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Mi demonio Nicolás [VOLUMEN 1]

Los hermanos Beryclooth. Su historia comenzó el día que fueron separados. A Arthur, su propia sangre le cortó sus alas; Nicolás conoció la verdadera oscuridad habitable en su alma, olvidándose del cielo para adentrarse en el infierno, renaciendo como un hombre malvado y sin miedo a nada. En el bajo mundo, él es conocido como “El demonio”.

Blond_Masked · LGBT+
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32 Chs

Capítulo 31. Una amiga extraña

| | N I C O L Á S | |

Cuando fui a casa de Arthur como Noé y vimos una película, todo iba bien hasta que al voltear a verlo, me besó, dejándome en blanco.

Eso definitivamente no lo vi venir.

No estaba en mis planes que aquello pasara en ese momento. La situación se me había ido de las manos.

Me levanté y me fui de ahí, procesando aún el contacto que había dejado una sensación suave y cálida sobre mis labios.

Cubrí mi boca con la mano, repitiendo una y otra vez el momento en mi cabeza, notando como mi cuerpo reaccionó a ello como un fósforo encendiéndose en mi interior y esparciendo el fuego por todo mi sistema.

Saqué presurosamente mi teléfono seleccionando el número rápidamente para comenzar la llamada.

— Wendy, te necesito…

Organicé de manera apresurada un encuentro con la pelirroja en mi pequeño hogar temporal donde la esperé con un movimiento frenético en uno de mis pies sobre el piso.

Cuando escuché la puerta, ni siquiera me molesté en saludarla y la jalé dentro, empotrándola contra esta una vez estuvo cerrada, haciendo que dejara caer su bolsa.

— Ouh, ouh… ¡Espera! —sin darle tiempo a reaccionar, atrapé sus senos entre mis manos y los apreté efusivamente, deleitándome con el contacto—. ¡Ah! Noé…

Winter gimió desconcertada y aprovechando que traía una falda, se la levanté para levantarla de las nalgas y poder restregar mi intimidad contra la de ella mientras sus piernas rodeaban mi cintura.

— ¡Ah! ¡Hey! —me sostuvo de los hombros para que la mirara despeinada y sonrojada por mi atrevido comportamiento—. ¿Qué te pasa hoy? —Jadeante, pegué mi boca a su oreja.

— Necesito cogerte, Wendy… —sentencié insertando mis dientes en la piel de su cuello y ella sin poder reprochar o sin siquiera entender, se aferró a mi cuello y se dejó hacer, emitiendo sonidos incontenibles de placer.

Me hundí cual bestia en su mojado coño, meneando su cuerpo semi desnudo mientras ella gritaba mi nombre entre gemidos, embriagada de placer por mi enorme polla penetrándola con tanto descaro, manteniendo la imagen de mi hermano en mi cabeza, lo que me motivaba a ir más rápido.

Levanté una de sus piernas colocándola sobre mi hombro y seguí follándola de lado sin poder detenerme.

— ¡Ah! ¡Ah! ¡Sí, ahí! ¡Ahí… ! —me corrí dentro de su hambriada vagina, respirando agitadamente al igual que ella que lucía agotada y estaba más roja que un tomate.

Las piernas le temblaban y tenía los ojos casi en blanco por la intensidad del éxtasis.

Conectamos nuestras miradas, golpeando nuestras respiraciones y sellamos el pecaminoso acto con un voraz besuqueo.

Al separarnos, siendo nuestras bocas unidas aún por un hilo de saliva, me miró embelesada.

— Tú… —murmuró ella antes de volver a mirarme a los ojos—, eres Nicolas Beryclooth, ¿verdad? —me petrifiqué al escucharla, sonriendo de forma agria ante su astucia tras unos segundos de análisis.

En el fondo, sabía que sospechaba algo y que tarde o temprano lo averiguaría, pero no esperé que fuera tan pronto.

— Tal vez lo soy… —me relamí los labios, aún insatisfecho.

Definitivamente iba a conservar a esa chica. No sé cómo mierda me había descubierto tan rápido, pero eso podía preguntárselo después de follármela.

La volteé boca abajo, pegando su cara a la puerta y la enganché de las caderas para seguir moviéndome.

— ¡Aaahhhh!

