Rápidamente, todos empezamos a quitarnos las mochilas, y yo empecé a maldecir en voz baja ya que mis segunda pistola la tenía justo ahí.
'¿Oh y si aprovecho para probar mi don?' pensé, pero rápidamente lo descarté, decidiendo no arriesgar mi vida sin estar seguro de si iba a funcionar.
Cuando pensábamos que íbamos a perder toda nuestros suministros, principalmente comida, suspiramos, pero había poco que podíamos hacer.
Chiii
De repente, se oyó un chillido agudo. Al mirar de donde provenía el sonido, uno de los bandidos había golpeado una rata que estaba cerca suya con un machete.
"Mierda quién coño ha sido el que ha echo eso" gritó enfadado el líder de los bandidos. "os advertí que no tocaseis a ningún animal. Joder correr por vuestra vida, y tú, estás desterrado, como alguien de la Manada te vuelva a ver desearás estar muerto."
"Mierda es solo una puta rata, tranquilízate."
"No es solo una rata, si crees eso te reto a que te quedes aquí un rato más a ver qué pasa."
Tras esto, casi todos los bandidos empezaron a correr, siguiendo a su líder, excepto algunos que se quedaron sin saber bien que hacer.
Por un lado, deberían obedecer a su líder. Por otro, eran criminales, seguramente ya habrían robado a más personas, si no hecho otras cosas también, y no podían resistirse al botín de 300 personas que tenían delante, que prácticamente les daría comida y lo que quisieran durante meses.
Y por otro lado estábamos nosotros, sin ninguna idea de que hacer, nos habíamos quedado en blanco. De repente, unos bandidos nos han amenazado, y uno del grupo nos había traicionado. Luego, de repente la mayoría se había ido corriendo.
Antes de que pudiéramos procesar lo que había pasado, empezamos a oír chillidos detrás nuestra. Parecía como si la ciudad entera estuviera chillando, y el sonido se dirigía hacia aquí.
De repente, vimos que era lo que venía hacia nosotros. Ratas. Miles de ratas. No tenía ni idea de donde cojones habían salido tantas ratas, pero tampoco tenía mucho tiempo para pensar en ello. Al parecer, el líder de los bandidos ya sabía que iba a pasar esto, y por eso salió corriendo.
"Joder correr " alguien gritó, haciendo que todos empezáramos a correr, con bastante gente gritando, seguramente de asco al ver a una carpeta viviente de ratas chillando y corriendo hacia ellos.
Empezamos a correr, y pronto todo el grupo se había separado, y después de 20 minutos corriendo, nosotros cinco estábamos solos.
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Una hora y media. Una hora y media fue el tiempo que tuvimos que estar corriendo, hasta que nos metimos en una casa y nos encerramos en una habitación, para cerrar rápidamente la puerta y bloquearla con nuestros cuerpos, derrumbados de agotamiento.
"Eso ha estado cerca, creía que no sobreviviríamos" dijo Jesús, jadeando.
"Si estás así tú, que puedes acelerar usando tu alma, imagínate como estoy yo, que he tenido que ir sin ninguna ayuda" le contestó Darío.
"No tienes ni idea de cómo funciona eso, solo he podido usarlo durante 15 minutos cabrón, ojalá pudiera usarlo eternamente."
Al oír esto, me di cuenta de una cosa que no me había planteado hasta ahora, y era que había un límite en cuanto a cuanto tiempo podíamos usar nuestros dones antes de que nuestra alma se agotase.
Al pensar en esto, me dieron ganas de estampar mi cabeza contra la pared, por no haber pensado en algo tan simple. Al parecer, iba a tener que hacer más pruebas para saber mi límite.
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Después de descansar durante varias horas, y comer y beber de lo que teníamos, salimos de la casa, y nos empezamos a dirigir hacia el sur, está vez solos.