O Parte XXIX: Charla de una sirviente

Mi nombre es Huamanga Púnica, pero todos me llaman Huamanga, Soy la hija de una mujer noble que en su tiempo fue hija del Inca, sin embargo, mi linaje no tiene la sangre del sol, por lo que desde que recuerdo siempre he servido como sirviente en el palacio.

Como sirvienta he hecho muchas cosas, desde el lavado de la ropa hasta el acicalamiento de la Coya.

Por mi memoria pasa días de fuertes lluvias y extremo frio, golpes y castigos que tuve que soportar.

Por eso estoy muy agradecida con mi joven señor, que en su infinita misericordia favorece a esta sirvienta, y ha puesto en mi un sentimiento de gratitud y respeto.

Mi joven señor Vilca, es un persona de buen corazón que tiene muchas expectativas puesta en él, mi joven señor ha superado terribles pruebas que mataron a varios hombres, y ha enfrentado en más de una vez al Inca para defender al pueblo en el que cree.

Como la persona que siempre esta con él, me he enorgullecido de todos sus logros y he llorado sus fracasos.

Me he mantenido firme para que mi amo pueda reposarse en mí, compartir un poco de sus cargas. Y me he preocupado cuando en batalla heridas y sangre caían sobre él.

El sentimiento de esta sirvienta siempre ha sido de profundo respeto por mi amo.

Pero desde hace un tiempo, un nuevo sentimiento ha estado forjándose en mí, uno que no entiendo ni comprendo, pero que, a pesar de todo, aún crece en mí.

Por eso debo mantenerme firme y alejada, por que temo que no es sentimiento que una sirviente debería tener hacia su amo y que caerá en oídos sordos si es confesado.

Debo callar, por que este calor en mi pecho es anormal y debe ser extingo.

Soy huamanga, la sirviente principal del Auqui Vilca y como tal, permaneceré firme ante cualquiera que amenace los intereses de mi Señor, así sea mis propios sentimientos.