Era una mañana sin ninguna situación extraña para un par de goblins que vigilaban la entrada de su guarida. Junto a ellos, un lobo, el cual estaba durmiendo plácidamente. Ellos también querían dormir como el lobo, o el resto de sus compañeros, pero su gran jefe les había ordenado que vigilaran la entrada.
De no ser porque sabían que no podían vencer a su gran jefe, ya lo habrían matado. Pero la jerarquía del lugar quedó bastante clara cuando uno de los suyos había sido decapitado sin esfuerzo de un golpe. Así que no tenían otra opción, más que obedecer.
Sin embargo, ya que su gran jefe no estaba mirando, podrían tomar una pequeña siesta por un rato, de cualquier forma, ningún humano pasaba por su guarida. Y si lo hacían, eran muy ruidosos, siempre gritando sobre 'justicia' o algo por el estilo. Con ese acuerdo tácito, ambos goblins se mantuvieron en sus puestos, pero aprovechando para tomar una pequeña siesta.
Por lo cual, ninguno vió la flecha que pasaba volando cerca de ellos, o el cómo esta se desvió, yendo directamente hacía ellos. Ninguno de los dos pudo hacer nada cuando ambos fueron atravesados por esa sola flecha, la cual desgarró la garganta del primero, y se clavó en la garganta del segundo.
Ante los extraños ruidos de los goblins, el lobo que permanecía dormido, se despertó, alarmado ante cualquier amenaza. Sin embargo no pudo reaccionar a la flecha que rápidamente se clavó en su cráneo, matándolo al instante.
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— ¡Eso fue asombroso! —. Vitoreó la joven sacerdotisa junto a la artista marcial, a la elfa arquera.
— Más que impresionante, pero debo preguntar. ¿Usaste algún tipo de magia? —. Preguntó el sacerdote lagarto.
— Je, Cualquier habilidad lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia —. Se pavoneo la elfa peli verde.
— ... No sé cómo sentirme con esto... —. Murmuró el enano.
— ¿Qué hay de tí, Orcbolg. ¿Que opinas de mi habilidad?, ¿Creés que podrías hacer un tiro como ese? —. Preguntó la elfa arquera al hombre de mugrienta armadura.
— No... —. Respondió éste, pero antes de que la elfa pudiera regodearse en sus palabras, él continuó. — Mis flechas son muy pesadas y habrían destruido toda la entrada, eso no sería conveniente para la misión —.
— E-estas bromeando... ¿Verdad? —. Pregunto nuevamente la elfa, incrédula.
— Vamos —. Indicó el Slayer al grupo.
— Estaba bromeando, ¿Cierto? —. Le pregunto la aún incrédula elfa, a la joven sacerdotisa.
— Bueno, nunca lo ví haciendo algo así, pero si lo ví incendiar una fortaleza con una flecha mágica de fuego —. Respondió la rubia. Lo qué provocó que la elfa mirara a Goblin Slayer aún más incrédula.
El grupo de seis avanzó hasta llegar a la entrada de la guarida. Hasta que Goblin Slayer se detuvo justo al frente de los cadáveres de los goblins asesinados.
La elfa parecía confundida por esto. — ¿Qué sucede?, ¿No vamos a entrar? —.
Con un destello, una espada corta de aspecto bastante simple apareció en la mano derecha del Slayer. Cosa que confundió al grupo. Más aún cuando este procedió a atravesar a uno de los goblins en el vientre, haciendo que la sangre y tripas salpiquen.
— ¡O-oye!, Sé que son nuestros enemigos pe-... —. La elfa quería replicar sobre aquel acto, pero el Slayer la interrumpió.
— Ellos tienen un gran sentido del olfato... —. Explicó el Slayer mientras mojaba un pequeño trapo con la sangre del goblin. — Especialmente para las mujeres y las elfas —.
Cuando la realización de lo que el Slayer estaba insinuando llegó a ella, la expresión de la elfa se horrorizo. Dio unos pasos atrás cuando vió al Slayer levantarse con aquel trapo ensangrentado. — E-estas bromeando... Ni loca haría eso... ¡A-alguien detengalo! —.
