Como ya era bastante normal, al amanecer volvimos al claro del árbol sagrado. Puesto que Raidha ya se encontraba bastante bien no dudó en unirse. Al haber pasado tanto tiempo encerrada, sin apenas poder moverse, parecía estar bastante motivada. Me alegraba que hubiera venido a ayudar…
—Por mucho que me esfuerce no puedo notar maná en ti. No vale la pena que intentes usar magia, sin maná no hay forma de que puedas.
… O quizás solo vino a molestar.
—No pierdo nada por intentarlo… Mirthia, ¿podrías enseñarme algunos hechizos básicos?
—¿Hechizos? Mnnnn, sí, supongo que lo podrías llamar así, miau.
—¿No se necesita recitar palabras inentendibles o discursos avergonzantes para usar magia? —pregunté confuso.
—No es que no haya, simplemente no son necesarios ni concretos. Déjame explicarte mejor cómo funciona esto —intervino Raidha.
«Esta chica realmente parece disfrutar dando clases de magia… Bueno, es una buena manera de subirle el ánimo… supongo.»
—Para usar magia primero debes materializar tu maná —empezó a decir haciendo movimientos raros con las manos.
—¡Grácias por tal detallada y concreta información! ¡De verdad me lo has dejado muy claro! —respondí aplaudiendo.
—¡Imbécil, calla y escucha! Ejem… Para empezar, el maná en sí mismo no es visible ni se puede tocar. Para lanzar un hechizo necesitas usar tu poder mágico para darle la forma y esencia base antes de materializar la magia. Los pasos para lograr eso pueden diferenciarse un poco dependiendo del resultado que quieras lograr. Si pierdes la concentración y no controlas correctamente el maná el resultado estará lejos de lo deseado.
—Ya veo… Entonces realmente no hay discursos avergonzantes —dije aliviado.
—Como dijo Mirthia, no es que no haya, sino que no funcionan cómo te imaginas. El auténtico propósito es centrar tu mente y agilizar el proceso de lanzamiento. Para que lo entiendas, son palabras a las que atribuyes una acción. Al acostumbrar tu cuerpo y mente a reaccionar de una forma específica a esa palabra hay menos probabilidades de fallar al usar una magia en concreto.
—Con eso se evita tener que pensar y recordar cada paso, miau. La magia más compleja requiere de mayor control y precisión en cada paso, a causa de eso es más fácil de recordar esos pasos con un simple cántico. De todos modos, al final es cuestión de práctica y talento, miau —intervino Mirthia.
—Así es. Usar un hechizo al final es básicamente seguir la pauta necesaria para lograr el resultado deseado. Preparar la cantidad de maná requerida, agregar la esencia o elemento, sacar el maná fuera del cuerpo, darle forma, materializarlo y otras tantas cosas necesarias en el orden correcto. Por eso es útil asignar a cada acción una palabra o conjunto de palabras, de manera que cuando las recites no tengas que pensar cada paso independientemente y tu cuerpo reaccione en consecuencia —siguió Raidha.
—También aclarar que a causa de eso cada persona tiene su propio estilo, miau. La misma magia puede ser recitada de forma completamente distinta dependiendo de la persona, miau. Lo más óptimo es usar lo primero que te venga a la cabeza y te sea más fácil de recordar, pero al menos debería tener un sentido detrás, no como lo que tú hacías el otro día, miajajaja.
—Entendido… ¿Entonces qué necesito hacer?
—Lo más esencial para usar cualquier tipo de magia es aprender a controlar fluidamente tu maná. Luego necesitas usar tu poder mágico para darle la esencia necesaria antes de sacarlo de tu cuerpo. Luego, una vez que la base está preparada es el momento de darle forma. Este es el paso más complicado y necesitas aprender a controlar el maná como si fuera una extensión de tu propio cuerpo.
Raidha acercó ambas manos y sacó una esfera de luz negra. Poco a poco pasó a verse como una masa líquida que empezó a deformarse en su manos, creando todo tipo de formas raras bajo el control absoluto de Raidha. Hasta Mirthia se quedó mirando el espectáculo con curiosidad. Ciertamente no parecía haber visto anteriormente el elemento oscuridad.
—¿Ves? Primero he sacado el maná al que le he dado la esencia de la oscuridad y luego le he dado forma física. Una vez hecho eso, lo controlo como si fuera una parte de mi cuerpo, dándole la forma y consistencia que quiero. Aunque debo admitir que puedo controlar la magia oscura con tanta facilidad gracias a mi especie. La energía oscura reacciona a mis pensamientos casi automáticamente.
