No había habido un masacre en el mundo shinobi desde la gran guerra. Desde ese momento todo estuvo restringido y un movimiento a gran escala llamaba mucho la atención.
Sin embargo, ahora un contingente de cien shinobis de Iwagakure corría a gran velocidad por los bosques que rodeaban la mansión de la familia Kato, en la nación de la Tierra.
—Ahí— dijo uno de los shinobis y señalo a un grupo de esclavos huyendo.
Varios shinobis se desviaron y lanzaron kunais matando a todos los esclavos al instante.
Los shinobis siguieron moviéndose a gran velocidad y matando a quien estuviera en su camino. No debería haber nadie más que servidores del clan Kato, pero si por casualidad había alguien que no estuviera involucrado, solo sería mala suerte, pero también tendría que ser silenciado.
Al alcanzar la mansión del clan Kato, diez shinobis se infiltraron y fueron matando a todos los sirvientes de la familia Kato hasta que llegaron a los dormitorios. Ahí se encontraron a todos los miembros del clan Kato asesinados, ya sea mediante veneno o cometiendo harakiri. Niños, ancianos, mujeres y jóvenes. Todo el mundo estaba muerto.
El capitán a cargo de la misión se quitó la capucha y examino los cuerpos. Reviso la herida, la coagulación de la sangre y después miró la habitación. No había rastros de intervención exterior, pero daba la impresión de que esta gente llevaba medio día muerto. Eso no cuadraba con sus tiempos. Si el clan Kato ataco a los nobles ¿Por qué la familia se suicidó antes del ataque? ¿Acaso sabían lo que iba a hacer el patriarca?
—Capitán— grito un shinobi —los encontramos—
El capitán miró a sus shinobis —vamos, aquí no hay nada que ver. No toquen nada, tsuchikage-sama dijo que todo esto pertenece a Kasumi-sama como una compensación por todo este problema. No queremos problemas con la nación del Fuego—
—Sí— gritaron todos los shinobis y se movieron a gran velocidad por los pasillos hasta que llegaron al otro extremo de la mansión y se encontraron a una mujer de cabello naranja de pie en el pasillo.
—¿Eres la persona a cargo?— preguntó Nagisa, llevaba el cabello naranja recogido en una coleta y vestía la ropa oscura de los guardaespaldas de Kain.
—Sí ¿Quién eres tú?— preguntó el capitán
—Soy Nagisa Uchiha, guardaespaldas de Kasumi-sama— dijo Nagisa y levantó una medalla con el vajra y el abanico. Lo lanzó al capitán y este lo recibió —actívala para llamar a Kain-sama y Tsuchikage-sama—
—Entiendo— dijo el capitán, miró a sus shinobis y asintió. Él canalizo chakra, lanzó la medalla al suelo y la medalla soltó una chispa eléctrica. Al instante ocurrió una explosión de humo blanco y aparecieron Onoki y Kain. Ambos iban vestidos de gana, no con sus ropas tradicionales, pero trajes a la moda.
Kain llevaba un traje negro y una corbata roja. Onoki llevaba un traje gris y una corbata verde.
Los shinobis de Iwa se arrodillaron al ver a su tsuchikage.
—Kain-sama— grito Kasumi con voz lánguida y suplicante. Todos se sorprendieron y la vieron salir de la habitación llevando un kimono holgado con los hombros expuestos. Ella llevaba el cabello suelto —tengo miedo— y se lanzó a los brazos de Kain.
Kain atrapo a Kasumi en sus brazos y sintió un suave aroma a cerezo en su perfume. Era bastante sugerente y famoso por ser usado por las prostitutas. Sin embargo, a Kain ya no le sorprendía nada de Kasumi. Seguramente quería llamar la atención. Él solo la abrazó y miró a Nagisa, ella hacia un puchero, pero Kain le guiño un ojo. Ella no compartió el sentimiento y miró hacia otro lado como si estuviera molesta con él.
Kain sonrió y miró a Onoki, quien miraba los hombros de Kasumi como si nunca hubiera visto una mujer desnuda —tsuchikage-sama, por favor, empecemos— dijo
Onoki volvió en sí y llevó su puño a la boca, tosió como para afinarse la voz y dijo —muy bien, Kasumi-sama—
Kasumi se apartó de Kain y miró al pequeño Tsuchikage, ella se abrazó a sí misma haciendo ver sus senos más grandes mientras le daba una mirada seductora a Onoki. Este último quedó loco y parpadeo varias veces tomando una buena mirada de los senos de Kasumi. Sin embargo, esta última llevó su mano a la boca y tosió como llamando la atención del tsuchikage.
