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El diario de un Tirano

Si aún después de perderlo todo, la vida te da otra oportunidad de recobrarlo ¿La tomarías? O ¿La dejarías pasar? Nacido en un tiempo olvidado, de padres desconocidos y abandonado a su suerte en un lugar a lo que él llama: El laberinto. Años, talvez siglos de intentos por escapar han dado como resultado a una mente templada por la soledad, un cuerpo desarrollado para el combate, una agilidad inigualable, pero con una personalidad perversa. Luego de lograr escapar de su pesadilla, juró a los cielos vengarse de aquellos que lo encerraron en ese infernal lugar, con la única ayuda que logró hacerse en el laberinto: sus habilidades que desafían el equilibrio universal.

JFL · War
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El discurso

[Fabricante]: Los oficios son los trabajos más honestos que existen, claro, si quieres ser pobre.

-Puedes fabricar armas y armaduras, entregándoles atributos especiales. (Todo dependerá de tu nivel de habilidad y los materiales que ocupes)

-Puedes reparar equipo ya fabricado y darle mejoras.

-Puedes crear joyería y herramientas con atributos.

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Observó la nueva ventaja, no era mala, pero tampoco la sintió demasiado buena como para ser una recompensa por sus arduas horas de trabajo. Sonrió, terminando convencido al notar que el costo de los materiales disminuyó en un 20%, sintiendo que esa si era una verdadera bonificación.

*Se ha formado un escuadrón de élite en tu ejército*

*Has completado la tarea oculta: Un soldado entrenado es un soldado listo para matar*

*Has ganado cincuenta puntos de prestigio*

*Has desbloqueado dos habilidades*

Sus comisuras de alzaron, estaba contento con la noticia sobre la formación de un escuadrón de élite, pero lo estaba aún más por las dos habilidades obtenidas. Si debía seleccionar algo que le fascinara de la interfaz, sin pensar escogería desbloquear habilidades, lamentablemente no lo podía hacer a consciencia, porque si no estaba seguro de que ya hubiera hecho todo lo posible por desbloquearlas todas.

[Espadas danzantes]: El baile es el idioma del alma, pero la muerte es el idioma de la vida.

-Crea un domo repleto de espadas ilusorias que atacarán sin descanso a tu enemigo. (Entre más alta sea el nivel de habilidad, más poder tendrán las espadas).

-Puedes invocar cinco espadas flotantes (para invocar más sube de nivel).

×Costo: 200 puntos de prestigio×

Inspiró profundo, nostálgico por las innumerables veces que ocupó aquella habilidad en el laberinto, recordando el buen trabajo que hacía al rebanar a sus enemigos en mil pedazos.

[Lanza de luz]: ¿Es un mensaje divino, o un castigo?

-Las lanzas creadas incrementan su velocidad y ataque en el día.

-Puedes crear lanzas explosivas, aunque pierden poder de perforación.

×Costo: 100 puntos de prestigio×

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Sus comisuras mantuvieron la elevación durante un largo rato, se sentía complacido con las habilidades desbloqueadas, aunque todavía dudaba cuál hacer suya.

∆∆∆

--Señor Orion, está todo listo. --Dijo Astra con un tono calmo y respetuoso.

--Excelente --Asintió, levantándose del sofá--. Fira, la capa.

Extendió los brazos y se mantuvo quieto, facilitándole el trabajo a su ayudante. Acomodó su túnica, los brazaletes de oro y el collar con un dije de un símbolo antiguo. Bebió el último sorbo en la taza de plata, carraspeó, tragando saliva para aclarar su garganta. Suspiró todo el exceso de energía, decidiéndose por salir de la sala.

--¿Están todos?

--Sí, señor Orion.

La guardia personal completa, protegida por sus excelentes armaduras negras rompió filas al vislumbrar la presencia de su soberano, tomando su lugar apropiado a cuatro pasos de su espalda, exceptuando a Mujina, quién solo se separó dos pasos, justo al lado de los hermanos.

--Señor Barlok. --Saludaron al unísono los guardias de la entrada.

Los rayos del atardecer fueron reflejados por la joyería, al tiempo que su hermosa túnica color vino aumentaba su belleza. Limpió la saliva seca de sus labios con la yema del pulgar al bajar los escalones con suma calma, admiró los solitarios alrededores, inspirando profundo. Los caminos de piedra y tierra lo dirigieron a los contornos del territorio del palacio, subiendo por los peldaños a la cima de la muralla. Los pocos arqueros vigilantes se hicieron a un lado, flexionando sus torsos con respeto.

--¿Cómo sientes tu cuerpo después de... ya sabes, eso? --Preguntó en un tono bajo, tan bajo como un susurro.

Alir sonrió, repleta de una arrogancia que solo el vasto orgullo puede otorgar.

--Si pudiera contarte... --Su sonrisa se congeló, tragó saliva y de reojo observó al frente. La intención asesina que el cuerpo de su capitana desprendía la hizo temer por su vida. Calló y recuperó su compostura, ignorando al curioso Jonsa.

