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Pisotear los Cielos

Actualizaciones todos los sábados, en caso de haber alguna modificación puntual en el horario avisaré antes. ----------- Esta es una historia sobre yo reencarnando en un universo de Harry Potter, sin embargo ¿hasta dónde llegan las similitudes con la historia original? ------------- Estoy escribiendo la misma historia en Wattpad, así que si la estáis leyendo allí, no la estoy robando xD

ParagonDaoOfBS · Derivasi dari karya
Peringkat tidak cukup
81 Chs

Capítulo 53

—Así que esta es la escuela de magia japonesa, Mahoutokoro —murmuró Fleur para sí misma, observando impresionada el increíble palacio hecho de nefrita —. Es casi tan impresionante como Hogwarts y da una sensación de antigüedad sorprendente.

El inmenso edificio estaba situado en la parte más alta de Minami Iwo Jima, una isla bastante al sur de Japón. La escuela de magia japonesa Mahoutokoro acogía a gente de toda Asia, pero aun así era la que menor cantidad de alumnos recibía.

—Hmm... —Liam asintió, no obstante en realidad estaba más concentrado mirando las barreras mágicas que cubrían la escuela —. Tú ve a visitar la escuela si quieres, lo mejor sería que yo me quede aquí.

El rango de efecto de su maldición era de unos cincuenta metros, aunque si alguien lo veía sería afectado independientemente de la distancia, así que entrar en un colegio lleno de niños no era la mejor idea... aún más teniendo en cuenta que en Mahoutokoro había incluso niños de siete años.

—¿Realmente importa? Podrías explicarle al director tu relación con Dumbledore y seguramente no se preocuparía por posibles malas intenciones —sugirió ella —. Además, estoy seguro de que puedes evitar ser notado si quieres.

Liam frunció los labios y soltó un suspiro.

—Bien entonces, entraré contigo —aceptó. En realidad estaba interesado en ver cómo era una escuela mágica que no fuera Hogwarts —. Sin embargo, el director es un cultivador en el Reino de la Corroboración del Camino, no es tan fuerte como Dumbledore, pero aun así para evitar un conflicto deberíamos avisarle.

La chica le levantó el pulgar en señal de reconocimiento y Liam se colocó enfrente de la barrera. Había usado una pequeña distorsión mágica en ambos para que no fueran notados hasta ese momento, sin embargo, al abrir la barrera serían descubiertos al instante.

Levantó un dedo y lo bajó como si estuviera cortando mantequilla con un cuchillo ardiendo. Se abrió un agujero en la protección mágica, por el que Liam y Fleur procedieron a entrar. Inmediatamente, un anciano apareció enfrente suya.

—¡Alto, intrusos! —gritó en japonés. Por suerte Liam ya había estudiado la gran mayoría de idiomas del mundo en ese momento —. ¡Declarad vuestras intenciones al entrar en nuestra escuela!

Sin embargo, el director empezó a sudar al ver a Liam tan cerca. Sorprendentemente, no se acobardó y se mantuvo firme, aunque con un visible temor en el rostro.

—No se preocupe, señor director —Liam habló con respeto, no tenía ningún deseo de pelear en ese momento —. Simplemente, hemos venido a visitar este sitio por curiosidad.

El anciano no bajó la guardia ni por un segundo.

—¿Cómo puedo estar seguro de eso? —cuestionó, empezando a expulsar magia. Esto hizo que Fleur se sintiera un poco incómoda, pero estando detrás de Liam el impulso del aura disminuía —. Tú, chico, estás dejando escapar una intención de matar tal, que me hace dudar de tus palabras.

Liam se mantuvo serio y tranquilo.

—Mi nombre es Liam Doyle, soy el discípulo de Albus Dumbledore —se presentó —. Además, estoy seguro de que sabes perfectamente que si tuviera intenciones nefastas para con tu escuela, no podrías detenerme...

El anciano frunció el ceño y dejó escapar aún más su magia. Sacó una espada de su túnica y se puso en posición de pelea.

—Entonces, ¡demuéstralo! —exclamó antes de desaparecer en un arrance de velocidad que Fleur ni siquiera pudo ver.

El director de Mahoutokoro apareció detrás de Liam y balanceó su espada de forma tal que rasgó el sonido... fue un ataque letal para casi cualquier cultivador. Para su mala suerte, Liam no era un cultivador cualquiera, así que se giró casi perezosamente y...

