Nagisa de cabello naranjo, estaba de pie en el centro de la arena del gimnasio mientras miraba a Kenzo, de cabello oscuro hasta los hombros. El referí había dado la señal de luchar hace veinte segundos, pero ambos se miraban pensando en cómo empezar su ataque. Llevaban tiempo siendo compañeros de entrenamiento y se conocían las manías al combatir. Ella había pensado en medidas para contrarrestar las fortalezas de Kenzo y este último seguro había pensado en como vencerla.
Kenzo activo su sharingan hasta el segundo tomoe y Nagisa lo continúo mirando, pero con los ojos enfocados en el cuerpo. Kenzo podía realizar un genjutsu, pero ella tenía mucho más chakra que él, así que sería contraproducente. No obstante, nunca estaba de más ser precavida.
Kenzo comenzó a realizar una seguidilla de sellos y Nagisa comenzó a nombrar en su mente cada uno de ellos: serpiente, carnero, mono, jabalí, caballo y tigre. Nagisa llevó su mano a la mochililla en su espalda, a la altura del cinturón y sacó un papel de sello.
—¡Katon!— grito Kenzo —goukakyu no jutsu— y junto aire en sus pulmones, para luego soplar y lanzar una enorme bola de fuego.
Sin embargo, Nagisa mantuvo la calma en todo momento y sostuvo el papel de sello en la palma de sus manos, apuntando a la bola de fuego del tamaño de un adulto. Tal como le enseño Kain, comenzó a canalizar de forma intermitente chakra del alma y a generar un sello de absorción elemental. Ella sintió el terrible calor en la palma de sus manos, pero endureció su determinación y comenzó a absorber el fuego dentro del sello hasta que no quedó nada y la bola de fuego, desapareció. Ella sonrió feliz por haberlo podido lograr, pero al instante siguiente sintió a alguien detrás de ella. Nagisa se quiso dar la vuelta para mirar quien era, pero recibió una poderosa patada en las costillas que la mando a volar. Ella cayó rodando al suelo y se detuvo a cinco metros de su posición inicial.
Kenzo de pie en la posición en que antes estaba Nagisa, dijo —déjalo, Nagisa, no puedes vencerme—
—Idiota Kenzo, eso dolió demasiado— dijo Nagisa adolorida por la patada
—¿Lo dices por tus manos o por la patada?—
Nagisa trato de apoyar las manos sobre el suelo, pero le dolió tanto que soltó un grito de dolor. Le salieron lágrimas de los ojos y al ver sus manos, noto que estaban quemadas y sangrando. No lo había hecho tan bien como pensó.
—Ríndete, Nagisa— continúo diciendo Kenzo —durante este año te ganaste mi respeto. Mejoraste mucho, pero es imposible que me venzas. Llevo entrenando con todas mis fuerzas desde niño, tu solo empezaste hace poco—
—Cállate, estúpido Kenzo— respondió Nagisa, apoyando sus manos en el suelo y dejando manchas de sangre. Le dolía como el demonio, pero resistió y se pudo poner en pie —nadie quiere tu lastima—
—No es lastima, Nagisa, es admiración. Te he visto entrenar hasta desfallecer, pero no quiero que te rompas solo por esto. No vale la pena—
—Cuando necesite tu consejo te lo pediré. Ahora mira— dijo Nagisa, llevo su mano temblorosa, quemada y ensangrentada a la mochililla en su espalda, a la altura del cinturón y sacó un conjunto de cinco papeles rectangulares para confeccionar sellos. Ella los tomo con ambas manos, cerró los ojos durante unos segundos y canalizo su chakra del alma. Al instante siguiente creo cinco sellos con la figura de un matagama. Nagisa se colocó un sello en cada extremidad y uno en el pecho. Hizo un sello de tigre con su mano derecha y dijo en un tono fuerte —kai—
Al instante sintió como el mundo cambió y pudo percibir todo a su alrededor. Ella pensó que era como Kain, un shinobi sensor. Se puso en posición de combate, trato de apretar las manos, pero le dolieron demasiado. Entonces supo que solo podría valerse de sus pies, pero era más que suficiente. Ella canalizo chakra a sus pies, se dio un poderoso impulso y apareció casi al instante delante de Kenzo. Este último abrió los ojos amplios, apenas si la pudo ver con su sharingan, pero rápidamente reacciono y se cubrió con los antebrazos. Sin embargo, Nagisa puso tanta fuerza en su patada lo mando a volar.
Kenzo cayó al suelo mientras fruncia el ceño y murmuro —malditos Uzumaki—. Después de entrenar durante un año con Nagisa, Kenzo aprendió que la constitución física de los dos era muy diferente. Puede que Nagisa fuera niña, pero sus músculos eran más resistentes y sus huesos más gruesos que los de una persona normal. Gracias a eso, Kenzo sentía un dolor similar a una fractura en su antebrazo izquierdo. Kenzo se levantó y miró a Nagisa, de pie, a cinco metros de distancia, manteniendo su postura de combate. Podía ver el sudor en su frente, seguramente por el intenso dolor en sus manos.
