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Capitulo 11 Caballeros de la familia real

"Jadeo"

Lo único en lo que pensaba era en lo que podría haber más adelante. Podrían ser los caballeros de la familia real o los guardias del mercado de esclavos. Solo al llegar al lugar podría saber cuál era la respuesta correcta. Sin embargo, no dejaba de pensar si realmente debía ir o no, ya que, al reflexionarlo detenidamente, había ventajas y desventajas.

Estaba inseguro sobre si ir o no, pero seguí corriendo.

La primera desventaja sería que me perdería en este mundo y no sabría mucho, al menos por un tiempo. Sin embargo, si empezara a vagar por distintos lugares, eventualmente estaría mejor informado sobre las situaciones y lugares del continente.

Las ventajas de llegar donde están los caballeros serían que posiblemente tendría más seguridad, una mejor vida, información sobre este mundo, e incluso podría estudiar magia más avanzada y alcanzar mayores alturas con mi poder.

"Debo ir, no tengo nada que perder, así que..."

Miré mi tatuaje, o mejor dicho, a mi ancestro, que estaba adherido a mi brazo en forma de tatuaje y que podía transformarse en una espada de un metro de largo de color negro y púrpura con solo ponerle un poco de maná.

"Señor... Encrid, dices que eras un mago de la oscuridad, ¿no es así?"

"..."

"Así es, ¿por qué lo preguntas, sucesor?"

"Estaba pensando en algo. Más adelante hay caballeros de la familia real y me preguntaba si serías capaz de enseñarme magia y aceptarme como tu discípulo, ¿sabes?" Pregunté, ya que quería saber algo que podría ser muy beneficioso para mí, pero hasta el momento nunca lo había dicho.

"Por supuesto que te acepto como mi discípulo, pero es mejor que vayas con los caballeros, aunque es posible que te odien por ser un plebeyo."

Las posiciones en este mundo varían entre la nobleza y los plebeyos. Los nobles tienen rangos, mientras que los plebeyos son simplemente vagabundos y pobres.

"¿Por qué los caballeros me odiarían?"

"Desde tiempos antiguos, los caballeros siempre han odiado a los plebeyos. No sé por qué, pero siempre ha sido así," respondió Encrid sin tanto que informar.

Aunque en el libro de historia del continente no se mencionaba nada sobre la hostilidad de los caballeros hacia los plebeyos, Encrid finalmente me respondió una de mis dudas que tenía desde hace mucho tiempo. Los nobles, como siempre, son los que mandan en el mundo de los plebeyos, y los caballeros los odian por alguna razón que desconozco.

"Suspiro."

Seguí corriendo y dejé la conversación en pausa. Si era verdad que los caballeros odian a los plebeyos, solo lo podría saber una vez que llegara. Pero, ¿y si eso pasaba?

"Si eso pasa, no me importa. Solo quiero llegar a una ciudad y empezar el camino del mago." pensé sin mucho que decir.

Eso era todo lo que quería: ser el mago más fuerte y, después de eso, vivir tranquilo... y quizás tener una familia y, posiblemente, hijos...

"¿En qué piensas, sucesor?" habló Encrid repentinamente.

Dejé mis pensamientos y me quedé un poco avergonzado. Era la primera vez que pensaba en el amor; quizás es por este cuerpo con sentimientos, porque en mi vida pasada no tenía sentimientos o emociones, era como un solitario.

"N-no es nada."

"Ya veo, te entiendo. Yo también quise eso, pero no pude porque terminé en este estado."

En ese estado... entonces alguien dejó así a Encrid. Aunque no sé qué tan fuerte era Encrid en la "era de la oscuridad", no sabía si estaba diciendo palabras reales o solo bromas de mal gusto.

"Son ellas," murmuré al ver a lo lejos a Luna y Gloriana hablando con un caballero. Lo reconocí inmediatamente por su armadura blanca con algunos delineados amarillos y su gran espada. Parecía al acero pero se sentía maná de la espada.

Parecía una espada mágica. No creo que fuera solo maná, aunque el maná en esa espada era muy poco y débil. Quizás era para que pudiera resistir más.

Corrí y finalmente llegué a donde las dos estaban hablando.

"Están... bien," dije. Como si fuera un niño perdido y su madre lo estuviera buscando, Gloriana se lanzó hacia mí y me abrazó con fuerza.

"Oye, no deberías hacer esto, una princesa..."

Ella levantó la mirada. Sus ojos estaban llenos de preocupación; debía ser porque todo este tiempo yo fui el único que le hablaba y la protegía de peligros.