El anciano había esperado que el chico lo esquivara o que sacara una arma propia para contrarrestar su ataque, pero lo que nunca esperó es que levantara una simple mano completamente desnuda y desviara el ataque como quien aparta una mosca.

—¡Su mano es dura! —pensó alarmado.

No obstante él era el director de Mahoutokoro, uno de los cultivadores más poderosos en todo el mundo, así que no perdió la concentración y lanzó al menos cincuenta cortes consecutivos con la espada en menos de un segundo para seguir presionando.

Liam mantuvo una mirada ligeramente aburrida mientras su mano ni siquiera parecía moverse. Las chispas volaron por todas partes.

—Es suficiente —declaró el joven cultivador, cansado de todo el acto.

Desvió por última vez el corte del anciano y se movió en un parpadeo, como si fuera un fantasma que no pertenecía al mundo de los vivos.

El director primero sintió un golpe en las entrañas y creyó que la luna misma lo había atropellado, sin saberlo se había levantado en el aire debido al golpe. Intentó recomponerse con todas sus fuerzas, sin embargo no pudo hacer nada cuando sintió otro golpe que lo mandó hacia el suelo.

Antes de que pudiera caer y destruirlo todo, Liam lo recogió y lo colocó suavemente en el suelo, antes de usar un hechizo rápido de sanación que restauraron rápidamente la salud del viejo hombre.

La pelea podría no haber parecido emocionante, pero la realidad fue que todo sucedió en menos de dos segundos desde que empezó.

El director se levantó con el rostro pálido. Ahora parecía que todo el coraje de antes se había esfumado.

—¡Discúlpeme, mayor! —se puso en seiza y agachó la cabeza —. No solemos tener visitantes del mundo exterior, así que actué imprudentemente. Se lo ruego, si pretende destruir la escuela por mi tonto error le ruego que tome solo mi vida y deje a los demás.

El anciano director se mantuvo en esa postura hasta que Liam pronunció sus palabras.

—No te disculpes, conozco tus motivos —le sonrió con calma y con cierta incomodidad debido al repentino cambio de actitud —. De todas formas, mi maestro me ha contado que es buen amigo tuyo y, ya que estábamos cerca de aquí, pensamos que sería buena idea venir a ver si Mahoutokoro es muy diferente de nuestros respectivos colegios. Así que levántese, por favor.

El director se levantó lentamente con una sonrisa ahora en su rostro.

—¿Es así? Jajajaja —soltó una carcajada y los dos más jóvenes sudaron debido a los repentinos cambios en el estado de ánimo de este anciano —. Ciertamente, Albus y yo hemos sido amigos por más de sesenta años, debe de sentirse orgulloso de tener a un estudiante como tú, ¡qué envidia me da!

Liam negó con la cabeza.

—Soy yo el que me siento orgulloso de tener a un maestro como él —respondió con certeza.

—¡Ay! Encima eres humilde... —el director soltó un suspiro antes de darse cuenta de que no se había presentado —. De todas formas, mi nombre es Shinmon Genkei, aunque Genkei es mi nombre y Shinmon mi apellido, aquí en japón nos presentamos de esta forma.

Liam asintió, ya conociendo esa información.

—Un placer conocerlo, señor Shinmon, mi nombre es Fleur Delacour —ella se presentó, participando por primera vez en la conversación.

Cuando las presentaciones hubieron terminado, Genkei los condujo a dentro.

—Por cierto, esa intención asesina... —empezó el viejo hombre —. Es una maldicion, ¿cierto?

Liam se sorprendió de que lo adivinara tan rápido.

—Así es, fui maldecido y ahora cualquiera que no me conozca en profundidad desconfiara por defecto de mí y, además, también sentirá un terror instintivo —explicó mientras caminaban por los pasillos de madera. Los estudiantes en las clases sentían como si algo terrorífico pasara por detrás de las puertas cada vez que cruzaba una aula, incluso los profesores parecían perder brevemente la capacidad de respirar y temblaban —. Los efectos se intensifican cuando la diferencia de cultivo es más grande.

—Debe ser duro —el director se acarició la larga barba canosa con pesar —. Por suerte no pareces estar solo.

