Kain repartió a toda la gente y dejo al último a Nagisa. Lo hizo por varios motivos, pero principalmente porque era su esposa y a la mansión que iban, era un lugar privado, solo para su familia.
Era la mansión que había construido Kain a las afueras de ciudad Tengu. Esta era otra mansión, diferente de la de Naomi.
Esta mansión estaba en lo alto de una colina y para poder subirla había una carretera de dos vías con forma de caracol.
La mansión era de dos pisos, concreto y piedra natural, una enorme piscina en forma de U que pasaba por los costados y la parte posterior de la mansión. Incluso tenía algunos puentes que conectaban los costados. Bosques y áreas verdes.
Kain apareció en el patio trasero, bajo una toldo blanco con una larga mesa de vidrio. Kokoro y Tsubaki estaban tomando el té mientras el gran Mugen dormía en su cuna. Corría un viento fresco, el cielo estaba despejado, llegaba la brisa primaveral.
Kain avanzó con Nagisa, solo sonaba el roce de su calzado con el pasto.
Kokoro los vio, pero Kain levantó el dedo índice y cubrió sus labios para que ella guardara silencio.
Sin embargo, Tsubaki pudo ver la expresión de Kokoro, sonrió y pensó que era Kain, pero cuando ella se volteó y vio a Nagisa su expresión se convirtió en una de tristeza. Ella se levantó de la silla, fue donde su hija y ellas se abrazaron. Las dos lloraron, llevaban muchos meses separadas.
Kain se fue a sentar junto a Kokoro, esta última sonreía, pero también derramo un par de lágrimas. Su estómago apenas se había abultado, como era una mujer grande (1.9 mts de estatura) podía albergar con mayor facilidad a un bebé. Ella abrazó a Kain por el lado, le dio un beso en la mejilla y apoyo su rostro en el pecho de Kain mientras miraba a Nagisa y Tsubaki.
El gran Mugen se puso a llorar de solo escuchar a su madre llorar.
Kain se levantó de su silla, fue a la cuna y tomo al gran pelirrojo. Solo tenía un año, pero parecía que tuviera un año y medio —tranquilo, hijo— dijo —todo está bien, okaa-san llora, pero es de felicidad—
Kain abrazó a su hijo a su pecho, el bebé se empezó a calmar.
Tsubaki y Nagisa se separaron, dejaron de llorar, pero seguían derramando lágrimas.
Nagisa se acercó a Kain para ver a Mugen —Mugen— dijo Nagisa con voz suave —Mugen, mira, es onee-chan—
Mugen la miró, sus ojos azules enfocados en los de ella. El bebé estaba regordete y grande, muy saludable. Nagisa estiro sus manos, Kain se lo entrego y ella lo abrazó.
—Santo cielo— dijo Nagisa como si le pesara mucho —¿Cuánto pesas?—
—No lo digas, este hombrecito come por tres ¿Me preguntó dónde guarda tanto?— dijo Tsubaki con una amplia sonrisa.
Nagisa sonrió y comenzó a hablar con Mugen.
Al mismo tiempo, Tsubaki fue a donde Kain y lo abrazó con todas sus fuerzas mientras le agradecía porque trajo de vuelta a Nagisa.
Kain abrazó a Tsubaki y le dijo —no tienes nada que agradecerme. Nagisa es un gran anbu, una gran kunoichi. Ella es muy fuerte—
Tsubaki miró a su hija, hablaba con Mugen.
Kain le preguntó —¿Segura que no quieres ir al hotel? Yo no tengo ningún problema. Incluso reserve una mesa para ustedes—
—No, Kain-sama, ese no es mi lugar— dijo Tsubaki
Kain soltó un suspiro y negó con la cabeza. Nagisa había dicho lo mismo ¿Por qué pasaba eso? Se preguntó. Personas como Kasumi estaban locas por obtener todo lo que pudieran y más, pero personas como Nagisa y Tsubaki siempre se estaban limitando. Uno les quería dar todo en el mundo, obligarlas a recibirlo, pero ellas siempre se mantenían de bajo perfil. Kain volvió a soltar un suspiro, a lo mejor por eso él ponía especial cuidado en ellas y las atesoraba. Ellas eran de dar más que de recibir. Él ni siquiera se quería imaginar el tipo de vida que vivirían con una persona mala.
