Al recibir la respuesta de Kieran, Paeris lo observó en silencio, como si escudriñara a Kieran en busca de algún indicio de falsedad en sus palabras.
Por lo que había experimentado Paeris, incluso los mentirosos hábiles no podían superar los mínimos manierismos que ocurrían al mentir, omitir la verdad o forzarse a decir medias verdades.
Si uno era lo suficientemente hábil, incluso una persona normal podría identificar cuándo alguien estaba fabricando las mismas palabras que le estaban diciendo.
Sin sorpresa alguna, Paeris no logró detectar ninguna presencia de estas ineludibles señales.
Aunque, eso se debía a que Kieran hablaba libremente, expresando cómo se sentía acerca del Consejo de la Deidad de la Guerra y cómo veía su posición en el consejo.
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