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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Fantasy
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67 Chs

Conflicto de intereses

Puesto que me había recuperado por completo, ya estábamos listos para reemprender nuestro viaje. Mañana a primera hora saldríamos hacia esas malditas ruinas. Ya teníamos listos todos los preparativos, por lo que nos sentamos a comer antes de irnos a dormir.

Nos sentamos todos juntos en la mesa. Dánet no paraba de armar escándalo desde su asiento. Lo mirara como lo mirase, esta chica se veía increíblemente feliz. Me daba algo de envidia su manera de vivir sin preocupación alguna. Incluso con ese ambiente animado yo no podía sacarme de la mente algunos dolores de cabeza que me atormentaban desde el día anterior.

A un lado de la mesa tenía a Dánet, quien seguía pegándose a Raidha tanto como podía. Calitia estaba sentada delante de mí con Noné al lado, echando gritos a esas dos. A Pyro lo teníamos en un lado sin prestar mucha atención al escándalo. Este era otro del que también sentía algo de envidia de lo feliz que era.

Entre tontería y tontería finalmente conseguimos dirigir nuestra conversación hacia un destino en concreto: nuestro viaje hacia las ruinas de Nasibra. No obstante, nuestro plan fue inmediatamente interrumpido.

—Esperad, antes de ir a esas ruinas deberíamos encontrar una forma de regresar a Noné al cielo.

—Solo llevatela volando arriba de nuevo —remugó Raidha.

—Si pudiera volar tan alto por mi misma ya la habría regresado hace tiempo, ¿no crees?

—¡Como si fuera a saber que pasa por tu cabeza!

—Además, incluso si pudiera hacerlo, vosotros no podéis volar ¿verdad? Tampoco puedo dejaros solos sin más.

—¡Nadie te ha pedido que nos sigas!

Ambas chicas empezaron a pelear entre ellas una vez más.

—Calitia… —susurré sin querer.

Dánet pareció escucharme, ya que se me quedó mirando. Con una risilla burlona llamó la atención de toda la mesa.

—Vaya, vaya ¿Tan interesado estás en ella que no has parado de mirarla en todo este rato?

—Bueno…

—¿Algún problema? ¿Pasa algo conmigo? —Calitia se giró hacia mí.

—Jijiji. Decidme, ¿queréis ir a mi habitación? Os dejo la cama un ratito —Dánet siguió molestando.

Me levanté de golpe sin pensar, mirando a Calitia con seriedad.

—Te tomo la palabra… Calitia ven conmigo. Pyro hazme el favor, guarda la puerta para que nadie se acerque.

La cara de las chicas se retorció. Hasta Dánet quedó un poco en shock. La única a la que la mandíbula no le llegó al suelo fue la misma Calitia, quien simplemente arrugó su frente con duda antes de levantarse y seguirme sin rechistar. Raidha se quedó mirándome fijamente. Parecía tener un tick nervioso en el ojo y la comida se le caía de la boca.

—Pyro cuento contigo, que nadie venga a escuchar.

[¡Pyro se encarga!]

—¡Hey! ¡Hey! ¡Hey! ¡Lo decía en broma! ¡No me pringuéis las sábanas!

Sin decir ni una palabra, ambos entramos en la habitación. Cerré la puerta detrás mío y me quedé plantado justo ahí. Calitia se paró en el fondo de la habitación. Se apoyó en la pared con los ojos cerrados y los brazos cruzados esperando que hablara. Realmente me molestaban sus actuaciones de gran soldado.

—Bien… Espero que nadie moleste.

—¿Cuál es el problema?

—Actué algo sin pensar… pero creo que ya era hora de decir las cosas claras de una vez… Lárgate de aquí.

—¿Qué?

Mis palabras parecieron golpearla fuertemente. Pero ya me daba igual. Primero se nos pegó sin pedir permiso. Luego fue ella quien arrastró a la niña junto a nosotros, y ahora quería priorizar regresar al cielo, algo que ninguno de nosotros tenía ni idea de cómo hacer.

—Para empezar, ¿por qué viniste con nosotros?

—¿Cómo? Ya lo dije, vigilaros es mi obligación.

Me la quedé mirando con los ojos entrecerrados ante ese comentario.

«Como quieras Calitia, terminaré con tus tonterías por las buenas o por las malas.»

Di unos cuantos pasos hacia ella, hasta tenerla a apenas un metro de mí. Ambos teníamos más o menos la misma altura, con lo que nuestras miradas se encontraron de frente sin esfuerzo.

—¿Vigilar a quién? ¿Raidha? ¿Yo? O quizás a quién te interesa vigilar de verdad es a… ¿Él?

-Idiota, ni se te ocurra ¡No vayas a usar esto como excusa para hacerme hablar con ella!

