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El diario de un Tirano

Si aún después de perderlo todo, la vida te da otra oportunidad de recobrarlo ¿La tomarías? O ¿La dejarías pasar? Nacido en un tiempo olvidado, de padres desconocidos y abandonado a su suerte en un lugar a lo que él llama: El laberinto. Años, talvez siglos de intentos por escapar han dado como resultado a una mente templada por la soledad, un cuerpo desarrollado para el combate, una agilidad inigualable, pero con una personalidad perversa. Luego de lograr escapar de su pesadilla, juró a los cielos vengarse de aquellos que lo encerraron en ese infernal lugar, con la única ayuda que logró hacerse en el laberinto: sus habilidades que desafían el equilibrio universal.

JFL · 軍事
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161 Chs

Supuesto

El sol salió como un cobarde después de una gran pelea que lo involucraba, calentando tímidamente a todos los mortales bajo sus dominios, no obstante, el viento frío continuaba presente en las zonas de sombra y lugares cerrados, provocando que la mayoría de las personas en la vahir continuaran bien abrigadas.

--Señor Orion --Dijo Astra al vislumbrar la espalda de su soberano, acercándose con un suspiro de cansancio mental por la búsqueda--. Las personas que solicitó.

Orion volteó, inexpresivo, con una aura dominante rodeando su cuerpo. Las dos damas guardianas se hacían presentes a tres pasos de él, sofocando con su presencia a los recién llegados. Orion observó a la dama, luego al hombre, ambos buenas recomendaciones por parte de la interfaz.

--Puedes irte.

Astra asintió, se inclinó con sumo respeto, dio dos pasos hacia atrás y se retiró con una bien práctica media vuelta.

--Barlok. --Con una torpeza atribuida al nerviosismo, el hombre llamado Ron se arrojó sobre sus rodillas, temeroso por causar un disgusto en el alto hombre.

Nadia, por el contrario, solo hizo una breve reverencia, cortés y rápida, pero no muy respetuosa. Yerena tronó la boca, disgustada por la actitud de la Kat'o.

--Tengo un trabajo para ambos --Dijo con un tono seco--, pero antes, una pregunta ¿Saben leer?

--Sí, Barlok. --Respondió Ron.

Nadia solo asintió.

--Levántate --Ordenó, pero su mirada quedó pegada en la dama de cabello negro y busto exuberante--. Ven. --La joven se acercó, con una mirada taciturna y desafiante.

[Instruir]

•~•

- Nombre: Nadia Balo

- Edad: 25 ernas (años)

- Estatus: Residente de Tanyer.

- Sangre: Mixta

- Potencial: Excelente.

- Lealtad: Baja.

~•~•

La dama dudó al sentir los dedos del señor del palacio tocar su frente, tuvo el pensamiento de resistencia, pero la sola presencia del joven la hizo renunciar a la idea, aceptando el destino que le esperaba, sin embargo, un segundo después, cuando el repentino viento cubrió la totalidad de su cuerpo su expresión cambió a una absoluta sorpresa, confundida si lo que acababa de pasar era verdad.

--¿Qué me hizo? --Preguntó de forma irrespetuosa.

--Tú serás mi estratega. --Dijo al concederle el título, sin prestar atención a sus complicados sentimientos.

Nadia volvió a sentir otra ráfaga de aire, sutil pero poderosa y, aunque parecía que nada había cambiado en su cuerpo, mentalmente había sufrido una drástica metamorfosis.

--Acércate.

Ron tropezó con sus propios pasos, el sudor frío en su espalda y frente denotaba lo asustado que estaba y, no era para menos, desde que había llegado a su nuevo hogar había sido bombardeado con las terroríficas hazañas del joven que gobernaba Tanyer.

[Instruir]

•~•

- Nombre: Ron Freder

- Edad: 27 ernas (años)

- Estatus: Residente de Tanyer.

- Sangre: Común.

- Potencial: Excelente.

- Lealtad: Alta.

- Habilidad especial: Tres ojos.

~•~•

Al igual que la dama, Ron sintió un cúmulo de emociones al sentir los dedos del joven tocar su frente, pero después de despertar de los silenciosos segundos, descubrió grandes cambios en su cuerpo y mente.

--Tú serás mi profesor. --Dijo, otorgándole el título.

Ambos se quedaron de pie, estoicos, no tenían idea de lo que había pasado, eran conocedores por los textos que leían, pero en esos libros no se encontraba nada que pudiera explicar el suceso con los dedos de su soberano, no solo eso, los títulos también les provocaba cierta confusión, estando en conflicto de lo que eso se significaba.

