Cuando Li Zecheng escuchó esto, la locura en sus ojos brotó —¿Qué dijiste? ¿Son mis hijas?
Recordó a la niña que había visto en el centro comercial aquel día, que era tan blanca como un ángel en la tierra. Se sintió inexplicablemente feliz.
La expresión de Wei Xin se volvió aún más fría —¿Qué quieres hacer con ellas?
Li Zecheng soltó —Ya que es mi hija, tengo la responsabilidad y la obligación de criarlas.
Wei Xin estaba furiosa —¿Por qué? ¿Aún quieres llevarlas a casa? No olvides que las reglas de la familia Li prohíben que los hijos ilegítimos interfieran en el negocio familiar.
Li Zecheng dijo —¿Cómo pueden ser consideradas hijas ilegítimas? Son las hijas de mi exesposa y fueron concebidas durante nuestro matrimonio. No son hijas ilegítimas.
Al final, los ojos de Li Zecheng se iluminaron con impaciencia. Dijo con desdén —Si realmente quieres hablar de ello, tu hija mayor es aún más indigna.
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