Han pasado más de 100 días desde que llegue a este mundo, o bueno eso creo, ya ni me importa contar los días.
En mi cabaña todo es simple, algunos días arreglo y remodelo mi casita, hago muebles rústicos, otros me dedico a cazar, otros intento cultivar las bayas que me encontré en el oeste. He intentado crear un sauna al aire libre cerca del lago, también he conseguido encontrar diversos hongos, verduras, raíces y algunas frutas.
También he encontrado por desgracia los cadáveres de al menos una decena de personas de la tierra. Eso me ha puesto mucho en que pensar. Si no soy el único que llego a este mundo, es probable que tenga que lidiar con otros hombres bestia muy irritantes.
Marque mi territorio por todo el bosque en un radio de 50 kilómetros a la redonda aproximadamente, de esa forma espero poder mantener a los bestias alejados. Gracias a esto también descubrí que no hay depredadores ni presas aceptables en mi territorio, sumado a que este bosque es inmenso, de alguna forma me da tristeza, por que debo moverme lejos para cazar.
Al sur hay cerdos-toros.
En el oeste hay bayas y hongos.
Por ahora mi meta es buscar que hay en el norte y en el este, más allá de mi territorio. Así que hoy estoy corriendo en dirección norte, llevo mi bolsa de ardilla y dentro el par de pantalones con los que llegue a este mundo. Estuve considerando la idea de que, si me encuentro con más personas, lo ideal sería mostrarme algo presentable.
Mientras más al norte voy, menos árboles hay, pero si encuentro muchos animales nuevos, algunos similares a ornitorrincos enormes de un color morado, o lagartos tipo caimán con crestas de plumas…
Es buen lugar para conseguir una cena variada.
Pero nada de eso es lo curioso, si no que mientras caminaba tranquilamente, he encontrado a una joven. No es humana, tampoco bestia. Eso lo puedo confirmar por el olor.
Lo que si me sorprende es que tiene el cabello de un color verde turquesa y orejas largas. Me recuerda mucho a los elfos de los cuentos. Cuando le pongo atención, ella está usando una especie de ropa algo rustica, más bien primitiva. Es como si solo cosieran unas cuantas pieles sin forma concreta para cubrir algunas partes del cuerpo.
A diferencia de los cuentos donde los elfos son elegantes, esta chica elfa, me recuerda más a las tribus de aborígenes en el sur de Asia. Ella solo está recogiendo algunas semillas que se parecen al trigo. Por la forma en que están distribuidas son plantas silvestres. Ella lleva en sus manos una canasta tejida donde guarda lo que recolecta.
Llevo rato viéndola desde lejos, por el aroma sé que no hay otros como ella a su alrededor. Tal vez solo vino a buscar comida igual que yo. ¿Vivirá sola? ¿Qué tan joven es?
Se ve muy bonita y algo inocente, pero tiene ese toque silvestre y rudo que recuerdo haber visto antes en las tribus africanas que visité en la tierra, en donde conservaban muchas de sus costumbres y tradiciones, lejos de la civilización moderna.
Ella emite una vibra similar a ellos, tal vez yo también este haciendo lo mismo al estar aislado en medio de un bosque hablando con un tronco al que le dibuje una cara. Bueno lo mío puede ser locura.
De cualquier forma, me he mantenido oculto tras unas rocas y la observo mientras recolecta granos y bayas silvestres. Esto es un buen aprendizaje para mí, voy conociendo un poco más sobre que se puede comer en este mundo.
Ella empieza a emitir una especie de tarareo, parece que está cantando, pero no reconozco el idioma. Sé casi todos los de mi antiguo mundo. Descubrí como aprenderlos sin necesidad de tomar clases. Solo tengo que usar un poco de mis habilidades mágicas, mezclado con un toque de sensualidad.
Eso me ha ganado varias patadas en las pelotas, así como cachetadas y muchos insultos, pero es un gran logro ya que se me facilita mezclarme en las ciudades, al aprender el idioma. Así que, si quito lo malo y sus desventajas momentáneas, los beneficios lo valen.
Ella sigue cantando y su voz es tan dulce que me hipnotiza.
