webnovel

Realineando pensamientos

Raidha salió corriendo sin pensar. Le asaltaba una mezcla de emociones entre tristeza y rabia. 

«¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Imbécil! ¡Por lo menos si no dejas a nadie acercarse a la puerta asegúrate de que no se pueda escuchar con total claridad desde la habitación de al lado! ¡Luego soy yo la idiota!»

Corrió y corrió en medio de la noche hasta llegar a las afueras de la ciudad, donde se acostó encima de una roca para recuperar el aliento.

«¿Obligarme a regresar con los míos? ¡Como si fuera a permitirte hacer eso!» 

Esas simples palabras realmente le habían herido. Si estuviera dispuesta a hacer eso no le habría ayudado a escapar en primer lugar o directamente se habría quedado al lado de su padre en el momento que les siguió.

—Ya hace tiempo que tomé la decisión de no dejar que nadie me obligara a hacer cosas en contra de mi voluntad, ni siquiera mi padre. Si hace falta luchar con los míos para evitarlo, entonces lucharé —murmuró mientras se cubría los ojos con su brazo.

¿Qué importaba si era peligroso? Incluso hasta ese momento el único que había sufrido daños graves había sido él. Raidha apenas había terminado con pequeños rasguños en comparación.

—¿Cómo puedes siquiera pensar que morir puede ayudarme en algo? ¿Qué sentido tendría haber llegado hasta aquí si eso ocurre? No podría soportarlo… ¡¿Por qué no puedes entender algo tan simple?!

Su grito de frustración se perdió en el cielo completamente negro, donde esas nuves densas hasta el punto en el que se podía caminar por encima no dejaban pasar ni un rayó de luz en medio de la noche. Ese cielo en cierto modo le recordaba bastante a su casa. Ese simple pensamiento la molestó e hizo que se acostara de lado. En ese momento escucho el sonido de pasos junto a una tenue luz que se acercaba. Por un momento pensó que sería Drayd buscando disculparse o algo similar… sí, como si eso fuera posible…

—¡¿A qué vienes, zorra?!

En lugar de Drayd la que había ido en su búsqueda no era otra que Calitia. ¿También era tan difícil de entender que a quien menos ganas de ver era justamente a ella?

—Menudo recibimiento. Con lo que me ha costado seguirte... Es horrible esto de no ver nada.

—¡No haberme seguido!

Raidha inmediatamente se dio la vuelta, dándole la espalda a Calitia. En lugar de simplemente ignorarla ella se sentó a su lado.

—¿Lo escuchaste todo verdad?

—¡Por supuesto!

—Entonces… —Calitia se quedó mirando al cielo en silencio durante unos instantes antes de volverse hacia Raidha— ¿Tú qué harías en mi lugar?

Por un momento Raidha quiso creer que se estaba escuchando cosas. Se giró hacia Calitia, cuya entristecida mirada solo confirmó que no había escuchado mal.

—Mátate, me harías un gran favor —Raidha le respondió con una mirada que realmente podría matar.

—Hablo seriamente. De verdad, ahora mismo no sé qué hacer. Mira, hasta me estoy resignando a hablar contigo con lo mal que me caes… No tengo a nadie más—terminó murmurando.

Raidha apretó su puño con todas sus fuerzas intentando soportar la rabia que empezaba a desbordarse de dentro suyo. Raidha era la que se encontraba dolida en ese momento y Calitia intentaba buscar consuelo en ella. ¿De verdad le estaba viniendo con esas? ¿Se podría ser más hipócrita? Aún así de algún modo consiguió controlarse y responder civilizadamente.

—En primer lugar no tendrías de habernos seguido. Nadie te quería ni te quiere aquí. Lo mejor que podrías hacer es largarte y seguir con tu vida, justo como él dijo.

—No lo dudo. Me ha quedado bastante claro que todos me queréis lejos. Puedo darme cuenta cuando sobro… Pero incluso así…

Ambas se quedaron en silencio de nuevo. Finalmente Raidha no pudo aguantar más y se levantó.

—Vete… —murmuró sin darse la vuelta.

—¿Qué? —Calitia se giró lentamente al no haberla escuchado bien.

—He dicho vete… Tú misma dices darte cuenta de que sobras… He aguantado, tolerado tu simple presencia, pero ya no puedo más. Vete, ¿de verdad no lo entiendes? No perteneces a este lugar, no te encuentras en la misma situación que nosotros. Nadie te quiere a nuestro lado. Eres solo un estorbo. Tu sola presencia me irrita. Solo vete… vete antes de que cualquiera de nosotros sufra aún más… incluida tu misma.