Ella intentó buscar ayuda en las otras dos miembros femeninas del equipo, pero su esperanza murió cuando vio las expresiones huecas en ambas. — Ya te acostumbrarás —. Murmuró la sacerdotisa.
En ése momento, la elfa supo lo que era la completa desolación de aceptar un destino inminente.
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— Me pregunto... ¿Podría ser este algún tipo de santuario? —. Pregunto de pronto el sacerdote lagarto. El grupo caminaba a través de los pasillos de la guarida de los goblins. Al frente, Goblin Slayer sostenía una antorcha, iluminando el camino, mientras sostenía una espada con su otra mano, atento a cualquier cosa que pudiera pasar.
Detrás de él, el enano y la elfa arquera lo seguían de cerca. La sacerdotisa detrás de estos, mientras que en la retaguardia, el sacerdote lagarto estaba al lado de la joven artista marcial, la cuál sostenía otra antorcha, asegurándose de prestar atención de que no se les haya pasado por alto alguna cosa.
— Umm... Se dice que hubo una batalla cerca de aquí durante la edad de los dioses... Quizás esto haya sido construido como una fortaleza —. Respondió la sacerdotisa.
— Primero una fortaleza para los hombres... Ahora, una guarida para goblins —. Comentó la artista marcial con ligero disgusto en su voz.
— Sin duda un cruel destino —. Añadió el sacerdote lagarto.
— Hablando de crueldad... —. Murmuró el enano mientras veía a su compañera elfa, la cual parecía que se desmayaría en cualquier momento del asco. Ahora lucía bastante sucia, empapada por la sangre del goblin en la entrada.
— Es cierto que puede ser... Bastante desagradable... —. Comentó la sacerdotisa con una sonrisa compasiva, ella y la artista marcial entendían perfectamente por lo que estaba pasando la elfa. — Pero Goblin Slayer lo hizo por una buena razón —.
La elfa se negó a reconocer este hecho, más bien, pareció molestarse por el hecho de que lo que le hizo el Slayer estaba justificado. Ahora molesta, apresuró su andar hasta quedar al frente del grupo. — Será mejor que recuerdes esto la próxima vez —. Le dijo al Slayer.
— Lo recordaré —. Respondió el Slayer.
El grupo continuó avanzando por otro rato mas, el camino les resultaba extraño, había una sensación muy difícil de describir mientras avanzaban. Por suerte, parecía que habían llegado a alguna parte cuando vieron que el camino se bifurca.
— Esperen —. Indicó la elfa mientras avanzaba lentamente. Se agachó frente a una de las baldosas, la cuál lucía bastante extraña en comparación a las otras. Sus sospechas dieron resultados cuando estuvo lo suficientemente cerca para verla detenidamente.
— Una alarma —. Comentó el Slayer.
— Si... —. Confirmó la elfa. — Solo la ví porque es bastante nueva, pero tengan cuidado, podría haber más.
Goblin Slayer analizó la situación por un momento. — Esto es extraño… —. Comentó, llamando la atención del grupo. — No he visto ningún tótem —.
La elfa arquera parecía confundida por este comentario, pero la sacerdotisa pareció entender lo que su líder quería decir. — Es verdad... Entonces no hay un chamán que los lidere —.
— Eso es bueno, ¿No? —. Preguntó la elfa, aún confundida.
— Parece ser que la falta de un chamán es el motivo de tu preocupación —. Comentó el hombre lagarto.
— Si —. Confirmó el Slayer. — Ningún goblin normal es capaz de poner trampas como esa. Y los goblins nunca permanecen alertas hasta el amanecer, ni siquiera en los nidos más grandes con los que he lidiado —.
— Entonces... ¿Significa que tienen un líder? —. Preguntó el chamán enano.
— Si —.
— ...Talvez su líder no sea un goblin —. Comentó la artista marcial.
— ¿Qué clase de criatura trabajaría con unos goblins? —. Preguntó la elfa arquera.
