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The walking dead: Silencio

Ubicación actual

Georgia, bosque desconocido 

En una cabaña de caza en el bosque se encuentra ahora un hombre de 1.80 cabello negro ojos café oscuros complexión de boxeador recostado en la cama lanzando un cuchillo de caza hacia la pared en donde se encuentra una diana de puntería el cuchilla se clava con precisión en el punto central de la diana justo en ese momento el hombre escucha un sonido en su cabeza similar a la llegada de una notificación.

ding¡

[Habilidad cuchillos arrojadizos ha subido de nivel]

cuchillos arrojadizos lv4 (0/400)

"ajuaa por fin la subí de nivel una semana una semana para poder subirla de nivel" menciono el hombre que ahora se encontraba de pie recogiendo los cuchillos que lanzo previamente los cuales fueron 8 en total.

(perspectiva de Héctor)

 una semana desde mi llegada a este mundo fue raro si pero una segunda oportunidad también de pasar de estar en mi pelea por tomar el titulo del peso supermediano por el cinturón del AMB en la cual salí victorioso pero a costo de llegar a este mundo cuando solo iba a dormir

no es difícil llegar a la conclusión de la posibilidad de mi muerte no salí del todo bien de esa pelea a demás del zumbido de mi cabeza después del decimo asalto pero eso es cosa del pasado ahora estoy aquí en un mundo aparecer postapocalíptico con zombis

no soy alguien sin cultura ni nada conozco las tramas similares los isekai y ya me dado una lista de los posibles mundo en los que estoy o en uno completamente desconocido pero hasta poder recopilar suficiente información no puedo hacer mas,

me e encontrado con 10 zombis en total fácil de matar a mi parecer el truco no es confiarse solo un golpe certero a ala cabeza y fin una cosa es decirlo otra hacerlo ver a algo que intenta matarte no es fácil si es tu primera vez a demás de tener el miedo de una mordida o un rasguño que pueda hacerte puede ser mortal 

fácil si son uno o dos pero enfrentarte a 5 , 10 de ellos es muerte segura en un lugar cerrado por suerte hasta ahora solo me e encontrado con zombis convencionales lentos y sin inteligencia solo instinto puro al bueno a tener encuentra hasta ahora.

pero es momento de irme la comida que había aquí en la cabaña se acabara pronto y no me e alejado mas de 200 metros de la cabaña desde que llegue no por miedo sino por ser cauteloso digamos.

salí por la puerta el sol me pego en lo ojos hacia un día que no salía por querer levear la habilidad de arrojar cuchillos, no regresare en un tiempo haci que traje todo lo esencial conmigo el resto lo enterré aparecí en este mundo con un cuchillo de caza un arma y una mochila con comida nada mas nada menos el arma solo pose 15 balas por que lo que no la e utilizado desde que la tengo ademas de que el ruido atrae a los zombis por suerte en la cabaña había cuchillos y un rifle de caza cosa que tampoco e usado solo posee 8 balas pero para asustar a otros me sirve disparar se podría decir que tengo cierta experiencia me todo armar y desarmar armas y dispararlas en el servicio militar algo bueno además de los nudos marineros que aprendí ahí algo bueno dejo aparte del castre y los insultos de los marinos buenos momentos en fin.

ire hacia el norte a ver si encuentro algo bien si de esa direccion sale el sol y hacia alla se pone quiere decir que es el este o era oeste cual es el norte hacia alla o al frente mierda estoy perdido que lo decida una moneda hacia al frente si cae cara hacia atras si cae cruz bien ..... jejeje toco cara bien ahora si 

Narrado por Héctor

El sol comenzaba a declinar en el horizonte mientras yo avanzaba por los restos de lo que una vez fue un pueblo. Las calles desiertas y las casas abandonadas eran testimonio de la devastación que había causado el apocalipsis. A pesar de la desolación, había una parte de mí que prefería este nuevo mundo. Era simple. Era físico. Era sobrevivir o ser devorado.