Raidha empezó a caminar en dirección a ninguna parte. En lugar de haberse desahogado había conseguido todo lo contrario.

Calitia se quedó mirando a su espalda hasta que desapareció por completo. Cerrando sus ojos simplemente exhaló pesadamente.

—Como esperaba...

Calitia ya esperaba escuchar palabras similares. Después de todo podía hacerse una idea de lo que pasaba por la cabeza de esa chica. Estaba claro que escuchar a Drayd decir todo esto no le habría gustado para nada. Calitia se sentía culpable y entendía perfectamente que no era bien vista por Raidha. También entendía que no era la más indicada para siquiera intentar animarla, así que decidió simplemente tomar la frustración de Raidha ella misma.

—... lo que no esperaba es que realmente hiriera tanto.

Calitia se le acercó fingiendo, aunque no del todo, que buscaba consuelo. Esperaba aguantar unos cuantos gritos e insultos por parte de Raidha hasta que más o menos se calmara, pero el tono de las palabras, aunque el contenido fuera el que se esperaba, le hizo darse cuenta de lo mal que había calculado.

—Está bien…

El pecho de Calitia empezó a doler intensamente.

«Con que así se siente estar completamente sola, ¿uh?»

Sin embargo no podía quejarse ya que se lo había buscado ella misma. Calitia se levantó y dio el primer paso dirección contraria a la de Raidha.

—¿A dónde vas?

De golpe escuchó una voz distorsionada y estuvo a punto de darse la vuelta, pero lo suprimió con todas sus fuerzas.

—Así que hasta tú viniste… 

—Bueno, cierto idiota me dijo que pensara sobre decirte algo para hacerte entrar en razón antes de que causaras algún problema más grande que secuestrar a una niña del cielo.

Y el dolor en su pecho se intensificó inmediatamente.

—Ya veo, cierto dijiste que no dejarías que tocara a ninguno de tus compañeros. No tienes que preocuparte, entendí claramente el mensaje, nunca debí haberos seguido. Nos despedimos aquí.

Calitia dio dos pasos más antes de que algo tirara por la parte de atrás de su cuello.

—¡¿Qué haces?! —se quejó antes de darse la vuelta hacia ese chico.

—Como he dicho, intenté pensar sobre decirte algo para hacerte entrar en razón antes de que causaras algún problema más grande que secuestrar a una niña del cielo… pero no se me ocurre nada. Lo único que se me ocurre es que eres una idiota si simplemente vas a irte después de acompañarnos hasta aquí por que un par de idiotas te han dicho que te vayas.

Calitia inclinó sin darse cuenta la cabeza al no comprender exactamente qué quería decir.

—Además, no tienes forma de contactar con los tuyos para irte ¿verdad?

—Bueno…

—Ya dije que protegeré a mis compañeros…

—¿Y dejar a tu enemigo cerca de tus compañeros es la mejor opción?

—Idiota… obviamente no dejaría a un enemigo estar cerca de nosotros… —el chico desvió su mirada.

Y con esas simples y estúpidas palabras de algún modo el dolor en el pecho de Calitia se alivió un poco.

—Además, ¿no se supone que cuidarías de esa niña hasta que regresara a su casa? ¿Vas a abandonar tal responsabilidad?

—¡Por supuesto que no!

—Bien.

Al escuchar tal respuesta el chico se giró y se marchó sin decir nada más. Calitia tampoco abrió la boca nuevamente, solo sonrió ligeramente.

«Parece que al menos no estoy completamente sola.»

No obstante su cara se puso seria de nuevo y sin pensarlo dos veces empezó a correr hacia dónde Raidha se había marchado. No tardó mucho en encontrarla. Obviamente Raidha no estaba contenta de verla de nuevo.

—¿Por qué me estás siguiendo de nuevo?

—Porque si te dejo sola vete a saber qué desastre podrías causar. No puedo dejar sin supervisar a una princesa malcriada.

—Solo déjame en paz…

—Bien, dejémoslo aquí. Tú no me caes bien y yo no te caigo bien, pero aunque lo aborrezcas no te vas a librar de mí. Al menos no hasta que regreses a tu casa.

—Esto no tiene nada que ver contigo.

—Por supuesto que tiene. Después de todo es mi culpa que ambos terminarais perdidos.