— ¿Cómo me conoces? —gemí ronco.

— ¡Ahh! Yo… Yo… —sonreí de lado con satisfacción al verla tan empalmada con mi polla que ni siquiera podía hablar.

— ¿Qué dices? No te entiendo.

— Yo… investigué… ¡Agh! —le di una nalgada antes de venirme nuevamente dentro de ella una vez más, esta vez, más calmado. 

No estaba del todo satisfecho, pero me serviría al menos por ahora para mantenerme cuerdo.

La jalé del brazo e hice que me mirara.

— Desde que te ví… —empezó—, tuve mis sospechas y… tenía que saber la verdad. Puedo sentir cuando la gente oculta algo… "Noé".

Pensé durante unos segundos cómo manejar la situación.

Saqué la navaja de mi pantalón que ella miró con ojos desorbitantes pero intrigados antes de colocársela en el cuello, pero sin dañarla.

— Eres una muy buena detective, lo reconozco. Tienes la astucia de un zorro, eso me agrada…

Wendy Winter, definitivamente tenía que quedarse conmigo.

| | J O R D A N | |

Cuando vi a la chica en la mansión, mi primer pensamiento fue matarla, pero no podía hacerlo sin interrogarla.

Retiré bruscamente la tira de tela que amordazaba su boca.

— ¡Ouch!

— ¿Qué demonios haces aquí? —sus ojos viajaron a diversos puntos de su alrededor, intrigada y desorientada por el sitio en el que estábamos.

— ¡Hey! Soy una invitada —entre cerré los ojos, sospechando de sus palabras.

Me le quedé viendo esperando que siguiera hablando, pero parecía estar inspeccionando el lugar con la mirada. Volví sus ojos hacia mí, cambiando su expresión a una de sorpresa.

— ¡Tú eres el de la otra vez! "Zoltan", ¿verdad? —parpadee ligeramente anonadado al reconocerme, y más aún, por llamarme por mi alias.

— ¿Cómo sabes quién soy?

— Me asaltaste y me amenazaste con un cuchillo, ¿cómo se me iba a olvidar? ¿Sólo porque estabas usando lentes oscuros? Sí, claro... Además, no hay muchos hombres pelirrojos que yo sepa.

— No me refiero a eso —agarré el respaldo de la silla inclinándola hacia atrás, elevando las patas delanteras del suelo y acerque mi rostro al suyo, agravando mi tono de voz—. ¿Cómo sabes mi nombre? —Esperaba que se viera ligeramente intimidada por mi templé o aunque sea un poco incómodo, pero su expresión casual no cambió.

— Oh, eso… Lo escuché de Noé. ¿Qué no me viste bailar durante la cena? —realmente no me había fijado en las bailarinas porque no me interesaba verlas y hasta ahora, apenas me estaba percatando que Winter era una de ellas.

Joder.

— ¿Quién te trajo? ¿Por qué estabas aquí? —parpadeó repetidas veces, eludiendo mis ojos para evitar mirarme directamente mientras pensaba en una respuesta antes de suspirar con cansancio.

— Hah… Mira, me estoy cansando de este interrogatorio, así que te diré la verdad… —sus ojos esmeraldas se clavaron fijamente en mí en una mirada libre de temores—, Nicolás me trajo para presentarme a su familia, ¿contento? —. Abrí los ojos con sorpresa por el impacto que me provocó su respuesta.

Esta maldita… Conoce el verdadero nombre del Demonio, y lo peor de todo es que no parece ni un poco preocupada por su situación.

Me separé soltando la silla descuidadamente hacia enfrente.

— ¡Oye! Con cuidado.

Si lo que decía era cierto y él le había dado la máscara con su inicial, significaba que tenía que ser verdad y la única forma de que pudiera conocer su verdadera identidad es que él mismo se la haya dicho.

No podía ser cierto.

— Por cierto, ¿por qué no llevas una de esas máscaras raras como todos tus amiguitos? Y, ¿dónde diablos está Nick? —incluso lo llamaba Nick… Resultaron ser más íntimos de lo que imaginé.

La ignoré, meditando la situación.

