La noche siguiente a la confrontación con Alejandro, Isabella apenas durmió. Su mente estaba en un torbellino de emociones, tratando de procesar todo lo que había descubierto y lo que significaba para su matrimonio y su futuro.
Por la mañana, tomó una decisión. Necesitaba espacio para reflexionar y tomar decisiones claras. Se vistió con calma, preparó una pequeña maleta con lo esencial y dejó una nota breve para Alejandro explicando que necesitaba tiempo sola para pensar.
Sin mirar atrás, salió de la mansión en silencio y se dirigió a un pequeño hotel boutique en el centro de la ciudad. Allí, alquiló una habitación y se instaló, alejándose temporalmente del mundo que conocía para poder enfrentar sus dilemas internos sin distracciones.
Los días pasaron lentamente mientras Isabella revisaba una y otra vez las pruebas que había recopilado. La verdad era innegable, y cada vez que pensaba en el rostro de Alejandro y en sus palabras de amor y arrepentimiento, el dolor se intensificaba.
Una tarde, mientras caminaba por el parque cercano al hotel, recibió una llamada inesperada de Clara.
—Isa, ¿cómo estás? He estado preocupada por ti —dijo Clara, su voz llena de preocupación.
Isabella se detuvo bajo la sombra de un árbol, sintiendo el sol de la tarde filtrarse entre las hojas.
—Estoy bien, Clara. Tomé la decisión de alejarme por un tiempo para pensar.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea antes de que Clara hablara de nuevo.
—¿Has decidido qué vas a hacer?
Isabella suspiró, su voz temblando ligeramente.
—No todavía. Pero sé que no puedo ignorar lo que he descubierto. Necesito encontrar una manera de enfrentar esto, de tomar una decisión que sea lo mejor para mí.
Clara asintió, aunque Isabella no podía verla.
—Estoy aquí para ti, Isa. Si necesitas hablar o simplemente estar acompañada, estoy a solo una llamada de distancia.
Isabella sonrió tristemente.
—Gracias, Clara. Significa mucho para mí.
Después de colgar, Isabella regresó al hotel, donde pasó el resto del día en silencio, contemplando su futuro incierto. Sabía que tenía que enfrentar a Alejandro eventualmente, pero también necesitaba tiempo para curar las heridas emocionales que esta revelación había causado.
Esa noche, mientras miraba por la ventana de su habitación hacia las luces parpadeantes de la ciudad, Isabella se prometió a sí misma una cosa: tomaría una decisión que estuviera en línea con sus valores y sus sueños, sin importar lo difícil que fuera.
Con esa determinación ardiendo en su interior, se preparó para los desafíos que vendrían en los días siguientes, sabiendo que su camino hacia la verdad y la autenticidad personal no sería fácil, pero sería suyo.