Pero sentía una mirada, algo así como una intención de amenaza. Levanté la mirada y vi al caballero. Parecía ser algún líder, ya que era el único con una armadura diferente a los demás, con delineados negros en lugar de amarillos, sugiriendo un rango más alto.

Entonces recordé la charla con Encrid sobre la hostilidad de los caballeros hacia los plebeyos. Pero, ¿cómo sabía él que yo era un plebeyo? ¿Acaso los caballeros podían detectar a un plebeyo como si fueran un tipo de radar? Me miraba fijamente, pero bajé la mirada e intenté ignorarlo. Su mirada estaba dirigida a mí, y creo que sé por qué.

"Princesa, deberías soltarme. Los caballeros de tu familia están viendo y pueden pensar en otras cosas."

Ella levantó la mirada y me miró a los ojos. Su rostro parecía avergonzado, y lo entendí, ya que yo también había sentido esa emoción no hace mucho.

"P-perdón," respondió, alejándose de mí rápidamente.

Por su actuación y su rostro, ella estaba muy avergonzada, pero era entendible para mí...

Fue entonces cuando Encrid bromeó.

"Ya veo, así que ella está ena..." Sin dejarle terminar, pellizque el tatuaje en forma de luna.

"N-no, espera, solo fue una broma."

Fue entonces que descubrí una forma de callar a este tipo...

***

—Cambio de escena.

El sonido de las ruedas de madera frotando el suelo rocoso resonaba en mis oídos. Estaba en una carreta tirada por caballos, rodeada por caballeros a caballo. Hubo un rato de habladurías entre Gloriana y el caballero. Gloriana insistía en que yo los acompañara a la ciudad imperial del continente, Mengrana.

El caballero, llamado Josephine, insistió en no llevar a un plebeyo. En ese momento quería golpearlo por menospreciarme, pero no podía hacer nada contra un verdadero caballero de quien no sabía cuán fuerte era. Si fuera un quinto círculo, definitivamente le daría un buen golpe, pero apenas soy del primer círculo.

Me encontraba dentro de la carreta, adornada con joyas lujosas y unos asientos de un cuero muy raro. Algunas partes parecían de oro por su color. A mi lado estaba Luna, y frente a mí, Gloriana.

"Qué incómodo," pensé.

El silencio era evidente. No sabíamos de qué hablar, apenas nos conocíamos, y tenía una mala relación con Luna. Por otra parte, Gloriana era diferente, pero por alguna razón evitaba mirarme o dirigirme una sola palabra.

Por supuesto, yo podría hablar, pero no sabía de qué tema.

"Suspiro."

Tomé un leve suspiro y hablé con Encrid.

"Señor Encrid, ¿puedo llamarte solo Encrid?"

"Sí, como tú quieras. No me importa cómo me llamen," respondió sin vacilar.

"Entonces, Encrid, ¿qué tan fuerte fuiste antes?"

Quería una respuesta sincera y que me dijera algo importante, como sacarle información sin que se diera cuenta.

"En el mundo de los magos normales, esos que no usan magias diferentes y solo usan magia elemental, no tienen límites, pero les cuesta más buscar una respuesta para aumentar su poder."

"..."

No entendí casi nada, pero seguí escuchando.

"Mientras que los magos de la oscuridad como yo no tenemos ese límite y nuestro poder aumenta simplemente al absorber maná."

"¿Pero eso qué tiene que ver con mi pregunta?"

¿Será que se dio cuenta de que quería sacarle información? Aunque era muy probable, no podía saber si realmente lo sabía, así que me quedé en silencio y escuché lo que decía.

"Aquí viene tu respuesta. Un mago de la oscuridad, como ya mencioné, no tiene límites. Por lo tanto, si un mago elemental común llega al noveno círculo, le costará encontrar una forma de superar ese poder," mencionó.

Quiere decir que un mago normal que usa el maná como todos los demás tiene ese límite y no sabe cómo superar el noveno círculo. Aunque entendía a qué se refería, aún no había dado la respuesta completa.

"Ahora viene esto: los magos de la oscuridad pueden superar el noveno círculo simplemente entendiendo los principios de su propio maná. Por lo tanto, yo fui el llamado legendario mago del décimo círculo, el mago más poderoso de la historia."

Finalmente respondió. El libro de magia menciona a los magos que descubrieron un poder más allá del noveno círculo, pero por razones desconocidas, nadie ha podido confirmar si existe un décimo círculo. Pero con esta respuesta de este antiguo mago, esas dudas se resolvieron.