Si Nicolás pretendía que se quedara con nosotros, era porque seguramente había visto algo en ella; una debilidad, corrupción, algún rastro de oscuridad en su corazón que pudiera usar de alguna manera a su favor, si no fuera así, no hubiera enviado a un puñado de sus hombres a buscarla.

Joven amo… ¿De verdad te importa tanto esta niña?

Suspiré pesadamente.

No era un buen momento para tenerla ahí. Buscaría una manera temporal de retenerla hasta que Nicolás estuviera en condiciones para recibir a su nueva "invitada".

— La llevaremos a la mansión Hellsing.

[ . . . ]

Después del incidente en la habitación, Nina y yo enviamos a Gustaf a la ciudad a uno de los almacenes ubicado en los muelles.

Notifiqué a mi padre quien le avisó al señor Greg de lo ocurrido.

Dejaría que ellos se encargaran de manejarlo, después de todo, ellos disponían de todo tipo de recursos para tratar con él, aunque tardarían unos días en llegar. Mientras tanto, Gustaf permanecería encerrado y custodiado por unos de nuestros hombres.

En cuanto a Winter, tenía que ocuparme de ella personalmente.

Subí hacia una habitación vacía donde la encontré atada a una silla de pies y manos, escupiendo gimoteos a través de la mordaza de tela que ahogaba su voz.

— Comenzarás por decirme todo lo que sabes —liberé sus labios de la atadura y ella resopló intentando tomar aire.

— ¡Bien! Sólo deja de ponerme esa cosa en la boca. ¿Aunque sea está limpia?

— Comienza a hablar.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que Nicolás me envió? 

Di un par de pasos hacia ella, parándome imponente delante suyo.

— ¿Cómo sabes su nombre? —me miró detenidamente a los ojos y pronto, la claridad de su mirar incrédulo fue reemplazado por un manto de oscuridad.

— Él me lo dijo… Claro, después de adivinar que él era el niño desaparecido de los Beryclooth… Me dijo todo acerca de ustedes y de tí, incluyendo que la razón por la que entró a la preparatoria, fue sólo para buscar a su hermano perdido, ¿me equivoco? —abrí los ojos, expectante e impactado por la revelación.

Empeñado en seguir escuchando, enfoqué toda mi atención en ella.

— ¿Qué es "todo"?

— Jordan Jones, alias: Zoltan. Eres su guardaespaldas personal y mano derecha, su hombre más confiable. Su padre adoptivo es el señor Greg, al que conocen como «Leviatán», jefe del clan Hellsing, una de las familias criminales más peligrosas del mundo y la mayor potencia para ser la más poderosa de esta ciudad.

— ¿Qué más te dijo? —con una sonrisa ladina, respondió.

— Que esta ciudad le pertenecerá al «Demonio».

| | A R T H U R | |

Traté de abrir la puerta, pero la firmeza de la manija me hizo saber que estaba cerrada con llave.

¿Me habían encerrado?

— ¿Jordan? Hola —pregunté vacilante sin esperar respuesta del otro lado y me desconcerté cuando la recibí de una voz que no reconocí

— Lo siento, chico. Te quedarás ahí dentro hasta que me digan que puedes salir —jadee exasperado al escucharlo.

¿Me mantendrían ahí hasta que se les diera la gana? Me sentí como un prisionero.

Me senté en la cama, cansado de estar de pie.

Traté de entretenerme con mi celular, aunque realmente no tenía nada que ver porque era el teléfono que Nick me había obsequiado cuando nos reencontramos; tenía pocas aplicaciones y un solo contacto.

Siempre lo cargaba conmigo, aunque estuviera con Nick todo el tiempo, él me advertía de no dejarlo, sobre todo para casos de emergencias, pero tenerlo ahora no me servía de nada.

Con la acumulación de los minutos, el aburrimiento de no estar haciendo absolutamente nada me provocó sueño y me acosté en la cama, abrazando una almohada.

Aquel espacio se sentía oscuro y solitario, me recordó a hace poco cuando solía vivir solo antes de que mi hermano me encontrara; pasando cada noche solo en mi cuarto después de la escuela, sin hacer nada más que llorar en medio de una reducida habitación vacía y en penumbras.

Sumergido en el silencio, no pude evitar escuchar mis pensamientos que gritaban con fuerza mi necesidad de ver a Nick. Estar lejos de él me creaba una creciente ansiedad.

