Una ola de magia salvaje salió súbitamente del cuerpo de Liam, agitando los alrededores. Fleur, que veía todo el proceso, quedó sorprendida con la densidad de la onda, habiéndola hecho retroceder unos metros.
—Parece que estoy mejorando en esto —pensó Liam mientras se levantaba —. Aunque no creo que haya forma de lograr aplicar toda la fuerza del modo dragón al cuerpo humano, sí que puedo al menos fusionar un poco las características.
No era ninguna transformación híbrida, pues la única diferencia física respecto a su estado normal era que aparecían unas marcas carmesíes al lado de sus ojos. Este estado no aumentaba tanto el poder de Liam como la hacía la transformación completa, pero le permitía luchar en un cuerpo con el que estaba mucho más acostumbrado.
La dificultad era encontrar el punto máximo antes de que no pudiera reprimir la transformación, con tal de maximizar los beneficios, lo cual requería un control extremadamente fino de la magia que, por suerte, Liam poseía.
Habían pasado algunos meses desde que emprendieron su viaje alrededor del mundo, meses que habían sido muy fructíferos. Para empezar, Fleur logró llegar al Reino de la Creación del Núcleo y, por ende, desbloquear su Herramienta del Alma.
La chica había quedado encantada con su nueva arma, aunque era normal debido a que la Herramienta del Alma representaba lo más adecuado para cada portador.
Liam, en vez de cultivarse y aparte de practicar con la integración del dragón, había estado aprendiendo e informándose sobre varios temas. Esta información la fue recolectando de los muchos lugares que visitaron.
Era un problema que la gente desconfiara de él debido a su apariencia y aura, pero realmente no había nadie que pudiera darle una buena pelea aparte de algunos pocos expertos ocultos y de su maestro.
Sin embargo, no era ingenuo. Sabía que existían cultivadores en niveles mucho más altos al suyo y también sabía que esas personas probablemente vivirían apartadas de la sociedad mágica, quizás incluso en otro mundo. Teniendo en cuenta que no le quedaba mucho para llegar a ese nivel, decidió prepararse al máximo.
Aprendió runas, practicó sus barreras e incluso logró aprender a forjar, que era necesario para lo que pretendía. Sus talentos eran, le permitían lograr cosas en unos pocos meses que a otros les llevaría toda su vida.
Su objetivo era crear una forma de protegerse, una armadura. Pero no sería una armadura normal, eso no le serviría de nada en una pelea contra un cultivador del Reino Ancestro. En cambio, forjaría la armadura en acero extremadamente condensado, gracias a su fuerza física sería posible. También agregaría runas de potenciación, tantas como fueran necesarias, además de otros recursos mágicos que no solo llevarían su capacidad de defensa a un nivel desconocido, sino que también elevarían la potencia de sus ataques.
Pero antes de llevar a cabo su proyecto, quería lograr tanta potencia mágica como fuera capaz. La forma de dragón era extremadamente poderosa, pero solo en el contexto de una pelea. Para realizar trabajos precisos como la forja de la armadura requería su forma humana y, por esa razón, había intentado fusionar ambas formas en primer lugar.
Ahora solo le quedaba un último paso antes de poder ponerse manos a la obra: llegar a la Corroboración del Camino.
Era más una cuestión de ceremonia que no de cultivo, en realidad. Había cumplido con todos los requisitos para llegar al Reino hacía mucho tiempo, pero lo había estado reprimiendo con tal de no perder demasiado su control de magia, hecho que podría afectar a Fleur que siempre estaba cerca.
Pero ahora estaba todo listo, miró a su acompañante para dirigirle unas palabras.
—Fleur, presta mucha atención —le avisó con seriedad —. Voy a demostrarte que, si bien los Reinos tienen un orden fijo y establecido, cumpliendo ciertos requisitos puedes saltarte algunos pasos.
La cultivadora francesa escuchó con atención las palabras de Liam. Ambos se habían acercado mucho durante el viaje y uno podría decir que ciertamente no eran solo amigos, aún así no habían cambiado mucho en la forma de tratar al otro. Realmente solo actuaban de forma natural, teniendo alguna muestra de afecto de vez en cuando, pero ninguno de los dos era muy apasionado que no significa que no se quisieran.
Liam, habiendo avisado a Fleur, cerró los ojos, dejando de reprimir su cultivo. Un aura enorme descendió no solo sobre el lugar, sino también sobre cada criatura mágicamente consciente en el mundo entero.
Principios, que representan la capacidad de un cultivador de seguir el camino que se ha trazado a sí mismo.