—Piensa en lo que dije antes… pero si no quieres hablar tú mismo… entonces no me queda otra opción que hacerlo yo, ¿verdad?

Al verme contestarme a mí mismo su expresión cambió un poco. Yo la miré con aún más seriedad. Mi acción hizo que se pusiera algo nerviosa, perdiendo su postura "digna".

—¡A todos! —Gritó al mismo tiempo que me sujetaba del cuello de la camiseta.

—Bien… Porque… ¿Tú entiendes lo que significa eso?

—¿Qué se supone que significa?

—Te lanzaste a seguirnos dejando de lado cualquier manera de regresar a tu mundo solo para... ¿Vigilarnos? ¿Pretendes que nos creamos eso? ¿Siquiera entiendes la locura que estás diciendo?

—¡¿Qué he de entender?! Simplemente me aseguraré de que no hagáis ningún desastre donde sea que estéis. El regresar no es un gran problema. Los Katryde lo vigilan todo. Si algún día quiero volver, solo tengo que hacer señales a una nave y pedir que me regresen a casa.

—Ya veo... realmente no entiendes nada… Ahí está el primer punto y más importante… Pero hay otro…

—¿Qué punto? ¡Explícate de una vez! —me empujó hacia atrás antes de soltarme.

—¡¿Crees que podemos estar juntos sin ponernos en peligro los unos a los otros?!

Mi grito la hizo retroceder un poco. De verdad me había tocado las pelotas a fondo. No podía creerme que su testarudez fuera tan grande. Simplemente no quería darse cuenta de la realidad.

—¡¿Hasta cuándo y dónde tienes pensado seguirnos?! Nuestro plan es encontrar un camino de regreso a nuestros mundos. Raidha me acompañará hasta entonces y luego volverá a su casa. Entonces… ¿Qué harás cuándo eso pase? ¿Te quedarás vigilándome a mí? ¿O acaso acompañaras a la princesa hasta territorio silphen? No creo que seas muy bienvenida allí.

Estuvo a punto de decir algo, pero apenas logró abrir unos pocos centímetros su boca.

—¿Cuántos mundos hay? ¿Tú lo sabes Calitia?

—Ni… ni idea.

—Entonces, te puedes imaginar que, a pesar de esforzarnos al máximo, es posible que nunca seamos capaces de regresar a mi mundo. Ir mundo tras mundo, echando suertes a ver si algún día sale el mío… Probablemente encontremos antes uno con un perro verde o un caballo que cague excrementos multicolor… Yo no tengo intención de arrastrar a nadie en un viaje infinito.

—Eso…

Inspiré profundamente e intenté calmarme ante la ahora un poco vacilante Calitia.

—Tarde o temprano obligaré a Raidha a regresar con los suyos… He visto que hay demasiados peligros… El problema es que para eso tendría que encontrar antes a un silphen que se la llevara. Bueno, su padre ya nos encontró una vez, no creo que le sea muy difícil encontrarnos una segunda… y el día que eso pase… probablemente me matará…

—...

—Y no creo que a ti te pase por alto tampoco…

Calitia apretó sus puños con fuerza. Por fin parecía estar empezando a darse cuenta de la realidad. No, probablemente ya lo sabía, simplemente no lo quería aceptar.

—Si no hay otra manera puedo…

—¿Puedes qué? —La interrumpí—. ¿Llamar a los tuyos y que nos lleven a nuestro destino? Pues entonces… ¿Por qué no lo hiciste en primer lugar? ¿Por qué nos seguiste sin traer a tus hombres contigo? Fácil, porque nos habrían atacado con solo vernos…

—Mi posición es mayor de lo que puedes imaginar. Si ordeno que no hagan nada…

—¿Pero hay gente con posiciones más altas a la tuya, ¿verdad? Ni me hace falta preguntar si puedes sobrescribir sus órdenes…

Calitia esta vez desvió por completo su mirada. Definitivamente sabía todo esto. Simplemente se negaba a admitirlo.

—¿Si justo ahora nos encontramos con algún silphen o katryde qué harías?

—Si es un silphen, yo no podré hacer nada. Si me ataca lucharé.

—Pero si es un katryde…

Nerviosa volvió a ponerse con los brazos cruzados y los ojos cerrados mientras apretaba los dientes. Podía ver alguna que otra gota de sudor en su frente. Por mucho que la llamara idiota, Calitia era bastante inteligente. Su cerebro probablemente estaba sacando humo intentando encontrar la respuesta.

Tras meditarlo durante unos segundos y calmarse un poco abrió los ojos y me contestó con firmeza.

—Los intentaré convencer de que Raidha no es peligrosa y evitaré cualquier pelea innecesaria.

—Y después de no conseguirlo… ¿Qué harás?

—Das muy rápido por sentado que no podré.