Sé que estaba bien, pero no podía soportar estar lejos de él después de que casi muere. Quería estar a su lado.

Necesitaba estar a su lado.

Aspiré el aroma de las sábanas, inhalando la fragancia del detergente impregnado en ellas, estremeciéndome ante el recuerdo de los libidinosos actos que impartimos en la cama sobre la que estaba recostado.

Me sonrojé al contemplar la superficie en la que me acorraló y tomó mi cuerpo a la fuerza. Admito que estaba aterrado al principio y aun continuaba sintiéndome inseguro, pero cómo me gustó... disfruté muchísimo la forma en la que me sometió y acarició cada parte de mi cuerpo ardientemente.

Tocó y manipuló mi cuerpo a la fuerza mientras me hablaba sucio tal cual como a una cualquiera... y eso me excitaba muchísimo.

Era un jodido sinvergüenza.

Descendí mi mano por mi torso hasta llegar al borde de mi pantalón. Acaricié suavemente mi abultado pene, excitado por pensar en el cuerpo desnudo de mi hermano y recordar la sensación de sus manos sobre mí, el tacto de sus dientes encajándose en mi piel.

El sonido de su grueso pene entrando y saliendo a través de mi húmedo agujero mientras me susurraba obscenidades al oído con una voz ronca de placer. Su olor corporal embriagante de aquella vez impregnado gracias al shampoo y el jabón, su piel cálida a causa del agua caliente.

Y aquella vez en el baño... Mi cara se sentía como si fuera a explotar de sólo recordar cómo me despojo de mi uniforme y me puso de cara contra la puerta del baño.

Mierda... Ahora era mi cuerpo el que estaba caliente, principalmente mis genitales en los que tenía un ligero cosquilleo.

Me desabroché el pantalón para atender la erección que se había desarrollado bajo mis boxers. Me coloqué boca arriba, bajando mi ropa interior hasta la altura de las rodillas.

Contemplé mi falo elevado con deseo, dando un pequeño toque en la punta, sintiendo inmediatamente una onda de electricidad recorrer mi miembro hasta la base.

Mi piel conmemoraba los momentos en el que me encontraba en el pináculo del placer las veces que Nick se colocaba entre mis piernas y lamía cada rincón con su lengua juguetona, mojando mi entrada con su saliva y succionando con gusto mi pene mientras mantenía una sonrisa pícara en sus ardientes labios. La expresión que me dedicaba cada vez que me la chupaba, se sentía como si tratara de devorarme y ni hablar de la forma en que sus dedos se encajaban en mi carne.

Quería volver a sentirlo. Necesitaba sentir su piel ardiendo contra la mía.

Masajeé la superficie de mi falo de arriba abajo, primero lentamente; después aumenté el ritmo a uno más frenético, imaginando que era Nick quien me tocaba.

"¿Quieres más, zorra?", imaginé que me decía.

— Ah... Sí... —el movimiento constante de mi mano frotando mi pene no era suficiente para satisfacerme, necesitaba sentir algo más intenso.

Sin pensarlo, me llevé dos de mis dedos a la boca, pensando nuevamente en Nick.

Los ensalivé lo suficiente para acariciar con ellos mi respingante agujero que se encontraba húmedo por el placer que me envolvía y se extendía por cada milímetro de mi cuerpo. Me mordí el labio ansioso de sentir algo grueso tocarme ahí abajo.

Me abrí paso lentamente. Ahora no sólo me estaba masturbando por el frente sino también por atrás... y era una satisfacción tan colosal que casi me hacía convulsionar de placer.

Gracias al par de veces que lo había hecho con Nicolás, no me costó mucho trabajo adentrarlos hasta el fondo, aunque se sintió extraño que fueran mis propios dedos los que me penetraban, acariciando los adentros de mi cuerpo.

Me retorcí sobre la cama, gozando de la satisfacción que me proporcionaban mis manos en movimiento sin poder retener mis gemidos que resonaban suavemente sin pudor.

Mis testículos se calentaron y comencé a mover los dedos en círculos. Se sentía increíble tocar mi interior húmedo y caliente lo más profundo que mis dedos podían llegar, pero no era nada comparado a tener el pene de Nicolás dentro, dándome tan fuerte hasta dejarme agotado y extasiado en exceso.

