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Capítulo 16: Bailando con un desconocido.

No tiene sentido. Estamos enmascarados, y mi máscara cubre completamente mi rostro, dificultando que alguien me reconozca. Además, pensar en que alguien pueda conocerme resulta extraño. Solo aquellos del palacio o que han asistido saben que soy la doncella del emperador, y ni siquiera tienen una cercanía conmigo.

Entonces, ¿podría ser alguien del palacio? ¿Quizás alguien que asistió a mi bautizo?"

—¿Quién es usted? ¿Cómo me conoce? —interrogo, manteniendo la mirada fija en el baile que se desarrolla en el centro del lugar.

El enmascarado emite una risa suave.

—Soy irrelevante, no es necesario que lo sepas. En cuanto a ti, para ser honesto, eres difícil de olvidar con ese cabello naranja —señala con su dedo hacia mi melena.

Su respuesta solo fomenta mi curiosidad. Me irrita que las personas dejen más interrogantes que respuestas.

¿Quién diablos es este tipo? Su voz se me hace conocida.

Trato de recordar su voz, pero es en vano. La incógnita persiste. El dilema de la máscara y el anonimato.

—Relájate, no te esfuerces demasiado. Seguro que después de unas copas se me escapará, pero en serio, no es tan relevante —dice con una sonrisa perpetua, la única parte de su rostro que no está cubierta por la máscara que lleva consigo. Sus ojos reflejan destellos de un azul penetrante a través de la abertura de su máscara, un detalle que podría ser clave para descubrir su identidad.

—Como tú digas... —acepto resignada, no estoy de ánimos como para discutir. Después de todo, el plan que tenía para hoy fue un fracaso.

El silencio vuelve a instalarse entre nosotros, solo roto por la música y el bullicio de la fiesta.

—Y... ¿estás disfrutando de la fiesta? —interrumpe, rompiendo la atmósfera.

—Sí —asiento.

—Mientes —ríe con complicidad.

—¿Por qué dice eso? —me asombra un poco, pero a la vez me siento un poco incomoda por ser expuesta ante sus afirmaciones.

—Por tu lenguaje corporal, las personas son tan evidentes.

Noto que su pasatiempo es descifrar a las personas. 

—Eso lo incluye a usted también en el grupo —por alguna razón me siento ganadora de una competencia inexistente.

—Pero yo soy una bastante singular. —deja su copa vacía en una mesa.

—Me doy cuenta.

Es un hecho el que le guste llamar la atención, y no veo imposible que él haya convencido a su amigo de llevar esa extraña máscara. De la nada, empiezo a escanearlo disimuladamente.

En cuanto a su atractivo, me doy cuenta de que él tampoco se queda atrás. Su amigo, con esa extraña máscara de cuernos, es intrigante y atrae las miradas de las damiselas. Sin embargo, el hombre con el que estoy ahora tiene un atractivo innegable, posee una figura prometedora, es alto, su cabello negro y revoltoso le da un aire misterioso, y esos labios luminosos no pasan desapercibidos. Además de eso, sus ojos azules son cautivadores. El traje negro que lleva puesto le confiere un atractivo innegable.

Mientras mis pensamientos vagan, noto que Stella me está mirando detenidamente, lo que me inquieta un poco. Quizás se esté preguntando por qué no he vuelto con ella...

—Es una lástima que no me hayas invitado a bailar —dice con un tono cómico.

—Pues no se ve muy apenado.

—No disfrutas la fiesta, me han robado a mi amigo, y ahora yo tampoco estoy disfrutando la fiesta —enfatiza.

Pero... él fue quien obligó a su amigo a acompañar a la hija del anfitrión.

—En resumen, ambos estamos aburridos —su voz suena animada, como si hubiera descubierto algo—. Mi oferta aún sigue en pie —me extiende la mano, un gesto que me toma por sorpresa. ¿Me está invitando a bailar?

—Le dije que no sé bailar, y no me gusta estar en el centro de atención —suspiro, tratando de hacerle entender.