Avancé hacia la tienda de suministros al final de la calle principal. La puerta estaba entreabierta, chirriando con cada ráfaga de viento que se colaba por las rendijas. Me detuve un momento, escuchando. El silencio era un buen signo, pero en estos días, uno nunca podía estar demasiado seguro. Entré con cautela, mi cuchillo de caza listo en una mano.

El interior estaba oscuro y polvoriento. Las estanterías estaban mayormente vacías, saqueadas por otros supervivientes o por los dueños antes de huir. Aun así, revisé cada rincón. No podía permitirme pasar por alto algo útil. Alimentos enlatados, tal vez algún vendaje o... algo que hiciera ruido. Mis oídos captaron un débil crujido proveniente del sótano.

Bajé las escaleras de madera, cada peldaño crujiendo bajo el peso de mis botas. La puerta del sótano estaba cerrada. Presioné mi oído contra la madera fría y rugosa, escuchando. El sonido era claro ahora, un suave sollozo que rompía el silencio. No había dudas. Alguien estaba allí abajo.

Abrí la puerta lentamente, mis ojos escudriñando la oscuridad. "Estoy armado," advertí, esperando disuadir a cualquier posible amenaza. "No quiero lastimarte."

Una figura se movió en la esquina más alejada del sótano. "Por favor, no me hagas daño," suplicó una voz femenina, temblorosa pero firme.

Encendí la linterna que llevaba colgada del cinturón y la luz reveló a una joven mujer, acurrucada contra la pared. Su rostro estaba sucio y su ropa desgarrada, pero lo que más me llamó la atención fue la determinación en sus ojos.

"No estoy aquí para lastimarte," respondí, bajando lentamente mi cuchillo. "Solo buscaba suministros."

Ella asintió, observándome con cautela. "Yo... yo también. Me llamo Ana."

"¿Estás sola aquí?" pregunté, guardando el cuchillo para mostrar que no representaba una amenaza.

Ana asintió. "Desde hace días. Estaba con un grupo, pero... nos atacaron. Logré escapar."

Decidí que podíamos beneficiarnos mutuamente. "Necesito encontrar más suministros y tal vez un lugar seguro para pasar la noche. ¿Te gustaría unirte a mí?"

Después de una breve pausa, ella aceptó. Subimos las escaleras juntos, preparados para enfrentar lo que nos esperaba afuera.

La noche cayó sobre nosotros mientras caminábamos por las calles, observando las sombras y escuchando cualquier ruido. A pesar de su apariencia frágil, Ana demostró ser una compañera valiosa. Tenía un conocimiento impresionante de plantas y medicinas naturales.

Cuando nos enfrentamos a un grupo de zombies más adelante, confirmé lo que ya sabía: que mi enfoque directo era efectivo. Los enfrenté con golpes precisos, cada movimiento calculado para conservar energía y maximizar el daño. Ana, aunque no tan físicamente formidable, se mantenía alerta, ayudándome a detectar cualquier enemigo que intentara acercarse por detrás.

Después de limpiar el área, encontramos un pequeño refugio temporal en una estación de policía abandonada. Ahí, mientras asegurábamos las ventanas y puertas, Ana compartió su plan de dirigirse hacia una base militar que podría estar aún operativa.

"No sabemos si estará segura o incluso si queda alguien allí," advirtió, mirándome con una mezcla de esperanza y miedo.

"Pero es un plan," respondí. "Y es mejor que vagar sin rumbo. Mañana partimos."

Esa noche, mientras observaba las estrellas a través de una ventana rota, reflexioné sobre cómo este mundo brutal y despiadado había sacado a relucir lo mejor de mis habilidades. Pero al lado de Ana, empecé a entender que la fuerza no lo era todo. Quizás, solo quizás, había más en este nuevo mundo que solo sobrevivir. Quizás también había algo por lo que valía la pena luchar.

