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Algunas cosas toman tiempo

La muerte de Annabeth lo quebró. Y muchos temían que para siempre. Busco el refugio en las profundidades del mar. Pero él sabía que no podía esconderse del mundo y de sus amigos por siempre, tenía que seguir adelante. Y tal vez no sería de la forma en que él pensó que sería, pero si fue la más adecuada para ayudarlo a terminar de sanar, para volver a ser el de siempre.

EscritorDeFics · 映画
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34 Chs

La tristeza nubló todo

Una explosión colosal…

Un grito que se escuchó hasta lo último de la tierra. Y luego la calma que decretaba el final de la guerra, el triunfo de Olimpo y el inicio de una era de paz. O al menos eso era lo que todos los semidioses en especial querían.

La lluvia empezó a caer sobre el campo de batalla

Una lluvia inusual… una lluvia pesada y abundante.

Al parecer nadie tenía el deseo de abandonar ese lugar, había sido una lucha encarnizada contra las fuerzas de Gea, pero ahora era momento de volver a la realidad y contar las bajas. Eso sin duda era la peor parte de la guerra. La felicidad de la victoria era precedida de rostros en lágrimas y sollozos por la pérdida de algún amigo, hermanos… Leo había sido la primera víctima contada. Era inevitable ver el rostro de pesar en la gente que había estado cerca de él. Piper, Jason y los demás estaban prácticamente llorando a voz en cuello la pérdida de su amigo. Frank consolaba a Hazel que no podía contener el dolor de haber visto a Leo sacrificarse de esa forma.

Clarisse y algunos hijos de Ares miraban con rosto estoico, pero obviamente conmovido como varios de sus hermanos habían caído en combate, era doloroso ver a algunos por lo desfigurados que habían quedado al morir, pero era necesario empezar a limpiar el campo de los cuerpos de los semidioses caídos.

Casi nadie se percató de que los dioses estaban cerca y la escena no permitió a ninguno de ellos hablar al grupo de semidioses sobrevivientes, porque todos tenían la mirada fija en sus hijos que acunaban a sus hermanos con un dolor indescriptible que aun conmovía la dureza de ares y el desdén de Dionisio. Apolo fue el primero en dar un paso adelante aun cuando la mirada de Zeus intentaba frenarlo. Pero fue ignorado por un consternado Apolo que veía en el suelo aun jadeando a Will. No lo dudo ni un segundo para convocar un poco de ambrosia y dárselo de comer rápidamente.

—Padre… —susurró con un poco de dolor, la herida que tenía en el abdomen era más que motivo suficiente como para quitarle el aliento con cada palabra.

—Shhh… lo has hecho bien… solo bebé esto —Apolo trataba de contener un poco su ira al levantar la mirada y ver a varios de sus hijos tendidos en el suelo y no poder ayudarlos a todos al mismo tiempo. —¡Padre! Tenemos que hacer algo… aún podemos salvar a algunos —imploró el dios sol tratando de buscar el apoyo de los demás dioses.

—Ayudad a vuestros hijos… pero que sea pronto —dijo con cansancio Zeus… Todos empezaron rápidamente a buscar a sus hijos y convocar cantidades de néctar y ambrosia. Pero para algunos ya era demasiado tarde. Como para Drew quien había recibido una daga directamente en el corazón. Tanto Afrodita como Piper miraban con dolor la perdida de una hermana más… Un apesadumbrado Hermes no sabía que hacer primero, si consolar a Travis o empezar a levantar el inerte cuerpo de Connor que tenía múltiples heridas en todo el cuerpo.

—Tiene que haber algo que puedas hacer —Travis suplicaba llorando por un Connor que ya había dejado de respirar desde hace mucho tiempo.

—Lo siento —se disculpó Hermes mientras Hestia se había aproximado al joven semidiós muerto para confirmar lo que ya Travis sabia pero no quería terminar de asimilar.

—¿De qué sirve ser un dios sino puedes salvar a nadie? —Hermes no lo tomo como una ofensa porque podía entender el dolor inmenso que Travis estaba sintiendo por su hermano. Ni siquiera en medio de ese dolor el abrazo suave de Katie podía borrar la amargura de haber perdido a su hermano… su único compañero de travesuras. Entre los dioses también había un estado de shock por las cosas que había visto durante la batalla. Muertes crueles y dolorosas. Pero algunos de los dioses también tenían su mente fija en algo que no había pasado desapercibido durante la guerra.