"¿Quieres que te llene el culo de semen, putita?"

— Sí... Dámelo... ¡Dámelo todo! ¡Ah! —moví mi mano bruscamente entre lo más profundo de mis curvaturas, presionando mi erección con éxtasis, incitando al blanquecino líquido a salir disparado sobre mi vientre y mi mano.

Me estremecí separando mi cadera del colchón en medio de mi orgasmo. Sentí un débil temblor recorrerme las piernas. El corazón me latía rápidamente y mi cuerpo trataba de recuperar su temperatura corporal habitual.

Contemplé mi mano pegajosa y repleta de mi propio semen e intenté limpiarlo con el papel del buró.

Me sentía culpable por lo que acababa de hacer. No era la primera vez que me masturbaba pensando en él, pero sí siendo consciente de que se trataba de mi hermano, mi propia sangre a quien ahora deseaba con desesperación.

Lágrimas de remordimiento resaltaron de mis ojos e intenté limpiarlas con la manga de mi mano. No podía evitarlo, ya habíamos tenido sexo antes. Me prometí no disfrutarlo, pero ahora no podía dejar de pensar en eso, en que quería repetirlo otra vez, aún si estaba mal.

Me sentía como la mierda, pero no podía hacer que desapareciera mi deseo de verlo.

[ . . . ]

Sin darme cuenta, me quedé dormido, pero así como cerré los ojos, volví a abrirlos con sobresalto al escuchar un rayo resonar en el cielo.

Sentí que no había dormido nada, pero la verdad es que si lo había hecho; me di cuenta por la hora, la iluminación tenue del cuarto y la sensación de los párpados pesados, sin mencionar la llovizna que caía de repente.

El ruido de unos apresurados pasos atrajeron mi atención a la puerta que, apenas la vi, se abrió.

— Oye —un hombre, que supuse era el que resguardaba mi puerta, entró —. Ven, Zoltan te llama —me sentí desconcertado por un momento antes de recordar que El Zoltan era Jordan.

— ¿Qué esperas? Muévete —intimidado por la rudeza de su voz, bajé de la cama sin objetar y salí retraído siendo perseguido por él, siguiendo el mismo sendero que había tomado con el pelirrojo unas horas atrás, pero ahora, de regreso.

Me llené de entusiasmo cuando vi la puerta de la habitación de mi hermano.

Al abrirla, vi a la mujer rubia revisando las vendas de Nick quien dormía profundamente y a Jordan parado al costado de su cama. Parecía tener la mirada perdida en él hasta que me escuchó entrar.

— Pasa cariño, no te quedes ahí parado —me sentí un poco sorprendido cuando esa mujer que parecía bastante seria, me habló tan dulcemente que rápidamente me sentí más cómodo.

Ingresé al cuarto y me senté en una silla junto a la cama.

Cuando la mujer dio por terminada su tarea, se giró a verme clavando sus ojos color miel en mí con inquisición.

— Oh, cariño, te pareces tanto a tu hermano. Eres como una versión femenina y pequeña de él —me agarró suavemente del cachete como las abuelas suelen hacer, ofuscándome.

— Eh... Soy hombre.

— Ay, ya lo sé... Es que eres tan bonito que si te pusieras un vestido y maquillaje, nadie pensaría que lo eres —no me ofendí por el comentario, pues yo mismo sabía que era cierto, pero no dejaba de ser extraño.

Personalmente, considero que no nos parecemos tanto; Nick se asemeja más a mi madre, pero irónicamente, luce mucho más masculino que yo que me asemejo más a mi padre.

Esa mujer era bastante directa y confianzuda, aunque supuse que no era de extrañar debido al ambiente de la mafia.

— Como sea... Avísame si necesitan algo —lo último fue dirigido específicamente a Jordan, antes de dirigirse a la salida y cerrar tras de sí.

El silencio que se formó en la habitación aunque fue incómodo, no duró mucho.

— ¿Él está bien? —pregunté sin mirarlo directamente.

— Sí, pero quédate con él por si acaso. Tengo otro asunto que atender.

— ¿Eh? Espe...

— Avísame cuando despierte —el pelirrojo salió, dejándonos a solas.