Convicción, que representa la voluntad de abrirse paso en las dificultades para realizar estos principios.
Estos eran los dos pasos que uno tenía que dar en el Reino de la Corroboración del Camino.
La palabra "libertad" salió del espíritu de Liam cual llama incandescente, resonando con las propias leyes del mundo.
Bum, bum, bum, resonó el mundo como si fuera un corazón. Cada cultivador en la Tierra escuchó con expectación este sonido hasta que, en el séptimo latido, número que se compone por el sagrado tres y el terrenal cuatro en aritmancia, dando así al cielo y la tierra, todo quedó en silencio.
Pura magia brotó del cuerpo de Liam y en ese momento supo que había ascendido a otro tipo de existencia. Liam podía haber sido un cultivador en el Reino de la Separación del Espíritu, pero su poder equivalía al de alguien en la parte superior de la Corroboración del Espíritu... teniendo eso en cuenta y que ahora había aumentado en un Gran Reino, además de cruzar a otro Reino Inferior, ¿dónde lo posicionaba eso?
Y la respuesta podría darla la misma Fleur, que ahora miraba el aura del cultivador enfrente de ella... un aura de ancestro.
Si bien Liam no había logrado comprender ninguna esencia aún, que era el arma principal de los cultivadores en el Reino Ancestral, en términos de poder tanto físico, como mágico y espiritual podría equipararse a un Cultivador Ancestral.
Liam inhaló una bocanada de aire y abrió los ojos, pero no se soltó ni una brizna de magia y, de hecho, toda la magia circundante fue absorbida al instante en su cuerpo. Sus varios meses de preparación le habían permitido no perder ni un poco de su control, además de que incluso había aumentado.
Su En empezó a funcionar al instante y Liam pudo sentir a cada una de las firmas mágicas en el planeta. Entonces, sonrió.
Y esa sonrisa pronto se convirtió en una carcajada estridente que levantó fuertes vientos en el bosque japonés en el que estaban.
—¡Definitivamente ha valido la pena esperar tanto! —siguió riendo, feliz.
Miró a su novia, que se acercaba corriendo después de asegurarse que todo había salido bien. Le dio un fuerte abrazo y la besó.
La cara de Fleur se volvió roja de la vergüenza debido a que era la primera vez que hacían algo así, pero sin dudar aceptó el besó. Se separaron rápidamente, fue un primer beso apresurado y sin muchas ceremonias, pero se dio con amor y eso era lo importante.
Ambos se sonrieron alegremente.
—Hay algo que quiero enseñarte —anunció Liam —. Ahora que he alcanzado este nivel creo que es seguro.
Agarró la mano de Fleur e hizo que los dos empezaran a levitar. La cultivadora agarró fuertemente la mano de Liam al ver que cada vez se alejaban más del suelo.
Cruzaron las nubes, que le hicieron cerrar los ojos debido a la humedad, pero cuando los volvió a abrir quedó asombrada.
La Tierra se curvaba y el Sol brillaba a la distancia, rodeado de innumerables cuerpos celestes que brillaban en el negro universo cual luciérnagas en la noche. Podía ver todo el continente de Eurasia, que se extendía siguiendo la superficie de la Tierra y, sin embargo, ahora parecía minúsculo en comparación a su alrededor.
—Esto es lo que uno puede ver cuando cruza la atmósfera —explicó el cultivador masculino —. Hay muggles que también han logrado esto a través de puro ingenio. El ser humano es tan pequeño en comparación de un planeta y, sin embargo, tienen la capacidad suficiente como para llegar tan lejos sin siquiera requerir magia, es sorprendente cuanto menos y genera un sentimiento de admiración profunda en mí.
—No puedo negar eso —Fleur sonrió —. Si los magos tuvieran tanta imaginación como los muggles... ¿Quién sabe hasta dónde podríamos llegar?
Liam asintió, de acuerdo con ella.
—Sin embargo no tengo ninguna intención de hacerles entender eso —entrecerró los ojos en contemplación —. Deben ser ellos quienes se den cuenta de ese hecho...
Pasaron varios minutos más con ambos simplemente observando el asombroso paisaje antes de que decidieran volver.
Llegaron al mismo bosque de donde habían salido y empezaron a hablar.
—Voy a crear la armadura —le dijo Liam a Fleur —. Probablemente no saldré en unos siete días, pero si necesitas algo de mí no dudes en entrar.
Mientras decía esas palabras usó su magia para crear con piedra algo parecido a un taller de forja.
—No te preocupes, yo también tengo que cultivarme porque estoy cerca de llegar a la siguiente etapa del Núcleo —le respondió ella.
