que parecía ser un profesor, aquel hombre estaba acompañado con dos niños quienes afortunadamente solo tuvieron leves heridas.
- ¡Maldición! ¡¿Por qué nos pasa estos a nosotros?!
- Papá … ¿Dónde estamos? Todo está oscuro. - preguntó un pequeño niño.
- Tranquilo, Javier … no hay de qué temer … papá está aquí. - respondió aquel hombre como si aparentara seguridad, pero la verdad era muy distinto de lo que se veía.
- Pero ¿Cómo pasó todo esto? - discutían los demás.
- Eso no importa ahora … debemos pedir ayuda de alguna forma … no podemos quedarnos aquí.
Mientras hablaba aquel grupo, pudieron escuchar ruidos a provenientes del tren donde observaron que poco a poco salían algunas personas que podían aun caminar al menos. Sin embargo, al poco tiempo, se escuchaban lamentos y gemidos de aquel lugar, parecía como si toda la zona estuviera embrujada.
- Tienes razón, pero primero reunámonos todos los que resistieron al impacto … de ahí dividámonos en dos grupos. Uno ayudará a los que se encuentran atrapados dentro y el otro irá a la cabina del piloto para saber la situación.
- Sí … esperemos que estén a salvos.
Aunque tratasen de tomar ánimos, los pasajeros que iban reuniéndose estaban atemorizados de qué sería de ellos en este día, pues era de noche y no reconocían en qué lugar estaban.
Pasado algunos minutos mientras que se reunían y hablaban de lo que irían de hacer, se escuchó uno de ellos exclamar.
- ¡No hay tiempo que perder! El grupo que irá a ayudar a los que están atrapados traten de encontrar equipo de primeros auxilios y sobre todo linternas o algo que ilumine. Aquellos que requieran descansar acuéstense lejos del tren. - ordenó un joven adulto de unos 28 años quien parecía comenzar a liderar al resto.
Aquellos quienes podían usar sus teléfonos prendieron sus linternas, aunque no era de alta potencia, pero era lo mejor que tenían actualmente.
Siendo así, todos se trataron de tomar acción esperanzados de que todo este asunto se resolviera rápido, pero lo peor aún no había sucedido.
- Espero que sea pronto de mañana … si no las cosas pueden ponerse feas. - comentó en voz baja aquel hombre que había dado las ordenes mientras veía el cielo nocturno.
Pasaron algunas horas cuando un grupo de hombres encontraron a cuatro jóvenes quienes estaban al lado del tren. Al alumbrar donde ellos estaban con sus linternas pudieron notar que uno de ellos, el más joven, estaba echado en el suelo siendo tratado por los otros tres quienes lo acompañaban.
- ¡Oigan! ¡¿Se encuentran bien?! - exclamó uno de los hombres mientras que todos se acercaban a aquel grupo de jóvenes.
- ¿Ustedes … son? - preguntó Daniel.
- Eso no importa … ¿solo han salidos ustedes del tren? ¿Han encontrado a más pasajeros?
- No … recién hemos salido … ¿acaso no fue hace pocos minutos el accidente? ¿Cómo sabemos si hay más personas a salvo? - habló Glen.
Los hombres del grupo mayor murmuraban incrédulamente entre ellos.
- ¿De qué hablas chaval? Ya han pasado algunas horas.
Aquel hombre tomó su celular con el que alumbraba para mostrarle la hora al grupo de jóvenes.
- ¿Ves? Ya son las 4:37 am … el accidente debió de suceder cerca de las siete u ocho de la noche de ayer.
Los jóvenes quedaron algo impactados, pues pensaban que no había pasado casi nada de tiempo desde que sucedió todo.
- Seguramente quedaron inconscientes por algunas horas … al despertar no se dieron cuenta de nada. - comentó uno de los hombres.
- Eso ya no importa … hay que tratar Liam. - habló Daniel con preocupación.
Todos estaban de acuerdo, pues al solo ver superficialmente la condición de aquel muchacho vieron que estaba sufriendo y jadeando un poco.
