Yuzuko Okogi miraba por la ventana del taxi pensativa… Había decidido hablar con su hijo Kenji ese día, pero no sabía cómo abordar el asunto. A pesar de todo el tiempo transcurrido, era algo que lastimaba su alma, una herida que había sanado en falso.
-Kenji, hoy es un día especial; conoceré a tu primera novia, así que te voy a contar la historia de mi primer amor…
El jovencito observó cómo su madre, nerviosa, entornaba los ojos, en clara señal de que viajaba al fondo de su ser mientras tomaba con fuerza el anillo que llevaba en una cadena junto a su pecho.
-Creo que ya tienes edad suficiente para que sepas la verdad desnuda acerca de tu madre… -las palabras se negaban a salir, pero con un esfuerzo más allá de lo humano se obligó a decirlo- ¡ME GUSTAN LAS MUJERES!
-Ya lo imaginaba mamá -respondió el chico a una velocidad pasmosa y con la naturalidad tan propia de un post-millennial- lo noté por cómo mirabas a mi profesora de francés y porque a pesar de ser la viuda de cuarenta más bella del mundo, miras a los hombres como si no estuvieran allí.
Sólo tengo una pregunta mamá: Si tus preferencias son esas, ¿Por qué te casaste con papá? Si era por tener un hijo, hay otras formas, que no involucran el sexo con un hombre y mucho menos el matrimonio.
Yuzu pasó saliva, entre sorprendida y aliviada por la reacción de su retoño. Eso la motivó a seguir adelante.
-Respecto a tu padre, ten claro que lo amé; no tanto como él mereció, pero con toda la lealtad de la que soy capaz. Ahora volvamos al asunto central: Ella, mi primer amor.
"La conocí cuando me trasladé a la Academia Aihara por cuenta del matrimonio de mi madre con Shou…"
Llevaban unos veinte minutos hablando cuando el vehículo se detuvo frente al elegante restaurante donde se reunirían con Misato, la novia de Kenji.
Tras llegar a la mesa que habían reservado y un par de minutos de espera, hizo acto de presencia la mentada jovencita.
Era una bella adolescente de unos quince años, alta para su edad, dueña de un cabello negro como la noche, piel blanca como el mármol y lo que más impactó a Yuzu: unos ojos violeta que sólo había visto en otra persona en el ancho mundo.
-Buenas tardes Señora Okogi, me llamo Misato Udagawa, un placer conocerla -dijo la niña en un tono cortés, excesivo para una adolescente en opinión de la liberal suegra.
-Un gusto Misato-chan. Por favor llámame Yuzu.
La conversación transcurría con normalidad, mientras Yuzu era atormentada por aquellos ojos violeta y una pregunta: ¿De dónde le sonaba el apellido Udagawa?
De un momento a otro, la joven Misato escuchó su teléfono móvil:
-Ya voy llegando al restaurante.
-Mamá, no creí que pudieras venir; estamos en la mesa 39, junto a la fuente. Te espero.
¡Mi madre vendrá Kenji… no lo puedo creer!
Un elegante auto negro último modelo se detuvo, y de él descendió una preciosa dama cuya sola presencia inspiraba impacto y respeto. Luego de despedir a su escolta le pidió al maître que a condujera a la mesa 39, donde la esperaban.
El eficaz empleado guió a la dama, que más parecía una diosa que una mortal a la citada mesa.
Allí encontró a su hija junto a un joven de ojos verdes y, de espalda a ella, una mujer de cabello rubio teñido.
-Buenas tardes, lamento la tardanza-.
Hola a todos... Es un placer para mi estrenarme en Webnovel con mi primer fic.
Citrus es uno de los mejores mangas que he leído y esta historia me planteó en su momento retos y grandes satisfacciones.
Espero que la disfruten.