Contemplé su apacible rostro durmiente y tuve el impulso de poner mi mano sobre la suya, sintiendo su calidez. Incluso herido y lleno de gasas y vendajes, se veía atractivo.

Sacudí la cabeza, deshaciéndome de indecentes pensamientos.

Nick estaba debilitado, no era momento de pensar en eso.

Me di cuenta del tipo de sensaciones que me daba el más mínimo contacto suyo, así que retiré mi mano, colocándola sobre mi pierna, limpiándome el sudor en el pantalón. Permanecí varios minutos haciéndole compañía hasta que perdí la noción del tiempo, pensando en las cosas que habían transcurrido los últimos días.

Jamás imaginé que volver a verlo me cambiaría tanto la vida.

Al verlo en ese estado, recordé a Adrián.

Una pesada sensación de culpabilidad y melancolía me invadieron. Habían pasado tantas cosas que no había podido visitarlo, ni a él ni a su madre.

Era el peor novio del mundo, pero si antes era difícil ir a verlo, ahora que Nick estaba en ese estado, era imposible. Escogerlo a él sin dudarlo, me hacía sentir peor que la mierda, pero mi hermano me necesitaba, así como yo lo necesitaba a él.

Adrián estaría bien; él tenía a su madre y Any. Nick tenía a Jordan y al clan Hellsing, pero vivía con la muerte acechándolo cada día; siempre lo perseguirían, lo buscarían para matarlo y no pensaba separarme de su lado. Yo tenía que quedarme.

— ¡Nick! —alguien llegó derrapando y azotando la puerta, sobresaltándome por el sonido brusco.

Esa voz aniñada y femenina me hizo girar hacia la puerta. Casi se me salieron los ojos del impacto cuando vi a Wendy Winter parada en la puerta.

¿Estaba soñando? ¿Qué estaba haciendo ella aquí?

— ¡¿Estás bien?! —detrás de ella, se encontraba Jordan quien, inmediatamente le golpeó la cabeza por el escándalo.

— Guarda silencio, niña.

— ¡Ay! Maldito Jordan —se sobó la parte trasera con ambas manos.

— Es Zoltan para ti, sólo mis cercanos me llaman por mi nombre.

— Okey, okey... "Señor Zoltan".

— Este... —quise interrumpir para pedir explicaciones—. ¿Por qué ella... está aquí? —En cuanto la chica me vio por primera vez desde que había entrado, sus ojos, de por sí grandes, se abrieron inconmensurables al reconocerme.

— Espera... ¿Tú eres… Arthur? —me paralicé al escucharla.

Busqué a Jordan con la mirada para conocer su reacción, la cuál no era nada fuera de lo común, por lo que no me alarmé.

— Ah, sí… ¿Sabías de mí?

— Oh my fucking shit... ¡Eres el hermano de Nick! —esa chica… Conocía el nombre de mi Nick.

— Ah… sí. ¿Sabías de mí?

— Claro. Nick me habló de tí y lo mucho que quería verte. Me dijo que me presentaría a su lindo hermano en la cena que... Creo que se arruinó —recordé la cena, así como a la tercera chica bailando sobre la plataforma y fue ahí donde recibí un poco de iluminación a mis dudas.

Así que era ella.

— Sí… —bajé la cabeza sin saber qué decir.

Revivir lo que pasó, avivaba el miedo en mi corazón.

Parecía saber varias cosas y era más cercana a Nick de lo que hubiera imaginado. Entendí que la razón por la que Nicolás pasaba tanto tiempo con esa chica, no era porque tuviera algo amoroso con ella, sino… que era una de ellos, hasta donde pude ver.

Mis hombros tensionados se relajaron como si me hubiera quitado un peso de encima.

Su voz me trajo de vuelta a la realidad.

— ¿Recuerdas cuando choqué contigo en el pasillo? ¡No sabía que eras tú! Joder, que pequeño es el mundo, ¿no?

— Je, sí… —intenté sonreírle pese a que me provocaba un revoltijo en el estómago recordar que había besado a Nicolás.

No. No pienses en eso, Arthur. Parece una buena chica… No tengo por qué ponerme celoso… Espera, ¿celoso?

