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Capítulo 40 – Una carta familiar

Editor: Nyoi-Bo Studio

La leña ardió, pero Gerald Wimbledon no sintió mucho calor.

La tienda era grande y estaba hecha de cuero, con el borde inferior al ras del suelo. No debería tener fugas de aire, sin embargo, aún sentía frío, especialmente en los dedos de sus pies, que estaban casi congelados hasta el punto de entumecimiento.

—Incluso tu orina se congelaría en este maldito lugar.

Escupió y se puso de pie, colocando sus manos a ambos lados de la mesa.

Las venas de sus manos se veían abultadas mientras levantaba hacia arriba la mesa de madera sólida de seis pies cuadrados. La misma se despegó del suelo.

Soltando la mesa cerca del borde del fuego, Gerald sintió una oleada de consuelo. Se quitó los zapatos y puso los pies sobre el fuego para calentarse. Luego desenrolló un pergamino y continuó escribiendo la carta sin terminar.

Querida Olivia,

He estado en Hermes por más de un mes, aunque a los hombres de la Iglesia les gusta llamarlo la "Nueva Ciudad Santa". Si no fuera por el acuerdo sobre los Meses de los Demonios, seguiría sin gustarme el estar aquí. Todo lo que quiero es regresar a tu hogar y compartir una cama caliente contigo.

Gracias al acuerdo, el cuerpo que supervisa a la Iglesia se convirtió en su aliado. Muy irónico, ¿no? Hablando de la Iglesia, tengo que admitir que lo que han hecho es realmente sorprendente. Hace veinte años, Hermes no era más que montañas y piedras, y las ciudades de la Iglesia yacían en la base de la montaña. Pero ahora han allanado el camino para que los carruajes suban a la montaña, y también han construido una gran ciudad fortificada en la cima de la colina.

Si fuera verano, deberías haber venido conmigo a ver este lugar. La llamada Nueva Ciudad Santa es incluso más magnífica que Castillogris. ¿Y recuerdas el teatro en Castillogris? Fuimos juntos y vimos a Hamlet. Luego suspiraste emocionada por lo inteligente que era el teatro, y el interior tan espacioso.

Pero si ves el salón de asuntos militares de la Nueva Ciudad Santa, verás que el teatro en Castillogris no se comparable. Lo consideraría una exquisita obra de arte en lugar de un edificio. Aunque el teatro es tan grande, no tiene ni siquiera un pilar para soportarlo. Más bien, ocho cosas como huesos de demonio se extienden a las paredes exteriores. Luego, muchas ramas y cuerdas de cáñamo están unidas a estos huesos curvados, y el techo está suspendido en el aire. ¿Cómo lo hicieron?

Y en cuanto a esos huesos, si en realidad fueron tomados de bestias demoníacas, entonces las bestias demoníacas deben haber tenido más de treinta y tres metros de altura. Solo en Hermes uno se encontraría con semejante criatura. Pero, querida, por favor no temas. Incluso si las bestias demoníacas son enormes, no son más que secuaces de demonios.

Y ningún mal puede escapar de los castigos de Dios, ni las bestias demoníacas, las brujas o los demonios mismos. Por el contrario, se convertirán en cenizas.

En este punto, Gerald Wimbledon dejó su pluma y sacudió sus manos entumecidas. Era extraño que se sintiera relajado balanceando una espada de quince libras y dos manos todo el día, mientras que se sentía cansado al escribir por un corto tiempo. Se rio de sí mismo.

Soy realmente adecuado para un trabajo áspero. Hablando de demonios, de repente recuerdo que mi hermano fue asignado a algún tipo de lugar pobre como Ciudad Fronteriza. Me temo que ya ha huido a Fuerte Largacanción, a pesar de que los demonios allí no se pueden comparar con los de Hermes. No puedo culparlo. Si hubiera ido a ese lugar, también habría buscado refugio. Por lo tanto, puedes ver cuán injusto es mi padre. ¿Tenía la intención de que mi segundo hermano herede el trono sólo por su inteligencia? Padre ha olvidado que él mismo no ganó el trono de Castillogris por inteligencia. Desde la muerte de mi madre, he tenido cada vez más dificultad para descifrar sus pensamientos.

Gerald no sabía cómo continuar, ya que no sabía si debía decirle o no a Olivia la verdad. Hizo una pausa por un momento y decidió seguir escribiendo. Si el plan iba bien, ya debería haber llegado al Palacio de Castillogris cuando recibiera la carta.