Narrado por Héctor

Caminamos en silencio bajo la luna llena, cada uno perdido en sus propios pensamientos. El aire frío hacía que nuestro aliento formara nubes visibles, y el sonido crujiente de nuestros pasos sobre las hojas secas era lo único que rompía el silencio de la noche. Ana caminaba a mi lado, pero había una distancia invisible que nos separaba. Ella sabía que no era hombre de muchas palabras, y yo que ella necesitaba tiempo para adaptarse a la realidad de que ahora éramos un equipo, al menos temporalmente.

No tardamos en llegar a las afueras del pueblo. Los edificios daban paso a campos abiertos, y a lo lejos, podía ver la silueta de lo que parecían ser estructuras agrícolas. La base militar que Ana mencionó estaba aún a un par de días de marcha, según sus cálculos. No habíamos hablado mucho del plan una vez que llegáramos allí. Supongo que ambos preferíamos enfrentar un problema a la vez.

De repente, Ana se detuvo, señalando hacia unas figuras que se movían torpemente entre los árboles a nuestra derecha. Zombies. No me sorprendió; sabía que la noche traía consigo mayores peligros.

"Podemos rodearlos", sugirió Ana, con una voz baja. Su instinto era evitar el conflicto.

Negué con la cabeza. Rodearlos nos llevaría a perder tiempo valioso y, posiblemente, a enfrentar aún más peligros en la oscuridad. Sin decir una palabra, ajusté el agarre en mi cuchillo y avancé hacia las figuras. Ana suspiró detrás de mí, pero no protestó. Sabía que esta era mi forma de manejar las cosas. Directo al grano.

Los zombies nos detectaron y comenzaron a arrastrarse hacia nosotros con sus gemidos guturales. Calculé rápidamente cuántos eran: cinco. Nada que no pudiera manejar. Esperé hasta que el primero estuvo lo suficientemente cerca y, con un movimiento fluido, le planté mi cuchillo en el cráneo. Uno menos.

Ana observaba, su expresión era una mezcla de miedo y asombro. Ella no estaba acostumbrada a esta violencia directa, pero entendía su necesidad. Mientras sacaba mi cuchillo del cráneo del primer zombie, me moví hacia el siguiente, repitiendo el proceso con una eficiencia mecánica.

Una vez que todos estaban en el suelo, me limpié la sangre de las manos en el césped y asentí hacia Ana. Era la señal para seguir moviéndonos. No había tiempo para hablar de lo ocurrido; no había necesidad. Seguimos caminando, y a medida que el silencio se reinstalaba entre nosotros, no pude evitar sentir una extraña sensación de satisfacción. En este mundo, la acción era mi forma de comunicación.

A medida que avanzábamos, el terreno comenzaba a cambiar. Los campos abiertos dieron paso a un área más boscosa, y el camino se volvía más difícil de navegar. Ana se adelantó, usando sus habilidades para guiarnos a través de una ruta más segura.

"Mira", dijo de repente, señalando hacia el suelo frente a nosotros. Huellas. No eran de zombies; eran demasiado ordenadas, demasiado humanas. Alguien o algo había pasado por aquí recientemente. Miré a Ana, esperando su sugerencia.

"Deberíamos seguir las huellas", propuso, mirándome a los ojos buscando una señal de acuerdo. Asentí una vez, y sin una palabra, cambiamos nuestro rumbo para seguir las marcas en el suelo.

El resto de la noche transcurrió sin incidentes, y cuando el sol comenzó a asomar por el horizonte, encontramos un lugar seguro para descansar. Mientras Ana se encargaba de preparar un pequeño campamento, me senté, vigilando el área.

Era un hombre de pocas palabras, sí, pero en este nuevo mundo, mis acciones hablaban por mí. Y aunque estar con alguien más no era mi estilo, tenía que admitir que Ana tenía su utilidad. Juntos, éramos más fuertes, y eso era algo que incluso un lobo solitario como yo no podía ignorar.