— Como sea... —la voz de Jordan irrumpió captando nuestra atención—, estaré afuera. Avísenme si despierta—. Cerró la puerta sin mirarnos.

Por un momento, fue incómodo quedarme a solas con ella, era prácticamente una desconocida para mí.

Wendy se acercó, agarró una silla del rincón y la arrastró junto a la mía, tomando asiento. Permanecimos en silencio, hasta que comenzó a hablar.

— Cuando todo pasó… —comenzó con una voz tranquila mientras contemplaba a mi hermano con una triste sonrisa—, estaba al otro lado de la mansión porque había ido a cambiarme para unirme a ustedes en la cena, pero después de que todo explotó, no supe lo que había pasado y me perdí dentro de ese enorme lugar hasta que sus guardaespaldas me encontraron y me ataron al sospechar que yo había tenido que ver con eso—. La escuché con interés atentamente sin interrumpirla y continuó: 

— Cuando nos conocimos, Noé... Digo, Nicolás me salvó. Nos hicimos amigos y todo era normal, pero… Cuando me di cuenta de quién era y él se enteró, yo… pensé que me mataría —me exalté un poco con la última parte y quise saber a detalle lo que había sucedido.

— Espera —intervine—, ¿a qué te refieres con que te diste cuenta de quién era?—. No sé si se refería a que descubrió que era de la mafia o a su verdadero nombre. La incertidumbre estaba matándome.

Sus ojos, que se habían mantenido fijos en mi hermano, rodaron hacia mí.

— Sé que sonará raro, pero aunque tú no me conoces, yo a tí sí… —extrañado y ligeramente alarmado por sus palabras, continuó su explicación con calma—, yo era tu vecina. Vivía enfrente de los Beryclooth. Siempre los veía a ustedes dos juntos jugar desde mi ventana, ir juntos a la escuela… Podría decirse que ver lo felices que eran era uno de mis raros pasatiempos infantiles y cuando Nicolás desapareció… Bueno, nada volvió a ser lo mismo —. Estaba atónito. No sabía qué pensar, pero no la interrumpí por lo asombrado que estaba.

— Por eso, cuando vi a "Noé" por primera vez, no podía dejar de mirarlo. No sabía por qué, pero sentía como si me recordara a alguien y entonces, cuando lo vi más de cerca, la cara de ese niño desaparecido en los carteles de Se busca que abundaron en el vecindario por tantos años, me vino a la mente y de alguna manera, supe que era él, después de investigar un poco, obvio.

»Fue casualidad que él me salvara y después de un tiempo, compartió sus secretos conmigo, incluyendo el hecho de que quería que me uniera a la mafia para trabajar a su lado… Y cuando me preguntó que cómo sabía quién era él, le dije lo mismo que te estoy diciendo a tí y después, bueno, el resto es historia —pasaron unos segundos hasta casi pasar un minuto entero y ahí supe que había terminado de hablar.

Yo me sentía extraño porque alguien que no conocía supiera tanto de nosotros. Me llenaba de incomodidad.

— Él me salvó y me ofreció un lugar al cuál pertenecer… Le debo mi vida —Wendy miraba a mi hermano con un brillo rebosante en sus ojos.

Me dio miedo pensar que realmente estuviera enamorada de él, pero si así fuera, ¿cuál sería el problema? Digo, no es como que Nick y yo fuéramos a…

— Pero ya basta de hablar de mí —su temple serio desapareció siendo reemplazado por uno alegre y despreocupado—, ahora tú cuéntame de tí.

— ¿Qué? —puso una mano sobre mi hombro, mirándome con una amplia y luminosa sonrisa.

— Vamos, si me voy a quedar aquí, quiero conocerte mejor para saber qué tipo de persona es el hermano de mi querido amigo Nick.

— Oh… —no se me ocurría de qué hablar. No dejaba de pensar lo extraño que era que ella se comportara como si nada pasara, como si no supiera nada… o como si no la asustara lo que significaba conocer el verdadero nombre de Nick. 

— Y a ti… ¿No te asusta? —me atreví a preguntar hurgando mis manos.

— ¿Qué cosa?

— Todo esto… la mafia, la vida de Nick. Estar en peligro sólo por conocerlo. ¿No te da miedo pensar en lo que puede pasar? ¿Por qué viniste aquí?