—tsuchikage-sama, por favor, continue. Quiero limpiar esta casa lo antes posible, el aroma es insoportable— dijo Kasumi
Onoki asintió, un poco atontado por los senos de Kasumi, se veían muy blandos y suaves, especialmente tentadores, sobre todo sus hombros expuestos —sí, bueno— dijo con dificultad —tengo la documentación—
—Por favor— dijo Kasumi y tendió su mano, pero sin apartar el otro antebrazo de debajo de sus senos para que se siguieran viendo grandes y bonitos.
Onoki movió sus manos como si no supiera que era lo que tenía que hacer, de repente recordó y busco dentro de su traje. Él sacó un sobre y se lo tendió —como parte de la nación de la Tierra, le pedimos disculpas por involucrarla en este asunto. Esperamos que usted comparta una buena palabra con daimio-sama (de la nación del Fuego, hermano de Kasumi) y podamos mantener las relaciones diplomáticas—
—Por supuesto, no me gustaría nada más que eso— dijo Kasumi con una sonrisa seductora y le quito el sobre bruscamente. Ella reviso el sobre, la convertía en dueña de todas estas tierras y de todos los tesoros que tenían el clan Kato. Una compensación por todas las molestias. Esto había salido más limpio de lo que ella lo imagino en un principio. Kasumi miró al daimio, ella seguía presionando sus senos para se vieran grandes y atractivos —con respecto a la limpieza ¿Me puede ayudar?— preguntó y se inclinó un poco hacia adelante.
Decir que Onoki casi tuvo un derrame nasal era quedarse corto. Este último agacho la cabeza de forma tímida y sonrió —por supuesto, señora— dijo obedientemente, él miró a los shinobis que vinieron a eliminar al clan Kato y les dijo —todos ustedes, quedan bajo el mando de Kasumi-sama. No volverán a Iwagakure hasta que Kasumi-sama así lo diga—
Los shinobis quedaron más perturbados que Onoki cuando vio los senos de Kasumi. Ellos eran anbus, jounin y jounin de elite ¿Cómo los iban a dejar limpiando una casa?
—No escuche su respuesta. No tolerare insubordinación— dijo Onoki y se elevó en el aire de forma majestuosa.
—Sí, tsuchikage-sama— dijeron los shinobis a coro
Kain quedó mirando a Kasumi y negó con la cabeza, pero no la podía culpar. Todos los sirvientes, esclavos y miembros de la familia Kato habían sido asesinados por los shinobis de Iwa. Ahora ella y los presentes eran los únicos vivos.
—Kain-sama— dijo Kasumi, ella se dio la vuelta y miró a Kain. Este último la miraba con tranquilidad —¿Puedo ir al evento de ciudad Tengu?—
—No, y tú lo sabes, ya lo habíamos conversado— dijo Kain
—Pero ayude a tu—
Kain le tapó la boca y la quedó mirando a los ojos —no me molestes— le destapo la boca y continuo —ya te di suficiente, sino sabes cuando parar, yo te puedo enseñar ¿Te gustaría eso?—
Kasumi tirito y agacho la cabeza —no, Kain-sama— dijo
—Bien, espero no volver a tener esta conversación. Estaremos en contacto y compórtate como una persona civilizada—
—Ey, yo soy una persona civilizada— dijo Kasumi, lo miró a la cara e hizo un puchero
—Sí, ya lo creo— dijo Kain, miró a Onoki y continuo —tsuchikage-sama, debemos volver a ciudad Tengu, tu esposa te debe estar esperando—
Onoki sintió un calor incomodo por todo su cuerpo, asintió, pero después miró a sus shinobis y les dijo —se los encargo—
Los shinobis que todavía estaban arrodillados, asintieron.
Kain miró a Nagisa, se acercó a ella y la llevó a un rincón. Por mientras, Kasumi se acercó a Onoki y le siguió pidiendo cosas a lo que el pobre Onoki solo sabia decir que sí.
