Después de todo lo que había escuchado hoy, el límite de paciencia de Odín finalmente había llegado a su punto final.
Pero antes de que pudiera perder los estribos, Miguel levantó la mano para detenerlo en seco.
—Cálmate, nuestra terminación de involucración tiene una buena razón.
—¡Entonces más te vale escupirlo ya!
—Somos un riesgo —Miguel tuvo especial cuidado de enfatizar esa última palabra para que los dioses pudieran entender.
—¿De qué manera?
Gabriel de repente señaló hacia afuera, o más específicamente, a los varios millones de ángeles en el campo de refugiados.
—Abadón puede... manipular a los ángeles de alguna manera. En el cielo tomó control de nuestros hermanos y hermanas por varios minutos y les hizo darle a él y a su esposa un concierto. Ellos ni siquiera recuerdan que sucedió.
Odín inmediatamente pareció alarmado mientras se levantaba —¿Qué!? ¿Y ahora todos ustedes están en mi casa!?
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