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Capítulo 14 – Costumbre

Levantó la cara para mirarme:

—Entonces no hay de qué preocuparse —respondió con una cálida sonrisa.

Sin importar las veces que la viera, su pelo tan mimado de ambos colores la hacían hermosa.

Abrazándola, levanté mi espalda junto a ella y acaricié su cabeza como el de un gatito.

—¿Alguna vez has tenido una experiencia amorosa?

—¿¡A-A qué te refieres!? A-Alguna vez me ha g-gustado alguien… P-Pero no he tenido p-pareja.

—Quiero decir: ¿Está permitido tener? ¿Los dioses procrean? Ese tipo de curiosidades.

Estaba avergonzada como si hablase de algo demasiado indecente.

—E-Está permitido cualquier amor, siempre y cuando estén de acuerdo… —explicaba mirando al suelo, sujetada y apoyada con ternura en mi camiseta—. Podemos sentir placer, pero no tener hijos, los que quieren deben reencarnar… ¿Tú quieres tenerlos? —preguntó con curiosidad y melancolía.

—Me declino más a un no. Preferiría poner mi amor a una única persona y que fuera recíproco. Sería maravilloso desde mi punto de vista. ¿A ti te gustaría?

…Tenerlos cuando no he visto a nadie que quiera amar, pienso que es imprudente; antes deberían apreciar a su pareja.

Imaginé sus hijos: una manada de gatitos lindos.

—M-Me gustaría tenerlos, pero pienso igual, también quiero a alguien que me ame siempre…

…Ambas dicen eso, pero puede que sea simple palabrería, aún tengo que confirmar sus acciones.

—Si es cierto, existe la posibilidad de que seamos pareja —hablé al aire, no podía imaginarme una relación amorosa con una chica gato, lo equiparaba casi a la zoofilia a pesar de que me parecían monas. Se calló y apretó mi camiseta como de un gato sacando las uñas—. ¿Qué sucede?

—E-Eso estaría mal. Si lo fuera, Mugon estaría triste… —dijo apretando los labios.

En el momento que se hizo el silencio, alguien tocó el timbre. Se asustó, su cola la delataba; de un salto se levantó y se separó de mí.

…¿¡Por qué siempre interrumpen mis preguntas!?

—¿Q-Quién es? —asustada, preguntó aproximándose a la puerta—. ¿H-Hay alguien?

No hubo respuesta y me miró temblando; me acerqué, la puse detrás de mí y abrí.

…No debería de temer a nada con esas reglas…

Era Gena con la cabeza gacha, enrollando la tela de la mano como una psicópata; me miraba con malos ojos.

…¿Por qué parece que me odies? Ni siquiera quiero saber de ti.

—Al menos podrías responderla.

Nugu, incómoda, llamó mi atención estirando la parte inferior de mi camiseta.

—G-Gena se incómoda con los hombres. Espérame en mi cuarto.

…Odio tratar con este tipo de personas. No es humana, pero… debería tener consideración.

—Si has venido por aquello, deberías saber que sólo estás molestando —aclaré intimidante antes de marcharme, de la misma forma que me miraba.

—¿Aquello?

—Una tontería. Estaré esperando. —Acaricié su cabeza entre orejas; estaba triste como si no reaccionase en su presencia.

Acostumbrado, me tumbé en la cama como si fuera mía. Saqué el móvil y busqué información:

«Nombre: Gena.

Raza: Momia sangrienta.

Dios/a: Maid café.

Universo: Maid café.

Popularidad: 3784✩»

…¿Tantos la aprecian? Si Nugu es más amistosa y tiene 36 ¿fans?

Su avatar era una foto de enfoque selectivo de su goma de pelo.

«Universo: Maid café.

Propietario/a: Gena.

Dominio: Público.

Residentes: 3.

Popularidad: 4420✩

Etiqueta: Cafetería.»

…¿A qué se refiere con dominio público o privado?

De paso, eché un vistazo a la ficha de Mugon.

«Nombre: Mugon.

Raza: Humano.

Dios/a: Sin sonido.