Era la respuesta que quería. Aunque me gustaría saber más sobre los magos, su origen y cuán poderosos llegaron a ser, dejé esos pensamientos de lado. Aun así, lo dejaría para otra ocasión, ya que no conocía este mundo por completo.

"Sonido seco."

El aire fresco y frío del bioma nevado era refrescante, pero al mismo tiempo incómodo. Miré por la ventana; parecía que habíamos bajado de una gran montaña. Ahora estábamos en una parte plana de la montaña, lo que explicaba el acantilado que había visto desde la ventana de mi antigua habitación. Todo era una montaña, pero ¿qué tan grande era?

Giré mi mirada y se cruzó con la de Luna. Sus labios se abrieron al instante en que nos miramos.

"Yo... pido disculpas por dejarte atrás en aquella ocasión... Lo siento."

"..."

Se disculpó, aunque se tardó mucho para una disculpa que podría haber hecho mucho antes, en lugar de permanecer en silencio.

"Está bien, sé que fue por proteger a Gloriana, pero... no te preocupes, ya pasó. Así que solo olvídalo."

Nuevos pensamientos entraban ahora en mi cabeza: ser alguien alegre y con emociones, y tener pensamientos más racionales. Son sentimientos que siempre quise tener y finalmente los obtuve gracias a este cuerpo.

Luna me miraba de forma inquieta. Su rostro estaba medio rojo, probablemente por el ambiente helado y el frío que hacía. Miré sus manos y vi que estaban temblando.

¿Era realmente el frío lo que la hacía temblar o solo una broma para llamar la atención?

Pero entonces, ¿qué significaba ese rostro medio rojo?

"Niño, aunque yo no tuve la oportunidad de encontrar el amor, es muy fácil saber lo que piensa una mujer cuando pone esa expresión," dijo Encrid.

"..."

"Suspiro."

"Entonces... ¿no es mejor no pensar en eso? Todavía soy un niño," pensé.

Giré mi mirada a la ventana. Ya habíamos bajado de la montaña y el clima empezaba a cambiar a uno más cálido, como de verano. El frío desaparecía rápidamente conforme avanzábamos. No sabía cuánto tiempo tardaríamos en llegar a nuestro destino, pero apenas habíamos bajado de la montaña y ya estaba muy aburrido.

"Estaremos llegando a una pequeña ciudad de mercaderes en unas cuantas horas," dijo Luna.

"¿Es una ciudad que solo se dedica al comercio y los negocios?" pregunté.

"Así es, esta ciudad proporciona alimentos a varias ciudades cercanas," dijo Luna.

Eso significaba que de ahí provenían los alimentos como el pan duro, el agua y esa manzana negra que contenía una pequeña cantidad de maná.

Pero entonces, ¿por qué los mercaderes no sospechaban de ese tipo de compras? Porque para alimentar a cientos de niños debían comprar o negociar con los mercaderes para obtener grandes cantidades de pan duro y esa manzana que también podría ser muy cara.

"Ahora que lo pienso, ¿cuál es la moneda en este mundo?" Miré a Luna, quien parecía saber muchas cosas, además de que cualquier persona en este mundo debía saber sobre el dinero.

"Tengo una pregunta, ¿cómo se llama el dinero y cómo funciona?"

"..."

Me miró con indiferencia, como si dijera: "¿No sabías que eras un idiota que no sabe nada?" Eso decía su rostro. Pero es verdad, ni siquiera en los recuerdos de este cuerpo sabía sobre el dinero, y creo que ni siquiera sabía qué es el dinero, por lo que es una pregunta muy importante para mí en estos momentos.

"Suspiro."

"Se les llaman monedas. Hay variaciones y cada una de ellas tiene un valor diferente. Está la moneda de cobre, plata, oro y cristales. Los cristales tienen un equivalente a más de mil monedas de oro," dijo.

"Entonces, ¿la moneda de plata equivale a cien monedas de cobre? Pero, ¿qué tan difícil es obtener monedas de cristal?" pregunté.

"Los cristales... pues es un poco difícil de decir, pero es una moneda llamada cristal. En realidad, son de un material muy raro, por eso son más caros que el oro," respondió.

Entonces eso significa que cien de cobre equivalen a una de plata, mil de plata equivalen a una de oro y mil de oro equivalen a una de cristal. Pero cómo lucen esas monedas de cristales lo podría averiguar en cualquier momento. Por el momento, lo dejaría así…