— No lo sé, pero no me gusta —. Comentó el Slayer.
— Has dicho que lidiaste con nidos grandes, Milord Goblin Slayer. ¿Qué hiciste en ese entonces? —. Preguntó el lagarto humanoide.
— Incendie su nido, o lo derrumbe con una explosión, los saque con humo, los inunde con un río. Existen varios métodos, pero no funcionarán bien aquí —. Enumeró el Slayer, para desconcierto de la elfa ante tales estratégias.
Dejando ese tema para luego, la elfa inspeccionó los caminos ante ella, observando si había enemigos cerca o alguna otra trampa de la que tener cuidado. — Parece despejado... ¿A dónde, izquierda o derecha? —.
El enano observó su alrededor con un ojo analítico. — Su escondite principal está a la izquierda —. La elfa estaba por preguntar cómo sabía algo así, pero el shaman enano se le adelantó. — El suelo, mirá lo usado que está... —.
— ¿Estás seguro? —.
— ¡Soy un enano, sobre metal, piedra y vinos soy una autoridad! —. Se jactó.
— Ya veo... —. Murmuró Goblin Slayer. — Iremos a la derecha —. Dijo mientras comenzaba a caminar sin esperar a los demás.
— ¿Qué?... —. Murmuró la elfa confundida. — ¿No se supone que los goblins están a la izquierda? —.
— Si —. Respondió el Slayer sin detenerse. — Rápido, o será demasiado tarde —.
El grupo siguió caminando, sin entender realmente bien qué esperar, sin embargo, algo los inquietaba. Había un extraño sentimiento en el aire, además de un repugnante olor que se hacía más fuerte conforme avanzaban. La elfa era la que peor lo estaba tomando, los elfos tenían sentidos mucho mejores que los humanos, eso incluía el olfato, asi que el desagradable olor la golpeaba con aun mas fuerza que al resto. Por lo que para ella era una experiencia completamente desagradable, por su rostro parecía que vomitaria en cualquier momento.
Cosa que casi hace cuando Goblin Slayer derribó una puerta frente a ellos con una patada. — Respiren por la nariz, tendrán que acostumbrarse al olor —. Dijo el Slayer.
— ¿Qué es este lugar? —. Logró preguntar la elfa arquera a pesar del asco que sentía.
— El lugar donde los goblins dejan sus desechos —. Respondió el hombre con armadura.
— ¿Por qué está-...? —. Lo que sea que la elfa estaba por preguntar, fue interrumpido cuando ella logró vislumbrar una figura en el fondo de la habitación. Era una mujer, y no cualquier tipo, era una elfa, atada de manos y con claros signos de tortura.
Esto dejó en shock al grupo, aún más a la arquera, la cual no podía procesar lo que veía frente a ella. Aun menos a las palabras apenas murmuradas por la mujer elfa atada. — ... Mata-... —.
— ¡Ella está viva! —.
— Tenemos que ayudarla —.
— ¡Usaré un milagro! —.
La elfa no registro completamente las voces de sus compañeros, lo único en lo que podía centrarse, era en la figura de Goblin Slayer avanzando sin vacilación hacía la elfa capturada.
— ¡ Mata...! —. El grito de la elfa capturada envío un escalofrío a la elfa arquera. Pero aun mas la respuesta de Goblin Slayer.
— Lo haré —.
— ¿Que-? —.
— ¡Cortabarbas, aún podemos- —.
— ¡Ella aún est- —. — ¡¡Goblin Slayer!! —.
— ¡¡¡Mata esta cosa!!! —. El grito de la elfa capturada llamó la atención de todos, cuando vieron que en lugar de terminar con la vida de la elfa malherida, el hombre en armadura había asesinado un goblin que se escondía entre los desechos, esperando para saltar y apuñalar a alguien con una daga.
Sin esperar, Goblin Slayer dejó caer la antorcha al suelo y cortó las ataduras que mantenían cautiva a la elfa malherida. Sosteniendola para que no caiga al suelo, el Slayer la cargo hacía el resto del grupo. De su bolsa, sacó una manta y cubrió a la elfa en sus brazos.