Kenzo se lanzó de frente, lanzó un puñetazo a la cara, pero Nagisa percibió el golpe y movió su cuerpo hacia un lado. Kenzo paso de largo y Nagisa aprovecho de girar y lanzar una patada con el talón a la nuca. Kenzo recibió un fuerte golpe que lo lanzo al suelo casi inconsciente, pero con pura fuerza de voluntad, se mantuvo despierto.
Al mismo tiempo, Nagisa saltó hacia atrás y mostro una intrépida sonrisa —ves, Kenzo-kun, yo también puedo— dijo
Kenzo se puso de pie, con la mano izquierda en la nuca y después la puso frente a sus ojos para ver la sangre. Después miró a Nagisa y la apuntó con el dedo índice de la mano derecha —ya que quieres luchar en serio, iré en serio—
—Eso es lo que estaba esperando— respondió Nagisa con una sonrisa nerviosa. Su modo sensor solo iba a aguantar un par de segundos más. Ya estaba sintiendo la debilidad en su cuerpo ante el masivo gasto de chakra.
Kenzo se puso en posición de combate y se lanzó de frente. Una vez que llegó delante de Nagisa la ataco con puñetazos y patadas sucesivos, pero no la podía golpear. Era como si ella anticipara sus movimientos. Así que Kenzo aumento su velocidad y fuerza hasta llegar al límite, pero aun así no podía darle un solo golpe a Nagisa. Pensó en utilizar sus kunais o volver a lanzar fuego, pero él no quería lastimar a Nagisa. Así que solo siguió lanzando puñetazos y patadas, todo parecía ser inútil hasta que Nagisa tropezó con sus propios pies y empezó a caer de espaldas. Con sus manos heridas no se iba a poder proteger, Kenzo la quiso ayudar, pero Nagisa aprovecho su descuido y le lanzo una patada a la cara mientras ambos caían. Ella golpeo a Kenzo en el mentón, haciéndolo perder la conciencia al instante y ella cayó de cabeza sobre el cemento, quedando inconsciente.
Al final, Kenzo termino encima del Nagisa, como si la estuviera abrazando. El referí se quedó congelado por un momento, sin saber que decir, al igual que el resto de los espectadores en el pasillo del segundo piso y en la habitación del tercer piso. El referí se acercó a los dos y al verlos inconscientes, mostro una incómoda sonrisa y levantó las manos haciendo una X con sus brazos.
Varios de los que conocían a Kenzo y Nagisa se largaron a reír mientras los kages en el tercer piso hacían lo mismo. Onoki y Gengentsu acusaron a Kain de tenerlo todo preparado, pero la risa sincera en los labios de Kain les hizo entender que fue una casualidad.
—Bien, parece que gane— respondió Kain —de lo contrario tendríamos que extender varios días los exámenes chunin—
—Ni hablar— respondió Gengetsu —no quiero tener que participar contigo en algo así, todo es una trampa—
—Vamos, ni siquiera participaste de las apuestas ¿De qué te quejas?— preguntó Kain de buen humor —además, todos lo vieron. Fue un final inigualable—
Kain se largó a reír de lo estúpidos que habían sido sus discípulos. Se lo habían tomado muy en serio para demostrar lo que valían, pero en un breve instante, todo se fue a la basura. Claro, los muchachos iban a ser clasificados como chunin, pero de ningún modo tenían las habilidades necesarias para liderar un equipo ni mucho menos una misión. Eran niños. Kain soltó un suspiro y pensó en su vida poco natural. Ya no había cosas como sorpresas ni incertidumbre. Él sabía que en algún momento alcanzaría la cima del mundo, solo era cuestión de tiempo.
Al mismo tiempo, Kaoru le tomo la mano, Kain la miró a los ojos y le beso la mano. Kaoru sonrió feliz y Kain se sintió menos solo. Después de todo, el examen de Kaoru y él fue la guerra mundial shinobi. Un lugar en el que no te podías equivocar. Sin embargo, y gracias a los esfuerzos de todos, en estos momentos Kenzo y Nagisa podían competir de manera infantil y cometer errores. Nadie moriría porque no lograron vencer al oponente ni destruirían a sus familias porque no fueran más astutos que el otro.
La sonrisa en los labios de Kain se desvaneció y miró a la eternidad, pensando en lo duro que fue el mundo. Después miró a los cinco kages y ordeno sus pensamientos, sabiendo lo que tenía que hacer y los objetivos que tenía que perseguir. Por él, por su tío, por las familias de Konoha. No volvería a haber guerra, se lo prometió en su corazón. Al mismo tiempo, Aoi le tomo la otra mano a Kain, él la miró a los ojos y ella sonrió. Kain le beso la mano y después miró por el ventanal, hacia la arena. Vio como los médicos entraron con camillas y se llevaron a Kenzo y Nagisa.
Kain miró a los kages y les dijo —la reunión será a las seis, comeremos algo liviano primero y después conversaremos ¿Algún pedido en el especial?—
Los cinco kages negaron con la cabeza y ninguno presentó alguna protesta o dijo que no iba a ir.