--Hoy vuelvan a sus hogares y descansen, porque mañana comenzarán a trabajar para mí ¿Entendido?

--Sí, Barlok. --Respondieron al unísono, sin mucha emoción por sus desordenados pensamientos.

Se inclinaron, no dudando en irse un segundo después.

Inspiró profundo, tanto como ellos dos, él también estaba en conflicto, solo que con sus sentimientos y, aunque el dolor había desaparecido, el inexplicable suceso no hacía nada más que provocar su inquietud y disgusto.

--Mi señor --Se inclinó al llegar, recuperando la adecuada compostura--. He completado su encomienda, los jefes en la sala de construcción comenzarán la edificación de las dos torres de arqueros al amanecer de mañana.

Asintió con calma, ignorando la mirada de su fiel subordinada por ser atrapado por una pequeña silueta.

--Hombre Barlok --Dijo Korgan al acercarse--, estamos ansiosos por dar comienzo a sus órdenes, por ello le pido que con su sabiduría pueda permitirnos comenzar.

Le miró por unos segundos, estando de acuerdo con sus deseos, no servía de nada tener a los antar haciendo nada, así que, abrió su interfaz, fue a una sección de nombre: Planificación, tocó la opción recursos, vislumbrando lo que su territorio inmediato podía permitirle. Esperó dos segundos a que terminara el proceso de búsqueda, encontrando varios lugares indicados para comenzar a extraer recursos. Convirtió el mapa tridimensional en uno físico, uno que fue enviado a su inventario, de donde lo extrajo.

--En este mapa encontrarás la zona donde quiero que comiencen con la extracción de recursos --Ignoró la mirada sorprendida del macho de los antar--. Puedes solicitar a alguien que te guíe al lugar para inspeccionarlo... ¿Trajeron sus herramientas? Korgan. Korgan.

--No, hombre Barlok. --Dijo al despertar de su sorpresa.

Suspiró un poco decepcionado, abriendo una pequeña interfaz perteneciente a su habilidad [Fabricante]. Tocó mentalmente la sección planos, luego recursos, encontrando ahí una subsección de nombre: Minería. Solo había picos y palas para fabricarse, ya que la investigación en proceso: Herramientas mejoradas no había culminado. Colocó los materiales necesarios, comenzando con la fabricación de diez juegos de herramientas.

--Toma --Extrajo una a una de su inventario, pero a Korgan le fue imposible mantener la calma por lo que sus ojos observaban--. Sostenlas... --Alzó la voz.

El dirigente escogido de la raza antar cayó de rodillas, tocando su pecho con su mano izquierda y una mirada de absoluta devoción.

--¿Qué pasa? --Preguntó con el ceño fruncido, pausando la extracción de herramientas de su inventario.

--U-U-Usted es... es nuestro Prim (Primigenio) --Tragó saliva, calmando un poco su nerviosismo--. Lamento no haber mostrado el respeto adecuado ante su presencia, Prim Dano (Herrero primigenio)...

--Explicate antes de continuar. --Interrumpió.

*Tu habilidad [Fabricante] ha subido de nivel*

*Nivel necesario*

*Tu habilidad [Fabricante] ha mejorado, has desbloqueado una nueva ventaja*

Se quedó momentáneamente quieto por la repentina notificación, tanto que no escuchó nada de los disparates del individuo de barba negra.

--Repítelo.

--Antes de la caída de la Gran Unión, nuestro pueblo disfrutaba de un gran estatus en las tierras exteriores, éramos conocidos como los...

--No quiero conocer tu historia --Interrumpió sin cortesía--, solo el significado de arrodillarte al pronunciar esas extrañas palabras.

--Sí, por supuesto --Asintió un par de veces--. Usted es la reencarnación de nuestro Dios Din Dano, el Prim de la especie, el materializador de cosas. Solo con su regreso nuestra raza podrá prosperar, lo dictan las antiguas costumbres.

--Bien, acepto ser lo que piensas que soy, pero antes comienza con mi petición y llévate todas estas herramientas. --Extrajo de su inventario el resto, colocándolas en el suelo.

--Será un honor servirlo, Prim Dano.

Se levantó con gran entusiasmo, sujetó las herramientas de dimensiones inexactas para un uso adecuado de su gente. Eran pesadas, pero con su fuerza le fue posible cargar con cinco juegos antes de retirarse en busca de sus compañeros, con la intención de regresar con los demás.

--Este acto me recuerda a algo. --Volteó, sonriendo al observar a sus dos damas guardianas, quienes desviaron la mirada un poco avergonzadas.