Liam asintió.
—Bien entonces, nos vemos —con estas palabras entró al recién creado taller y cerró la puerta.
Era una sala relativamente grande hecha completamente de piedra, iluminado solo por algunas lámparas que sacó de la tienda de campaña.
Realizó un hechizo que le permitía conjurar lingotes de acero y los colocó en una mesa hecha de piedra que había en el centro de la sala. Toda la piedra en la sala estaba reforzada por la magia de Liam, así que no se rompería fácilmente.
Las escamas rojas aparecieron a los lados de sus ojos cuando su boca empezó a llamear, un destello después se encendió un fuego.
Luego empezó el proceso de forja. Usó un martillo normal, aunque con algunas runas escritas en él para aumentar su resistencia.
Clang, clang.
El sonido del martilleo se escuchó durante seis días enteros y, solo en ese entonces, se detuvo. Liam contempló su nueva (y de hecho primera) obra maestra. Brillaba en un tono metálico y Liam no estaba del todo seguro de poder romperla con menos de diez puñetazos, debido a todo el acero concentrado.
Y a partir de allí empezaba la segunda parte de la creación, que consistía en encantarla. Con su dedo brillando en tono amarillo empezó a trazar runas alrededor de la sala. Cada una de estas runas tenía un propósito diferente, algunas contenían información de barreras que el propio Liam había creado tras meses de investigación, otras fortalecían la dureza del acero y otras estaban más enfocadas en el aumento de daño físico.
El total de runas ascendió a no menos de mil quinientas. Liam se acercó a la armadura, colocada en el centro del taller, y le puso la mano encima. Todas las runas empezaron a correr desenfrenadas hacia la creación de Liam, concentrándose en una sola que estaba dibujada en el área del pecho.
—Y el toque final —pensó Liam con concentración.
Estaba agotado después de estar siete días trabajando con su forma medio-dragón activada, pero era necesario para asegurarse de que la potencia era correcta.
Levantó un dedo y se lo mordió levemente, extrayendo sangre y dejando caer una gota encima de la formación rúnica. Brilló con un destello dorado tan fuerte que hizo que Liam tuviera que cerrar sus ojos.
Cuando los volvió a abrir, la armadura había desaparecido, pero él sabía que en realidad solo se había almacenado en su espíritu. La última runa había tenido la función de ligarla con Liam, con tal de que no se la pudieran robar o perder.
Con un pensamiento, se materializó en Liam, ajustándose exactamente a su cuerpo. El cultivador decidió probarla con las runas activas, así que canalizó su magia al símbolo en su pecho.
El drenaje fue intenso, tanto que dejaría medio muerto a cualquier cultivador en la Tierra en menos de cinco minutos. Por suerte Liam podría aguantarla durante unos cuarenta y cinco minutos, pero, teniendo en cuenta que durante una pelea tendría que usar también magia para atacar, supuso que en total podría resistir veinte minutos peleando al máximo con la armadura puesta.
Era más que suficiente, sobretodo teniendo en cuenta que la armadura en sí misma y sin las runas era suficiente para defenderlo. También podría practicar activar las runas solo cuando fuera a recibir un golpe o a darlo, pero para eso tendría que prever todos los ataques de su adversario.
Aún con el problema del drenaje, pudo sentir la resistencia de su obra y quedó asombrado al darse cuenta de que probablemente no podría romperla ni siquiera con un Aliento de Destrucción a pleno poder.
Así que decidió darle un nombre que representara su impresionante capacidad: Armadura del Dios de la Lucha.
Fin del capítulo.
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Bueno, ya dije que el romance no era del todo lo mío y he intentado hacerlo lo más natural posible, lo siento si no os gusta.
Además con lo de la armadura, se hará más fuerte según Liam crezca en poder mágico y físico. Os lo explico, las runas otorgarán un aumento en la resistencia en base a la potencia de la magia y no la cantidad (por lo tanto en un futuro podrá llevarla activa a máximo poder durante mucho más tiempo). Además el aumento de fuerza física está basado en un porcentaje, por lo tanto según sea mayor la fuerza de Liam, mayor será el aumento (imaginad que aumentara al doble la fuerza y que ahora él tiene 100 de fuerza, pues lo aumentaría en otros 100, en cambio si tiene 1000 aumentara en otros 1000).
Espero que os haya gustado (he visto que el viaje podría haberse hecho un poco pesado debido a que Liam no tiene a nadie con quien competir y hacerlo pelear simplemente para lucirse no es algo que pretenda, así que iré saltando a las partes importantes). Hasta la semana que viene ^^