Las personas son afectas a reunirse cuando comparten. Al menos eso era en los tiempos de su abuelo: Sea felicidad o miseria, uno encontraba a quienes le daban un consuelo o compartían la carcajada, pero, como una maldición, Ouroboros le había dado la espalda a su primer becario fallecido en diez años. El cementerio no hizo nada para corregir la deprimente imagen, lápidas despedazadas, pasto creciendo entre los múltiples emblemas de las religiones predominantes, una tarde nublada y solo unos cuantos asistentes. Nadie podía decir que lo conocían a fondo, su jefe con todo y que supo llegar a la escena del crimen primero no podría decir que reconocía el domicilio de su personal, ocupando 42mts de un bloque de apartamentos, con algunos pósters de películas clásicas, en una cama neumática reposaba un cuerpo que teñía de rojo el colchón que prometía no retener manchas. En sueños Luca llamó a emergencias y desbloqueó el acceso al edificio y abrió la puerta de los guardias, quienes llegaron con un elegante tiempo de retardo y después de golpear y trasladar su cuerpo lleno de heridas revisaron la escena del crimen; la atención médica no ocurrió hasta que sus costras tenían forma, el personal jurídico no había aparecido, nadie le leyó sus derechos, pero para Luca todo esto era ajeno. Había escuchado a su empleado, su compañero morir.
Tras una mañana de gritar ― Al teléfono, a los guardias, a los del ministerio público y a los del seguro ― Sifuentes abrió la celda que contenía a su amigo, los guardias no se interpusieron. Era un gerente nacional de la mayor empresa mundial. Era más fácil pedir que firmaran su renuncia, su jefe de T.I. reposaba al fondo del cuarto; cargó con él, no había quien cargara con su pena.
El médico lo parcheó de modo eficaz, las vendas térmicas y las suturas mantenían diversas lesiones bajo control, cuando salieron de ahí solo hubo una pregunta en los labios de Luca.
― ¿Llegó a tiempo? ― La respuesta fue simple:
― No.
Los dos días siguientes fueron dolorosos: El jefe de T.I. insistió en llevar la notificación del deceso a los padres del muchacho, pero estos lo miraron sin más, para ellos no existía su hijo pues era un hereje. Deprimido Luca observa la procesión, todos sus amigos están ahí, nadie cuenta chistes, no hay ánimo ni para respetar la última voluntad de su interno, mientras un tono arcaico de algún juego de vídeo que solo pocos conocían acompaña al féretro, los reunidos muestran expresiones atípicas: Su jefe ― que no es en papel el jefe ― observa con puños cerrados y una mirada de absoluta concentración, como si midiera los pasos, los gestos y todo movimiento que sufre el interno.
Los compañeros de T.I. escriben furiosos en su panel, programando a toda velocidad, buscando alguna muestra en la información que dejó; algo que los haga entender qué ocurrió. La jefa real mira desconcertada. Es claro que para ella la muerte no tendría por qué ocurrir, lo mismo ocurre con la recepcionista, la cual captura fotos del panteón, del ataúd, de sus propias lágrimas, una muestra de que la muerte todavía puede unir a la gente. Al día siguiente nadie faltó, tenían tres días de duelo como concesión sindical, pero nadie los tomaría, tenían una misión… cuando Luca entró se topó con un enorme desplegado en la sala de juntas.
― ¿Qué son las R.B.? ... ¿Qué son las silver coin? ―… El ambiente se sentía forzado, todos los técnicos estaban dando opiniones sin pausa, Sifuentes en la esquina esperaba silencioso, nadie sabía qué pensaba, al momento que Luca intenta poner un poco de orden, la secretaria entra con un sobre en mano, Haggard lo recibe y apenas saca la hoja la voz de la bocina integrada en el documento suena.
― "Conforme a lo estipulado en las condiciones laborales, dentro de los artículos de situaciones de emergencia, se ha determinado activar el protocolo de fuerza letal. Es importante que se reconozca la fuerza que Ouroboros representa. A partir de mañana todos se presentarán a la armería para sus entrenamientos"
― ¡Inconcebible! ¡Absurdo! - Para Luca no había ningún deseo de portar armas ¿Para qué? Pero un cuerpo en el cementerio le contradecía. Sin embargo ¿Quién dio aviso? En definitiva había mucho por averiguar, la media sonrisa de Sifuentes era acaso más aterradora, él sabía algo que el jefe de T.I. no, ¡No podría seguir así!
El papel tembló un poco en manos de la secretaria, nadie le hizo caso, Luca tomó los documentos que estaban sobre la mesa, era una póliza que daba prestaciones específicas ante el fallecimiento de un empleado, pero al ver lo estipulado fue que comprendió el por qué de la información escrita en el muro.
― "Póliza de renacimiento. El Usuario Jürgen Robles, con el puesto de becario, acepta que a su muerte se le pague con una transferencia al estrato bajo de la realidad disponible como compensación por fallecimiento en lugar de servicio médico gratuito, se entrega con fin de hacer conocer esta información a los familiares del asegurado. En caso de no poder hacer uso del servicio este será puesto a disposición del familiarcon mayor edad en la familia (hasta la segunda generación) o un enfermo terminal, el tipo de servicio que recibirá es de Clase C con añadido de 3 R.B. Silver Coins por concepto de aportación voluntaria dejando un servicio final al beneficiario de Clase B+.
Atentamente, Sistema Automático de Asignación de Beneficios, Ouroboros Inc." ― Ahora era su momento.
Luca estaba decidido a no hacer ruido en la sala. Salió rumbo a su laboratorio, no había tiempo que perder, él iba a descubrir la verdad.