Se detuvo, girándose a la derecha. El lugar era espacioso, al menos el doble en comparación con el resto de los muros, ya que abajo de sus pies se encontraba la entrada al territorio del palacio. Respiró profundo, jugando con sus rostro haciendo muecas, para finalizar con un soplo agresivo que desató toda su energía contenida. Caminó al frente, justo a la orilla de la superficie, deteniéndose al tocar el bajo muro de protección.

Parpadeó y, al abrir los ojos vislumbró a las más de mil personas que se hicieron presentes bajo su orden. Había grupos que se diferenciaban unos de otros, en su mayoría los soldados, que con orgullo portaban las buenas armaduras obsequiadas por su señor, no obstante, aunque la demás gente no poseía un distintivo tan claro, el color de piel, cabello, o forma de cuerpo declaraba al grupo que pertenecían, siendo los pocos humanos no militares los únicos con expresiones de miedo y nerviosismo.

--Gente de Tanyer --Alzó la voz, poderosa y autoritaria, atrayendo para sí las miradas de los pocos que no habían sentido su gran presencia--, mi gente. Me presento ante ustedes como el hombre detrás del título, el desconocido que reside en el palacio y, para muchos es el causante del cambio de sus vidas --Barrió con su mirada a los presentes, solemne y calmo, pero imponente como una montaña--. Soy Orion, el Barlok de Tanyer y señor de esta vahir --Inspiraron profundo, de solo escuchar su nombre podían sentir una sombra gigantesca cobijarlos--. Mi intención al dirigirme ante ustedes, mi gente, no es otra que mostrar mi rostro y dedicar un par de palabras en honor a sus nuevas vidas, al cambio y progreso que están teniendo nuestras tierras... Hace poco se terminó de construir un lugar, un santuario para el aprendizaje y, como fiel devoto de el, he instruido a mi Ministro que comience con la búsqueda de los veinte candidatos, todos infantes, con el propósito de aprender diversas ramas de conocimiento, con el fin de que crezcan como conocedores y dignos sirvientes de Tanyer.

La multitud calló, pero fue solo un instante antes de comenzar con los susurros, al tiempo que observaban a sus retoños con esperanza y calidez. La mayoría era gente analfabeta, que tenía ciertos conocimientos sobre las academias por las noticias y cuentos que los mercaderes traían consigo y, aunque no estaban seguros sobre ese santuario del conocimiento al que se refería su señor, escuchar que sus hijos podrían ser elegidos para aprender ahí los llenó de mucha expectación y deseo, queriendo conocer los requisitos para la entrada, los cuales suponían no serían sencillos.

[Grito de guerra]

Un fuerte sonido los despertó, alzando con temor sus miradas a sabiendas de que sus malos manejos de emociones había dado como resultado en un insulto hacia su señor.

--Diez vacantes estarán ocupadas por los hijos de los hombres de mi ejército --Continuó sin cambiar su mirada, aclarando su garganta con su saliva--. Otras diez estarán disponibles para el resto de la gente de Tanyer. Y aunque por el momento, la cantidad de vacantes es limitada, prometo que un futuro aumentara --Sonrió al ver el cambio de actitud de sus súbditos, que en su mayoría mostraban expresiones alegres. Inspiró profundo-- ¡Gente Tanyer, demuestren lealtad hacia mí y, yo cuidaré de ustedes! --Los soldados golpearon sus pechos al unísono después de una rápida orden de sus comandantes, se arrodillaron con las miradas en lo alto, exudando de sus cuerpos una alta cantidad de energía de combatiente. Los lugareños se miraron, indecisos por su siguiente acción, pero luego de observar el comienzo de muchos al arrodillarse, no tuvieron más remedio que imitarlos-- ¡Gente de Tanyer!...

Calló de inmediato, notando al jinete y su caballo cubierto de heridas acercarse a la puerta principal.

--¡Levántense y sigan trabajando por Tanyer! --Ordenó, llevando su mirada a su hermosa sirvienta--. Fira, conmigo.

*Tu discurso ha conmovido a la población bajo tu mando*

*La eficacia y la velocidad en los trabajos de tus lugareños incrementa en un 50% por siete días*

Orion se dirigió a la entrada, observando la notificación.

Bastó de unos pocos segundos para que la multitud comenzara a dispersarse, muy entusiasmados con las recientes noticias, deseando ya conocer a los afortunados que tendrían la posibilidad de aprender en el santuario.

--Abran las puertas. --Ordenó.

El crujido de la madera y sus bisagras se hizo presente y, con un ruido sordo comenzaron a moverse.

El jinete bajó de su montura al ver a su soberano, tropezando por el desequilibrio y golpeándose el rostro con la tierra dura. Se levantó, tambaleándose y escupiendo al lado un gargajo de sangre.

--Señor... Barlok --Dijo con dificultad--... E-El ejército enemigo... se ha movilizado... --Cayó de rodillas, sumamente cansado y adolorido.

--¿Cuántos?

--Más de... dos mil... --Respiró, perdiendo el conocimiento.

--Sanalo, Fira. Astra, ve por Kaly. --Su mirada se oscureció, denotando lo dispuesto que estaba a derramar sangre.