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Cartas a Romeo.

``` —Solo bastó con romper una regla que no se suponía que debía —Él era el chico malo con tatuajes. Ella era la chica buena con gafas, y ella era suya. —Cuando Julianne Winters decide mudarse al dormitorio de la prestigiosa Universidad, ella tiene todo planeado para poder terminar su graduación y dejar el lugar. Pero su plan comienza a incendiarse desde el momento en que la mirada de Roman Moltenore de último año se posa en ella. Y su apariencia no grita nada más que PROBLEMAS. —¿Qué reglas? —preguntó Julianne con el ceño fruncido mientras leía la página. Estaba segura de que no había visto ninguna regla del campus mencionada en su sitio web. # 4. Prohibido usar teléfonos móviles. # 12. Los estudiantes no deben deambular fuera del campus después de las once de la noche. Cuanto más leía, más extraño resultaba ser. Su amiga pasó la página y luego señaló la última regla # 29. Escucha a Roman Moltenore. —Esto está inventado. Mira, la última incluso está escrita a lápiz —Julianne no podía creer que su amiga del dormitorio de al lado pensara que caería en eso. ¿Y sin teléfono? —Es importante que cumplas con todas las reglas. Especialmente con la número veintinueve —dijo la chica con tono serio—. Recuerda no involucrarte con Roman. Si llegas a verlo, corre en la dirección opuesta. Hay una razón por la que está escrita aquí. Con las reglas del campus, ella recurre a enviar cartas manuscritas a su tío. ¡Pero quién iba a saber que terminarían en manos de alguien más! ```

ash_knight17 · Fantasi
Peringkat tidak cukup
332 Chs

Textos de amor enfermizo

Echando un vistazo a sus padres, Melanie abrió el mensaje y leyó:

—¿Qué tal va tus vacaciones hasta ahora?

—Bien —respondió Melanie a su texto—. ¿Ya cenaste?

—Comiendo —y Melanie añadió—, ¿y tú?

Después de enviarlo, se preguntó cuándo empezaron a hablarse como amigos.

—He estado en la enfermería desde esta mañana, y estoy enfermo.

Al leerlo, Melanie frunció el ceño. Le contestó:

—Pensé que no podías enfermarte.

Tardó un minuto en recibir otro mensaje de él. Y esta vez, su mensaje decía:

—Claro que puedo enfermarme. De Mel-sick.

Melanie se quedó mirando el mensaje unos segundos. Nunca habría pensado que Simón podría ser tan cursi. Y, ¿qué quería decir con Mel-sick?! La sangre le subió al cuello y esperaba que no llegara a sus mejillas. Su madre interrumpió sus pensamientos:

—¿Todo bien, Mel?

—Sí, mamá —Melanie sonrió a su madre, y colocó el teléfono en su regazo—. Solo era sobre el horario del próximo año.

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