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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · perkotaan
Peringkat tidak cukup
406 Chs

304- Dios griego

(Un año después: Tras la muerte de Rafael)

Haciendo un puchero, Talia se despertó y estiró su cuerpo en la cama. Bostezó ruidosamente, pero rápidamente se tapó la boca con la mano cuando sintió una presencia justo fuera de la habitación a través de la puerta abierta.

Pestañeó y cambió completamente de lado apoyándose en su codo hasta que sus ojos se fijaron en el hombre justo fuera de su casa. Él estaba en ello de nuevo.

Descalzo.

Músculos tensos mientras se bajaba para hacer otra flexión. Su cuerpo había cambiado mucho desde que lo encontraron hace un año en las orillas del río Ashoa.

Estaba inconsciente y apenas respiraba.

Todas las mañanas era lo mismo. Después de unas cuantas series de flexiones, saltaba directamente a las sentadillas. La forma en que sus piernas se doblaban sin esfuerzo; cada movimiento mostraba la fuerza que había construido en tan poco tiempo.

Sin pausa, pasaba a las zancadas, alternando las piernas con destreza.

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