Mundo Shinobi - Cambio - capítulo 32

Una vez que llego el invierno, las visitas de Kain al viejo Orochi se fueron espaciando en el tiempo. El viejo Orochi lo podía entender por el clima frio y las intermitentes nevadas, pero cuando pasaron dos semanas sin que el niño lo viniera a ver, le causo curiosidad. Así que uno de esos días fríos de invierno, con la nieve amontonada a los lados de la calle y en los techos de las casas, se decidió visitar a Kain.

En ese momento eran las nueve de la mañana y las calles estaban vacías. Orochi vestía similar a como iba siempre, un kimono verde y sandalias. Adicional a eso llevaba encima un grueso haori café que protegía su espalda del frio. Al mismo tiempo, cada cierto tiempo, tenía que hacer circular su chakra a los pies para evitar el congelamiento. Esto también le ayudaba a mantener el equilibrio, ya que había sitios de la calle que estaban terriblemente resbaladizos. Sería un problema si fuera una persona normal, pero como shinobi, tenía el milagro del chakra.

Por un momento Orochi se detuvo por las calles desiertas y miró los alrededores. Todos los negocios estaban cerrados y solo se veía una persona a los lejos que, dentro de todo, era otro shinobi. Vestía ropa de combate, con la inconfundible chaqueta verde pasto. Lo más probable es que se fuera a reportar al municipio de Konoha o hacer sus rondas de guardia alrededor de la aldea. Sin embargo, lo que le preocupo aún más que el frio a Orochi, fue que Konoha se estaba quedando atrasada en tecnología. Mucha de su infraestructura era remanente de los viejos días de su abuelo. Los pobres vivían en pequeñas chozas con techos hechos de paja o tablones afirmados con piedras. Mientras que los shinobis vivían en casas con gruesas vigas de madera, techos hechos de tejas de piedra, puertas correderas y pisos de tatami.

Por el otro lado, estaba la luz eléctrica, un invento de los civiles de las diferentes nacional. Muchos shinobis actuales tenían problemas con aceptar este tipo de tecnología, así que seguían utilizando velas. Orochi soltó un suspiro que se transformó en un vapor blanco en el aire y negó con su cabeza. Entonces retomo el viaje y continúo avanzando por la calle. El único sonido que lo acompañaba eran sus pisadas y las breves ráfagas de viento. El cielo estaba nublado, pero no tenía pinta de nevar en el poco tiempo.

Dentro de los pasados meses se ha estado preguntando para donde se dirige esta aldea. Están creciendo, las familias se están multiplicando y los jóvenes año a año pierden su identidad. Claro ejemplo de eso es su pequeño aprendiz y los nietos del viejo Kazuto del clan Hyuga. En otros tiempos, sería casi imposible que Uchiha y Hyuga se vieran las caras, pero para bien o para mal, los niños se llevan bien.

La última vez que Kain vino a su casa le había contado que estaba aprendiendo algunos conceptos que nadie le había hablado, como subir los árboles utilizando el chakra. En ese momento Orochi se quedó de piedra y lo quedo mirando con un rostro cargado de asombro. Soltó un suspiro y negó pensando que los grandes shinobis de su aldea eran idiotas. Naori le había enseñado al niño a lanzar fuego, Hashirama lo estaba instruyendo en el combate con armas y Mito le estaba enseñando sellos. El niño era una esponja y absorbía todo ese conocimiento, pero se les había olvidado enseñarle lo básico. Orochi tomo una profunda respiración y asintió para después sentarse con el niño y empezar a preguntarle conceptos y habilidades básicas. Para su gran y horrible sorpresa, el niño era totalmente ignorante de todos los preceptos básicos del chakra. Ni siquiera sabía hacer un clon de sombra, algo que cualquier niño podía hacer en sus primeros días de escuela. Así que Orochi dejo de lado sus estudios avanzados y le empezó a enseñar los conceptos básicos. De lo contrario, el niño crecería sin fundamentos.

