Felissa sentía su cuerpo en un calor extremo. Su sudor bañaba todo su cuerpo y empapaba su ropa.
—Ugh —Felissa gimió y quería escapar del calor. No podía entender por qué se sentía así, y su enfoque era aliviar su incomodidad.
—Alessa, ¿cómo está ella? —se oyó una voz familiar. Felissa abrió los ojos y vio la imagen de Rosina, pero estaba borrosa. Junto a ella había una mujer vestida de blanco.
—Está bien, Su Majestad. Su cuerpo está pasando por el calor. Es normal —dijo Alessa Buratti, del Palacio Theta, con un suspiro de alivio.
—Eso es genial. Entonces dejémosla descansar por hoy —dijo Rosina antes de alejarse, pero sabía que Felissa estaba despertando.
Fuera de la habitación estaba Vicenzo apoyado contra la pared. Cuando Rosina salió, él inmediatamente inclinó su cabeza.
—Su Majestad —saludó Vicenzo manteniendo la cabeza baja. Había llevado a Felissa a la sala médica del Palacio ya que era el lugar más cercano tras desmayarse.
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