—En ese caso, nos vemos a esa hora. Ahora voy a ir a ver a mis discípulos— dijo Kain
—Nos vemos, Kain— dijo "A"
Kain levantó la mano con la que sostenía la de Kaoru en señal de saludo y después salió junto con Kaoru y Aoi de la habitación. Bajo las escaleras del segundo piso, después bajo al primer piso y atravesó la arena hasta las puertas que conducían a la enfermería. Ahí entro a un largo pasillo y cuando llegó al final, donde estaba el acceso a la enfermería, lo detuvieron dos shinobis.
—Déjenme pasar, mi ninjutsu medico es mejor que el de la mayoría— dijo Kain con una expresión seria, mantuvo la mirada con los dos guardias y ellos hicieron una mueca, sin saber cómo responder.
Al final, los dos shinobis se hicieron a un lado, entre confundidos y temerosos. Kain entró con Kaoru y Aoi, avanzó hasta donde estaba acostado Duy. Los médicos seguían aplicando ninjutsu médico para que la herida se cerrara por dentro, pero con la potencia de su ninjutsu medico se demorarían una hora más. Por otro lado, la sangre sería imposible de remplazar y Duy tendría que guardar reposo sí o sí.
—¿Me dejas intentarlo?— preguntó Kain soltando las manos de Kaoru y Aoi.
El médico que trataba a Duy era Hyuga, así que al mirar a Kain lo reconoció, después miró a Aoi y Kaoru, asintió y respondió —claro, adelante—
Kain se acercó a Duy, quien dormía en ese momento gracias a los sedantes. Extendió su mano utilizando un ninjutsu médico potenciado por el chakra del tipo madera y paso la punta de sus dedos por encima de la cicatriz que cruzaba el pecho de Duy. La cicatriz se fue desvaneciendo poco a poco hasta que la piel quedó sana y sin marcas.
—Si Duy despierta, dígale que, de parte de su sensei, tiene prohibido entrenar. De lo contrario su sensei sellará sus habilidades durante el doble del tiempo que debería reposar y será para peor—
—Claro, Kain-sama, no hay problema— dijo el médico de ojos malva del clan Hyuga.
Después Kain camino hacia donde estaba Nagisa mientras Aoi y Kaoru lo seguían. En ese momento, Nagisa estaba durmiendo mientras un médico le curaba las manos.
—¿Puedo intentarlo?— preguntó Kain
El médico que era una mujer rubia, en sus treinta, quedó mirando a Kain algo confundida.
Kain levantó su mano y emitió una poderosa luz verdosa que correspondía a un ninjutsu médico —soy bueno con las curaciones, por favor, si no funciona me retirare sin hacer ruido—
—Está bien, muchacho, pero no hagas nada raro, te estaré vigilando— respondió la médico con una voz ahogada por el cubrebocas
—No se preocupe, ella es mi discípula, no le haría daño— respondió Kain, se acercó a la mano derecha, que ya estaba tratando la médico y la baño en luz verdosa de ninjutsu médico. La piel se comenzó a regenerar y a los pocos segundos desparecieron las quemaduras hasta quedar una mano completamente sana. Kain se movió a la otra mano y la médico se acercó a la mano de Nagisa para revisarla.
La medico quedó asombrada y se quitó el cubrebocas, mostrando la hermosa sonrisa de una mujer en sus treintas —eres bueno, muchacho— dijo —¿Por qué no te he visto en el hospital de Konoha? ¿Te parece si hablo de ti con hokage-sama? Él me tiene en gran estima y te podría dar un trabajo como ayudante—
Kain tomo la mano izquierda de Nagisa, quemada y llena de heridas abiertas como labios. Kain sonrió al escuchar el comentario del médico y realizo el ninjutsu medico en la mano de Nagisa. Kain miró al médico, una mujer de considerable belleza y dijo —está bien, dígale que quiere hacer a Kain Uchiha su ayudante—
La mujer quedó congelada por un momento y después de recordar algunas cosas, supo que Kain le estaba tomando el pelo.
—No me importa quien seas, mocoso, pero está mal molestar a los adultos— dijo la mujer con un claro rubor en las mejillas.
Kain solo sonrió, la quedó mirando a los ojos y ella desvió la mirada, sintiendo un gran calor en su cara.
—Kain-sama— dijo Kaoru con su pequeño ceño fruncido
—Sí, Kaoru-sama— respondió Kain con una sonrisa bromista
—No sea tan descarado—
—Está bien, Kaoru-sama, no coqueteare con otras mujeres, excepto con Kaoru. Todo mi amor será para ti—
—Tonto— dijo Kaoru con una voz pequeña y un claro rubor en las mejillas.
Kain termino de sanar a Nagisa y la dejo a cargo del médico. Después se fue a ver a Kenzo y al preguntarle al médico, le dijo que solo estaba desmayado por recibir un fuerte golpe en la cabeza, pero que no corría peligro. Lo cual Kain confirmo inspeccionando el cuerpo de Kenzo a través de un ninjutsu médico. Una vez que estuvo seguro de que todo estaba en orden, dejo a Kenzo descansar y se puso en marcha a la salida del gimnasio.
—Vamos, tenemos mucho que preparar— dijo Kain. Aoi y Kaoru asintieron y lo siguieron de cerca.