Ante tales palabras Raidha bajó su mirada y apretó sus puños.

—No, yo le arrastré a esto.

«Ah, con que de esto va la cosa…»

Calitia suspiró y se acercó a Raidha antes de ponerle su mano en el hombro… esta vez no reaccionó como le hubiera caído mierda encima. 

—Egocéntrica hasta el final, princesa de los silphen.

—Una katryde no tiene ni el más mínimo derecho a llamarme egocéntrica.

—¿Recuerdas ese día? ¿El día que nos conocimos?

—Lo recuerdo.

—Entonces, ¿quién tiene la culpa? Entre las dos le arrastramos a esto.

Ni siquiera Raidha podía rebatir firmemente eso como si nada. Si ella no la hubiese atacado, Drayd no se habría visto atrapado. Entonces, ¿por qué se sentía tan culpable? En ese momento algo hizo click en la mente de Raidha y por fin levantó la mirada hacia la de Calitia.

—Ambas somos culpables —Calitia le respondió con pesar.

En otras palabras, aunque de diferente forma, ambas se sentían culpables. 

—¿Acaso tú no me odias? —Raidha preguntó.

—No... No me caes bien, pero en realidad no te odio. Hace tiempo te odiaba, odiaba a todos los silphen, sobre todo a tu padre y en consecuencia a ti. Pero conforme crecí… y tras conocerlo a él cambié de opinión.

—¿Conocer a quién?

—No, al otro. Ni siquiera sé su nombre. En realidad, ni siquiera tiene... Es gracioso... Pero por él he llegado a pensar que los silphen también sois personas y que la oscuridad no siempre es mala.

—¡¿Ehhhhh?! ¡¿Es una broma?! Ese tipo es horrible, malvado, siquiera se le puede considerar una persona ¡Es un maldito monstruo sin corazón! Si él no existiera Drayd…

—Por eso no me caes bien. Estoy segura que ni siquiera te has molestado en confirmar todo lo que dices. 

—¡Ni tú a mí! Si hubieras visto lo mismo que vi yo…

—Peleé directamente con él, ¿sabes?

—No, a lo que me refiero es… una katryde nunca lo entendería…

—Bien, bien, lo que tu digas. En fin, mejor regresemos, ya es bastante tarde.

De alguna forma Calitia consiguió calmar un poco a Raidha y en cierto modo a sí misma. Sin duda Drayd tenía razón. Calitia misma sabía que de sueños no se podía vivir y en algún momento se tendría que separar de ellos, probablemente de una forma bastante caótica y violenta.

Si se encontraba de nuevo con los suyos podía intentar convencerles de llevarlos a casa, pero el resultado era bastante previsible. Los katryde se negarían completamente y los atacarían sin dudar. O en el mejor de los casos, si consiguiera convencerlos de llevarlos con los silphen, lo contrario ocurriría… Sumando a que los katryde no tenían ni idea de dónde se encontraba el planeta de los silphen.

«Nunca pensé que siquiera podría querer intentar hacerme amiga de una silphen y mucho menos la princesa.»

Pero incluso si se pudieran convertir en las mejores amigas no cambiaría nada. Ni siquiera el rey podía convencer a todo un pueblo que ya de por si se encontraba terriblemente separado. Si se dijera algo del estilo "los katryde no son malos" probablemente terminaría con la cabeza cortada. Y sin duda sería aún más imposible convencer a todos los líderes de los katryde para hacer algo similar… y a diferencia del rey de los siplhen, que tenía la oportunidad de enfrentarlos a todos por si mismo y aún así probablemente ganar, los líderes katryde no tendrían la misma oportunidad.

No obstante, en ese mismo instante, Calitia había decidido su camino y reafirmado su decisión. Seguiría al lado de esos chicos. Así quizás, solo quizás, pudiera encontrar algún modo de llevarlos a ambos a sus respectivas casas.

«¿Puedo ser capaz de encontrar el mundo de esa chica? Bueno, al menos conozco el mundo de Drayd, quizás pueda encontrar algún modo de llevarlo allí y luego intentar llevar a Raidha a su casa o cerca de algún silphen que pueda llevársela. Aunque probablemente no termine bien para mí.»

Calitia asintió a ese pensamiento. Si su muerte fuera suficiente para eso, por el momento a ella le bastaba.

«Incluso si tú no eres capaz de ver un final feliz, yo me encargaré de iluminar el camino hacia uno.»