— Usa tu milagro de curación —. Le indicó a la sacerdotisa.
Ésta aún estaba aturdida por todo lo ocurrido hace unos segundos, pero se recompuso. — S-si... —. Entonces ella comenzó con su oración, poco después, algunas de las heridas de la elfa comenzaron a sanar, aunque aún se veía en mal estado, pero al menos no parecía estar a punto de morir.
Goblin Slayer volvió a revisar en su bolsa, y sacó un par de pañuelos limpios y un pequeño frasco con un extraño líquido transparente de olor fuerte. Vertió un poco y comenzó a limpiar las heridas más graves de la elfa. Con más cuidado del que el grupo pensaría, Goblin Slayer vendo varias de las heridas.
— Debemos llevarla a un lugar seguro —. Dijo el Slayer.
— Permítanme... —. El sacerdote lagarto comentó, mientras sacaba unos extraños dientes con runas inscritas en ellos. — Oh, dientes y garras de nuestro ancestro iguanodon... Que tus extremidades sean piernas para caminar sobre la tierra... —.
Mientras el lagarto humanoide murmuraba aquel cántico, los dientes y garras comenzaron a brillar, luego de estos comenzaron a surgir huesos, que se entrelazaban hasta que finalmente se formó un esqueleto, similar en forma al del mismo sacerdote lagarto.
— [Guerrero dientes de dragón] —. Terminó el sacerdote lagarto. — Él puede encargarse de escoltarla hasta llegar al bosque elfico —.
— Escribiré una carta para explicar la situación —. Dijo la joven sacerdotisa mientras se ponía manos a la obra.
Por su parte, el chamán enano permaneció al margen, solo mirando como se resolvía la situación con aquella elfa. Tenía que admitir que se había adelantado a juzgar las acciones del aventurero con armadura, cuando él se abalanzó hacía la elfa capturada, realmente pensó lo peor, pero 'Cortabarbas' demostró estar más que capacitado en lo que hacía. No solo había visto un potencial peligro que ninguno de ellos había notado, si no que estaba preparado para tratar a la elfa herida.
Soltó un suspiro para despejar ese suceso de su mente, en su lugar enfocándose en su compañera de equipo, la elfa arquera, la cuál estaba postrada en el suelo, mientras sollozaba. Ver a una de los suyos, en tal estado, en un lugar como esté la había afectado demasiado.
Él sabía que algo como ésto no era nuevo en el mundo donde vivían, tenía la edad suficiente para haber visto demasiadas cosas yá. Y si bien era cierto que en términos de edad la elfa lo supera por mucho, en cuanto a experiencia no se podía decir lo mismo. Ella bien podría ser nada más que una adolescente que apenas sabe nada del mundo. Pero no podía culparla, no realmente. Solo pudo compadecerse de ella por las cosas que de seguro le tocará ver más adelante.
Se giró cuando escuchó los pasos, tanto de 'Cortabarbas', como de la joven artista marcial. Ambos salieron de la habitación en donde encontraron a la elfa capturada, mientras el aventurero en armadura sostenía un pergamino algo sucio y arrugado y la peleadora peli negra llevaba una pequeña mochila de cuero.
— Había un mapa dentro de una mochila. Debió pertenecer a la elfa —. Comentó el hombre mientras revisaba dicho mapa. — Hay una galería a la izquierda, lo calculaste bien —.
— ¿Dudabas de mí? —. Preguntó el enano.
— Siempre es bueno estar completamente seguro —. Respondió el hombre acorazado, enrollando el mapa nuevamente.
Goblin Slayer se acercó a la elfa, la cual seguía en el suelo, mientras la joven sacerdotisa intentaba consolarla. Le tendió el mapa y dijo. — Tómalo —.
Con una expresión desconcertada, la elfa tomó el mapa a tientas, sin realmente terminar de procesar lo que hacía, la actitud del Slayer era tan tosca y desconsiderada como en un principio, pero sintió que esta era quizás su forma de consolarla, haciendo que ella vea el objetivo por el que habían venido en primer lugar.
