—Vale.
—Bueno, ya estoy en casa. Vete.
Luo Zhan se despidió con la mano, la metió en el bolsillo de su pantalón y se detuvo de repente.
Lu Yihan vio su reacción:
—¿Qué ha pasado?
Luo Zhan buscó en todos sus bolsillos y luego respondió, molesto:
—Parece que no tengo la llave.
Lu Yihan miró la hora. Ya eran más de las doce de la noche.
—Es muy tarde. ¿Puedes encontrarlas? Como no hay un hotel por aquí cerca, ¿quieres dormir en mi casa esta noche?
—¿Ir a tu casa?
—Bueno, solo como agradecimiento por dejarme dormir aquí la última vez.
—Bueno… ¡vamos!
Luo Zhan se tranquilizó.
Cuando llegaron al apartamento de Lu Yihan, se dio cuenta de que vivían muy cerca. Tardaron menos de diez minutos andando.
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