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Quasi una fantasia

Nuevamente estaba en una situación incomoda, estaba entregando mi carta de invitado, para que me dejaran pasar a la fiesta del castillo del Justicar, pero ambos guardias estaban siendo medio hostiles, nos miraban con cara de asco, algo al lo que ya me habia habituado en estos meses.

-¿Como sabemos que esta invitación no es falsa?, Sir Gran. - Dijo uno de los guardias siendo un cretino.

Honestamente quería golpearlo y no era el unico ya que mi compañía también quería hacerlo.

-Ese es tu trabajo, para eso estas aqui, o acaso debo hacer el tuyo, verificando si mi invitación es verdadera o no, pero mira si quieres podemos hacerlo más fácil, adentro se debería encontrar la señorita Lancaster, porque no vas a preguntarle, estoy seguro que estará encantada de recibirte, simplemente tienes que molestarla con un asunto banal, cortándole toda la diversión.

-No te hagas el listo conmigo Sir, aqui no dejamos entrar...

El otro guardia le arrebato la carta de la mano a su compañero, me la entrego.

-Pase Sir Gran, disfrute la fiesta. -dijo el otro guardía que estaba siendo cortes por obligación.

Pase sin decir nada más, mi compañera pelirroja miraba con mucho desdén por el desaire que nos habian hecho.

Era extraño porque me parecía que estaba más enojada por como me querían tratar a mi, que por el desprecio que le hicieron a ella.

-Roja a estado muy callada durante el camino, ¿dime que sucede?

-Na...nada Gran, es solo que es algo incomodo estar en un vestido, no es lo mío.

-Yo encuentro que se te ve muy bien, te ves más femenina, no, no es eso lo que quiero decir, el vestido rojo que llevas hace resaltar más tus verdes ojos, los que son un encanto por cierto.

Su reacción fue la que me esperaba, ninguna, no se molestaba, ni titubeaba como Helen, o como Lay, que a diferencia de Hel, ella solía quedarse en silencio como si nada hubiera sucedido.

-Gracias Gran... supongo, no se que decir, ante esto realmente, pero si sirve tu también te ves bien en ese traje, incluso encuentro que el abrigo va muy bien con el, aunque es algo extraño.

-Sabes no sabes cuanto aprecio que alguien le guste mi abrigo. Ya vamos a entrar, pero antes de hacerlo quiero hacerte una pregunta.

A roja le brillaron los ojos, por alguna razón me miro con mucha atencion.

-¿Qué piensas sobre Lay?, me refiero como mujer.

Mi pregunta lo saco de lo que probablemente esperaba.

-No entiendo muy bien la pregunta, pero es tosca, cuesta acercarse a ella, me gustaria que fuera más cercana conmigo, como lo es contigo.

Dimos unos pasos por los escalones para entrar al castillo.

-Ella te gusta, ¿no Roja?

Cuando Amelia dio un paso en el escalón trastrabillo con su pierna, tuve que moverme rápido para evitar que se cayera, por suerte la sostuve justo a tiempo.

-¿Roja estas bien, sucedió algo?

-Si, lo lamento... creo que se me abrió la herida de la pierna, no es nada, solo debo pisar con más cuidado.

La ayude a reponerse, a ella le incomodaba llevar el vestido, era notorio, incluso se notaba que no quería mucho asistir a este lugar, pero tanto Helen, como Lay me rechazaron con buenas razones, por suerte Amelia después de insistirle un poco acepto, pero me estaban preocupando sus heridas.

-Descansemos un poco antes de entrar, a todo esto no respondiste mi pregunta, sobre Lay.

-Es difícil responderla... un momento como sabes que me gusta ella, tanto se me nota.

-Roja, cuando ella no te esta viendo te quedas mirándola, varias veces me di cuenta que le mirabas el trasero, también te vi una que otra vez mirando a las chicas del prostíbulo, y nunca a un hombre, fue fácil deducir que te gustaban las mujeres, pero a Lay la miras distinta, más cariñosamente, aunque solo pones esa cara cuando ella no se percata.

Roja se quedo pensando, ella se arreglaba el cabello repetidamente, acto del que suponía que estaba nerviosa, aun así no vi que se sonrojara o nada.

-¿No te molesta?

-Para nada, no tengo problemas conque te gusten las mujeres, eso nos hace tener algo en común ¿no?. - dije a modo de broma.

-Idiota. -Dijo ella entre risas.

Me costaba creerlo, pero ver Amelia era ver la viva imagen de Rury, sus mismos gestos, la misma sonrisa, la misma actitud, su gustos por las mujeres, incluso su voz. Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me detuve, estaba acariciándole el pelo como lo hacia debes en cuando con Rury, me agradaba mucho como la novia de Hero... no eso era mentira, ella me agradaba, pero siempre estuve celosa de ella.

-Perdón Amelia, me recuerdas demasiado a una vieja amiga, no quise molestarte con la caricia.

Estaba claro que no le habia gustado inicialmente que la tocara, eso se veía en su rostro, pero después de lo que dije cambio su parecer, y ella misma llevo nuevamente mi mano a su cabello.

-No te acostumbres mucho.