Luego hizo lo mismo con lo que se volvió una pequeña bola de fuego en su mano que danzó libremente en su mano, aunque aparentemente no podía tomar forma tan libremente como lo hacía la magia oscura.
—Con otros elementos es más complicado. Normalmente lo haría mejor… pero mi poder mágico está… —su mirada se endureció.
—No te preocupes, lo he entendido perfectamente —la interrumpí antes de que se pusiera molesta de nuevo.
—Bien, miau —se acercó Mirthia—. Entonces yo te enseñaré lo básico de la tierra. La tierra no tiene mucho poder ofensivo, pero es lo mejor que hay para defenderse, miau. De todos modos, no vayas a creer que es inofensiva. Ten claro que hasta un escudo puede hacer mucho daño si se usa para golpear, miau. La magia más simple sería básicamente eso, crear un gran escudo de tierra. El concepto es básicamente el que ha explicado Raidha. Saca el maná y usa la esencia de la tierra para crear una gran masa de tierra y controlarla a voluntad, miau.
Nada más decir eso se dio la vuelta hacia un lugar despejado y levantó sus manos.
—Yo soy la fuente y el origen del poder, la tierra escucha mi llamado y cumple mi voluntad: ¡Muro de tierra!
En el mismo momento en el que terminó de recitar el cántico la tierra se alzó delante suyo y formó un gran muro.
—¿Ves, miau?
Mirthia se alejó del lugar y el muro de tierra desapareció pocos segundos después como si nunca hubiese estado ahí. Por lo visto lo creado con magia no se queda permanentemente… Lógico… supongo...
—Así que esto es un hechizo…
—Así es, miau. Conforme se va recitando voy haciendo una acción distinta: preparar el maná, darle la esencia de la tierra y materializarlo con forma de muro. Este es un hechizo bastante simple, inténtalo, miau.
—Pues vamos a ello.
Me dirigí al mismo sitio que ella y levanté mi mano delante mío antes de respirar profundamente. Como dijo, empecé a sacar esa energía que fluía por esas venas que había creado. En un momento empezó a levantarse encima de mi palma. Realmente se movía completamente bajo mi voluntad. Me quedé mirando fijamente esa energía que no se parecía en nada a la magia que me habían mostrado ese par.
«Raidha tiene razón, el primer paso es fácil… Cambiar la esencia del maná en el elemento que quiero usar… ¡No tengo ni idea de cómo hacer eso! Bueno… tengo la sensación de que esto ya tiene la esencia de la tierra por sí mismo, así que debería estar bien tal y como está…»
En teoría ya tenía los pasos hechos. Solo quedaba lanzar el hechizo. Dirigí la energía hacia delante mío y una vez tomó la forma de un muro levanté las manos como lo hizo Mirthia y dije las palabras mágicas...
—Yo soy la fuente y el origen del poder, la tierra escucha mi llamado y cumple mi voluntad: ¡Muro de tierra!
… pero nada pasó.
—¡Olvídate de cánticos si siquiera eres capaz de preparar el maná! ¡Te he dicho que primero necesitas sacar tu maná del cuerpo! —me gritó Raidha.
—¡Eso he hecho!
—Creo que ese rubio te afectó la cabeza. ¿Te volviste tonto?
Yo no he visto que sacaras maná alguno.
—Demonios… Ey, tú, lo que seas… ¿lo ves no?
-Sí, veo un idiota gritando.
—¡No me jodas! ¡Al menos contesta algo con sentido! —grité enfadado.
—Definitivamente se volvió loco, hasta habla solo, miau —dijo Mirthia antes de suspirar pesadamente.
Me desplomé en el suelo, abatido. A causa de ser el único que podía notar esa energía parecía un loco de verdad. De todos modos, ambas hablaban como si transformar el maná en algo físico fuera lo más común del mundo, pero por mucho que hablaran yo no conseguía imaginarme ni de lejos cómo hacerlo.
Cerré los ojos y empecé a romperme la cabeza intentando descifrar todo lo que me habían contado hasta el momento.
«Raidha no siente maná en mi cuerpo…»
Me levanté un poco y de nuevo puse la palma de mi mano delante de mí mientras dejaba salir esa energía como había hecho antes.