Kain miró a Nagisa, de cabello naranja, rostro con forma de corazón y ojos verdes. Ella lo miró con cierto resentimiento en la mirada. Kain sonrió —esta será la última vez que cuidas a Kasumi, te lo aseguro ¿Quieres quedarte o viajar a ciudad Tengu? Tsubaki pregunta por ti todos los días—
—Kain-sama— dijo la pequeña Shiori Aburame. Ella salió de la habitación y levantó su rostro para mirarlo —antes de viajar con tu amorcito, quisiera que me enviaras a casa. Llevó mucho tiempo fuera y quisiera ver a mi familia—
Kain sonrió de forma burlona y le preguntó —Shiori-chan ¿tan desesperada estás por casarte? ¿Alguna necesidad que cubrir?—
—No es eso, cochino— respondió Shiori con un claro rubor en las mejillas —por favor, envíame primero—
—Claro que puedo, Shiori-chan. Muchas gracias y no te preocupes, estaremos ahí con Nagisa para tu boda. Espera nuestro regalo—
—Así es, senpai. Cuídate mucho, espero que sigamos conversando— dijo Nagisa con una amplia sonrisa
Shiori miró a Nagisa, asintió y sonrió feliz. Después de pasar tantos meses trabajando en esta misión se habían vuelto las mejores amigas.
—Kain— dijo Onoki, ya se estaba asustando, Kasumi le pedía y le pedía cosas y él no sabía cómo decirle que no. Así que se apresuró a Kain y se ocultó detrás de él.
Kain miró a Kasumi, ella estaba de pie, vistiendo ese holgado kimono con los hombros expuestos y los senos abrazados y levantados por sus antebrazos. Ella miraba a Onoki sin el más mínimo de respeto o consideración por su título. Por otro lado, Onoki era como un conejo asustadizo.
Kain miró a Kasumi a los ojos y sonrió —¿Vas a quedarte aquí?— preguntó
—¿Me quieres llevar?— preguntó Kasumi una expresión segura y voz altanera —no eres el único, solo es un recordatorio—
—Bueno, si te quieres quedar, bien por ti— dijo Kain, se dio la vuelta y miró a sus amigos.
—Espera, Kain-kun— dijo Kasumi con un tono de voz alarmado —yo solo te estaba diciendo, por supuesto que quiero ir contigo. Espera— ella camino hasta Kain y lo sujeto de la ropa. Kasumi lo miró a los ojos con reproche y continuo —eres tan malhumorado. Si continuas así tu cara se va a afectar y es lo único bueno que tienes—
Kain la quedó mirando, ella agacho su rostro e hizo un puchero. Kain soltó un suspiro y le dijo —no te estoy invitando al evento de ciudad Tengu. De ningún modo tienes permitido asomarte. Se supone que eres un rehén de la nación de la Tierra. Si muestras un cabello en la gala, te quitare todo y volverás con tu hermano ¿Soy claro?—
—Sí, Kain-sama— susurro Kasumi
Kain negó con la cabeza y continuo —te quedaras con Murazaki en su habitación, será divertido, así que no pongas esa cara de cachorro abandonado—
—Está bien, no tienes por qué enojarte— dijo Kasumi con voz mimada. Ella miró hacia atrás y vio a los shinobis —ustedes— dijo con voz potente, más autoritaria que el propio tsuchikage —deben dejar todo limpio y ordenar todos los tesoros en la habitación más grande. Cuando vuelva voy a revisarlo todo, que no falte nada. Otra cosa, contraten sirvientes. Esta casa no se atenderá sola y ninguno puede abandonar la propiedad hasta que yo lo diga ¿Entendido? Su tsuchikage los puso a mi servicio—
Los shinobis miraron a Onoki con expresiones perplejas, pero Onoki se mantuvo a distancia y no supo cómo lidiar con la princesa de la nación del Fuego.
Kain negó con la cabeza y murmuro —un orgullo para todos los shinobis—
Onoki lo miró y frunció el ceño, pero Kain no lo tomo en serio.
Kain miró a los pobres shinobis, víctimas de una mujer caprichosa y de un hombre dominado por un par de tetas —lo sentimos por los inconvenientes, pero no se preocupen. Se les pagara por todas las molestias. Además, cada uno de ustedes tendrá la oportunidad de hacerme una solicitud. No es un todo lo que puedas pedir, pero mientras sea una solicitud razonable, yo los ayudare— dijo
Eso aligero un poco la expresión de los shinobis y asintieron.