—No me malinterpretes… Estaría encantado de que todos os hicierais amigos y que vosotras dos fuerais el inicio de tiempos de paz… Pero soy realista… Eso no va a ocurrir… ¿Qué harías? ¿De qué lado estarás?

—Estoy completamente segura de que podría convencer a todo el mundo para que no te molesten. Después de todo, a simple vista eres un humano normal. Incluso si notan la oscuridad en ti, es solo un problema menor. El auténtico conflicto está con los silphen y no sería la primera vez que se ignora a un usuario de oscuridad que no es uno. Puedo garantizar tu seguridad… Incluso puedo hacer que te regresen a tu planeta… Yo misma te llevaría ahí personalmente…

—Sabes perfectamente lo que quiero decir.

Desvío un poco su seria mirada.

—No podré hacer nada por ella. Habría una oportunidad entre un millón si fuera un silphen normal, pero es la hija de Arkin. No hay nada que pueda hacer para ayudarla. Pero me encargaré de que a ti no te toquen.

—Entonces, déjame decirte claramente esto.

Saqué la pistola y le apunté directamente en la cabeza. Ella mantuvo su pose firmemente, sin mostrar miedo o enojo alguno.

—Si por tú culpa algo le llega a pasar a Raidha…

-Tú realmente pretendes…

—Por mucho que me apuntes con un arma no puedo hacer nada para cambiar las cosas. Tampoco tengo intención alguna de modificar mi decisión.

Se notaba la tristeza en las palabras de mi compañero mientras que Calitia se mantenía firme con las suyas.

—Si por tu culpa le llega a pasar algo a Raidha… No dudaré en apretar el gatillo.

En ese mismo instante moví la pistola a mi sien. La expresión calmada de Calitia se rompió al instante. Abrió muchísimo los ojos y entreabriendo la boca dejó salir nada más que palabras entrecortadas.

—Tú… no… ¿acaso estás?

Por fin había conseguido romper ligeramente su actuación.

—Vamos, no te pongas así. Es una escena típica, deberías haberla visto venir desde el principio… ¿No tienes inconveniente verdad compañero?

-…

—Tomaré ese silencio como un "haz lo que quieras"... De todos modos, si hace falta, tampoco dudaré en apretar el gatillo en la tuya Calitia…

—¿Crees poder hacerme algo?

Sus puños se cerraron de nuevo y hasta pude escuchar algo del metal de su armadura crujir bajo la tensión de todo su cuerpo.

—No…

—¡¿Entonces por qué montar este espectáculo en primer lugar?!

—Porque… no le veo un final feliz a esta historia… Regresa con los tuyos, con tu familia... Olvídate de nosotros y vive una vida larga y feliz.

Bajé la pistola y me dirigí a la puerta. Dejando a Calitia mordiéndose con fuerza el labio. En realidad, aunque aún la consideraba la principal responsable de lo que nos había ocurrido, no podía forzarme a culparla por completo. Sin duda no se trataba de una mala persona, simplemente otra víctima de las circunstancias.

—No vale la pena ser arrastrada con nosotros… No desperdicies tu tiempo así…

Y con esas últimas palabras salí de la habitación, dejándola en silencio sola ahí dentro. Noné estaba con Dánet, aunque su aterrado rostro decía claramente que no quería seguir escuchando nada de lo que esa loca le estaba diciendo.

—No dejaste a nadie escuchar, ¿verdad Pyro? —le pregunté a Pyro mientras este aterrizaba justo en mi hombro.

[No, nadie se acercó a la puerta en todo el rato.]

—Buen chico. Te lo agradezco muchísimo... De verdad… —le acaricié la cabeza ligeramente con mi dedo.

Y mientras caminaba hacia el medio del salón apareció Raidha de vete a saber dónde. Miraba al suelo con una cara sombría. No podía distinguir su expresión, pero le podía ver temblar los hombros… ¡Parecía muy enfadada!

—Esto Raidha… No es…

¡Paffff!

Me pegó tal bofetada que terminé en el suelo. Antes de que me diera tiempo a responder ya se había ido corriendo. Me había dado tantísimas patadas que ya era algo normal, pero esta era la primera vez que me daba una bofetada… Bueno, la segunda, pero la primera fue porque no podía usar sus piernas. Me dolió de verdad, aunque no en la cara…

—Vaya, vaya, estará celosa. No te preocupes, luego me encargo yo de calmarla amorosamente —Dánet se acercó a mí por primera vez con una extraña expresión de compasión y me ayudó a levantarme.

— … ¿Lo escuchó todo?

—Probablemente, mis paredes son de papel. Desde la habitación de al lado se escucha todo, hehe.

—¡¿Y no podías haberla mantenido alejada de la otra habitación?!

—¿Qué gracia tendría hacer eso?

«Maldita súcubo… En fin… será mejor buscar alguna excusa…»