Aquel grupo de hombres se dividió en dos; un grupo pequeño de tres hombres lideró el camino llevando al grupo de jóvenes con ellos, mientras que el resto, cerca de nueve personas siguieron recorriendo en busca de sobrevivientes.
Mientras que Liam era llevado por uno de los hombres, Aren miró de reojo al extremo de aquel tren en donde el equipo más grande estaba yendo a inspeccionar.
- ¡¿Qué estás esperando, muchacho?! ¡¿Apresúrate?!
Aren continuó su camino.
Mientras aquel otro grupo iba recorriendo el camino, uno de ellos percibió algo extraño.
«¿? ¿Esto es … niebla?»
- ¡¿Qué sucede?! ¡Te estás quedando atrás! - exclamó otro de los integrantes.
El hombre que había percibido esto se apresuró a seguir el ritmo. «¿Aun no es temprano para que haya niebla?»
Ya era de mañana, en una habitación del tren se encontraba un joven con un parche sobre uno de sus ojos quien estaba recostado sobre una especie de sofá.
Los rayos de luz comenzaban a iluminar aquella cabina.
El joven quien tenía una toalla pequeña un poco húmeda sobre su cabeza comenzó a despertar.
- No te fuerces … quédate aun echado. - fue lo primero que escuchó Liam.
Al abrir sus ojos pudo notar la presencia de una mujer joven y algo agraciada de pelo corto. Ella estaba tanto al cuidado de aquel muchacho como de otro joven de unos 20 años.
- ¿Dónde … estoy? - preguntó Liam algo convaleciente.
- Pues … en el área de cuidados … como recién despiertas desde que te trajeron aquí, puede que no sepas lo que está pasando.
- ¿? ¿De qué habla? - preguntó Liam mientras veía al costado aquel otro varón que seguía durmiendo.
- Creo que sería mejor dejar que tus 'amigos' te explicaran, pero deben de estar algo ocupados … - comentó la mujer.
- ¡¿?!
- Bueno … ya sabes … desafortunadamente estamos atrapados en este cañón hasta que la ayuda venga. - afirmó la joven mujer algo vacilante y preocupada.
- …
- Pero lo bueno fue de que pudimos reaccionar de inmediato y nos organizamos para afrontar la situación.
- ¿?
- Sí … el sr. Marcus comenzó a dirigirnos y comenzó a designar grupos de búsqueda y auxiliares. También hubieron algunos técnicos que revisaron partes del tren que concluyeron como seguras para usar. Afortunadamente había cuatro médicos dentro de los pasajeros; ellos junto con el sr. Marcus pudieron dar de manera efectiva los primeros auxilios a los que aún seguían … con vida. - finalizó de comentar aquella mujer con cierta tristeza.
Era obvio pensar que habría cierta cantidad de fallecidos por aquel impacto, pero lo que le importaba a Liam no era eso.
- Ya veo … ¿Sabes … en qué condición me encuentro? - preguntó Liam con preocupación.
- Oh, no te preocupes … solo sufriste un desmayo por cansancio … por otro lado, solo tienes heridas menores, nada de qué preocuparse. Aun así, no trates de caminar y mucho menos correr, tienes que reposar por al menos un par de días; esas fueron las ordénenos del doctor.
- … Comprendo … ahora, si no fuera molestia, quisiera saber algo más.
La mujer que comenzó a atender al otro joven escuchaba atentamente.
- ¿Pudieron contactar con la agencia de viaje o con defensa civil? - preguntó Liam mientras trataba de sentarse en el mueble.
- … Bueno … en realidad … - la mujer parecía dudar en responder, mas fue interrumpida por el sonido de gritos de enojo de personas que se escuchaban fuera del tren.
- ¡¿Qué significa esto?! ¡¿Acaso están jugando con nosotros?!
- ¡¿No que habían contactado con la estación de Rivas?!
- ¡¿Dígannos de una vez si vendrán ayudarnos o no?!
Entre otras y más quejas, hubo una que se repetía constantemente.
