—No te preocupes. No es sorprendente que no conozcas a esa vieja bruja —la voz de un hombre llegó desde la distancia. La voz estaba llena de cierto poder misterioso, como si complementara perfectamente las leyes del cielo.
Gabriel se giró, notando a otra persona en el lugar. Era un hombre, ataviado con una hermosa túnica plateada que ondeaba con el viento, haciéndole parecer aún más misterioso.
Justo como la mujer anterior, el hombre de cabello oscuro también tenía la Marca del Elemento de Luz en el dorso de su mano.
El hombre estaba de pie, apoyado en la losa azul con los brazos cruzados sobre su pecho. Su mirada permanecía en Gabriel, como si estuviera juzgando al joven de arriba a abajo.
A Gabriel realmente le intrigaba ver al hombre llamar a la joven mujer una vieja bruja, especialmente porque él parecía mucho mayor que la dama aparentemente joven. El hombre tenía un cuerpo bien construido y parecía estar en sus primeros treinta.
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