—Bien— dijo Kain con un tono desenfadado —¿Qué quieres hacer? ¿Te quedas aquí o quieres volver a la costa y ver tu hotel?—
—Me gustaría ir a la costa y mostrarle a Nagisa el hotel— dijo Tsubaki y lo miró a los ojos.
Kain sonrió, ella tenía una mirada tierna y suave. El cabello rojo amarrado en una coleta igual que su hija. Los mismos ojos verdes, pero con un brillo maduro. La única diferencia entre ellas era que Tsubaki tenía una figura más madura, había tenido tres hijos.
Kain le dio un beso y asintió —bien, prepara tus cosas. Voy a hablar con Nanami y Honoka, pero vuelvo de inmediato. Una vez que tengas todo listo me avisas y las traslado a la costa. A todo esto ¿No te gustaría manejar? tengo una ruta con la que podríamos viajar de aquí a la costa—
—¿Pero quién maneja?— preguntó Tsubaki
—Nagisa puede manejar— dijo Kain, él miró a Nagisa y le preguntó —Nagisa, tu okaa-san pregunta si sabes manejar—
—Yo puedo manejar, okaa-san— dijo Nagisa, levantó su rostro y sonrió feliz con el gran Mugen en sus brazos —Kain-sama me estuvo enseñando—
Tsubaki sonrió y dijo —Kain-sama también me trato de enseñar, pero okaa-san es cobarde—
—No hay problema, okaa-san— dijo Nagisa y le dio muchos besos a Mugen en sus mejillas regordetas
Tsubaki estaba bastante orgullosa de su hija, sobre todo de que no fuera tan cobarde como ella.
Kain la abrazó por el lado, no era culpa suya. La vida a veces golpea a la gente y le deja cicatrices que nunca se borran.
—Kain-sama, déjeme preparar las cosas— dijo Tsubaki —yo le aviso cuando estemos listos—
—Está bien— dijo Kain —nos vemos en una hora, te estaré esperando en la sala de estar—
—Sí— dijo Tsubaki, se paró de puntillas, Kain se agacho y le dio un pequeño beso. Kain se apartó y camino a la mansión. Frente a él estaba la larga piscina y un puente cóncavo y blanco que lo atravesaba.
Kain paso por el puente, el agua de la piscina trasparentaba el fondo celeste y reflejaba la luz del sol. Kain atravesó el puente, camino hasta la sala de estar. El techo era alto hasta el segundo piso, abierto y una escalera con un descanso. Él fue a la escalera, subió al segundo piso y camino por el pasillo alfombrado. Él doblo en una esquina, paso por al lado de varias puertas y se detuvo en una.
Kain golpeo la puerta un par de veces, espero y la puerta se abrió. Adentro estaba Honoka Hoshino. Rubia, el cabello liso y ordenado en una coleta. Llevaba un hermoso vestido blanco con forma de lirio y utilizaba zapatos con tacones de aguja.
—Kain-sama— dijo Honoka con una amplia sonrisa, ella se acercó a Kain y lo abrazó.
—Hola, preciosa— dijo Kain y llevó sus manos a las caderas de Honoka —¿Cómo estás?—
—Bien, ya me siento mucho mejor— dijo Honoka mientras lo miraba a los ojos y sonreía
—Bien, entremos, déjame darte los últimos toques. Honoka debe lucirse hoy. El próximo mes inauguramos el anfiteatro y todo el mundo debe conocer a Honoka—
Honoka se abrazó a Kain con más fuerza mientras sentía que por dentro iba a explotar de felicidad.
Kain se movió y llevó a Honoka al interior de la habitación. Ella no lo soltaba, así que fue un poco incomodo avanzar. Kain cerró la puerta con el pie y miró hacia abajo. Puedo ver el cabello de Honoka, rubio y liso. Ella levantó su rostro, muy bonito y delicado. La piel lechosa y suave como la porcelana. Los ojos azules, las cejas delgadas, las pestañas largas, la nariz respingada, la boca grande y los labios ligeramente gruesos.
—Estoy muy feliz— dijo Honoka
—Así parece, te ves hermosa— dijo Kain
—Los cosméticos que me dio, son increíbles, jamás había utilizado nada parecido—
Kain asintió contento, ya que ese cumplido viniendo de Honoka Hoshino era un enorme cumplido. Ella era una mujer privilegiada, su madre la crio de la mejor manera, con las mejores cosas, con la mejor ropa, con la mejor comida. Así que cuando ella decía que algo era increíble, es porque así lo era.