- ¡Traigan a Marcus!
Fuera del tren se encontraba una multitud de más de treinta personas en buenas condiciones por así decirlo quienes rodeaban a un grupo menor de personas quienes trataban de responder a sus quejas.
- ¡Escuchen todos! ¡El GPS y las líneas de comunicación están averiadas! ¡Además nadie tiene línea telefónica en esta zona! ¡Por tanto, estamos viendo una manera de comunicarnos con la estación de Rivas … les pedimos que sean pacientes! - habló uno de los que parecía estar a cargo de la gestión de contingencia.
- ¡Puras palabrerías! ¡¿Dónde está Marcus?! ¡Qué él salga y nos lo diga!
- ¡Sí! ¡Por otro lado ¿Cómo haremos con las raciones de comida?! ¡Solo nos queda para un par de días más!
El bullicio no terminaba y mientras más pasaba los segundos, parecía que se iba a desencadenar una pelea. Los alimentos, bebidas y ayuda médica era escaza y la orden implícita era clara: solo recibirán ayuda los que no hayan sido heridos de gravedad, el resto preferirían estar ya muertos.
Del grupo encargado de la gestión de contingencia, salió un hombre de cabellos rubios y ojos azules; aunque su apariencia parecía a lo lejos joven, portaba grandes orejeras debajo de sus ojos y una sonrisa como de un hombre mayor.
Aquel varón quien vestía una chaqueta se mostró ante todos produciendo un silencio en todo el lugar.
Alzó su brazo izquierdo apuntando hacia el cielo y hablo.
- Miren lo que hay encima nuestro. Estamos atrapados en un cañón cuyo único puente está destruido; además, no tenemos señal telefónica y según el mapa estamos en una región no autorizada el cual no tuvimos que haber pasado según los mapas que tenemos. Prácticamente todos estamos condenados si es que a lo mucho en un par de días no venga nadie a rescatarnos. Lo que yo he tratado de hacer y les pido es que si no tienen ninguna idea de ayudar entonces no hablen.
Todos los sobrevivientes eran redargüidos en su conciencia al escuchar estas palabras.
- Ahora bien … la idea planteada es enviar un equipo calificado para escalar hasta la superficie y viajen hasta la estación de Rivas, que es la más cercana. El viaje a pie es de dos días para ello requerimos apartar algo de víveres para ellos.
Esta idea dejó disgustado a varios de ellos quienes empezaban a murmurar.
- Sé que escaseamos de alimentos, pero debemos arriesgarnos o perecer en este lugar. ¡Decidan ahora! - exclamó aquel joven.
El silencio era lo que se escuchaba hasta que uno de ellos respondió.
- ¡Está bien! ¡Pero ¿A quienes enviarán?!
El joven rubio sonrió y se fue del lugar dejando la explicación de los detalles a los otros quienes estaban con él.
Adentrándose al tren, en una de las cabinas, aquel varón quien era acompañado por un par de hombres pidió ser dejado solo y, siendo así, dentro de la cabina se encontraba él con un pequeño grupo de hombre solos en aquel lugar.
- Y bien … ¿Dónde era que vieron al equipo de búsqueda la última vez? - preguntó aquel joven.
Pudiendo ya sentarse en el mueble, pero sin forzarse demasiado, Liam se comenzaba a recuperar poco a poco. Mientras que el muchacho veía por la ventana, parecía estar sumergido en sus pensamientos.
«Bueno … en realidad la situación era de esperarse. No, en realidad, es mejor de lo que creía por el momento… Sin embargo, a largo plazo, esto se volverá un caos si es que no viene la ayuda.»
El joven tomó buscó a los alrededores hasta que tomó una mochila que parecía ser de él.
«Qué bueno que pudieron recoger esto … parece que el resto de mi equipaje lo tienen ellos.»
Al tomar algo de su maleta, aquel joven vio una foto. Era una donde estaba él junto a otro joven un poco mayor al parecer.
«No … aún es muy temprano para rendirse … tengo muchas cosas por hacer.»