—Llévala rápidamente a Olimpo —Ordeno Zeus cuando por fin encontraron el cuerpo de Artemisa que temblaba de rabia y vergüenza. Hades intento acercarse, pero Artemisa rápidamente gruño con furia y el siniestro dios no mostro alguna clase de molestia porque entendía la gravedad de su reacción. Tuvo que ser Deméter quien tomara a la diosa de la caza para luego desaparecer del campo de batalla. Una fuerte idea traspaso la mente de la mayoría de los dioses. ¿Qué haremos con ella?

—Supongo que no muchos tendrán ganas de celebrar —suspiro Poseidón con un poco de cansancio mientras vertía néctar en una herida fresca. Había tenido que apartarse del campo de batalla con un grupo de semidioses para acorralar a un grupo de monstruos que huían. Luego de acorralarlos contra el mar… Tyson y los suyos habían terminado con ellos. Pero la herida que obtuvo fue por impedir que un perro del infierno atacara por la espalda a Tyson. Lo cual ni siquiera Tyson se había dado por enterado.

—Será mejor esperar a que pase el duelo… además todavía tenemos unos problemas por resolver. Es momento de traer a lo que queda de las cazadoras y las amazonas —Zeus empezó a hacer su camino llamando a Hades, Dionisio y Hécate con ellos para luego desaparecer.

—¡Percy! —llamo el dios del mar tratando de buscar a su hijo a quien había perdido de vista mucho antes de que tuviera que perseguir a los monstruos con Tyson. Confiaba en que todo estaría bien. Pero de repente una pequeña angustia le recorría el cuerpo. Trato de calmar un poco la lluvia que estaba cayendo para no complicar la situación, y lo logró con mucho esfuerzo y eso le calmo un poco de saber que al menos parecía que Percy seguía con vida.

Nadie respondió al llamado de Poseidón y nadie tampoco podía dar razón del paradero de Percy hasta que se sintió un temblor en la tierra lo cual llamo la atención de todos. Detrás de la colina Atenea estaba con su lanza golpeando el suelo con fuerza y rabia. Y Percy parecía que no estaba dispuesto ni siquiera a defenderse.

—¿¡Atenea que crees que estás haciendo!? —rugió el dios marino y automáticamente su tridente brillaba en su mano.

—No padre —defendió Percy de manera desconcertante para Poseidón que miro con una amenaza en sus ojos toca a mi hijo y te mato. Atenea bajo su lanza y se apartó un poco y entonces Poseidón pudo entender la razón por la cual Atenea estaba perdiendo la razón.

Annabeth…

—¿¡Ves lo que ha hecho tu muchacho con mi hija!? —la rabia de Atenea al pronunciar la palabra muchacho solo se comparaba al desprecio y el asco que Artemisa pronunciaba cuando encontraba a un hombre despreciable que estaba abusando o había abusado de alguna doncella.

—Estoy seguro que no fue su culpa… no intentes culpar a mi hijo —Poseidón intento acercarse a Percy quien se arrastraba rápidamente hacia donde estaba el cuerpo de Annabeth. El rostro de Annabeth estaba manchado de sangre, asi como gran parte de su indumentaria. Y Poseidón sabía que no había nada que el pudiera hacer. Por mucho que amaba a Percy y por mucho que apoyara la relación de su hijo con su archienemiga no podía hacer nada para traerla de vuelta.

—Si lo fue… —susurró con un dolor que conmovió a toda la gente que se congrego alrededor de la escena. Atenea volvió a hervir en rabia volviendo a apuntar su lanza contra Percy, quien no prestaba demasiada atención, ya que su mirada y su ser estaban concentrados en Annabeth, acariciaba su rostro con adoración y algunas lágrimas fueron a parar en el rostro de Annabeth. Parecía que Percy se estaba perdiendo en la locura de no poder hacer nada para salvar a la niña de la cual había estado enamorado todos estos años. Cuando parecía que el fin de la guerra y el inicio de una vida con Annabeth estaba cerca, la muerte se llevó aquello que lo mantenía con fuerzas para pelear, aquello que le impedía abandonarse a la muerte. Ahora se había ido… aquella persona que había sido su ancla a la tierra cuando obtuvo la maldición de Aquiles se había ido… y no volvería…

—¡Detente Atenea! No te permitiré lastimarlo —grito enfurecido Poseidón alarmando a todos los semidioses. Extrañamente a pesar de que se trataba de una diosa los tripulantes del extinguido Argo II tomaron las armas y se pusieron del lado de Percy, rodeándolo para asombro y disgusto de la diosa de la sabiduría.