Quizás solo estaba malinterpretando sus intenciones, pero eso no hacía que fuera menos cierto. Tenían una misión, ya lloraría por los suyos después , ahora debían seguir.
— Vámonos —. Indicó el Slayer, sin esperar a ver quien lo seguía. La artista marcial lo siguió sin vacilación.
La sacerdotisa en cambio, se veía un poco en conflicto. — ¡¡G-goblin Slayer, sea un poco considerado-!! —.
— Está bien... —. La elfa interrumpió el discurso de la sacerdotisa. — Tenemos que continuar, ¿No? —.
— Así es. Hay goblins que matar —.
El grupo continuó moviéndose, a medida que se adentraban en la guarida, se encontraban con algún goblin ocasional, los cuales eran despachados rápidamente por la elfa arquera. Sin embargo, los pasadizos no parecían tener fin, no sabían por cuánto tiempo habían caminado, pero algunos miembros del grupo ya comenzaban a mostrar signos de cansancio.
La sacerdotisa, a pesar de sentirse cada vez más exhausta, no era eso lo que le preocupaba, sino más bien la elfa arquera. A pesar de estar al frente, y disparar con fluidez, ella sabía que estaba bastante afligida, al menos mentalmente.
— E-este... ¿Por qué no descansamos un momento?... —. Llamó la atención del grupo. —. Ya casi llegamos, así que ahora es el mejor momento para reponer fuerzas —.
Goblin Slayer consideró la sugerencia un momento antes de asentir. — Muy bien —. Dijo sentándose en el suelo. — ¿Cuántos milagros te quedan? —.
— Utilicé 'Curación menor' antes, asi que aun tengo dos —.
— Aún me quedan tres... —. Comentó el sacerdote lagarto. — Pero el 'Guerrero dientes de dragón' requiere de estos catalizadores, así que solo puedo usarlo una vez más —.
— Yo aún tengo todos mis hechizos —. Agregó el chamán enano.
El grupo continuó evaluando sus recursos. Con excepción de la elfa, la cual estaba sentada algo alejada del grupo, su postura cabizbaja y expresión lúgubre era algo que la sacerdotisa no podía ignorar.
— ¿Quieres beber algo?... —. Preguntó la sacerdotisa mientras se acercaba a la elfa.
— Gracias... —. Le respondió la elfa, aceptando el amable gesto. El cuál se vió interrumpido cuando la voz de Goblin Slayer resonó hasta ellas.
— No llenes tu estómago, ralentizará el flujo de sangre en tu cuerpo —.
A pesar de que su tono era igual que siempre, la sacerdotisa se sentía bastante exasperada con su actitud, era como sí no le importara el bienestar de su compañera.
— ¡Señor Goblin Slayer, por favor, sea un poco más comprensible! —.
— No hay necesidad de actuar rudo. Si puede venir, que venga, si no, que se vaya, es así de simple —.
— No seas estúpido... —. Comentó la elfa, ofendida por la actitud del aventurero. — Soy una ranger, y una arquera, si me fuera, ¿Quién reconocería las trampas por tí? —.
— Lo hice antes, y si te vas, puedo hacerlo ahora —. La respuesta tan seca y tajante hizo que la elfa perdiera la poca calma que aún tenía.
— ¡¿Yo?!, ¡¿Irme?!... ¡¡No me insultes!! —. Gritó, completamente enojada. — ¡Como si pudiera...!, Después de lo que le hicieron a ella... —. Su voz se apagaba a cada segundo, mientras la ira y la culpa la carcomía. — ...Mi propio hogar está cerca de aquí —.
— Ya veo... —. Respondió el Slayer, si realmente entendía por lo que estaba pasando la elfa, no lo sabría, si tono nunca cambió en ningún momento. — En ese caso, vámonos —.
Goblin Slayer volvió a avanzar sin mirar si lo seguían. Cosa que solo sirvió para que la frustración e ira de la elfa arquera crecieran aún mas. Realmente quería gritarle al aventurero con armadura frente a ella, pero antes de que pudiera, el enano le hablo, sacándola dé sus pensamientos.