El muchacho recobraba ánimos cuando escuchó una voz de repente.
- Oye … ¿sabes dónde está la belleza que nos atendía?
Liam volteó a ver hacia el mueble que estaba frente a él. Pudo ver a aquel otro joven con quien compartía la habitación levantándose algo cansado.
- Y ¿tú eres? - preguntó Liam algo fastidiado.
- Ah, sí … soy Renato. Y ¿tú?
- Liam.
Al verlo detenidamente, un molesto recuerdo se le vino a la mente.
«Tch … ¿Por qué este tipo me hace acordar a Glen?»
Estando dentro de la cabina donde estaba aquel varón quien había confrontado a los demás, parecía estar dándose un interrogatorio.
- Así que fue alrededor de las 4 am … de ahí ya no vieron más a ese grupo, ¿verdad?
- Sí … ellos dijeron que iban a seguir revisando. - respondió Glen.
- Bien, parece que todo es coherente con las afirmaciones de los que restan de ese grupo. - respondió el varón de ojos azules - por otro lado, ¿han visto alguna clase de animal o algo por el estilo?
- No … nada que sepamos. - respondió Daniel.
- Bueno … es una suerte, ¿no creen? … Al menos no tenemos que preocuparnos sobre eso … Como habrán visto, no tenemos idea de cuando saldremos de este lugar, si es que lo hacemos; pero como escucharon, estamos formando un grupo que pueda llegar hasta la estación de Rivas e informe sobre lo que nos ocurrió … ¿quisiera saber si alguno está interesado en formar parte? - habló aquel joven rubio de forma tentativa.
- Nop … gracias por la invitación, pero tenemos algunos asuntos que hacer … - respondió Glen.
- ¿Asuntos?
- Sip … tenemos que ver como está nuestro querido amigo … sus padres nos dijeron que lo protegiéramos de cualquier cosa … así que no podemos irnos y dejarlo solo. - agregaba Glen astutamente.
- Oh, ya veo … pues si aceptaban, les íbamos a dar algunos víveres extras, pero respeto su decisión … Bien eso sería todo, pueden retirarse.
Saliendo de aquel lugar, el grupo de jóvenes no dijo nada hasta estar a las afueras del tren.
- Wow … ese tipo realmente da miedo. - comentó Glen aliviadamente.
- Hahh … confirmo. Así que ese es Marcus. ¿eh? … Ahora veo por qué todos lo obedecen. - agregó Daniel un tanto preocupado.
- Astuto, negociador, temerario, provocador … la descripción de todo un farsante. - dijo Glen en un tono disgustado.
- Bueno, parece que el equipo que formó saldrá dentro de un par de horas … esperemos que puedan encontrar la ayuda cuanto antes. - comentó Daniel algo esperanzado.
Dejando a un lado aquel tema y sobre la primera impresión que tuvieron de aquella persona llamada Marcus, el grupo se dirigió a donde se encontraba Liam.
Al llegar escucharon ruidos de quejas y de voces burlescas dentro de donde residía su compañero de viaje. Era extraño, pues Liam aún debía seguir durmiendo, pensaban aquellos jóvenes.
Sin esperar a tocar la puerta, Glen se apresuró a abrirla y ver lo que sucedía.
- ¡No tú también!
- ¡Vamos … solo una vez!
- ¡¿Acaso hablo en chino?!
- Bueno … tienes tu acento inglés, pero se te entiende.
- ¡Primero Glen y ahora tú!
- ¿Quién es Glen?
Aren, Daniel y Glen fueron testigos de aquella infantil escena donde nuevamente trataban de ver que escondía el parche de Liam.
- ¿Así estaba yo? - preguntó Glen indiferentemente.
- Sí … y peor. - respondieron Daniel y Aren.
- Bueno … nunca es tarde para cambiar. - comentó Glen alegremente.
Liam se percató de la presencia de los que estaban en la entrada.
- ¡¿Están esperando una invitación o qué?! ¡Deténganlo!
Después de unos minutos más de estar viendo, el grupo lo ayudó.