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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · 都市
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239 Chs

196- Competencia con un vibrador

—¡Rafael!

Escuchar su nombre de su boca hizo que él gemiera contra su núcleo y la vibración le enviara descargas de electricidad a través de ella.

—¡Mierda! ¡Sí! —ella gritó de nuevo, olvidando que no estaban en los confines de su habitación.

Él continuó succionándola hasta secarla y eso la hizo llegar al clímax allí mismo. Ella estaba cabalgando las olas del placer.

Cayó de espaldas tomando unas cuantas respiraciones y lo sintió levantarse.

—Desde que te vi volver a esa oficina para tomar tu archivo... quería hacerlo ahí mismo —lo escuchó decir—. Finalmente tuve la oportunidad esta noche. Gracias por tu consentimiento.

Marissa estaba demasiado débil para decir algo. Acostada allí, jadeando salvajemente, podía ver sus labios brillando con sus jugos.

—Sabes muy bien ahí abajo —dijo él besando suavemente ambos muslos. Ella cerró los ojos con una suave sonrisa persistente en sus labios.

La sonrisa se profundizó cuando sintió que él le subía la ropa interior por las piernas.

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