—Me alegro por ti, si te gusta, podrás seguir usando los cosméticos. Una vez que la empresa empiece a producirlos, te podrían pagar por publicidad y esas cosas. A lo mejor, financiar tus conciertos ¿Qué te parece?—
Honoka saltó en brazos de Kain y lo abrazó con brazos y piernas. Ella lo beso con todas sus fuerzas, uno beso detrás de otro.
Kain respondió a sus besos, se preguntó si ella sería tan cándida si tuviera a otro delante de ella. Puede que su juicio este nublado por la emoción del momento.
Honoka se abrazó a Kain y soltó un gritito infantil lleno de emoción. Ella se bajó de los brazos de Kain y agacho su rostro, estaba muy roja. Ella miró a Kain con cierta vergüenza y se rasco la cara —perdón, Kain-sama— dijo
—Estas feliz, lo puedo entender— dijo Kain
Honoka estiro sus manos, miró a Kain, él estaba sonriendo, ella lo sujeto de la ropa y lo miró a la cara. Ella se mordió el labio inferior y sonrió —te amo, Kain-sama, con todo mi corazón— dijo
Kain cerró los ojos, agacho su rostro y curvo sus labios hacia arriba. Él miró a Honoka, no estaba feliz, tampoco triste, pero tenía una expresión cándida —dime lo mismo cuando te sientas normal. Cuando sientas que estás enojada conmigo. Entonces te creeré— dijo
Honoka puso una expresión sorprendida y después se puso triste —yo, en serio, en serio, te amo— dijo
—Honoka, mírame— dijo Kain con cierta seriedad —es fácil amar a alguien cuando tiene dinero, cuando tiene prestigio, pero dime: si yo no tuviera todo lo que tengo ¿Me amarías?—
—Kain-sama, eso es— dijo Honoka y se quedó con la boca abierta, sin saber cómo responder
Kain mostró una amable sonrisa, se acercó y le beso la frente —bueno, ya sabes— dijo —no dudo de tus sentimientos, Honoka, pero en este momento solo estás eufórica por las buenas noticias—
—Mis sentimientos no cambiaran— dijo Honoka con seriedad
Kain asintió y respondió —ya veremos. Te vendré a buscar en treinta minutos. Te llevare con tu hermana y las dos se presentarán al mismo tiempo—
Honoka puso una expresión triste y asintió —mis sentimientos no cambiaran— dijo
—Yo lo veremos— dijo Kain
Honoka estiro sus manos, le tomo el rostro y se lo agacho. Ella acercó sus labios y lo beso, suave, lento y apretado. Ella apartó su rostro y añadió —te amo y eso no cambiara—
Kain asintió suavemente, pero no negó ni afirmo. Honoka lo miró con resentimiento. Kain asintió a eso, era lo que esperaba. Cuando estabas muy feliz era probable que cometieras un error, pero si estabas en un estado intermedio, puede que pongas más atención a tu alrededor.
—Nos vemos, vuelvo en media hora— dijo Kain
Honoka asintió.
Kain se apartó, se dio la vuelta y camino a la salida.
Kain abrió la puerta y salió al pasillo. Él siguió caminando por el pasillo, fue a la otra esquina de la mansión y se detuvo frente a la puerta. A la derecha había amplios ventanales con vistas a la piscina y las áreas verdes que rodeaban la mansión.
La puerta se abrió y Mito/Nanami apareció en el interior. Llevaba un vestido esmeralda que le llegaba a la rodilla. Llevaba el cabello rojo suelto y correctamente peinado. El rostro pintado a la perfección.
—Kain, te estaba esperando, pasa— dijo Nanami
Kain entró y Nanami cerró la puerta. Ella se acercó, lo abrazó y lo iba a besar, pero vio la marca de labial rosa en sus labios y cuello. Nanami frunció el ceño y lo miró a los ojos.
—Al menos debiste limpiarte el labial— dijo Nanami con el ceño fruncido
Kain sonrió, acercó su rostro y la beso apasionadamente. Él llevó sus manos a las caderas, deslizo sus manos al trasero y lo acaricio. Kain apartó su boca, toco la punta de su nariz con la de ella y la volvió a besar. Kain apartó su rostro y le susurro —te amo—
Nanami mostro una hermosa sonrisa y le dijo —yo también, tonto, te amo con todas mis fuerzas—
Kain abrazó a Nanami y ella se refugió entre sus brazos.