— Pocas veces he visto a nadie tan centrado en su trabajo... Mejor respira hondo y calma tu ira, orejas largas... —. Habló el chamán enano calmadamente. — Ninguno de nosotros está feliz con lo que le hicieron a esa pobre chica. Los goblins pagarán por eso —.
Las palabras del enano la calmaron lo suficiente como para mirar hacía sus demas compañeros y verlos dándole sonrisas compasivas.
— Juró por mis ancestros, Lady Ranger, que los goblins de este lugar conocerán su final hoy —. Dijo el sacerdote lagarto, asintiendo.
La elfa respiró hondo, y exhaló. — Tienen razón... Lo siento —.
Con eso dicho, la elfa volvió a caminar al frente mientras revisaba cuidadosamente sus alrededores. Tras caminar por unos pocos minutos, llegaron a lo que parecía la entrada a una enorme galería, mirando hacia arriba, vieron que el techo estaba bastante alto, apenas llegando la luz del sol de la mañana al lugar.
La elfa arquera se acercó al borde de una de las columnas y miró hacía abajo. Sorprendiendose por la vista de decenas de goblins acostados en el suelo mientras dormían.
— Están dormidos —. Ella tuvo que esforzarse por no soltar un chillido cuando Goblin Slayer habló al lado suyo. — Hay al menos cincuenta... Bien, hagámoslo —.
La elfa parpadeó dos veces al escucharlo. — ¿Qué? —. Pregunto confundida, por varios motivos. — ¿Puedes ver en la oscuridad? —.
— ¿Qué planea hacer, Milord Goblin Slayer?, ¿Usará fuego o algo? —. Preguntó el sacerdote lagarto.
— No, eso no funcionará aquí, usaremos algo más infalible —. Respondió éste, ignorando a la elfa que seguía cuestionando sobre su aparente visión nocturna.
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Dentro del gran grupo de goblins que estaban durmiendo, uno de ellos sintió la necesidad de levantarse para orinar. Mientras descargaba su vejiga cerca de uno de sus compañeros, creyó escuchar una voz.
— ...Bebe profundo, canta alto, deja que los espíritus guíen tu camino... —. Era apenas algo audible, y no se encontraba completamente despierto, por lo que no estaba prestando realmente atención. — ...Pisa rápido, canta alto, y cuando duermas te vigilarán... —.
Ahora el goblin miró a su alrededor, extrañado por la voz que escuchaba. — ... Que una jarra de vino de fuego te salude en tus sueños... —.
Cuando el goblin notó de dónde venía aquella voz, ya era muy tarde. Tomando un trago de su jarra de cerámica, el enano escupió un chorro de vino sobre los goblins. — [Estupor] —.
Aquel goblin quería gritar para alertar sobre los intrusos, pero alguien se le adelantó. — Oh Madre Tierra, que rebosas de piedad, danos paz para aceptar tus mandatos... —. La joven sacerdotisa rezaba, mientras partículas luminosas bailaban a su alrededor. — ¡[Silencio]! —.
Ahora aquel goblin no podía hablar, por más que intentó gritar a sus compañeros, su voz no salía, y además, comenzó a sentir mucho sueño, su cuerpo se sentía muy cansado y débil, por lo que sin poder evitarlo, terminó cayendo, justo en el charco de orina que él mismo dejó.
Ahora con todos los goblins dormidos, y sin capacidad para hacer ruido, cuatro aventureros caminaron entre ellos, cada uno portando una daga o una espada en sus manos.
— Matenlos —. Ordenó Goblin Slayer.
Así, la elfa arquera, el sacerdote lagarto y la artista marcial comenzaron con la matanza, uno a uno, los goblins dormidos eran apuñalados en el cuello por los aventureros, muchos intentaron patalear y retorcerse, en un intento de defenderse, pero fué completamente inútil.