-No prometo nada Roja... Una ultima cosa antes de entrar Amelia, no quiero seguir viéndote como te destruyes cada día mientras tienes que pelear contra las guardias para ganarte un lugar donde no te quieren, es por eso, y porque reconozco tus habilidades que te quiero preguntar...

-Si quiero, perdón Lay me conto hoy más temprano que quería pedirme ser tu escudera, al inicio no sabia que pensar, nunca pense servir como escudera, me gustaba la idea de ser Soldado, pero le has ganado a dos Sir con todas las de perder, tu maestro es el Señor Willfest el mismo aprendiz que tuvo mi maestro, creo que si te sigo podre crecer mucho más de donde estoy ahora.

Honestamente esto resulto mucho mejor de lo que pensaba, no estaba seguro si le gustaria la idea.

-Entonces Amelia desde ahora eres mi escudera, junto con Lay, mi primera orden como tu Sir, es que te libero de tu apuesta con Fregan, yo mismo le daré el aviso, desde ahora entrenaras junto con Lay, debería ser yo el que las entrene, pero creo que sabemos que no estoy capacitado para ello, así que mi cascarrabias favorito será su maestro de espada, ya lo hable con él.

Ella me dio un fuerte abrazo, a lo que le correspondí.

-Otra cosa más Amelia, aprenderás a defenderte, se acabo lo de solo atacar, ¿entendido?

-Si, no me gusta mucho la idea, pero como ordene Sir Gran.

-No tu también, sígueme llamando Gran, ya tengo suficiente con Will y con Lay, que me digan por el titulo a cada segundo.

-Eso es un alivio, me costaría mucho tratarte de esa forma.

Por alguna razón me sentí algo ofendido por eso.

De una buena vez entramos a la fiesta, a diferencia de Amelia, como yo era un Sir, se me permitía entrar con mi espada y mi daga, de hecho incluso podría traer mi armadura puesta como algunos Sir que veía, pero no tenia ninguna armadura digamos como más ceremonial, dentro de los invitados veía, a los Lancaster, los Mons, a Irish que conversaba con los curas de la iglesia, podía identificar a Sir Fregan que estaba sentado junto con su esposa que parecía que lo regañaba por algo, Sir Arthur estaba con una armadura dorada muy llamativa, se encontraba con otro Sir, el llamado el Ogro, otro personaje que no debería estar acá, un caballero cruel y sanguinario que sirvió en las guerras del Rey Eduardo, pero nunca piso Irlanda si lo registros históricos estaban en lo correcto.

También se encontraban muchos nobles más, incluso mi mirada se cruzo con los ojos de Sir Ivan, que me dedico una señal de asco con su rostro, algo de lo que no tome importancia.

Un hombre me presento al llegar como Sir Gran Venture y su compañía Amelia, lo que se me hizo ridículo e incomodo.

Recibí muchas miradas gracias a mi anunciamiento a la fiesta, algo que me era incomodo, no porque me miraban, sino porque sentía como cada uno estuviera dispuesto a abrirme el cuello, pero el aura asesina más grande venia de enfrente mío, una mirada de un unico ojo, Sir Arthur.

Hasta el rey se habia percatado de las miradas penetrantes hacia mi persona, lo que le causaba algo de placer al muy hijo de perra, pero el ambiente se sentía hostil.

La única persona que me miraba que no sentía que me quisiera matar me saludaba enérgicamente, por lo cual decidí ir junto a ella.

Pensaba saludarla normalmente, pero como se encontraba su primo Jhonsy Lancaster, le tuve que hacer una pequeña reverencia, para luego besarle la mano a Vanessa, en eso le guiñe un ojo, para que entendiera que solo estaba siguiendo el protocolo por la presencia de los nobles, acto que logro entender por suerte.

-Sir Gran, me alegra que aceptaras mi invitación, ¿tu dulce compañera es?

-Te presento a mi escudera Amelia.

Roja también le hizo una reverencia un poco bruta a Vanessa lo que demostraba que no conocía mucho del protocolo, y eso era mi error, no de ella, por no haber pensado en eso antes.

-Un gusto Amelia, no me lo tomes a mal, pero tenia ganas de conocer a Helen...

El Rey alzo la voz fuertemente para que todos escucháramos.

-Invitados míos, agradezco su presencia en esta fiesta que se hizo de improvisto, me alegra ver sus rostros a todos estos hombres y mujeres que han dado todo por la corona, pero hoy seré yo los que le de un regalo, por su arduo trabajo, deléitense con la maravillosa musica de mi organista personal.

Una mujer algo baja enmascarada se acercaba al unico órgano que habia en el enorme salón.

Al fin podría conocer, a la mujer de la que tanto habia oído, ella tanteo un poco órgano tocando notas sueltas, hasta que comenzó a tocar.

No pude evitar sonreír, en el momento que salieron las dulce melodías del órgano, quedo todo claro, ella era como yo, también venia del futuro.

La sonata para piano 27 n.º 2, Quasi una fantasia, también conocida como Sonata Claro de Luna de Ludwig Van Beethoven, creada en el año 1801 y publicada un año después de su creación, siendo ahora tocada quinientos años antes.

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