— Pues… sé que es peligroso, pero la verdad es que siempre soñé con una vida fuera de lo ordinario y él me la dio. Sentí como si hubiera sido el destino… Ja, es raro, ¿no?

La verdad, es que Wendy era una chica bastante extraña, pero no me desagradaba. Parecía alguien confiable.

— Mejor cuéntame, ¿qué clase de chicos te gustan? —la miré con ojos desorbitados, provocando una risa pícara en su rostro—, ¡ja! Hay, por favor, creo que es algo obvio que eres gay, así que dime, ¿cuál es tu tipo de chico ideal? —. La sangre se me subió a la cara, acumulándose en mis mejillas.

La primera persona que se me vino a la mente estaba acostado durmiendo frente a nosotros, pero se trataba de mi propio maldito hermano y rápidamente busqué una salida que sonara convincente.

— E-eh… Bueno, yo… ¡Tengo novio! —dije sin pensar y, al momento de mencionarlo, me sentí mal, algo que Wendy alcanzó a notar.

— ¿Qué te pasa?

— Él… Está en el hospital —la pelirroja se mantuvo en silencio mientras mantenía su mirada atenta en mí—. Lo atropellaron y quedó en coma… Han pasado muchas cosas y no he podido ir a verlo —Apreté mis puños entrelazados al recordar a Adrián mientras un peso asfixiante se instalaba en mi corazón.

Sentí el toque delicado de su mano ponerse sobre las mías, perturbándome por el contacto inesperado.

La miré descubriendo una expresión reconfortante en su bello rostro.

— Tranquilo. Aunque no puedas verlo ahora, cuando despierte, estarás ahí —no supe por qué, pero el sólo hecho de escucharla casi hizo que llorara por lo conmovido que me sentía.

Estaba abrumado.

Sin darme cuenta, nos embarcamos en una profunda y extensa plática que duró varias horas aunque realmente sentí que no había pasado tanto tiempo.

Wendy me contó algunas cosas acerca de su familia y su vida escolar, pero no más. Supuse que no quería hablar de ello o que realmente no tenía mucho que decir.

Por mi parte, su actitud me dio la suficiente confianza para hablarle sobre mí como si nos conocieramos desde hace tiempo. Fue la primera vez que había hablado tanto con alguien en toda mi vida.

Le conté acerca de mi vida; mi niñez, sobre mi familia. Le conté como nos habían separado a mi hermano y a mí y el vacío emocional que hubo en mí desde entonces. La muerte de mi madre y nuestro reencuentro. En algún punto, me dejé llevar y le hablé acerca de mis sentimientos. Sentí vergüenza de que me viera llorar, pero siguió prestándome atención sin decir nada.

Omití detalles que consideré turbios o inapropiados: mi extraña relación con Nick, las torturas, las conversaciones insinuantes y extrañas de la familia, etc...

Cuando terminé de contarle sobre mi vida y la tragedia de mi familia, sentí que nos habíamos acercado mucho. Ya no sentía que fuera una extraña.

Wendy era genial.

Durante los siguientes días, no salí de aquella habitación más que para ir al baño. 

Winter y yo nos turnamos para cuidarlo; comíamos y dormíamos ahí, recibiendo la visita de Nina y Jordan de vez en cuando quienes cambiaban sus vendas y el suero donde se le administraban nutrientes.

La espalda me estaba matando. Dormir en una silla tantas noches seguidas le estaba pasando factura a mi cuerpo y ni hablar de las ojeras que se formaron bajo mis ojos por los sueños intranquilos. No podía dormir en paz por no verlo despertar.

Uno de esos días, Wendy decidió que tomaría un baño. Había entablado amistad con la señora Nina, por lo que ella le prestaría algo de ropa. Llevaba varios días usando el uniforme.

Me quedé solo, dormitando.

— Arthur… —una voz rasposa y profunda penetró inoportunamente mis oídos.

El sueño se desvaneció abruptamente cuando lo escuché hablar y alcé la cabeza con ojos desorbitados al verlo despierto.

Parpadeó con pesadez continuamente, abriendo delicadamente sus finos ojos oscuros que viajaron hacia mí.

— N-Nick… —tartamudee conmocionado sintiendo las lágrimas acumularse en mis cuencas.