La elfa arquera miró asqueada y horrorizada la expresión agónica del goblin que acababa de asesinar. Era algo muy diferente a simplemente dispararles desde la distancia, ser testigo de cómo una criatura moría a causa de sus propias manos, era algo para lo que no estaba completamente preparada.
Para empeorar todo, la sangre le salpicaba cada vez que apuñalaba a uno de ellos, haciendo que su daga se vuelva resbaladiza.
Miró hacía el sacerdote lagarto, viendo cómo cortaba limpia y brutalmente a los goblins con su espada, creada a partir de un milagro, llamado; Garraespada. Se preguntó si alguna vez aquella espada perdía su filo, habiendo visto a su compañero usarla varias veces sin que esta muestre signos de desgaste.
Miró hacía la artista marcial, viendo como ésta apuñalaba brutalmente a los goblins. Primero los inmovilizaba, y luego, hundía lentamente la hoja por sus cuellos, viendo como morían agónicamente. Juraría que incluso podía verla sonreír. Era una vista desconcertante.
Pero algo que noto de ella, fue que cuando su espada corta estaba muy manchada de sangre, ella simplemente la descarto, tomando una de las armas de los goblins en su lugar.
Curiosa ante eso, vió ahora al Goblin Slayer, el cual, a diferencia de los demás, se movía entre los goblins de forma calmada, matando a los goblins sin una pizca de vacilación. Rápido y efectivo, era la mejor forma de describirlo.
También notó como este también tomaba las armas de los goblins cuando la que usaba estaba demasiado manchada para sostenerla correctamente. Se preguntó brevemente por qué no invocaba una de las espadas que había visto antes. Pero descarto esos pensamientos, centrándose en su tarea actual, guardando su propia daga, tomó una de la de los goblins y continuó con la matanza, a pesar de los sentimientos de asco y horror que sentía.
Cuando habían terminado, el olor desagradable de la sangre impregnaba todo el lugar, la elfa se sentía mareada por el desagradable aroma, pero lo retuvo. Cuando vió la enorme cantidad de cadáveres que dejaron una pregunta se formó en su mente mientras veia al hombre de armadura mugrienta y llena de sangre. "¿Acaso él... Solía hacer esto sólo...?"
Cuando el resto del grupo se reunió con ellos, ella pensó que tendrían un momento de descanso, pero Goblin Slayer tenía otros planes. Tras tomar una de las espadas que había tiradas, le dio una mirada rápida, mientras ésta brillaba con una tenue luz. Luego la enfundó en su cintura. — Sigamos —.
Ella quería gritarle en ese momento, pero decidió mejor tomar una larga respiración y calmarse. Miro hacía el resto del grupo, sonriendo al ver la expresión compasiva de la sacerdotisa.
Así el grupo siguió al Goblin Slayer. O eso planeaban, todos se detuvieron cuando se sintió un temblor en todo el lugar.
— ¡¡Algo se acerca!! —.
— ¡¡Atrás!! —.
Los temblores continuaron por unos momentos, hasta que una gigantesca silueta apareció frente a ellos.
— Me pregunté por qué los goblins estaban tan tranquilos... —. Una estruendosa voz sonó. — Pensé que se habían vuelto aún más inútiles de lo que ya eran... —.
Una fuerte pisada cayó sobre uno de los cuerpos de los goblins muertos, destrozándolo y provocando otro temblor. — Pero resulta, que unas basuras se atrevieron a invadir esta torre —.
— Así que esto es lo que lideraba a los goblins... —. Comentó la elfa, vislumbrando el nuevo enemigo.
Ahora el grupo pudo ver la figura gigantesca, una criatura humanoide, de aspecto demoníaco, con dos cuernos sobre su cabeza, protuberancias parecidas a cuernos sobre sus hombros y caninos inferiores tan grandes que sobresalían de su boca. Era muy musculoso, con venas que claramente se marcaban sobre su piel. Vestidos solo con una gruesa tela que cubría sus mitad inferior, adornada con cráneos. Equipado con unos gruesos brazaletes metálicos, y un enorme garrote.
— Un ogro —.
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Fin del capítulo.