—¿¡Cómo se atreven a enfrentarme!? ¡Soy una diosa! —les grito con disgusto y rabia haciendo que algunos del grupo grande semidioses retrocediera, pero no los de la profecía, inclusive Nico ahora estaba junto a Reyna mirando lo que estaba pasando dispuesto a actuar si fuera necesario. Aunque Reyna dudaba un poco, no por falta de lealtad a Percy sino más por temor a desatar la ira de Minerva.

—No… ¡No!... ella tiene razón… yo tuve la culpa… no pude —Percy reclamo la atención de todos, porque no podía permitir que una nueva disputa se originara a causa de algo que recaía expresamente sobre él.

—¿De qué estás hablando Percy? —la voz de Thalia se escuchó en medio del tumulto, mientras ella aparecía con alguna de las cazadoras, no fue sino hasta que sus ojos vieron lo que estaba pasando que la realidad la golpeo. Grover llego corriendo cojeando de una pata desde el bosque y también fue golpeado más duramente aun por lo que sus ojos estaban viendo.

—No pude protegerla —declaró llorando amargamente y sin reparo mientras abrazaba el cuerpo inerte de Annabeth. Thalia se acercó lentamente junto con Grover, quien no podía contener las lágrimas, Thalia por su lado ponía toda su voluntad para no llorar. Las cazadoras buscaban con rapidez a su señora, pero no podían hallarla.

—Percy… todos sabemos que hiciste lo que estuvo en tu poder y más para protegerla… y ella también lo sabe —Thalia trato de consolar a su primo lo mejor que pudo sin quebrase ella misma por el dolor tan grande que estaba experimentando. Percy no soltaba a Annabeth ni por un segundo y no dejaba de acariciar su cabello y su mejilla.

—¡No fue suficiente! —grito Percy con rabia contra el mismo. Poseidón se acercó junto Hestia quien había visto desde la lejanía como la agonía empezaba a consumir a Percy solo para dejar un alma dolida y amargada. Con el destino, la vida y los dioses.

—Hijo… no hay nada que yo pueda decir que calme tu dolor —Poseidón trataba de hablar con cuidado de no levantar más ira en su hijo porque podría perder el control de él mismo en este estado de inestabilidad emocional.

—Tienes razón padre… no hay nada… no hay nada —la cabeza de Perseo reposo en el hombre Poseidón quien no pudo evitar sentir la amargura del dolor al ver a su hijo llorar su perdida.

—Dámela Perseo —Atenea reclamo el cuerpo de Annabeth, pero Percy la abrazo más fuertemente, rechazado la idea de desprenderse de ella.

—No hay ni siquiera un poco de compasión en ti… viendo como sufre el muchacho —Hestia sorprendió a todos interviniendo a favor de Percy.

—Es momento de llevarla —Poseidón le susurro a Percy. Aunque era consciente de que sería difícil para Percy decir el último adiós.

—Es momento de llevar a todos —Apolo llevaba en brazos a un Will inconsciente, pero vivo aún. Tal vez la única felicidad del dios sol, luego de tener que ver a muchos de sus hijos, tanto romanos como griegos tirados en el suelo sin nadie que sostuviera sus manos en su último aliento.

—Todavía no estoy listo… —Percy se quebró nuevamente mientras se levantaba con Annabeth en brazos. Intentando mantener la cordura en sus palabras.

—¿Para qué? —pregunto Grover, temiendo la respuesta, pero tratando de ayudar a Percy a sacar las cosas que tenía en su corazón, ya que no le haría bien guardarse tanto dolor.

—Para dejarla ir —las lágrimas, aunque escazas porque había derramado demasiadas empezaron a fluir nuevamente y esta vez fue Thalia quien no pudo contenerse tampoco. Phoebe puso una mano sobre el hombro de la teniente de Artemisa para mostrarle su apoyo.

—Tomara su tiempo hijo… algunas cosas toman tiempo —Poseidón sabía que tal vez siempre llevaría la imagen de Annabeth en su mente, pero rogaba porque el tiempo le ayudara a seguir con su vida. Al menos rehacer sus planes. Y vivir…

—Pero no quiero… no lo entiendes —Percy trataba de sonar coherente, pero la locura del dolor lo estaba consumiendo y no había nada que pudiera frenar las puñaladas de la perdida de Annabeth.

—Tendrás que… porque Annabeth no querría que te consumieras en el dolor y la desesperanza —Percy miro fijamente a su padre y vio la sinceridad de sus palabras. Y casi le pareció escuchar las últimas palabras de Annabeth nuevamente.

Aun tienes mucho que hacer aquí… aun tienes una vida que vivir y debes hacerlo.

No por mi… Ni por nadie… sino por ti.