Mientras caminaba por las calles recordando esto, el viejo Orochi sintió unas fuertes vibraciones subterráneas. Cosa que lo sacaron de sus pensamientos. Enarco las cejas en un claro gesto de extrañes y concentro todo su chakra en sus sentidos. Boom, sonó un terrible retumbar por debajo de la tierra que se convirtió en un pequeño temblor. Ni siquiera hubiera sido necesario que amplificara sus sentidos con chakra para detectar eso. Las mismas personas que permanecían encerradas en sus casas abrieron puertas y ventanas y miraron en todas las direcciones. Todos se enfocaron en el viejo Orochi, pero viéndolo arrugado y escuálido, descartaron que fuera el causante de tal temblor. Al mismo tiempo, de varias casas salieron llantos de niños de todas las edades.

Por su parte, el viejo Orochi había quedado escandalizado con ese terrible temblor. Era como si alguien hubiera detonado varios sellos explosivos bajo tierra. Así que una vez que se recuperó de la impresión, abrió los ojos y miró en la dirección de la que venían las vibraciones. Entonces hizo una pequeña sonrisa ya que en esa dirección vivía su pequeño aprendiz. Por dentro se preguntó <<¿Quizá que cosa le enseño esta gente imprudente?>>

De todos los maestros que había tenido Kain, Orochi era el más ortodoxo y metódico. Solo le había enseñado los preceptos básicos del chakra y otros conocimientos que se consideran de sentido común en el mundo shinobi. Al mismo tiempo, los otros estaban locos según el propio Orochi. Negó con el ceño fruncido y comenzó a caminar.

Hashirama estaba convirtiendo al niño en un maestro de armas, Mito en un maestro de sellos y Naori en un maestro del Katon (Técnicas de fuego). Era una cosa demasiado loca, incluso ahora, Naori le estaba enseñando genjutsus a Kain y este igual que siempre, absorbía el conocimiento como una esponja.

-Gente imprudente- mascullo el viejo Orochi pensando en su otro alumno que también era una esponja del conocimiento. A su vez, este mismo ejemplo lo impulsaba a mantener un constante monitoreo en Kain y a preguntarle lo que estaba haciendo. Dentro de todo, sabía que Hashirama, Mito y Naori impedirían que Kain se vaya por el mal camino, pero nunca está de más ser precavido.

A medida que Orochi fue atravesando las congeladas calles de Konoha, se fue acercando al sector más humilde de la ciudad, separado por la gran avenida que cortaba Konoha por la mitad. Al mismo tiempo, las vibraciones se hicieron más constantes y fuertes. Era como si alguien estuviera remeciendo la tierra cada cinco minutos. El viejo Orochi llego frente a la puerta torii que marcaba el inicio de los terrenos de Hashirama y la cruzo como siempre. Atravesó el jardín de arbustos cubiertos de nieve que custodiaban un camino hecho de pastelones de piedra. Llegó frente a cinco escalones de madera y estos lo condujeron a la puerta corredera del frontis. Entonces llamo un par de veces y cinco minutos después, alguien le abrió la puerta.

-Sí, buenos días- dijo una voz anciana al mismo tiempo que abría la puerta. Era Naori y puso un rostro sorprendido al ver al viejo Orochi. Entonces junto los puntos dentro de su cabeza y asintió -buenos días, Orochi-sensei ¿Qué lo trae por aquí?-

Por su parte, Orochi frunció el ceño y le dijo -vieja Naori, eso no te queda, me dan escalofríos cuando eres tan respetuosa. Déjalo como Senju y Uchiha, eso es más natural-

Naori entorno los ojos al cielo y le pregunto en un tono mordaz -¿Qué viento saco a una vieja serpiente de su madriguera?-

-Eso está mejor- dijo el viejo Orochi, Naori bufo indignada y él continuo -quiero ver a Kain, ha faltado dos semanas a mis clases-

Naori soltó un suspiro y le dijo -ven, pasa, estamos tomando el té-

Entonces lo dejo pasar y cerró la puerta. Orochi se sacó las sandalias y las dejo a la orilla de la entrada. Después lo condujeron por un largo pasillo, doblaron a la derecha y una vez más escucharon el temblor que remeció la casa.