Universo: Sin sonido.

Popularidad: 5430✩»

…¡Es más popular! ¿Se puede saber cuántos dioses hay?

«Universo: Censurado.

Propietario/a: Xaron.

Dominio: Privado.

Residentes: 1.

Popularidad: 27✩

Etiqueta: Sin sonido, censurado, silencioso, tranquilo, paz.»

…¿El enlace está mal? Supongo que también hay errores.

Probé de nuevo, pero mostraba la misma ficha.

Nugu entró a la habitación.

—¿Ya has terminado? ¿Qué te ha dicho?

Estaba callada, mirando al suelo:

—¡Koly! ¡Tonto! ¡Márchate!

Sentí que era una orden, estaba dolorida a punto de llorar.

…Me gustaría preguntar el motivo, pero…

Presentía que empeoraría la situación. Siempre me desechaban, no era nuevo.

—Vale, ha sido un placer convivir contigo.

Quedó callada e inmóvil, parecía arrepentida y, a la vez, no quería retractarse.

…¿Será por lo que le dije sobre Mugon? Yo odio a todos, era esperable.

Estaba decepcionado, me había encariñado con ella. Al no tener nada que ver con un humano, pensé que sería diferente.

La realidad nunca cambiaba; estaba acostumbrado, por lo que marché con facilidad.

Me paré frente al TIS y, mirando atrás, recordé algo similar de mi infancia. No tenía a donde ir, ni siquiera podía activarlo solo. Gena era la última que cruzó, por lo que pararía al lugar que marchó.

…¿Esto es acaso una maldición? Aun cuando me mostró esa sonrisa… ¿¡Qué no hay de qué preocuparse!? ¡Dioses o no, sois iguales! ¡Vaya donde vaya, es igual!

Me tiré al suelo y lo golpeé, rasguñando la mano, haciendo que sangrara y cayera mi móvil.

…Ojalá pudiera dañar mi alma…

Al recogerlo, vi que no tenía arañazos: era indestructible tal y como dijo la diosa.

No podía rendirme, suspiré y pensé con calma.

…Si hay variedad de dioses, también debe existir ese.

Busqué por las aplicaciones de la tienda la palabra taxista o lazarillo. Apareció 1 resultado: Servicio de lazarillo. En la descripción aclaraba que los viajes costarían 20 almas.

…Parece caro…

La instalé y la abrí. Dentro salieron 7 nombres con iconos diversos: Zekro, Neutra, Exion, Uenzo, Speed, Karavera y Gran Demonio. Todos excepto Gran Demonio estaban bloqueados junto a un mensaje de no disponible.

…¿Cuánta mala suerte puedo tener? No hay otra opción…

Lo pulsé y apareció un mensaje: «Espera unos minutos». Después de medio minuto, una sombra se levantó y apareció de ella.

—¡Con mi poder te mostraré que soy el ser más fuerte de este universo! —alborotó.

…¿Quién no puede ser más fuerte que una niña?… Espero que tu actuación no se incluya en la tarifa.

—¡Si eres el nuevo! ¿Aún no sabes conectar el TIS? ¡Jajaja! ¡Tranquilo, te llevaré a donde quieras, mi colega! ¿Qué te ha pasado en la mano, estás bien?

…«Colega», me desagrada la palabra… No lo discutiré, quiero estar solo lo antes posible.

—No es nada. ¿Me llevarías a un sitio relajante donde no haya nadie?

—¡Claro, claro! ¡Quedarás arrodillado de lo sorprendido que te dejaré con mi poder! —presumió con una risa diabólica—. ¡Rápido, sujétate a mí o quedarás atrás!

Me aferré a su chaqueta, cerca del abdomen.

…Si me alejas, haré lo que digas.

—¡Debes sujetarte mejor! De esta forma… —exclamó y, con timidez, aclaró; agarró mi otra mano y la colocó al otro lado de su cintura.

—¡N…! —Intenté detenerlo, pero reaccioné tarde.

La sombra del suelo nos devoró y quedé inconsciente; una mancha azul turquí se sobrepuso en mi existencia.