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Capítulo 8: El poder de un Nigromante

Ethan intentó mantener la compostura mientras se encontraba frente a Yassmin y su hermano Yassir. Sabía que estaba en una situación precaria, pero no podía mostrar ninguna debilidad. Adoptó una expresión de desconcierto calculado.

—¿Apofis? —preguntó Ethan, fingiendo ignorancia—. No estoy seguro de entender de qué estás hablando.

—Aunque no lo recuerdas, nos conocimos antes. En aquel momento cometí un error y creo que un demonio llamado Apofis se refugió en tu cuerpo. Si pudieras permitirnos verificarlo, nos iremos rápidamente —intervino Yassir antes de que su hermana perdiera la paciencia.

Yassmin, con una paciencia que se desvanecía rápidamente, avanzó un paso hacia él. Sus ojos violetas brillaban con una intensidad amenazadora.

—No juegues conmigo, Blackwood. Puedo sentir su presencia. Está dentro de ti —dijo con firmeza.

Ethan tragó saliva, intentando ganar tiempo mientras sus pensamientos se aceleraban.

—Te aseguro que no sé de qué estás hablando. No me hagan perder mi tiempo con estas tonterías infantiles —respondió con un tono que intentaba ser convincente.

La paciencia de Yassmin se agotó. Con un movimiento fluido, su cabello se transformó en una masa de serpientes ondulantes, listas para atacar. La visión de las serpientes hizo que Ethan retrocediera instintivamente.

—Lamento tener que hacer esto, pero no me dejas otra opción —dijo Yassmin con un tono de pesar, pero con una determinación inquebrantable.

Ethan no perdió más tiempo. Con un gesto rápido, liberó a quince de sus soldados esqueletos modificados. Las criaturas emergieron de su dimensión de bolsillo, armadas y listas para el combate. Los ojos de ambos hermanos al-Rashid se abrieron con sorpresa.

Nunca esperaron que Ethan supiera necromancia. Ellos habían comprado toda la información sobre él, pero no había nada que indicara que supiera algún tipo de magia. No concebían que Ethan pudiera ocultar una pieza de información tan clave como esta, no era posible.

Rápidamente, descartaron sus dudas. Yassir se transformó rápidamente en su forma de hombre lobo, un ser imponente con una musculatura poderosa y afiladas garras. Yassmin también se transformó, convirtiéndose en una mujer mitad serpiente, mitad humana, su cuerpo serpenteante y ágil adaptado perfectamente para la batalla.

Pero antes de que la pelea pudiera comenzar, Yassmin se adelantó y utilizó un pergamino, recitando unas palabras en un lenguaje arcano. Inmediatamente, el ambiente a su alrededor cambió, envolviéndolos en un campo aislado conocido como el "Velo de Discreción". Este hechizo, comúnmente utilizado por aquellos involucrados en la magia, permitía que las batallas mágicas se libraran sin afectar al mundo exterior y sin desvelar la verdad al público.

La pelea comenzó con una furia desatada. Los quince esqueletos, aunque débiles, eran más fuertes que un humano común aun así estaban al fondo de la pirámide en comparación. Aun así, los quince juntos, coordinados, comenzaron sus ataques sin dudar. Yassir, en su forma de hombre lobo, desató su furia en una danza de violencia, mientras que Yassmin lo apoyaba desde la retaguardia con diferentes hechizos de sombras.

Durante un momento, la lucha fue pareja. Los esqueletos se movían con una coordinación sorprendente gracias a la inteligencia artificial que Ethan había desarrollado, ejecutando maniobras de ataque y defensa con una eficiencia inquietante. Aunque nunca se habían enfrentado a un nigromante, Yassmin y Yassir estaban sorprendidos por la autonomía y la independencia de los esqueletos. Cada uno de ellos se movía de manera particular, como si Ethan pudiera controlarlos uno a uno.

Yassmin, quien había estudiado las características de todas las magias, conocía bien las debilidades de un nigromante. Sabía que era imposible para cualquier nigromante ordinario comandar así a sus no muertos. Para empeorar la situación, los soldados esqueletos parecían aprender sobre el estilo de pelea de los hermanos y se volvían cada vez más difíciles de lidiar.

A medida que la pelea avanzaba, Yassmin se dio cuenta de que, aunque podían llegar a derrotar a todos los esqueletos, ellos mismos estaban recibiendo demasiadas heridas. Y aún quedaba Ethan y el demonio, no podían quedarse demasiado debilitados.

—¡Yassir, retrocede! —gritó Yassmin, viendo que la pelea estaba en un punto muerto.

Yassir gruñó pero obedeció, retrocediendo a su lado. Yassmin se adelantó, sus ojos brillando con una mezcla de furia y determinación.

—Blackwood, escúchame. No quiero pelear. Solo quiero al Apofis. Estoy dispuesta a comprártelo, podemos llegar a un acuerdo.

Ethan estaba completamente tentado por esto; quería deshacerse del demonio en su interior, por lo que era una muy buena oferta. Pero en ese momento, justo antes de aceptar, la voz del Apofis resonó en su mente, deteniéndolo.

El Apofis había estado en silencio desde que fue rechazado por segunda vez por Ethan a la hora de querer enseñarle habilidades. Ahora, sin embargo, había decidido romper el silencio ya que su vida corría en riesgo.

—No puedes entregarme a ellos, Ethan. Nuestras vidas están conectadas. Si muero a manos de esa mujer, tú también morirás.

Ethan se quedó helado. No había escuchado de eso antes, lo que significaba que no podía deshacerse de él. Mientras miraba a Yassmin y Yassir, supo que estaba en una situación aún más peligrosa de lo que había imaginado.

—No puedo hacerlo —dijo Ethan, su voz firme pero con un matiz de desesperación—. No puedo entregarte al Apofis. Según él, nuestras vidas están vinculadas. No correré el riesgo de morir por ti.

Yassmin frunció el ceño, comprendiendo rápidamente la situación. La tensión en el aire era palpable, ella sabía que un enfrentamiento directo solo llevaría a más pérdidas y sangre.

—Entonces, debemos encontrar otra solución —dijo Yassmin, su voz baja pero cargada de intención—. Porque no pienso irme de aquí sin el Apofis.

—Para encontrar otra solución primero necesito saber para qué necesitas a este demonio.

Yassmin suspiró para sí misma. Aunque lo hubiera evitado de ser posible, no había daño en contarle su historia a Ethan, de todas formas si él no encontraba un modo de ayudarla solo quedaba la opción de batallar a muerte.