Mi querida, el astrólogo Ansger tiene razón. Si no hago nada, el trono definitivamente no me pertenecerá. Él ha leído esto en la imagen de la estrella: "La estrella del apocalipsis se está alejando del Sol. Se desviará completamente de su órbita en un máximo de cuatro meses". Como el astrólogo me dijo esto, no debe quedar mucho tiempo. No puedo permanecer inactivo.

Después de la batalla de hoy, volveré en secreto a la ciudad del rey con mis leales caballeros. La Cresta Brisafría está muy por detrás de Valencia en términos de riqueza, pero no faltan guerreros valientes. Mientras se prometa oro, buscarán el objetivo dado como lobos hambrientos. Por supuesto, ese no es mi método ideal. Todo lo que quiero es preguntarle mi padre, en persona, por qué emitió el Real Decreto sobre la Selección del Príncipe Heredero. Al final, ¿qué lo hace olvidar que debería tener derecho a heredar el trono?

El astrólogo Ansger ya ha arreglado todo. Olivia, mi amor, no esperarás mucho más. El día que sea Rey, pretendo casarme contigo y convertirte en mi Reina. Si fallara... no es necesario que regreses a la ciudad del rey, y deberías vivir una buena vida en Cresta Brisafría.

Te ama, Gerald.

Con cuidado, colocó la carta doblada en un sobre y la selló con aceite de cera. Después de comprobarlo varias veces, golpeó la mesa y un guardaespaldas rápidamente entró en la tienda.

—Esta carta se enviará a Rose en Brisafría. No necesitas viajar todo el día y la noche, y no tienes que montar a caballo. Estarás vestido como un viajero ordinario, y deberás viajar como si estuvieras en un viaje de negocios. Lo más importante, esta carta debe enviarse personalmente.

—Sí, su Alteza Real.

—Bueno, puedes irte.

Gerald hizo un gesto a los guardias y simplemente se sentó en la mesa, sus pies colgando sobre el fiero foso.

No había forma de volver.

Cerró los ojos y recordó su infancia. Un momento en el que jugaba a las escondidas en el jardín de la ciudad del rey con Timothy y García. Cuando García cayó, él y Timothy fueron a acompañarla. ¿Cuándo se distanciaron los tres?

Gerald negó con la cabeza e hizo a un lado sus confusos pensamientos. Tales cosas sentimentales no le sentaban bien. Después de todo, sabía cuándo terminaría la confusión, cuando él estuviera en el trono.

En ese momento, el sonido sordo de un cuerno llegó a través de la tienda.

Waaawaaawaaa

—¡Están aquí!

Se levantó de un salto de la mesa y se puso los zapatos. Fuera de la tienda, el batallón ya estaba en movimiento. Los soldados corrían y las banderas se unieron para crear un torrente, dirigiéndose al campo de batalla. El sonido hizo eco en las montañas distantes, sin fin.

Las bestias demoníacas estaban llegando.

—¡Ven conmigo! 

Montó su caballo de guerra y llegó a la cima de la muralla de la ciudad.

Sólo cuando te parabas en las paredes de la Nueva Ciudad Santa podías sentir su magnificencia. Era como un foso natural insuperable, de pie en los estribos de las montañas Implacables. La parte superior era plana y ancha, de modo que docenas de personas podían estar una al lado de la otra. Delante de ella se encontraban los glaciares naturales, y su retaguardia era una meseta.

Esta fue la razón por la cual la Iglesia quería construir tan desesperadamente la Nueva Ciudad Santa en la cima de la montaña. Con este terreno áspero, era casi imposible romper las líneas de defensa.

Gerald Wimbledon tenía una visión a largo plazo. La fuerza demostrada por la Iglesia en la creación de Hermes fue asombrosa. La establecieron en tan sólo 20 años, llevando madera y piedras desde el pie de la montaña hasta su cima.

Pero a pesar de que ya no le disgustaban los sinvergüenzas de la Iglesia, había algo que Gerald tenía que admitir: si no apoyaban la tenencia de Hermes, todos los países del continente enfrentarían una catástrofe, lo que era la base para la firma del acuerdo sobre los Meses de los Demonios.

Cuando llegaron los Meses de los Demonios, los cuatro reinos que bordeaban Hermes tuvieron que enviar tropas para ayudar a la Iglesia y pelear con el ejército de Juicio de la iglesia.

Las cuatro banderas ondeaban al viento: el cetro de la serpiente del reino del Alba, los cuchillos cruzados del escudo del reino del Corazón de Lobo, la rosa de iceberg del Reino de Eterno Invierno...

Y la torre y la lanza del Reino de Castillogris.

Mirando las manchas negras en el cielo distante, Gerald Wimbledon se aferró a su espada.