—Nadie dijo que sería en la pista de baile —responde, señalando hacia la puerta de salida, indicando el jardín. Lo miro extrañada; es tan risueño.

El ambiente dentro de la mansión se siente un poco sofocante, y un poco de aire fresco no vendría mal, dado a esto, acepto su propuesta.

Salimos al jardín, donde las linternas y faroles colgados a lo alto iluminan el lugar, creando una atmósfera mágica. A lo lejos, veo parejas jóvenes formadas como citas bajo el cielo nocturno estrellado. Una suave brisa acaricia mis hombros, proporcionando un alivio refrescante.

Él mantiene su mirada fija en algo. Intento seguir su mirada, pero él vuelve a mirarme.

—Están lindas las flores, ¿verdad? —comenta.

Observo el verdoso entorno, donde una variedad de narcisos florecen. Son las mismas flores que decoran el palacio del imperio.

—Sí, son hermosas.

Un escalofrío recorre mi espalda al recordar mi conversación con Lunae. Me hace pensar en cómo intenté calmar su inquieto corazón hablándole de la belleza de las cosas, como las flores. Pero estos pensamientos se oscurecen rápidamente, porque sé que Lunae es un ser despiadado, capaz de ordenar ejecuciones sin el menor remordimiento. En su presencia, una vida no vale nada, y su crueldad es inquebrantable. La simple negligencia puede ser castigada con dureza. Siento que mis energías se debilitan solo al pensar en mi regreso al palacio y en lo que me espera.

—¿Bailamos? —me pregunta con un tono cálido, su porte me recuerda un poco a Ake.

—Ahora no se escucha bien la música —respondo, tratando de encontrar una excusa para no hacer el ridículo frente a los demás.

—Es solo dar vueltas —dice, tomando mi mano. Sus dedos son largos y firmes.

—Si tus pies quedan como puré, no me culpes.

Por un instante, su silueta me recuerda un poco a Ake. Debo estar mal de la cabeza, como para pensar en él, incluso en esta situación. Mis latidos se aceleraron ligeramente.

Mientras continuamos girando en el jardín, disfrutando del aire fresco y el aroma de las flores, siento que mis preocupaciones se desvanecen. Me sorprende lo agradable que es estar allí, dejando atrás la opresión de la fiesta.

—Cierra los ojos, te encantará —me recomienda.

Los cierro, permitiéndome perderme en la sensación de girar bajo el cielo estrellado y la suave brisa nocturna. Nos mantenemos así por un tiempo.

—Auch —suelta un gruñido ronco.

Abro los ojos, consciente de que le he pisado un pie.

—Te lo advertí —intento liberarme de su agarre, pero él me mantiene firmemente pegada a su cuerpo.

Observo a mi alrededor. ¿Cómo avanzamos tan rápido bailando? No estamos en el jardín frontal de la mansión, sino en las paredes laterales del exterior de la casa, rodeados de árboles.

Su cabeza está girada en una dirección peculiar; una pareja se divisa en la oscuridad cercana. Nos detenemos.

—¿Qué pasa? —pregunto.

Él sonríe y posa su dedo índice en sus labios, instándome a guardar silencio, luego vuelve su vista hacia la pareja. Su otra mano aún me sujeta por la cintura.

De repente, su cabeza se acerca a mi oído y me susurra:

—¿No es extraño? —pregunta. Su aliento roza mi oído, erizando mi piel.

¿Lo hace intencionalmente?

—¿Qué es extraño? —susurro mientras que con mis brazos me despego de él hasta quedar separados. Ahora estamos a una distancia moderada.

—En los jardines no florecen rosas blancas —dice.

Extrañada, vuelvo a mirar a la pareja. De entre los dos, la chica sostiene una rosa blanca en la mano.

Una rosa blanca...

Intento comprender a qué quiere llegar, hasta que recuerdo el rumor que mencionaban las criadas, sobre la desaparición de damiselas nobles en la segunda región. Fue el mismo día que fui a depositar dinero en el banco, el día en que un hombre extraño con complejo de detective me...

Lo recuerdo.

El chico con el que acabo de bailar se quita la máscara, revelando su identidad. Es...