-Ese niño, parece que nunca hubiera lanzado fuego- dijo Naori enojada, negó y trato de hacerse la paciencia. Después siguieron avanzado por un pasillo a la derecha, hasta alcanzar un par de puertas correderas y abrir una hacia la derecha. Dentro de la habitación había una mesa baja, cuadrada y a los lados se extendía una gruesa frazada. Debajo de la mesa y las frazadas, estaba Naoko durmiendo mientras Mito pelaba unas mandarinas. Esta última le estaba quitando un pelillo blanco a la mandarina y dejándolo sobre la mesa, pero se detuvo al escuchar la puerta.

-Oh, viejo Orochi- dijo Mito -A sido un tiempo-

-A sido un…- iba a responder el anciano al escuchar el tono casual, pero negó como quien no se deja contaminar por las malas costumbres. Entonces él se postro sobre el tatami y tocando el suelo con la frente, le dijo en un tono respetuoso -es bueno verla en buena salud, Mito-sama-

-Eres un anciano demasiado formal- dijo Mito con una pequeña sonrisa

-Alguien debe guardar las formalidades- respondió Orochi y levantó la cabeza para quedar sentado en seiza.

Mito soltó un suspiro y le dijo -al menos coloca tus pies bajo el kotatsu-

Orochi miró la mesa cuadrada que tenía una frazada a los lados y negó -muchas gracias por su ofrecimiento, pero debo negarme. Mi asunto no requiere tal atención-

-Ok, ok- dijo Mito rendida ante la testarudez del viejo. Entonces siguió pelando su mandarina y le pregunto -¿Qué te trae?-

-El niño ha faltado a sus estudios durante varios días y quería saber la razón-

-¡¿Ah!?, eso- dijo Mito con una pequeña sonrisa -es mejor que te lo explique Naori-

Por su parte, Naori fue hasta la mesa y tomo una tetera de greda y sirvió té en una taza para el anciano. Camino de regreso hasta donde estaba sentado Orochi y se lo dejo en frente.

-¿Qué le enseñaron esta vez?- pregunto Orochi, como si nada lo pudiera sorprender. Dentro de su mente, esta familia estaba loca. Bueno, si estuvieran en los tiempos antiguos, un descendiente como Kain absorbería la atención de todo el clan. El propio patriarca lo tomaría como su discípulo directo o hasta lo nombraría heredero de forma irreflexiva.

-No le hemos enseñado nada- dijo Naori con los ojos cerrados y una expresión tranquila -solo le entregue algunas cosas que le dejo su padre-

En ese momento, Orochi iba a tomar la taza de greda, pero antes de que sus dedos alcanzaran la taza se quedó congelado. Entonces elevó la mirada y escudriño la expresión de Naori. Ella abrió sus ojos, uno negro y el otro pálido, consecuencia de haber perdido uno de sus mangekyo. Su expresión era tranquila, como un estanque en calma. Entonces Orochi asintió y cogió por fin la taza de greda. Probo el té verde y cerró los ojos para meditar en su amargo sabor. De buena calidad, pensó y después abrió los ojos.

Al mismo tiempo, Mito los miraba desde la mesa. Para ella era un misterio esta forma tan profunda de conversar. Los viejos eran como algo extraño traído de la antigüedad, sus ojos, sus expresiones y sus pequeños gestos hablaban mucho más que sus palabras. Mito era menor que ellos por treinta años, pero al haber sido la única princesa del País de los Remolinos, nunca hizo mucho caso de los protocolos. En esos días su mayor preocupación era estudiar y pensar en qué se entretendría el resto del día.