Miró a Fleur, que se sonrojó levemente y Liam soltó una carcajada. Mahoutokoro era tan impresionante por dentro como por fuera, cada columna y pared estaba ornamentada y la extrañamente densa energía mágica que impregnaba la escuela creaba una mezcla de sensaciones entre misterio y nobleza.

Aunque ciertamente no era tan impactante como Hogwarts, tampoco se quedaba muy atrás.

—Bien, tengo que volver a mi trabajo como director, así que os dejaré que miréis los alrededores a vuestro antojo —habló el director —. Confío en que no causéis ningún problema y si tenéis alguna duda podéis venir a buscarme.

Ambos asintieron y se despidieron de Genkei.

Pasaron algunas horas mirando por todas partes e incluso encontraron algunas salas secretas. Finalmente llegó la hora de la comida y Liam tuvo una idea, así que fue a buscar al director.

—¿Quieres dar una clase? —cuestionó con la boca abierta —. ¿Sabes que no tenemos a ningún cultivador en esta escuela, cierto?

—Sí, lo sé —respondió el joven cultivador —. Me gustaría dar una clase en encantamientos sobre barreras mágicas, creo que son extremadamente útiles y se usan demasiado poco. Sé bastante sobre ello, así que estoy seguro de que a los alumnos les servirá en un futuro.

El director reflexionó un poco sobre ello antes de aceptar la propuesta, así que se decidió que Liam daría la clase a los alumnos de último año.

Ya en el aula, Liam estaba de pie delante de una multitud de estudiantes temblorosos, si no fuera por Genkei a su lado ya hubieran huido.

—Buenas tardes, queridos alumnos —empezó el viejo hombre —. Hoy habrá un ligero cambio en la clase de Encantamientos. Este joven que veis a mi lado se ha ofrecido a haceros una introducción al mundo de las barreras mágicas. Él es un mago extremadamente poderoso, espero que prestéis mucha atención a lo que os explicará.

Se retiró a una esquina de la sala, pero no se fue porque a él mismo le interesaba ver qué tenía para enseñar Liam.

—Bueno, para empezar me gustaría preguntar si alguno de vosotros tiene experiencia con las barreras —Liam dio inicio a la clase con naturalidad.

En ese punto tenía suficiente experiencia enseñando, todo gracias a sus tres adorables estudiantes.

Algunos de ellos lograron ignorar por un momento el terror que sentían y negar con la cabeza. Hubo un chico, sin embargo, que levantó la mano. Liam le asintió con la cabeza para que hablara.

—Sé que se usan para evitar que algunas personas entren a determinados sitios —habló entrecortadamente —. Por ejemplo, Mahoutokoro tiene algunas barreras que evitan que los muggles lleguen aquí.

—Es cierto que tienen ese uso —confirmó Liam —, pero eso no es nada comparado con su verdadero potencial.

Se puso enfrente de toda la clase. Señaló con su dedo y este brilló con magia.

—Las barreras se pueden utilizar como escudo en el combate, un ejemplo de ello es el hechizo que ya todos conoceréis, Protego —mientras hablaba, las paredes se iluminaban con un tono azulado —. No obstante lo que de verdad vale la pena de ser un experto en ellas es que puedes imponer "leyes" dentro.

Todos los alumnos quedaron maravillados al ver la demostración de magia sin varita.

—Para que lo entendáis mejor, os lo mostraré, sacad vuestras varitas —todos se apresuraron a hacerle caso —. Ahora quiero que utilicéis el hechizo, maldición o cualquier cosa que creáis dominar.

Algunos pronunciaron "Incendio", "Wingardium Leviosa" y otros hechizos, pero para sorpresa de todos, no funcionaron en absoluto.

—Os preguntaréis qué ha pasado... —Liam sonrió —. Es simple, la barrera que trazado en el aula tiene la función de inhabilitar cualquier forma de magia. Esta es solo la punta del iceberg. No seré capaz de enseñaros mucho en las dos horas que dura esta clase, sin embargo, espero despertar un cierto interés en vosotros sobre el tema. Si sois capaces de dominar este arte, podréis eliminar vuestra presencia por completo, potenciar las cualidades de cualquier material, objeto o hechizo, distorsionar las propias leyes de la magia y, por lo general, tendréis la capacidad de hacer cosas que antes ni siquiera podíais imaginar...

Fin del capítulo.