—¿Apuesta...? Yo no entiendo
—Creo que esta es posiblemente la vez que me han insultado más. Estás más cerca de orinarte encima frente a ella de lo que estabas frente a mí
Abadón se recostó en la pared y metió sus manos en los bolsillos mientras hacía una expresión pensativa.
—¿Acaso no soy lo suficientemente aterrador...? Todos mis enemigos anteriores parecían pensar que sí
—Tatamet, tú eres un ser que es mejor provocando lujuria y deseo que miedo. No necesitas ofenderte por su comportamiento—. Asherah explicó.
—Sí, sí...
En realidad, Abadón no le importaba mucho provocar sentimientos de deseo en nadie más que en sus esposas.
A veces era molesto cuando más de tus enemigos querían acostarse contigo que luchar contigo.
—¿Qué... es esta apuesta?—. Samyaza finalmente preguntó.
Asherah extendió sus manos y abrió las palmas hacia el arcángel y el dragón.
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