«El maná emula la energía natural…»
La energía danzaba de un lado a otro delante de mis ojos. Realmente no tenía problema en controlarla a voluntad. Después de pensarlo detalladamente empecé a darme cuenta del problema. Necesitaba afrontar las cosas desde otra perspectiva.
«Esto no es maná, es energía natural, por lo tanto no necesita ser emulada… Entonces…»
La energía posada encima de mi mano se meneaba de un lado a otro.
—Deberías rendirte de una vez, está clarísimo que eres nulo con la magia. No te lo tomes a mal, aunque no hay ningún silphen que no sepa usar magia, tú no eres un silphen —se acercó Raidha a intentar consolarme al ver como me quedaba mirando mi mano.
—Nulo con la magia… —murmuré.
Seguí dándole vueltas al asunto en mi cabeza. Aunque así fuera no quería rendirme.
«Todo en este mundo está formado por dos partes: materia y esencia. El maná es una energía especial que tiene propiedades de ambas… De ambas… La energía natural es la esencia… La materia…»
En ese momento sentí que me había iluminado. El maná podía volverse materia… pero la energía natural… Me concentré de nuevo en la energía que se levantaba de mi mano.
«Entonces…»
Me agaché hasta estar casi de rodillas contra el suelo. Tomé aire profundamente y puse ambas manos sobre el suelo. Como habían dicho esas dos, la energía natural formaba la esencia, solamente la esencia. La materia tenía que sacarla de otra parte.
«No tengo maná, está bien. En resumen, por mucho que me esfuerce en ello, no puedo crear materia de la nada, por lo tanto… ¡debo usar la materia existente!»
No era capaz de usar magia… lo acepté de mala gana. Aún así, podía controlar la energía natural de la misma forma que los demás controlaban el maná. Dejé salir mi energía natural por mis manos y la combine con la tierra a mis pies. Controle con cuidado esa energía. Podía notar claramente cada una de las hebras de energía que se expandían por el suelo. Cerré de nuevo los ojos, centrándome únicamente en la sensación que se transmitía hacia mí desde esas hebras. La cantidad de información que llegó a mi cabeza fue enorme, hasta el punto que sentí que me estaba a punto de estallar. Prácticamente se sentía como sentir cada partícula que formaba el suelo.
«Esto es…»
Sacudí la cabeza y calmé mi mente. Seguí controlando la energía milimétricamente, hasta haber rodeado por completo esas partículas. En ese momento sentí que la misma tierra fuera como una parte de mi cuerpo y esos hilos fueran los nervios que me conectaban a ella.
«Calma… no te distraigas… se uno con la tierra… uno con la naturaleza…»
Repitiendo esa frase sin parar, seguí con esa dura tarea. Entonces, de la misma manera que lo haría con cualquier extremidad de mi cuerpo, intenté levantar el mismo suelo. Un enorme estruendo empezó a resonar por el claro al mismo tiempo que todo empezaba a temblar con furia.
—¡Waaaa! Espera… ¡¿Ehhhhhhhhhhhhh?! —escuché gritar a Raidha.
—¡¿Qué está pasando, miaaaaaaaaaaaau?! —la siguió Mirthia.
Grietas empezaron a aparecer delante de mí. El suelo se abultó ligeramente. Al verlo, seguí luchando por levantar esa pesada carga. Fue un esfuerzo enorme. El sudor empezaba a caer por mi frente, regando la hierba debajo de mí. Aún así, finalmente el suelo cedió y la tierra se movió por sí misma ante nuestros ojos. Una superficie de unos cuarenta metros cuadrados fue levantada unos cuantos metros. Algunos árboles fueron arrancados a causa de ello. Sin querer, acababa de destrozar una parte del claro. Finalmente, no pude aguantar más y, junto a la tierra, caí al suelo respirando con dificultad. Apenas fue ahí cuando me di cuenta del auténtico desastre que había causado.
—¡Ah! Mierda…
Esas dos ni podían hablar. Alternaban la mirada entre el desastre y yo con la boca abierta. Probablemente no terminaban de creer que eso lo había hecho yo. En realidad, ni yo mismo me lo terminaba de creer.
—De… de… ¡¿de verdad hiciste tú eso?! —preguntó Raidha, atónita.
—Eso parece… —respondí rascándome la cabeza.
—¡Imposible, miau!
Una ligera sonrisa de satisfacción se extendió en mi cara mientras veía la energía fluyendo a mi alrededor. Todo el esfuerzo que había puesto hasta el momento por fin había sido recompensado.