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Llegar a tiempo

El corazón de Tauriel estaba agitado, como si Smaug se hubiera desplomado en el mar de sus sentimientos. Por una parte, Legolas la aleja de donde su corazón quería estar y, por otra parte, no sabía por qué había reprimido sus acciones delante del enano que había entrado en su vida para cambiarlo todo. Cuando regresa a dar noticias decide buscar al enano y comprar tiempo para hablar...

EscritorDeFics · Filem
Peringkat tidak cukup
12 Chs

Todo es confuso

Mientras que cabalgaba rumbo a donde la batalla se estaba desarrollando, con un poco de pesar de llegar solo para dar malas noticias. Tauriel no podía dejar de pensar en Kili. Cuando se separaron en el lago, ella había querido lanzarse a sus brazos cuando él no tuvo reparo en revelar la naturaleza de sus sentimientos, pero entonces había levantado la mirada para ver que sus acompañantes enanos estaban esperando por Kili en la barca mirando atentamente la escena que se estaba desarrollando. Como había tomado su mano había hecho que su corazón se detuviera, que sus ojos se llenaran de lágrimas, pero debía ser fuerte en este momento, no había tiempo, no había tiempo para amar o ser amado. Puso en sus manos aquella piedra con la cual la charla más agradable que había tenido en casi 600 años de existencia había iniciado. Y le hizo una promesa, pero ella sabía que tal vez, al menos si ella llegaba tarde, no habría promesa que cumplir.

Lo vio irse arrastrando la pierna en la cual había sufrido la herida, solo volteando para verla respirar después de un largo rato que había contenido la respiración. Respiro rápidamente, mientras que no quería cerrar sus ojos para no derramar la lágrima que tenía atravesada.

Se recriminaba por haber reprimido esos sentimientos en ese momento. Pero también fue en parte porque había sentido la mirada penetrante de Legolas en su espalda. De alguna manera sabía que Legolas tenía alguna clase de afecto diferente a la amistad, pero Tauriel sabía que su corazón ya no era suyo, un enano diferente, más alto que los enanos comunes, con simpatía y ternura en el corazón la había cautivado, aunque ella había sido lo suficientemente testaruda como para negarlo y reprimir cualquier atisbo de esperanza a los ojos del enano. Aunque Kili en todo momento le dio una sonrisa, como si la voz endurecida y fría de Legolas no hiciera efecto sobre él.

Mientras cabalgaba con Legolas trataba de concentrarse en lo que tenía que hacer. Luego tendría tiempo de enmendar el error que había cometido. Metió la mano en su bolsillo para sacar la piedra rúnica que Kili con tanta devoción y sinceridad le había entregado. Había querido rechazar tal obsequio porque era de gran valor para el enano y a los ojos de los elfos un regalo tan significativo demostraba un afecto diferente a la amistad, pero esperaba que Kili hubiera podido sentir que ella aceptaba no solamente su piedra y su promesa, sino también sus afectos y su corazón. Finalmente, llegaron donde se encontraba Gandalf junto con el Bilbo.

—¡Gandalf! —gritó el elfo de cabellera rubia, rápidamente se apresuró a darle las noticias que traía, que un ejército de orcos liderado por Bolgoo venía desde el Norte para entrar en la batalla. Gandalf y Legolas lograron descifrar –aunque tarde – el plan que desde el comienzo las fuerzas de la oscuridad comandadas por Azog, Mientras que Bolgoo vendría por el norte con un nuevo ejército.

—¿¡El norte!?, pero donde queda el norte?, Exactamente —preguntó un muy exacerbado hobbit que no podía concentrarse al ver como la batalla estaba tomando un curso negativo contra ellos.

—Ravenhill, —fue todo lo que Gandalf pudo contestar mientras Tauriel buscaba con la mirada para poder encontrar a cierto enano que había quebrado todos sus esquemas, Pero no logro encontrarlo, y eso la preocupo demasiado, eso quería decir que todavía estaba allá afuera peleando, Gandalf señalo la montaña donde se podía ver la figura de unas cabras montadas por enanos.

—Thorin está allá, Fili y Kili ¡y todos los demás! —Bilbo estaba demasiado alterado como para mantenerse en su lugar, pero el rostro que más decayó fue el de Tauriel, quien vio como Kili se dirigía a una emboscada de la cual no podría salir vivo si es que no recibía ayuda. Gandalf hablo con el rey de los elfos, pero este se negó a sacrificar la vida de sus soldados para ayudar a un grupo de enanos. Tauriel enfureció y avanzo determinada a impedir que el rey abandonara nuevamente a los enanos, pero se topó con un muro de piedra: Thranduil.

Cuando ella trato de detenerlo, palabras duras habían salido de la boca del rey que ya la había desterrado. En el corazón de Tauriel había amargura por la necedad e inmisericordia del rey de los elfos del bosque, y le espeto que no había amor en él. Cuando el rey le hablo con respecto al afecto que Tauriel podía tener por el enano, tildándolo de falso e irreal, ella no pudo contener su dolor, asi que unas lágrimas solitarias se desplazaron por sus mejillas.

El rey estaba enfurecido y estuvo a punto atravesarla con su espada si no fuera por la intervención de Legolas. Ella agradeció que haya aparecido, pero en cierta forma le pesaba que Legolas quisiera atraer su atención defendiéndola. Ella ya había tomado una decisión y su corazón era feliz por la decisión que eligió. Legolas le dijo que él la acompañaría asi que avanzaron rumbo a Ravenhill dejando al padre de Legolas con un pesar inmenso.

No había tiempo para pensar en cómo le había hablado a su rey o mejor dicho su ex rey. Su corazón palpitaba a mil por hora y casi dudaba en darle la espalda por temor a ser atravesada de manera desleal. Las cosas que ella le había gritado en la cara antes de que el rey enfureciera y rompiera su arco salieron del fondo de su corazón, un gritó reprimido de deshago y frustración porque la decisión del Thranduil significaría la derrota y muerte de humanos y enanos, eso significaría la muerte de Kili y ella no podía ni siquiera mantener esa idea en su mente si perder el aliento y sentí un dolor en el pecho que la hacía temblar de miedo.

Legolas se mantenía en silencio, solo atinaba a mirarla cada cierto tiempo, pero cuando Tauriel fijaba sus ojos en él, simplemente esquivaba y continuaba con la mirada al frente. Tauriel tenía la esperanza de que no estuviera ayudándola por los motivos equivocados, tampoco quería romperle el corazón al joven príncipe, su amigo. Finalmente, mientras se acercabas a Ravenhill Legolas se tomó de las patas de un murciélago gigante para transportarse a algún lugar desde donde pudiera disparar sus flechas. Tauriel entonces quedo a su suerte y avanzo rápidamente hacia donde quiera que Kili se encontrara. Si la muerte era el destino que esta guerra deparaba para esta compañía de enanos, ella no dejaría que sucediera sin siquiera responder a su pregunta.

¿Crees que ella podría haberme amado?

Esa pregunta sin respuesta había palpitado en su corazón y le había robado la concentración en más de una oportunidad. Solo rogaba a los dioses llegar a tiempo para poder pronunciar las palabras que su corazón le dictaba. Espera Kili por favor, aún no conteste tu pregunta.