No.
No caigas en sus garras, las mujeres son malas, recuérdalo, mejor solo que mal acompañado.
Además, no tengo idea de quien es ella, solo puedo saber que es mujer por que emite ese olor acido de los estrógenos, las hembras sin importar la especie dejan ese rastro en el aire, es similar a cuando están en celo y emiten una serie de feromonas para atraer a los machos, pero mucho más tenue. Partiendo de esa habilidad, yo puedo saber si es macho o hembra desde lejos, aunque de vez en cuando me han tocado que algunos machos emiten ese olor a hembra y viceversa.
No soy nadie para juzgar, pero un par de veces he tenido problemas de faldas por eso.
Ella agarra sus cosas y se va rumbo al norte, concentro mi todo mi poder en la nariz y puedo saber que hay varios de su especie más adelante, tal vez a unos siete u ocho kilómetros, eso es algo lejos para una jovencita.
No quiero sonar como un acosador, pero lo ideal es seguirla y cuidarla de algún posible depredador.
Después de casi una hora caminando ella parece haber descubierto que la sigo, pero no me puede ver. Tengo una buena distancia y me guio en una combinación entre su olor y mi vista mejorada.
Está alerta y desenfunda un sencillo cuchillo de hueso. Ya veo, tu tecnología es muy primitiva todavía. Su cuerpo es delgado y con buenos músculos, la vida primitiva es distinta, es raro para mi ver mujeres así. No me desagrada, al contrario, me gusta que sean fuertes, tanto de espíritu como de cuerpo.
Ese no es punto aquí, ella por lo visto tiene buenos instintos y sabe que algo la sigue. Después de un rato más llegamos a un claro en una pradera llena de monolitos de roca, por lo visto no son naturales y me recuerdan a los que hay en Stonehenge.
Y en el centro de este lugar una pequeña aldea con chozas de madera y paja. Veo niños jugando y personas trabajando en pequeñas parcelas. Mujeres curtiendo pieles, algunos hombres acarreando leña. Todos con cabello turquesa y orejas largas con ropa primitiva.
Una vida en el campo muy sencilla, difícil y austera.
Sigo con la mirada a la elfa que me encontré, va tranquila y sin hacer mucho contacto visual con los demás, por lo visto es una solitaria, sigue caminando tranquila hasta una choza pequeña y se encierra. Al poco rato empezó a salir humo de una chimenea en su choza.
Tal vez debería hacer negocios con esta aldea, ellos podrían ayudarme a conocer en donde estoy y yo podría darles carne de algunas presas, ellos en general se ven algo desnutridos, bueno comparados con los habitantes de la tierra, aquí todos se ven desnutridos.
Mejor dejo de divagar.
La vida es más tranquila mientras menos pienses en los problemas.
Mientras regreso a mi cabaña cazo algunas lagartijas gigantes, los ato con un trozo de su propia piel y me los llevo en la espalda. Conforme avanzo otro olor raro llega a mi nariz. Es muy difuso y algo seco, como el de un reptil y sé que es grande.
¿Un dragón?
¿Esa niña también está aquí?
No lo creo, el aroma no es igual, pero no conozco otro reptil con ese tamaño. Sé que es grande y no necesito verlo, esa peste que emite es proporcional a un gigante. Tal vez igual que un dragón.
Chance y es una presa, aunque su aroma sea de algo podrido. Decido seguir el rastro y me desvío al oeste un poco para encontrar un acantilado en donde termina la cordillera montañosa.
Y en fondo, oculto tras una enorme pila de rocas puedo ver… Una… Dos… Cuatro… Siete…
Nueve cabezas unidas a un cuerpo bestialmente gigante.
Santa virgen de los guapos, ten misericordia de esa cosa tan horrenda.
No importa como lo veas, eso es una hidra y no se ve para nada apetitosa, es más, me da asquito, tanto su olor como su apariencia; esa piel de colores y llena de verrugas me recuerdan a un sapo venenoso. Por el olor que emite creo que nunca ha conocido la palabra "aseo".
Si hago una lista de cosas que no me comería, esa cosa lidera todos los puestos hasta el día de hoy.