De camino, intentamos ordenar lo que habíamos aprendido en ese rato de descanso.
Al haber estado muchos años en guerra, Aventria era un país medio militarizado, y había bastante gente que ha vivido la guerra.
Alkia, al ser la segunda ciudad más importante del país, tenía industria militar, pero no mucha gente poseía armas, ya que hace 20 años se pusieron restricciones para poseerlas, y el ejército era bastante importante, por eso alrededor de la base militar se habían reunidos bastante supervivientes, aunque en los últimos años el ejército por falta de conflictos ha decaído y se ha llenado de corrupción.
Desafortunadamente, todas las fábricas y la industria militar estaba en la otra punta de la ciudad, por lo que no estaba dentro de la esfera de la influencia del ejército, y había sido tomada por otro clan, que al parecer se estaba centrando en intentar recuperar la industria para fabricar armas y venderlas.
La zona a la que íbamos, a la zona de la base militar, estaba dividida en varias partes. Primero, estaba la base del ejército, luego estaba las zonas en las que estaban los clanes, y la última zona era la zona a la que iba la gente que no tenía nada y no sabía que hacer.
En esta última zona, había principalmente bandas, y robos y otras actividades ilegales pasaban constantemente, incluidas violaciones y asesinatos.
En un principio queríamos ir a la zona de los clanes, y unirnos a alguno, pero había una cosa que nos frenaba, los contratos del alma.
Al parecer, dos personas podían hacer un contrato con las almas, y si alguien que haya aceptado un contrato lo rompe morirá.
El problema era que algunos de nosotros no queríamos estar atados a nada, ya que había rumores de que existían contratos de esclavo, y tampoco querríamos seguir órdenes, pero a otros, Jesús y Petra, no les importaba.
Tras debatir mucho, decidimos que nos todos nos uniriamos a un clan de los varios que había. Al parecer, ese clan fue creado por un grupo de mercenarios, y era uno que daba mucha libertad comparado con otros, que te hacían aceptar un contrato de semi esclavitud, ya que te hacían firmar que seguirías las órdenes de los superiores, y aunque podías salir del clan en cualquier momento, te tratarían como un traidor, y te atacarían según te vieran.
El clan al que nos íbamos a unir se llamaba Mercenarios, y cualquiera se podía unir, pero los que firmaban un contrato tenían acceso a varios beneficios, aunque tenían que aceptar unos encargos mínimos cada cierto tiempo, y podían llamarte para que hicieras algunas misiones obligatorias.
Al ser mercenarios, el ejército y personas habían puesto encargos, principalmente eran limpiar las calles de animales, que al despertar el alma se habían vuelto más violentos, y de cuerpos. También había misiones para encontrar gente perdida, cosa que era bastante difícil como estaban las cosas.
Tras andar durante bastante tiempo, cuando el sol empezaba a caer, por fin llegamos a la zona exterior, donde se encontraban los solitarios, sin ningún clan.
Los edificios estaban llenos de gente a más no poder, incluso las calles estaban llenas.
La mayoría de personas tenían un aspecto lamentable. Ropa sucia, algunos con ropa rota, pidiendo algo de comida y agua.
"Oye alto, vosotros los nuevos, este es territorio de la Banda de Hierro, dadnos la mitad de todo lo que tengáis y no os pasará nada." Oímos de repente a nuestro lado.
Al girar la cabeza, podíamos ver a seis tipos, uno con un rifle en la mano, el resto con armas blancas. Parecían bastante musculosos, y tenían cara de pocos amigos, con tatuajes en los brazos.
Al verles, nos preparamos para sacar nuestras armas.
"Oye relájate estamos solo de paso" les contestó Petra.
"Oh una chica, podríamos divertirnos un rato con ella antes de que se vayan" dijo uno de los que querían que les paguemos.
"Rick esta me toca a mí, la última te la quedaste tú."
"Joder como no os vayáis vosotros vais a tener un problema" dijo Iván, a la vez que sacábamos todos nuestras armas blancas, las dagas y machetes.